La ofensiva contrarrevolucionaria, la expropiación de Éxito y las perspectivas y tareas para el 2010

La suspensión de emisiones de RCTV está siendo utilizada por la derecha venezolana e internacional para lanzar una nueva ofensiva contra la revolución bolivariana. Distintas marchas, protagonizadas fundamentalmente por  estudiantes contrarrevolucionarios de clase media y alta, se han sucedido a lo largo de la geografía nacional durante los últimos días desembocando en varios casos en acciones violentas.

La ofensiva contrarrevolucionaria, la expropiación de Éxito y las perspectivas y tareas para el 2010

La suspensión de emisiones de RCTV está siendo utilizada por la derecha venezolana e internacional para lanzar una nueva ofensiva contra la revolución bolivariana. Distintas marchas, protagonizadas fundamentalmente por  estudiantes contrarrevolucionarios de clase media y alta, se han sucedido a lo largo de la geografía nacional durante los últimos días desembocando en varios casos en acciones violentas. En Mérida, una de estas acciones condujo al brutal asesinato del joven estudiante y militante del PSUV Yosimir Carrillo, de tan sólo 15 años, a manos de los pistoleros fascistas. Posteriormente, en un clima de enfrentamientos entre contrarrevolucionarios y defensores de la revolución, era anunciada la muerte de otro joven de 28 años partidario de la oposición: Marcos Rosales.

La nueva campaña contrarrevolucionaria

Los medios de comunicación burgueses de todo el mundo están presentando estos acontecimientos como si se tratase de acciones de represión del gobierno contra estudiantes que se manifiestan pacíficamente. Al mismo tiempo achacan la suspensión de emisiones de RCTV a una supuesta represalia de Chávez por "no emitir sus discursos". Intentan de este modo fomentar una imagen absolutamente falsificada de Venezuela, según la cual en nuestro país existiría una dictadura en la que todos los ciudadanos deben obedecer la voluntad personal del Presidente.

Olvidan, estos "democráticos", "independientes" y por supuesto muy ecuánimes e imparciales "informadores", que la empresa privada RCTV,  en manos del conocido ultra-derechista Marcel Granier, ha utilizado durante años (hasta el fin de su concesión en 2007) el espacio radioeléctrico público para calumniar e insultar al Presidente Chávez, democráticamente elegido por el pueblo venezolano, y colaborar en cuanta tentativa desestabilizadora y golpista contra el Gobierno Bolivariano ha tenido lugar. De manera muy conveniente, estas damas y caballeros también  "olvidan" que RCTV, en su nueva etapa de emisión por cable, se niega a acatar la Ley de Responsabilidad Social para radio y televisión aprobada por la Asamblea Nacional, órgano legislativo que también ha elegido democráticamente el pueblo venezolano. ¿Qué pasaría en otros países si un canal de televisión se negase a acatar las leyes y llamase a desconocer y derrocar al jefe de estado?

Los capitalistas y sus lacayos mediáticos presentan la decisión de obligar a RCTV a cumplir la ley como una violación de la libertad de expresión. En cambio, cuando gobiernos pro-imperialistas como el colombiano o peruano cierran canales, prohíben sus emisiones por criticarles o persiguen, encarcelan e incluso asesinan a periodistas y luchadores sociales, vemos a esos mismos paladines de de la libertad de expresión guardar un elocuente y cómplice silencio. El colmo del cinismo en esta ceremonia de la confusión orquestada por la burguesía han sido las declaraciones de la patronal venezolana, Fedecámaras, acusando a Chávez de "cercenar libertades" cuando hace bien poco su presidente reclamaba ante las cámaras de la propia RCTV una "solución militar a los  problemas de Venezuela".

Un año de agudización de la lucha de clases

Esta  nueva acometida contrarrevolucionaria no es casual. Con las elecciones a la Asamblea Nacional del 26 de septiembre en el horizonte, 2010 será un año determinante para el futuro de la revolución. Las contradicciones acumuladas en la sociedad venezolana están alcanzando el punto crítico y, como consecuencia de ello, los próximos meses y años -pese a quien pese- no serán de conciliación y calma sino de agudización aún más intensa de la lucha de clases en el país.

El combate entre revolución y contrarrevolución, que se prolonga desde hace años, sólo puede resolverse de dos formas: o con la victoria de la revolución -lo que forzosamente significa que la dirección de la sociedad y la economía deben pasar de manos de la burocracia y los capitalistas a la clase obrera y el resto del pueblo-; o con un triunfo de la contrarrevolución capitalista, que aplaste la organización y movilización popular y devuelva el control pleno y efectivo del gobierno y el estado a quienes lo han tenido durante las últimas décadas: la burguesía venezolana y las multinacionales imperialistas.

El resultado de esta lucha está completamente abierto. Tanto la mayor de las victorias como la más trágica de las derrotas siguen siendo posibles. El que una u otra se imponga depende del desarrollo de la lucha de clases no sólo en Venezuela sino a escala mundial. La decadencia estructural del sistema capitalista, que en este momento se expresa en la recesión más profunda desde 1929, está golpeando duramente a todos los países. Antes o después, el ciclo económico capitalista hará que la actual recesión deje paso a una recuperación pero incluso los economistas burgueses más optimistas ya han explicado que la misma se caracterizará por la necesidad de "contención de los gastos sociales", "disciplina salarial" y más "flexibilización laboral". Traducido al lenguaje de la vida cotidiana de las masas esto supone más recortes sociales y ataques a la salud y educación pública, bajos salarios, alto desempleo y trabajo precario y sin derechos. Esto es lo único que el capitalismo puede ofrecer en esta etapa histórica.

En el caso de Venezuela eso, como más adelante veremos, significa que los ataques de los empresarios a las condiciones de vida de la clase obrera y su sabotaje contra cualquier intento de poner coto a sus beneficios continuarán y se verán intensificados. Esa, y no otra, es la causa de la enorme polarización que vive la sociedad venezolana; lo que ha dado origen a la revolución bolivariana y también es lo que hace que ésta sólo se pueda resolver de un modo: o con la victoria de la burguesía o con la de la clase obrera. Una solución intermedia que contente a ambas clases sociales está descartada

La revolución a medio camino

La crisis capitalista mundial ya está amenazando las políticas de redistribución más justa de la riqueza, incremento del gasto social y mejora paulatina de las condiciones de vida de los sectores populares que intenta desarrollar el gobierno bolivariano. Aunque las políticas sociales aplicadas por el gobierno bolivariano de Hugo Chávez desde su  primera victoria electoral en 1998  han conseguido avances importantes, la revolución está lejos de haber cumplido sus objetivos y satisfacer las necesidades de su base social.

La pobreza en el país se ha reducido de 54,1% en 1997 a 31,5% en 2008 y la extrema pobreza de 23,4% hasta 9,1%. La revolución bolivariana ha garantizado, asimismo, el acceso de millones de personas a la educación y salud públicas y erradicado el analfabetismo. Además, Chávez  impidió la privatización de PDVSA (petrolera estatal de la que dependen las finanzas públicas) y ha nacionalizado empresas clave privatizadas por gobiernos anteriores como la siderúrgica SIDOR, la telefónica CANTV y otras, así como varias fábricas cerradas por los empresarios, salvando miles de empleos.

Sin embargo, la gran mayoría de empresas siguen en manos capitalistas y el estado burgués no ha sido sustituido por un estado revolucionario dirigido por los trabajadores. El resultado es que  los capitalistas boicotean y paralizan la economía. Según las propias organizaciones empresariales Fedecámaras y Conindustria, el número de empresas privadas se ha reducido a la mitad desde 1998.  La causa principal es el parasitismo que ha caracterizado a la burguesía venezolana desde su mismo nacimiento. A ello se une, desde 1998, el sabotaje contra la revolución.

La quinta columna burocrática

Una grave amenaza que mina desde dentro a la revolución bolivariana es la existencia de una burocracia dentro del aparato estatal, formada por miles de funcionarios y cargos públicos que repiten el discurso revolucionario del Presidente  pero boicotean cualquier medida anticapitalista e impiden la participación de los trabajadores. Un sector de esta burocracia ha tendido a fusionarse con la burguesía. Esta "quinta columna" burocrática representa en estos momentos el principal peligro para la revolución y para la continuidad del propio Chávez en el gobierno.

Un ejemplo es lo que está ocurriendo en lagunas empresas nacionalizadas como las contratistas que trabajaban para PDVSA en Zulia o en las empresas de la CVG en Guayana. En el Zulia miles de jóvenes que trabajaban tercerizados por las contratistas privadas bajo la forma de cooperativistas, o sin ser reconocidos por aquellas como trabajadores fijos,  no han sido incorporados a las empresas nacionalizadas sino que han quedado desempleados. El resultado es que la nacionalización, que tenía que fortalecer el apoyo a la revolución en este estado clave fronterizo con Colombia, para estos trabajadores y sus familias está suponiendo hasta el momento -gracias a la burocracia de PDVSA- un empeoramiento de sus condiciones de vida.

En la CVG miles de trabajadores que estaban tercerizados y esperaban que la nacionalización supusiese su paso a fijos y la mejora tanto de sus salarios como de sus condiciones de trabajo siguen esperando. Las decisiones por parte de los gerentes y directores de toda una serie de empresas respecto a los recortes en la producción ocasionados por la situación de racionamiento eléctrico están siendo otra fuente de descontento en un estado fundamental para la revolución debido el peso económico que tienen estas industrias y el hecho de que en ellas se concentran los batallones pesados del proletariado venezolano.

Los trabajadores esperaban que, siguiendo los criterios planteados por el Presidente Chávez en su discurso del 21 de Mayo de 2009 acerca del control obrero, se les consultase su opinión y tuviesen participación en la toma de decisiones respecto a cómo organizar esta contingencia.  No obstante son los gerentes quienes están decidiendo que hornos se apagan y cuáles no y que líneas de producción se mantienen y cuales son recortadas o temporalmente paralizadas. Sectores de trabajadores revolucionarios han denunciado que estas decisiones gerenciales se están tomando de modo que privilegian a las multinacionales en detrimento de la producción destinada a alimentar la industria nacional, una política que contradice abiertamente las propuestas que está realizando el propio Presidente Chávez.

El mantenimiento y extensión de la tercerización no sólo en la empresa privada sino también dentro del  sector público, a pesar de las exhortaciones en sentido contrario del Presidente Chávez, representa otra bomba de tiempo contra la revolución.  La burocracia estatal utiliza figuras como las fundaciones o las cooperativas para adscribir a ellas a toda una serie de trabajadores cuyos salarios son más bajos y carecen de  toda una serie de derechos. Según distintas fuentes, y aunque es muy difícil obtener datos concluyentes, se podría cifrar la tercerización de la mano de obra venezolana en más de un 30%. Si esta situación se prolonga, tras el paso adelante inicial que representó para muchos de estos trabajadores encontrar empleo, el resultado será el de generar frustración y erosionar la base social de la revolución. Un agravante de esta situación es la actitud despótica que no pocos gerentes y directores muestran con los trabajadores y empleados.

La crisis económica y las últimas medidas del Gobierno

La caída del ingreso por exportaciones petroleras ha significado un duro golpe para la economía venezolana. Chávez ha mantenido los gastos sociales, pero el PIB ha caído un 2,9% en 2009 y la inflación cerró el año en 25%. El sector manufacturero privado, principal generador de empleo después del estado, redujo un 9% la producción. La burguesía, y ese sector de la burocracia que ve sus intereses cada vez más fusionados con ella, está  cargando además la crisis mundial del capitalismo sobre los hombros de los trabajadores, empeorando sus condiciones de vida, incrementando la represión de los conflictos obreros y obstaculizando su derecho a organizarse y movilizarse.

El gobierno ha implantado un cambio dual bolívar-dólar. El dólar oficial ha pasado de representar 2,150 bolívares a 2,60 para importaciones de alimentos y medicinas y 4,30  para el resto de productos.  El objetivo planteado por el gobierno es aumentar los ingresos que proporciona la exportación de petróleo para mantener el gasto social y desarrollar la industria nacional sustituyendo importaciones (ahora más caras) por productos fabricados en el país. Se ha hablado de reducir en un 40% las importaciones en los próximos años y el Presidente Chávez ha anunciado un nuevo plan para el "reimpulso productivo" en una reunión con empresarios y sindicalistas. El Gobierno ha creado el Fondo Bicentenario, que iniciaría su camino con 1.000 millones de dólares,  para subvencionar a los empresarios dispuestos a acometer proyectos de sustitución de importaciones. 

En un artículo posterior entraremos en detalle en el análisis de estas medidas, sus posibles efectos y sobre todo en cuál debería ser, desde un punto de vista marxista, la alternativa. Por el momento baste decir que, si vemos la experiencia de todos los planes parecidos al actual que se han aplicado a lo largo de los últimos años (y han sido unos cuantos), el resultado en todos los casos ha sido el mismo: el estado entregó grandes cantidades de recursos a los empresarios privados pero la inversión productiva y la creación de empleo por parte de aquellos brilló por su ausencia.

Esto no es nada nuevo. Los empresarios venezolanos llevan décadas saqueando al estado y evadiendo capitales del país. Se podría decir que es algo que ya forma parte de su naturaleza. No existe ningún sector progresista, patriótico ni mucho menos socialista entre ellos, como defienden los sectores reformistas que existen dentro del movimiento bolivariano. Un  ejemplo es el del empresario Alejandro Uzcátegui (presidente de la asociación de empresarios "socialista" y "bolivariana" Empresarios por Venezuela -Empreven-), quien ahora se encuentra prófugo y fuera del país.

Nuevas expropiaciones

A todos los problemas causados por la crisis mundial del capitalismo y sus efectos sobre Venezuela, así como por el sabotaje capitalista y burocrático, se ha unido estos últimos meses el del racionamiento eléctrico por causa de la sequía ocasionada por el cambio climático y expresiones particulares de éste como el fenómeno llamado"El Niño". La pertinaz sequía que sufre Venezuela ha reducido la capacidad productiva  de la central hidroeléctrica de Guri, abastecedora del 83% del país. La oposición contrarrevolucionaria utiliza el descontento con los apagones diarios para, sumándolo a los problemas económicos y sociales creados por el capitalismo que se mantienen (precariedad laboral, déficit de viviendas, corrupción, burocratismo, inseguridad ciudadana...) resquebrajar el apoyo a la revolución. La crisis eléctrica, en cualquier caso, pone de manifiesto la falta de planificación e inversiones en el sector durante décadas y plantea un nuevo reto al gobierno que sólo podrá resolver una economía socialista planificada democráticamente.

Todas las contradicciones que hemos analizado generan inquietud en las bases chavistas y empujan a la vanguardia hacia la izquierda.  También han llevado al comandante Chávez a decretar nuevas expropiaciones. Respondiendo a la crisis, sabotaje y especulación capitalistas, el Gobierno nacionalizó varios bancos en diciembre y en enero ha sido expropiada una de las principales cadenas de supermercados: Éxito, de propiedad franco-colombiana.

Los marxistas apoyamos esta expropiación y defendemos que debe continuar con la expropiación de todas las grandes cadenas distribuidoras y empresas agroalimentarias, así como del conjunto de los bancos y  principales empresas. También explicamos que el único modo de que las empresas nacionalizadas funcionen es poniéndolas bajo control democrático de la clase obrera y del resto de los  explotados mediante la organización de sindicatos revolucionarios y Consejos de Trabajadores elegibles y revocables. Si una expropiación tan emblemática como la de Éxito, como ocurrió con otras empresas expropiadas, queda aislada en medio de una economía capitalista, en manos de la burocracia y con un estado que en esencia sigue siendo burgués,  acabará transformándose en su contrario. 

La trampa de la economía mixta

Uno de los problemas que enfrenta la revolución es que la gran mayoría de asesores y ministros que rodean al Presidente están completamente imbuidos de ideas reformistas según las cuales es  posible una alianza con los llamados empresarios patrióticos. Según esta concepción, en lugar de estatizar los medios de producción bastaría con construir un sector estatal de la economía "hegemónico" que discipline al sector privado, ponga límites y controles a su actuación y, al cabo de varias generaciones, acabe domesticándolo y convirtiéndolo milagrosamente en socialista.

La realidad, como hemos demostrado en distintos artículos, es que la "economía mixta" y el llamado "socialismo petrolero" lejos de ser una vía específica, venezolana, al socialismo son una trampa para los revolucionarios. Mientras se repite a las masas que estamos construyendo el socialismo, en la práctica lo que ocurre es que siguen funcionando las leyes del capitalismo y, por consiguiente, también siguen manteniéndose todos los problemas sociales y contradicciones que este sistema genera. 

En lugar de ser el sector estatal de la economía el que absorbe al privado ocurre precisamente todo lo contrario. Las leyes del capitalismo siguen dominando y operando en todo el conjunto económico y social, disolviendo y destruyendo cualquier intento de planificar la economía o de establecer criterios sociales, de solidaridad o de equidad -como les gusta decir a los promotores de la economía mixta- en la misma. Esto fue lo que ocurrió en Nicaragua y en otros países que intentaron este modelo.

Los empresarios -sean pequeños, medianos o grandes- no invertirán significativamente. No lo han hecho durante décadas, cuando el aparato del estado, estaba totalmente bajo su control y tenían paralizado y desmovilizado al movimiento obrero y las masas, menos aún lo harán en un contexto revolucionario, en el que los trabajadores se ven estimulados por la propia revolución a luchar por mejorar sus salarios, derechos y condiciones de vida y el gobierno bolivariano impone trabas como controles de precios, control de cambios, inamovilidad laboral, etc.

El propio Presidente de Fedecámaras y otros empresarios han respondido al Presidente Chávez diciendo que no basta con que les llame a invertir ya que el discurso que utiliza, hablando de revolución y socialismo y llamando a los trabajadores y demás oprimidos a organizarse, contradice ese objetivo y genera "inquietud" entre los empresarios. Por no hablar de nuevas expropiaciones como la de Éxito o las amenazas al sector bancario si sigue sin arrimar el hombro para desarrollar el país. Los propios empresarios que se autodenominan bolivarianos como Miguel Pérez Abad han pedido en reiteradas ocasiones al gobierno la "flexibilización" de los controles gubernamentales e incluso una suspensión temporal de la inamovilidad laboral.

O expropiación de los capitalistas o nuevos avances de la contrarrevolución

Esto no es accidental. Como explicábamos anteriormente, estamos en medio de  la mayor crisis capitalista desde 1929 y los empresarios sólo pueden mantener sus beneficios reduciendo empleos, salarios y derechos laborales, es decir: cargando el peso de la crisis sobre las espaldas de la clase obrera. El Gobierno Bolivariano no puede intentar contentar a empresarios o trabajadores. Más pronto que tarde va a tener que elegir de manera definitiva: o solucionar los problemas de su base social obrera y campesina expropiando a los capitalistas o, si no se decide a tomar ese camino, acabará defraudando -independientemente de cuál sea su intención- a las masas que sostienen la revolución.

La redistribución del ingreso petrolero en el sentido de mantener o incrementar los gastos sociales, los constantes vaivenes de los precios petroleros en medio de las turbulencias del  mercado mundial, pueden hacer que la solución a esta contradicción se dé de un modo más rápido o más lento pero de ningún modo pueden cambiar una ley histórica que, por otra parte, se ha manifestado en todas las revoluciones. Allí donde la dirección revolucionaria acometió la expropiación de la banca, las principales empresas y la tierra e instauró una economía planificada -como en la revolución rusa, china o cubana- las masas experimentaron un primer cambio cualitativo en sus vidas que sirvió para fortalecer el apoyo a la revolución por todo un período y derrotar a la contrarrevolución burguesa.

Las contradicciones posteriores que fruto del aislamiento de la revolución socialista en un sólo país han sufrido estos países son materia de otros artículos, pero lo que resulta irrebatible es que estas revoluciones consiguieron mantenerse durante décadas y mostrar la superioridad de una economía estatizada y planificada sobre la economía capitalista: mejorando significativamente los niveles de vida, extendiendo el acceso a la educación, la salud, la vivienda y el empleo, desarrollando en países  económicamente muy atrasados una industria moderna y convirtiéndolos en potencias económicas...

Por el contrario, allí donde la revolución se quedó a medio camino y los dirigentes reformistas o estalinistas de la misma no abordaron la expropiación económica y política de la burguesía (en Chile, en Nicaragua, en la propia España revolucionaria de los años 30, en la revolución de los claveles portuguesa y, desgraciadamente, en muchos otros casos), el resultado fue desaprovechar la oportunidad revolucionaria y que la contrarrevolución finalmente se impusiese. Un ejemplo paradigmático es el la revolución sandinista en Nicaragua. La dirección sandinista cayó en la trampa de la economía mixta y el resultado fue un desencanto y desmovilización crecientes entre las masas. Tras 11 años de revolución sin que sus problemas encontrasen solución la consecuencia fue la traumática derrota electoral del 25 de Febrero de 1990, de la que este mes se cumplen 20 años. Una derrota que, dicho sea de paso, cayó como un  mazazo no sólo sobre los activistas y militantes de izquierda nicaragüenses sino de toda Latinoamérica.

¿Cómo garantizar el triunfo de la revolución?

La base social de la revolución: la clase trabajadora, las comunidades, los campesinos pobres; ha mostrado una y otra vez desde 1998 -como también lo mostraron en Nicaragua y en todos los casos anteriormente citados- su disposición a ir hasta el final. La propuesta del comandante Chávez de romper con el capitalismo y construir el socialismo ha sido apoyada masivamente por el pueblo venezolano en distintas convocatorias electorales y con movilizaciones multitudinarias en la calle. Chávez en algunos de sus últimos discursos incluso  ha planteado la necesidad del control obrero y se está reclamando marxista.

Pero la clave de la revolución  está en que estas palabras se conviertan en hechos y que lo hagan lo antes posible. Lo que necesita la revolución de manera urgente es actuar: un plan de acción  que resuelva los problemas de las masas y transforme de manera decisiva sus condiciones de vida. Un plan que sustituya la economía informal y el empleo tercerizado y precario por puestos de trabajo estables, con salarios y condiciones laborales dignas; que desarrolle un sector industrial fuerte desde el estado para generar empleo, acabar con la dependencia petrolera y avanzar hacia la soberanía productiva; un plan que reemplace los ranchos por casas dignas y acabe de una vez por todas con el déficit habitacional creando una empresa estatal de construcción (tal como planteó hace meses el presidente y ha impedido hasta el momento la burocracia) que construya 400.000 nuevas viviendas cada año; unn plan en definitiva que acabe con la corrupción y la burocracia y cree las condiciones sociales que permitan erradicar la inseguridad...

Las elecciones a la AN y las perspectivas a medio plazo

 La Asamblea Nacional ha estado totalmente en manos del chavismo durante los últimos 4 años. Mediante esta mayoría absoluta y mecanismos como la ley habilitante el gobierno podría haber aprobado una batería de leyes que dieran el tiro de gracia al capitalismo en Venezuela, nacionalizando la banca para dar créditos a precios solidarios, expropiando la Polar y demás empresas del sector alimentario y las grandes cadenas de distribución para luchar contra la especulación y desabastecimiento, etc. Esto habría empezado a dar soluciones concretas a los principales problemas de las masas y habría servido para demostrar con hechos a las masas, y en especial a sus sectores menos ideologizados de éstas, en qué consiste el socialismo y porqué este representa una mejora respecto al capitalismo. Esta actuación -como explicamos entonces desde la CMR en numerosos artículos- habría sido el mejor modo de cortar de raíz la campaña contrarrevolucionaria de 2007 y ganar el referéndum de la enmienda constitucional. Este todavía sigue siendo hoy el mejor modo de garantizar una victoria en las próximas elecciones a la Asamblea.

Lamentablemente, estos cuatro años de control bolivariano de la AN no se han traducido ni mucho menos en la destrucción de la legislación burguesa y su sustitución por leyes socialistas. El descontento entre las bases chavistas con los diputados es grande. Si no hay acciones concretas durante los próximos meses por parte de la AN y el gobierno que supongan un cambio claro y un revulsivo para las masas, y si además los candidatos a diputados -como ya han planteado varios dirigentes bolivariano- no son elegidos por las bases y muchos de los actuales repiten, este malestar aumentará.

La posibilidad de un avance importante de la derecha en la Asamblea Nacional es un peligro real. Incluso la eventualidad de una derrota no puede ser descartada si no se toman las medidas anteriormente comentadas, la desmovilización entre la base social de la revolución continúa y los contrarrevolucionarios consiguen dejar a un lado sus luchas internas y se presentan unidos. En todo caso, tanto una victoria relativamente ajustada del PSUV como un empate o una victoria contrarrevolucionaria no resolverían de manera decisiva la situación. Especialmente si se diese el segundo caso, el resultado -que obviamente supondría un enorme peligro para la revolución- agudizaría todas las contradicciones que hemos comentado.

La burguesía intentaría utilizar su poder en el parlamento para sabotear cualquier medida progresista y paralizar totalmente la acción del Gobierno, como hicieron en Chile  con Allende. Su objetivo sería desde el primer momento "tumbar a Chávez" ya fuese en una nueva convocatoria electoral o muy probablemente, sobre todo si -como es previsible- la lucha de clases se agudizase en la calle, mediante un nuevo golpe militar. Los sectores de la burocracia estatal más a la derecha y más vinculados con la burguesía girarían hacia posturas abiertamente antimarxistas y antisocialistas y probablemente no faltarían entre ellos partidarios de unirse a la contrarrevolución y sacar a Chávez.

Sin embargo, incluso en esta situación hipotética tan amenazante para la revolución nada estaría decidido. Las masas intentarían resistir y girarían a la izquierda. El resultado sería un enconamiento sin precedentes de las contradicciones y la polarización social en toda la sociedad y dentro del propio movimiento bolivariano, empezando por el propio PSUV. En cierto sentido se trataría de un retorno al 2002 pero sobre un terreno abonado por la experiencia acumulada a lo largo de todos estos años tanto por la clase obrera como por la burguesía.

Rumores de golpe

La posibilidad de que los capitalistas, y también un sector de la propia burocracia del estado que se declara bolivariana pero no cree en la revolución, ante la posibilidad de nuevas medidas a la izquierda de Chávez intentase sacar a éste del poder mediante un nuevo golpe de estado es una amenaza real ante la que debemos estar permanentemente vigilantes.

Durante las últimas semanas los rumores acerca de posibles movimientos en los cuarteles contra Chávez se han extendido de un modo que no se veía hacía tiempo. Como decíamos al inicio de este artículo, el propio Presidente de Fedecámaras pidió  en RCTV una solución militar. Aunque finalmente parece que estos rumores estaban infundados, la preocupación que despertaron entre miles de activistas revela un instinto de clase correcto. La idea planteada por muchos dirigentes del movimiento bolivariano y del PSUV de que todos los golpistas y reaccionarios han salido de la FAN y ésta está completamente inmunizada frente al virus golpista y cuadrada con la revolución ha sido contestada por nosotros en diferentes análisis. En el documento de nuestro último Congreso de la CMR, en Mayo de 2009, explicábamos:

"Reflejando la correlación de fuerzas enormemente favorable a la revolución que ha existido durante los últimos años, y que todavía se mantiene en parte, la gran mayoría de los soldados e incluso sectores significativos de oficiales se identifican con la revolución. También se han tomado algunas medidas  que vinculan algo más la base del ejército al pueblo, como la extensión de la reserva. Sin embargo, en este terreno -aún más  que  en el resto- las medidas a medias tampoco son suficientes.

El único modo de construir un ejército genuinamente revolucionario al servicio de los trabajadores y el pueblo es construyendo Consejos o Comités de Soldados y Oficiales Revolucionarios y Batallones del PSUV en los cuarteles. Esto permitiría agrupar y organizar a los revolucionarios en el seno de la FAN, ideologizarlos, vincularlos orgánicamente al conjunto del movimiento obrero y popular y aislar a los sectores contrarrevolucionarios. Al mismo tiempo es fundamental el desarrollo de milicias obreras y populares bajo el control de las organizaciones obreras, campesinas y juveniles revolucionarias que garanticen que de verdad avanzamos hacia un ejército revolucionario formado por "el pueblo en armas".

Durante los últimos años los sectores burgueses, contrarrevolucionarios y corruptos que existen en la FAN y la policía han tenido que adoptar un perfil bajo en sus intervenciones públicas o incluso camuflarse bajo un discurso pseudo-revolucionario. Pero una gran parte de oficiales están imbuidos de una ideología reaccionaria y anticomunista. Por otra parte, esas mismas prácticas de corrupción, vinculación a la burguesía a través de un montón de negocios legales e ilegales que hemos descrito en relación a la burocracia del estado, están igual o incluso más desarrolladas en el seno del ejército y la policía. Eso significa que, si la burguesía y muchos de estos sectores afines a ella enquistados en el aparato del estado ven sus intereses de clase amenazados, no dudarán en  enfrentarse al avance de la revolución con todos los medios a su alcance.

En abril de 2002 vimos como muchos jefes militares que eran considerados "amigos", "leales" o "institucionalistas" ,a la hora de la verdad, traicionaron a Chávez y al pueblo. Una situación similar (intentos de golpe, magnicidio, etc.) podría repetirse si los contrarrevolucionarios se viesen obligados a ello y encontrasen fuerza y margen suficiente para hacerlo. Ya tuvimos un aviso con Baduel, que se pasó "con todos los hierros" a la contrarrevolución cuando pocos meses antes fungía nada más y nada menos que como Ministro de Defensa y era presentado como leal, antiimperialista e incluso revolucionario. ¿Cuántos Baduel quedan en el interior del ejército y todavía no han brincado la talanquera?"

No podemos predecir ni el ritmo ni la forma o el momento exacto de un nuevo choque abierto entre revolución y contrarrevolución, sólo podemos decir que la única manera de evitar éste, o en todo caso de garantizar que se da en las mejores condiciones posibles para ganarlo con el menor coste posible,  es aprovechar la actual correlación de fuerzas, todavía sensiblemente favorable a la revolución, para noquear a los capitalistas y la burocracia y tomar real y efectivamente el poder basándose en la movilización y organización de los trabajadores y los demás explotados.

En 3 y 2

La revolución, como siempre hemos explicado los marxistas, no se decidirá por la aritmética electoral o parlamentaria. Ganar las elecciones a la AN del 26 de septiembre o cualquier otra convocatoria electoral es muy importante ya que facilita la tarea de transformar la sociedad. Esto es obvio y resulta un deber elemental para todos los que militamos en el PSUV y apoyamos la revolución dar la pelea a lo largo de todo este año por conquistar todos los votos posibles y conseguir una nueva victoria electoral.

Pero si algo demuestra la experiencia de estos últimos 11 años es que lo que decidirá el destino de la revolución finalmente será lo que ocurra en los centros de trabajo, los barrios y los pueblos de todo el país. Eso fue lo que derrotó las tentativas contrarrevolucionarias de abril y diciembre de 2002. Fue también con la movilización y organización de las bases como se ganó la batalla de santa Inés en 2004.

Utilizando un símil beisbolístico podríamos decir que la revolución venezolana está en 3 y 2. Si Chávez desmantelase el actual estado (con sus leyes, estructuras y organismos burgueses y su burocracia), disolviendo las alcaldías, gobernaciones y demás organismos procedentes de la IV República y desarrollase las Comunas Socialistas basándose en los trabajadores para construir un genuino estado  revolucionario mediante la extensión y unificación a nivel local, estadal y nacional de Consejos de trabajadores y Comunales elegibles y revocables; si junto a ello expropiase la banca, las grandes empresas y la tierra para ponerlas bajo control obrero y popular, tendría el apoyo entusiasta de la población. Muchos de los que hoy manifiestan síntomas de cansancio y escepticismo serían los primeros en echarse a la calle entusiasmados a defender estas medidas. Los contrarrevolucionarios quedarían totalmente aislados y el capitalismo estaría definitivamente "ponchao" en Venezuela.

Por el contrario, si la propuesta de construir el socialismo formuladas por el Presidente y refrendada ya en varias convocatorias electorales por la mayoría de la población no se traduce de manera urgente y decidida en acciones concretas que  instauren una economía estatizada y planificada democráticamente que empiece a resolver de manera concluyente las contradicciones que hemos analizado el resultado será el opuesto. El escepticismo y frustración que ya se observa entre sectores de las masas crecerán y el peligro de que la contrarrevolución conquiste nuevas bases de apoyo, avance posiciones e incluso pueda derrotarnos es un peligro cada vez más real.

Los incidentes en Mérida. ¿Cómo enfrentar a la contrarrevolución?

En el seno de todas las organizaciones revolucionarias bolivarianas: PSUV, JPSUV,  organizaciones sindicales, estudiantiles y campesinas comprometidas con la revolución, vemos desarrollarse una inquietud creciente entre las bases ante esta situación de ofensiva contrarrevolucionaria e impasse dentro de la revolución.

Lo ocurrido en Táchira, donde la contrarrevolución utiliza desde hace tiempo a paramilitares procedentes de Colombia para amenazar y atacar a activistas de izquierda, y a bandas fascistas o semifascistas de jóvenes contrarrevolucionarios para imponer paros en la comunidad educativa, atacar emblemas del chavismo como la UBV o intentar amedrentar a las bases revolucionarias, es un aviso. También lo es lo ocurrido estos últimos días de acometida contrarrevolucionaria en Mérida, donde sectores de estudiantes de izquierda -tras el asesinato del joven militante del PSUV Yosimir Carrillo por los contrarrevolucionarios- atacaron instalaciones de los organismos universitarios actualmente controladas por la oposición como oficinas del rectorado o algún centro de estudiantes.

Si toda la energía revolucionaria de las masas fuese encauzada siguiendo un plan de lucha nacional unificado y debatido con todos los activistas en los centros de estudio, fábricas y barrios, organizando asambleas y movilizaciones masivas de los estudiantes revolucionarios y coordinando estas con movilizaciones en defensa de la revolución de las comunidades, los campesinos y la clase obrera, se ganaría inmediatamente la calle y se impediría que las bandas fascistas aprovechen las marchas de estudiantes contrarrevolucionarios para organizar nuevos ataques y provocaciones.

En ausencia de una orientación en ese sentido, de una dirección y un plan de lucha unificados a  escala nacional, la ofensiva contrarrevolucionaria ha sido contestada en muchos casos por sectores de las bases revolucionarias pero esta respuesta ha sido descoordinada y desorganizada, pudiendo en algunos casos desembocar en acciones desesperadas y ultraizquierdista.

Los flujos y reflujos en la movilización de las masas y el papel de la dirección

Entre una capa de activistas revolucionarios hay preocupación y se debate si estamos ante un reflujo del movimiento revolucionario. Ciertamente, hace tiempo que no se ve una de esas marchas magníficas, en las que el tsunami rojo bolivariano inunda Caracas  con su fuerza y su pasión. La participación en las últimas marchas y actos de masas, aunque sigue siendo bastante superior a las movilizaciones contrarrevolucionarias, sí confirma lo que ya comentamos en otra parte de este artículo: que sectores importantes del movimiento están cansados de discursos y lo único que puede volver a movilizarlos y entusiasmarlos son acciones concretas. En definitiva "que se le vea el queso a la tostada" del socialismo.

Como explicaba León Trotsky en su libro "¿A dónde va Francia?":"la conciencia de la propia fuerza es uno de los principales elementos constitutivos de esa fuerza" Y ¿quién tiene que hacer consciente al movimiento de toda su fuerza y permitirle desplegarla? La dirección con una política, un programa y un plan de acción correctos. Cuando los estalinistas en medio de una situación pre-revolucionaria en Francia en los años 30 hablaban de reflujo, de insuficiente preparación o disposición a la lucha de las masas Trotsky les respondía explicando que en una situación prerrevolucionaria como la que en aquel momento existía en Francia la clave de la revolución es la interrelación dialéctica entre la dirección y las masas. En esta relación el factor decisivo es la actuación de la dirección.

"La situación en su totalidad inspira en los trabajadores la idea de que son necesarias las acciones revolucionarias para cambiar todas las condiciones de existencia. Pero, precisamente porque se trata de una lucha decisiva, que debe abarcar a millones de hombres, la iniciativa recae naturalmente sobre las organizaciones dirigentes (...) De ellos deben partir un programa claro, consignas, movilizaciones de combate. (...) Pero las organizaciones dirigentes no tienen el coraje de hacerlo. El PC arroja sus tareas y sus responsabilidades sobre las masas. Exige que millones de hombres a los que ha dejado sin dirección revolucionaria emprendan combates dispersos por reivindicaciones parciales y muestren así a los burócratas escépticos que están dispuestos a encarar la lucha" (A dónde va Francia, Fundación F. Engels, p.78)

En la misma obra en otra parte Trotsky explica: "Es precisamente porque el proletariado, como resultado de la historia más que centenaria de sus luchas, ha creado sus organizaciones políticas y sindicales, que le es difícil, casi imposible, llevar la lucha contra el capital sin ellas o contra ellas. Y sin embargo eso que ha construido como resorte para la acción se ha convertido en un peso muerto o en un freno" (op.cit.p.78). La conclusión de todo este análisis es clara: "Una situación revolucionaria se forma por la acción recíproca de factores objetivos y subjetivos. Si el partido del proletariado se muestra incapaz de analizar a tiempo las tendencias de la situación prerrevolucionaria y de intervenir a tiempo en su desarrollo, en lugar de una situación revolucionaria surgirá inevitablemente una situación contrarrevolucionaria."(op.cit.p.72)

Este análisis que hacía Trotsky en la situación prerrevolucionaria que vivía Francia en los años 30 es aún más cierto en una situación revolucionaria como la que vivimos hoy en Venezuela en la que el poder está al alcance de las manos y sólo falta un plan de acción por parte de los dirigentes políticos y sindicales de la revolución para llevar esta hasta el final.

Por un plan de acción que acabe con el capitalismo y la burocracia y permita derrotar definitivamente a la contrarrevolución

Las juventudes del PSUV y los dirigentes del movimiento estudiantil revolucionario deben sacar lecciones de lo ocurrido en 2007 o durante los últimos días y proponer de manera urgente un plan de lucha revolucionario. Hay que organizar asambleas en cada centro de estudios y coordinarlas a nivel local, estadal y nacional para conformar un Frente Único de todas las organizaciones juveniles y estudiantiles revolucionarias, y aprobar un plan de acción en defensa de la revolución que corte de raíz la nueva ofensiva contrarrevolucionaria.

Este plan no puede limitarse solamente a la convocatoria de movilizaciones en apoyo al gobierno bolivariano y en defensa de la revolución sino que debe presentar también al gobierno propuestas para culminar la revolución expropiando a los capitalistas e instaurando una economía planificada democráticamente. Como hemos explicado anteriormente, este es el único modo de resolver los problemas  de la población,  fortalecer el apoyo entusiasta de las masas obreras, estudiantiles y campesinas a la revolución y aislar, desmoralizar y desmovilizar a la base social de la contrarrevolución.

La experiencia de los últimos años y de las anteriores ofensivas contrarrevolucionarias demuestra que los sectores reformistas o burocráticos del movimiento bolivariano lejos de sacar la conclusión de que es urgente radicalizar y acelerar la revolución insisten en moderar y frenar el ritmo de ésta. El único que parece sentir la inquietud existente en la base del movimiento es el propio Chávez. Pero un hombre sólo -como también ha demostrado todo el desarrollo de nuestra revolución desde 1998- no puede acometer las tareas que en este momento son necesarias. Y menos todavía si no tiene un programa acabado y un método basados en el marxismo, es decir: el socialismo científico, y no existe una dirección   formada por cuadros revolucionarios forjados en esas mismas ideas y métodos, y  sometidos de forma permanente al control de las masas capaces de concretar, sintetizar y expresar los anhelos de estas. El desenlace de la revolución venezolana depende de que la clase obrera, agrupando a los campesinos, las comunidades y los estudiantes revolucionarios, se ponga al frente de la revolución y proponga y lleve a cabo ese plan.

El papel de la clase obrera y las tareas de los militantes de la UNETE y el PSUV

El reciente Congreso Extraordinario de la central sindical revolucionaria UNETE confirma que los sectores más avanzados del movimiento obrero ven claramente la amenaza contrarrevolucionaria que representan no sólo la burguesía sino también la burocracia, y están dispuestos a enfrentarla y derrotarla. El espíritu combativo, y la confianza en sus propias fuerzas que reflejaban la inmensa mayoría de trabajadores que intervinieron, contrastan vivamente con el ambiente de desconfianza que se observa entre algunos sectores pequeñoburgueses y reformistas del movimiento.

Los dirigentes de la UNETE tienen  una enorme responsabilidad ante sí: deben organizar a la clase trabajadora para ponerla al frente de la movilización en apoyo a las medidas revolucionarias del gobierno (expropiaciones, etc.) al mismo tiempo que van más allá, presentando al conjunto del movimiento chavista un plan de acción que partiendo de la resolución de los problemas más inmediatos de las masas plantee la estatización de los medios de producción y la construcción de un estado de los trabajadores y el pueblo.

Los sindicatos revolucionarios deben organizar asambleas en los centros de trabajo para discutir y aprobar ese plan y ocupar las empresas para impedir la especulación y el sabotaje, poniendo a funcionar aquellas que sean cerradas bajo control obrero al tiempo que plantean al Presidente Chávez y el gobierno la estatización de la banca y las principales empresas bajo control obrero y social.

Por un PSUV y una UNETE con un programa y un plan de lucha para acabar con el capitalismo y el burocratismo y hacer realidad el socialismo

Todas las contradicciones que hemos analizado a lo largo de este artículo ya están provocando un debate creciente dentro del propio movimiento bolivariano. Las bases del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV)  están intentando convertir a éste en una herramienta para enderezar el rumbo de la revolución y acabar definitivamente con el capitalismo. Los sectores burocráticos también están intentando incrementar su presencia dentro de las filas y estructuras del partido con el fin de sofocar la participación protagónica de las masas obreras y campesinas dentro del partido y frenar la revolución. Los cuadros y activistas obreros y populares más avanzados debemos organizarnos para construir una corriente marxista de masas para luchar por este mismo plan de acción y programa que hemos propuesto dentro del PSUV, la UNETE y el conjunto del movimiento bolivariano

Esta lucha tendrá inevitablemente una expresión también en el seno de la dirección. Los delegados al Congreso y dirigentes del Partido más a la izquierda deben luchar  por  una propuesta de programa en las líneas anteriormente comentadas que sirva para completar la revolución y satisfacer las necesidades de las masas populares. Sobre todo, estos sectores deben insistir en que una idea que hemos planteado a lo largo de este artículo: la clave de la revolución en estos momentos está en que los discursos y propuestas que el Presidente Chávez ha realizado sobre el control obrero, como los formulados en el Encuentro con los trabajadores de Guayana del 21 de mayo de 2009 y otros, sean aplicados de manera inmediata en todas las empresas públicas y vayan acompañados por la expropiación de las principales empresas y bancos bajo control democrático de la clase obrera venezolana y el resto del pueblo trabajador .

Si la revolución bolivariana se completase expropiando a la burguesía y ofreciendo solución a los problemas de las masas obreras y populares el resultado no sería el aislamiento o la intervención del imperialismo, como profetizan de manera catastrofista los reformistas, sino animar la movilización revolucionaria en todo el mundo, empezando por Latinoamérica. La crisis internacional del capitalismo tiende a agudizar las contradicciones sociales y la lucha de clases en todos los países. A un ritmo u otro, según las condiciones específicas de cada sociedad, el fantasma de la revolución no sólo volverá a recorrer Europa sino el mundo entero. Un avance decisivo hacia el socialismo en Venezuela aceleraría todo este proceso y extendería la llama revolucionaria al resto del subcontinente y del mundo, abriendo el camino a la posibilidad de una transformación socialista de la sociedad a escala internacional.

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