Informamos a todos nuestros lectores del paso histórico que han dado los camaradas de la CMR en Colombia al publicar el primer número de El Militante colombiano. Este periódico es el resultado del esfuerzo que durante varios meses han llevado a cabo militantes del Polo Democrático y la CUT que han aportado su dinero y trabajo para hacerlo posible. Entorno a El Militante se agrupan los marxistas que luchan por un programa revolucionario para el Polo y la CUT. Desde Venezuela saludamos a los camaradas colombianos por esta extraordinaria conquista. Junto al sumario informando de los contenidos de este primer número publicamos el Editorial del mismo analizando el Cambio de ciclo político en Colombia, el Acuerdo de unidad nacional propuesto por la burguesía y el debate existente en la izquierda al respecto. También publicamos otro artículo analizando en detalle los objetivos de la burguesía con este pacto y explicando por qué el Polo debe combatir el mismo y cuáles deben ser las tareas para los marxistas en este nuevo período.
Cambio de ciclo político en Colombia
Editorial del número 1 de El Militante, periódico de la Corriente Marxista Revolucionaria colombiana que lucha por un programa marxista para el Polo Democrático y la CUT)
La crisis global del capitalismo, esa que los medios de comunicación burgueses intentan tapar día tras día bajo noticias de "estabilidad del sistema", aparece continuamente como la cabeza de hidra, que se reproduce al instante de ser cortada por los estado imperialistas, en su intento desesperado por espantar el fantasma de la revolución social. Si el año pasado se trataba de rescatar a los bancos de la debacle por ellos causada, vía inyecciones masivas de capital, que naturalmente será pagado por el conjunto de los trabajadores y la clase media, ahora nos enteramos de que la preocupación nueva consiste en frenar las enormes deudas públicas y déficits fiscales de las economías avanzadas, agravadas por esa misma cascada de capital estatal que "rescató" el sistema financiero, aseguró multimillonarios beneficios a los bancos y, obviamente, agravó la situación de existencia del proletariado europeo directamente, y del mundo entero de manera indirecta.
Crisis mundial del capitalismo
El camino iniciado por Grecia primero, y seguido después por el Estado Español, ambos bajo gobiernos autodenominados "socialistas", para reducir los enormes déficits de sus economías, no puede ser más claro: recorte de salarios, aumento del IVA y de la edad de jubilación, reducción de la nomina burocrática, congelamiento de pensiones, reducción de inversión en salud y educación etc., son sintomáticos, a la par, de la naturaleza decadente del capitalismo, que siempre vuelve al Estado para recuperar sus beneficios, y del carácter de los modernos estados "democráticos", aparatos de dominación de la burguesía sobre los trabajadores y el conjunto de clases populares. Para correr a rescatar a la burguesía en crisis, no dudaron los grandes Estados en invertir hasta 20 billones de dólares, una tercera parte del PIB mundial, ¿y sobre quienes descargan ahora la deuda? Sobre la clase obrera y la pequeña burguesía, a quienes no rescatan ni han pensado nunca en rescatar de su situación de miseria agravada.Y esa misma crisis que en Europa y los países capitalistas avanzados hace estragos, y comienza a engendrar como respuesta contundente la movilización unitaria de los trabajadores (primero en Grecia, y ahora, nuevamente, en el Estado Español), también comienza a generar nuevos vientos en la dinámica política nacional, que durante los últimos meses ha mostrado visos de franca ebullición, aún cuando bajo formas veladas y distorsionadas.
Los efectos de la crisis en ColombiaEn momentos en que los indicadores sociales en Colombia son tan espantosos como significativos, siendo de hecho el país más desigual del continente; en tiempos en que el desempleo roza, en las estadísticas oficiales, el 12.2%, el subempleo el 58%, con una tasa de pobreza del 50% y de indigencia del 16%, el descontento social no puede menos que emerger, aunque las condiciones ideológicas imperantes no permitan una expresión nítida de los anhelos de cambio de los millones de trabajadores pobres y lanzados a la espiral progresiva de la pobreza-violencia-represión.
Y eso es lo que ha ocurrido con ocasión de las últimas jornadas electorales, con una votación significativa de la izquierda del Polo, pese a la campaña de desprestigio de la derecha orquestada desde el DAS y los medios de "comunicación", a sus propias contradicciones internas y a las incoherencias de su gestión en el ejercicio del poder local, tal como en la alcaldía de Bogotá. E, igualmente, con el no menos interesante fenómeno social de la "marea verde", que capitalizando las esperanzas de una franja importante de la clase media, los estudiantes y capas de la clase obrera, echando mano de un discurso ambiguo en ocasiones, claramente de derecha en lo económico y militar las más de las veces, pero siempre camuflado bajo una fraseología abstracta y confusa, logró unos importantes resultados en la contienda electoral presidencial, que si algo demuestra es que hay un germen, una semilla, instintiva aún, de crítica social y política al modelo económico colombiano, pero que necesita ser revestida de una intensa labor ideológica por parte de la izquierda polista y de la corriente marxista dentro de ella.
El "Acuerdo de Unidad nacional" de Santos
Que el descontento social está comenzando a emerger en sectores populares del país lo demuestran múltiples hechos, pero más indicativo, si cabe, es la propia actitud de la oligarquía y sus agentes políticos en la actual situación. En vistas de una posibilidad real de perder las elecciones, Santos y sus huestes uribistas echaron mano de una intensa propaganda basada en la propuesta de generar trabajo y más trabajo, y bien remunerado, aceptando implícitamente que la demanda fundamental de los millones de colombianos gira en torno a lo económico, tan devastado por ocho años de gobierno uribista-paramilitar, y tratando oportunistamente de adaptarse a ello, lo que logró no si un apoyo masivo y coactivo de programas públicos como familias en acción, el SENA, ICBF, y sin una impresionante demostración de fraude electoral orquestado desde el propio sistema electrónico usado para el conteo electoral.Pero sabiendo igualmente que la victoria electoral no le significa, ni mucho menos, la "cohesión social" para avanzar en las reformas capitalistas a seguir en los próximos cuatro años para beneficiar a sus compañeros de clase, ha insistido en la configuración de un "acuerdo nacional", una especie de reedición del antiguo frente nacional, con vistas a contener la previsible fragilidad del orden social, minado por tratados de libre comercio, privatizaciones a gran escala, inversiones de multinacionales orientadas casi en su totalidad a los sectores del carbón, el petróleo y el oro, abaratamiento de la mano de obra, si cabe ya en la imaginación, y así una larga cadena de medidas económico-sociales, todas ellas encaminadas a mantener la tasa de beneficios de los capitalistas criollos y foráneos, a costa de la situación de existencia de los obreros, los campesinos, indígenas y la clase media urbana y rural.
Para ello, ha sobornado a la práctica totalidad de la derecha política, a costa de repartir el erario público y los puestos burocráticos, al movimiento pequeñoburgués del Partido Verde, que como en la canción da tumbos diciendo "sí, pero no", y más importante aún, a un sector del Polo, el partido de la izquierda de masas colombiano, específicamente el representado por el excandidato presidencial Gustavo Petro.
Éste, haciendo gala de fino oportunista, da bandazos a un lado y a otro, siempre con la mira puesta en su propio beneficio, y sin amedrentarse ante la posibilidad de arrodillar al PDA con tal de hacerse con el manejo del partido. Astuto como siempre ha demostrado ser, y captando de manera inteligente el malestar social que bajo la superficie de la sociedad se va acumulando, Petro se ha dedicado a presentarse como el exponente de la "izquierda realista, propositiva, flexible y moderna", intentando capturar así buena parte del electorado verde con vistas a las presidenciales de 2014. Porque, hay que tenerlo claro: a lo que juega no es a insertarse en la burocracia del actual gobierno, sino a construir un capital político con vistas a la próxima cita presidencial. Para ello intenta mostrarse ante los simpatizantes verdes como un tipo con propuestas e iniciativas, y hace pasar de "radicales, extremistas y dinosaurios" al sector de izquierda del PDA, que de manera acertada se opone a cualquier tipo de diálogo con un gobierno que representa más de lo mismo: asesinatos, desapariciones, empobrecimiento y cesión de los recursos naturales y la soberanía militar al imperialismo norteamericano. Y los medios de comunicación, hambrientos de materiales para desprestigiar a la izquierda polista, no dudan en resaltar a Petro, el "moderno" y "demócrata", para azuzar el odio contra el partido, lo que se cierra el círculo: Petro ataca políticamente al PDA desde la derecha, y los medios le brindan la cobertura para ello y con el fin de aniquilar al partido. Vistas así las cosas, no cabe duda de la naturaleza oportunista y traidora del reciente candidato presidencial del partido, por quien en su momento llamamos a votar, pero de quién habíamos advertido claramente su talante colaboracionista, que ahora descubre con descaro e ignominia.Los recientes movimientos políticos del uribismo narco-paramilitar, seguidos por la actitud oportunista de Petro, son sintomáticos del ambiente oscilante de la situación actual. Los uribistas saben, y ello los tiene bien preocupados, que las consecuencias sociales del modelo capitalista neoliberal apuntalado a sangre y fuego en los últimos 20 años pueden irrumpir de manera inesperada y masiva, aunque juegan con la situación a su favor de una clase obrera y un pueblo que, tras décadas de exterminio, de intimidación y chantaje, de orfandad política y manipulación mediática masiva, no logra expresar de manera política, con conciencia de clase, su deseo de transformar revolucionariamente el país, algo que sólo es posible bajo la bandera de la revolución socialista. Y saben, además, que mientras esta situación de despolitización se mantenga, no se puede plantear de manera viable una estrategia de victoria popular, que la expresión de este descontento, como mucho, podría reeditar a la colombiana el modelo del argentinazo, la insurrección popular contra el neoliberalismo de 2001 en el país hermano.
Por ello, con su unidad nacional juegan a mantener las condiciones de su dominación en el mejor de los estados posibles, evitando, de llegarse a presentar, cualquier posibilidad de una revolución que los expropie y ponga en manos de los trabajadores y campesinos los medios de producción, la banca, la industria y la tierra, para la planificación socialista y democrática de la economía, sin afectar la pequeña propiedad de la clase media.En vista de todo ello, es de suma importancia para el PDA y la CUT, los órganos de masas de los trabajadores y el pueblo colombiano, entender que, bajo la aparente supremacía de la derecha más asesina y retrograda, se esconde el inicio de un nuevo ciclo político, que sin duda será reforzado por las políticas económicas del nuevo gobierno, por los efectos devastadores de los tratados de libre comercio en trámite con Canadá, la UE y Corea del Sur, sin dejar de lado el que está pendiente con USA y otros más.
El nuevo ciclo político y la lucha por una genuina política de izquierdas en la CUT y el Polo
Que este nuevo ciclo político, como no podría ser de otra manera, se expresa de manera harto confusa, discontinua y oscilante, porque las clases populares quieren un cambio, pero no tienen conciencia de su papel como clase, de la significación del Estado, de la importancia de una izquierda política como el Polo (que debe virar cada vez más hacia el socialismo), del papel manipulador de los medios de comunicación burgueses y de la represión militar y paramilitar; que, sin embargo, como gustaba decir a Lenin, "la vida enseña", y que la propia experiencia los puede llevar a una comprensión política adecuada de su situación y de la necesidad de una transformación socialista de la sociedad; pero que, por último, esto sólo será posible si la dirección política, si la dirigencia del Polo y la CUT, realiza su papel histórico: desarrollando la conciencia de clase de los trabajadores y clase populares, organizándolos en sus sindicatos y asociaciones populares naturales, reuniendo las diversas fracciones de la clase obrera en un único movimiento de clase, y dirigiendo la lucha por las reivindicaciones más inmediatas, la lucha contra el desempleo, por el salario digno, contra la reforma laboral, la tercerización del trabajo, el aumento de impuestos sobre el pueblo, la desfinanciación de la salud y la educación, con las demandas políticas de un poder popular que avance hacia la toma del poder para la reorganización socialista de la economía y la sociedad, siguiendo el ejemplo que los trabajadores venezolanos, mexicanos, bolivianos y latinoamericanos en general vienen dando. Sólo así será posible darle forma y contenido al movimiento popular, reforzar la izquierda política y sindical y cambiar la actual correlación de fuerzas existentes, que le da amplio margen de maniobra a la derecha mafiosa y parauribista.En este primer número de nuestro periódico El Militante, el órgano de la Corriente Marxista Revolucionaria colombiana, sección nacional de la CMR internacional, hacemos un llamado a los trabajadores, a los estudiantes, campesinos e indígenas a trabajar por la construcción de la corriente marxista al interior del Polo y la CUT, que reivindique las posiciones del socialismo científico y defienda la necesidad de la transformación socialista en las organizaciones de masas de nuestro país, que lleve adelante la labor ideológica y práctica tan necesaria en las actuales condiciones y luche por la transformación revolucionaria de la sociedad.¡Únete a la corriente marxista y lucha por el socialismo!
¡Que la crisis la paguen los capitalistas!
¡Contra el capital, huelga general!
¡Contra la reforma laboral, por empleo y vivienda dignas!
Sin júbilo: El "Acuerdo de Unidad Nacional"
Sin júbilo, pero sin vilo y aparentemente sin perdedores, terminan los ocho años más terribles por los que haya pasado Colombia. Cabalgando la batalla de la lucha contra la insurgencia, la clase dirigente ha llevado al país, y con él a sí misma, a una de las peores crisis que haya tenido que afrontar. El carácter de esta crisis es particular, puesto que en la superficie todo da la impresión de estar bajo control. Las elecciones transcurrieron sin mucho revuelo, a pesar de las graves denuncias de fraude y de clientelismo, que es mucho peor que el fraude. Los medios de comunicación, luego de haber inflado al candidato Mockus hasta las nubes, no escatimaron un segundo en abandonarlo una vez perdió. Su alineación casi súbita con Santos constituye un verdadero pacto de punto final, tal como sucedió con Uribe: Sus vínculos con el paramilitarismo, los escándalos constantes de espionaje, corrupción y falsos positivos para nombrar algunos, jamás conllevaron el cubrimiento que debieron tener. Así sucede con el nuevo presidente, todo su expediente parecerá ahora una nota al pie en su impecable hoja de vida de estadista. Una buena muestra de gobernabilidad informativa: los medios dejan mandar al que quieren, a quien no, lo engullen. Este mágico idilio, empero, es artificial. La oligarquía colombiana se ve en una necesidad de relevar su cara más brutal ya que, si bien por un momento su discurso logró polarizar a una gran parte de la población en un discurso defensista, tema al que volveremos más adelante, hoy su efecto más claro es la progresiva agudización de la lucha de clases.
Y esto por varias razones: las deficientes relaciones con los países vecinos, por más que se intente negar, han tenido consecuencias catastróficas para Colombia, y la grave situación del conflicto armado, que está lejos del publicitado "fin del fin", como la corrupción burocrático-paternalista y la polarización en base al eje amigo/enemigo promovida desde las altas esferas del poder que amenaza la estabilidad misma de las instituciones burguesas. Es allí donde se encuentra la clave del nuevo periodo, veamoslo desde su propia orilla: "El santismo, en la historia política de Colombia, ha sido sinónimo de republicanismo, frentenacionalismo y pactos entre las élites. Pero Juan Manuel Santos no es eso. Es ante todo un político pragmático". No obstante un mea culpa muy mal acomodado, esta frase de la revista Semana alcanza para definir cuáles son los imperativos del nuevo gobierno, Santos es eso, y ha escogido un vehículo nada original: La Unidad Nacional.
La retórica de "Unidad Nacional" es antiquísima, casi tan antigua como la configuración del estado-nación en sí, tiene múltiples acepciones, dependiendo de las necesidades del momento, y de quién la utilice. Los revolucionarios franceses echaron mano honestamente de ella, como también Napoleón, con intereses más mezquinos. Fue usada masivamente antes, durante y después de las dos guerras mundiales por todos los gobiernos implicados; en México para justificar el retroceso de las reformas del presidente Cárdenas, y también en el Cono Sur y España, para tratar de mitigar los efectos inmediatos del fin de las dictaduras, estos efectos eran la carestía, las huelgas y las reclamaciones de justicia. Para la ocasión que asistimos hoy, fue probablemente un invento del ─cosas de la vida─ venezolano J.J. Rendón. Puso en práctica su idea en 2005, cuando le dio éste nombre al partido mejor conocido como "La U", y también durante la campaña de Porfirio Lobo en Honduras, que venía de un golpe cívico-militar del establecimiento contra Manuel Zelaya, un presidente de izquierda. Aunque no haya sido muy explícito, podemos ver también una de las caras del funcionamiento de esta estrategia en 2008, año cúspide del uribismo, cuando columnistas, noticieros y políticos hacían llamados constantes para justificar la agresión al Ecuador y la "defensa contra las amenazas de Chávez". Su lógica es sencilla: Estas dos palabras sirven para encasillar las respuestas populares y reconducir el rumbo de sus dirigencias, apelando a sentimientos primarios, toscos y carentes de contenido, pero de una carga emotiva inmensa, pues pone al enemigo contra la pared: ¿Quién se opondría a que el país se encuentre en "paz"? ¿Quién no quisiera resolver todos los problemas por la vía del diálogo?, pues la expresión lleva implícita la respuesta, los enemigos de la nación, agentes extranjeros, saboteadores de la democracia que se regocijan perpetuando odios ancestrales
Es el arma perfecta para inmunizar los argumentos propios y descalificar los ajenos. Como el desarrollo histórico no es en nunca mecánico, una vez llega a su fin determinada situación, se abren múltiples salidas para resolverla. La interacción de las clases sociales a nivel local e internacional, la situación económica e incluso las costumbres determinarán el desenlace del periodo concreto. Dejando un lastre de desindustrialización, alza en el costo de vida, informalidad laboral, desplazamiento forzado y agudización de la guerra en el campo, el fin de un régimen autoritario y carismático como el de Uribe es en sí volátil, puesto que deja al margen (más bien casi al margen) al representante del peor sector de la burguesía que además había sido divinizado ante la clase media y otros sectores por los medios de comunicación (no es gratuito que la campaña de Santos tratara de capitalizar la figura de Uribe al máximo). Es decir, remueve la venda y pone nuevamente sobre la mesa y de manera directa todos los problemas que de alguna forma fueron neutralizados por la persona de Uribe, o reducidos a ésta. En ese sentido, la "Unidad Nacional" busca blindar a la propia burguesía de su propia tara, que es la ausencia de Uribe, aprovechándola para dos fines que parecen contradictorios: dar una imagen de renovación, y hacer tan maleable como sea posible y por el tiempo que sea útil, al presidente saliente.
Esto sin embargo no es suficiente, como expuso la CMR en un artículo pasado acerca de las elecciones, estas reflejaron un enorme cuestionamiento de la situación, que se manifestó hasta un punto determinado, en el candidato Antanas Mockus y el "partido verde". Mockus en ningún momento es un izquierdista, y esa en gran parte fue una de las causas de su ascenso. El ocultamiento mediático, cuando es lo menos, y no la mentira, la campaña de desprestigio o la descarada tergiversación de los hechos, cuando es lo más, a la que ha sido sometida la izquierda en especial desde el año 2006 cuando demostró un potencial enorme en los comicios presidenciales, sumado a varios errores reales en la dirección del Polo, movió a una capa importante del electorado a buscar una solución "equilibrada", esto es, que no rompiera del todo con ciertos prejuicios, situaciones y formas a las que consideraban plausibles, a la vez que le exigían más y más de lo que esta solución hubiera podido dar materialmente, como explicaba nuestro compañero Doroteo Zapata: "por sus propias características, el movimiento social que se ha configurado alrededor de Mockus lo rebasa y desborda porque el electorado en su instinto quiere ir más allá del programa tibio y confuso propuesto por este candidato. Basta echar un vistazo en las redes sociales para darse cuenta que, de manera ascendente, las demandas de los simpatizantes de Mockus piden cada vez más políticas que no son propias de un estado capitalista", Es decir, no era la persona de Antanas ni sus ideas, las que lo convirtieron por momentos en una opción a los ojos de muchos, sino que en el se reflejaba el malestar de una capa significativa de la sociedad.
Aunque la derrota del Partido Verde se augura cómo su partida de defunción, pues su base de apoyo que es la clase media está conformada por elementos sumamente disímiles y oscilantes, el descontento que alcanzó a condensar es algo que incomoda al gobierno de Santos, de ahí que una vez posesionado intente canalizarlo hacia sí "volviéndose un Mockus", dando aire fresco a la política, desempolvando de su biblioteca de fin del milenio las teorías de Anthony Giddens sobre el buen gobierno, que en lo utópico se parecen a las de Proudhon y que irónicamente fueron utilizadas por otros dos culpables directos de crímenes de lesa humanidad: Clinton y Blair. Digamos de paso que, como en el grabado de Goya "el sueño de la razón produce monstruos".
En tanto, no podemos perder de vista este viraje santista, pues será el eje sobre el cual trabaje por algún tiempo. Si medios ultraliberales como The Economist, el Financial Times y jugando de locales la revista Dinero, no le temían al programa económico de Mockus, más a gusto se sienten con Santos. Pero como decíamos, el descontento demostrado en las elecciones les empuja obligatoriamente a un cambio en la forma. Un tono conciliador que seduzca a través de los medios no es un mero detalle anecdótico, sino que al contrario es una señal para la táctica que la izquierda debe seguir: develar cómo los formalismos no cambian en el fondo el carácter neoliberal y oligárquico del gobierno. No denunciar este punto sería darle la ventaja tremenda a la derecha, máxime cuando el único partido de oposición seguirá siendo el PDA. En este momento crucial, la dirigencia del Polo debe aprender de la militancia, que ha mostrado fortaleza en torno al partido en sí, más que sus líderes. Esto la convierte en una dirigencia lógica ante las masas, pero la ausencia de un programa y de una organización correcta son sus debilidades, un programa que priorice en los movimientos populares y no el asistencialismo cuando se esté en el gobierno, un programa que en la práctica, o sea en la aplicación concreta de las ideas, demuestre ser una alternativa real frente a las políticas de la oligarquía. Vacilar en este momento, rendirse ante las presiones de la burguesía y sus áulicos que tratan de asesinar al Polo cada vez que pueden, retroceder ante las nuevas circunstancias por incapacidad de comprenderlas, constituirán errores que la historia cobrará caros, muy caros.
Contenidos del primer número de El Militante colombiano
Editorial..... Cambio de ciclo político
Sin júbilo: El "Acuerdo de Unidad Nacional" (Ricardo Sevilla y Julio Antonio Bretón)
Las elecciones presidenciales y más allá: Balance y perspectivas (Doroteo Zapata)
El movimiento estudiantil ante el nuevo ciclo político (Roberto Zimmerman)
El movimiento obrero y la crisis económica mundial. ¡Por una alternativa marxista¡ (Juan Ignacio Ramos, CMR internacional)
Venezuela: la lucha contra el sabotaje capitalista y burocrático y por ganar las elecciones a la Asamblea Nacional (William Sanabria, CMR Venezuela)
Golfo de México: Los efectos de verter petróleo al mar (Orestes Castillo, CMR internacional)
Arte y literatura (seleccion de varios autores)
Teoría marxista: Carta de Engels a Mehring
Saludos internacionales