La crisis económica mundial, que ha tenido uno de sus epicentros en los Estados Unidos, ha impactado gravemente sobre la económica mexicana. La extraordinaria dependencia de México del mercado norteamericano se ha dejado sentir con fuerza: EEUU es el destino del 85% de las exportaciones mexicanas y de ese país provienen más del 50% de las Inversiones Directas Extranjeras (IED) hacia México. En 2009 las exportaciones mexicanas cayeron un 21,2% y la IED se redujo 50,7%; a su vez el PIB mexicano sufrió su peor descalabro en 70 años, al decrecer un 6,5%. Los trabajadores han sacado la peor parte de esta situación: de acuerdo a la Asociación Latinoamérica de Micros, Pequeños y Medianos Empresarios (ALAMPYME), quebraron 500.000 medianas y pequeñas empresas, despidiendo a millón y medio de trabajadores.1 Este balance contradice las maquilladas cifras del Secretario del Trabajo, Javier Lozano, quien sólo reconoce 189.271 despidos durante 2009.

Una crisis profunda

En los últimos 20 años los EEUU habían estimulado con fuerza la economía mundial, consumiendo cantidades ingentes de mercancías producidas en prácticamente todo el planeta; para México, dada su ubicación geográfica y su mano de obra barata, tal situación fue especialmente ventajosa. Pero ahora todo se ha transformado en su contrario, puesto que al mismo tiempo que los EEUU importaban mercancías de todo el mundo, su industria no cesaba de producir. Mientras el mercado interno de los EEUU pudo sortear dicha contradicción las cosas lograron marchar, sin embargo, la dinámica ascendente llegó a sus límites con la saturación del mercado yanqui y esa contradicción terminó manifestándose de una manera álgida en 2007, con el estallido de la crisis de la hipotecas subprime, marcando el inicio de la actual crisis del capitalismo mundial.

El desarrollo de la crisis ha sido contradictorio pues, al mismo tiempo que naciones como Grecia e Irlanda se encuentran al borde de la bancarrota, otras naciones como China han sorteado parcialmente la situación manteniendo tasas de crecimiento importantes en el último año. Para el caso de la economía mexicana, ésta ha oscilado entre su peor colapso en 70 años de historia en 2009, hasta una previsión del 5% de crecimiento estimado en 2010. Los aspectos contradictorios de este proceso han dado lugar a reiteradas declaraciones del Presidente Calderón señalando que México ha dejado atrás definitivamente la crisis y se enfila hacia el desarrollo. Aparentemente éste último resultado le da la razón a Calderón, pero un análisis más detallado muestra que las cosas no son así.

El tercer trimestre de 2009 representó el final de 18 meses consecutivos de recesión para los EEUU; durante ese trimestre la economía norteamericana creció en un 3,5% para un trimestre después escalar hasta el 5,6%. Sin embargo, la economía yanqui culminó ese año finalmente con una aguda contracción del 2,4%. Para México dicho factor representó un cambio significativo ya que a mediados de ese mismo año 2009, la economía mexicana ya había padecido una contracción del 8,2% en el primer trimestre seguida de otra aún más profunda del 10,3% en el segundo trimestre. El mejor ritmo de los EEUU, permitió “suavizar” la caída tanto en el tercer trimestre, 6,4%, como en el cuarto trimestre, 2,03%. A pesar de estos resultados, ya en 2010, el tipo de recuperación vivida en México está plagada de contradicciones, es especialmente endeble y está lejos de permitir señalar con certeza que nuestro país ha dejado de lado todo peligro económico y el riesgo de una nueva recesión en el marco de la actual crisis económica mundial.

Exportaciones, industria, inversiones y empleo

Entre enero y septiembre del 2010 las exportaciones mexicanas acumularon 216.800 millones de dólares, representando un crecimiento del 34% en comparación al mismo periodo del 2009. La perspectiva es la de que al finalizar el 2010 totalicen un crecimiento del 33,7%. Sin embargo el panorama continúa siendo incierto, pues desde el 43,9% alcanzado en mayo, el ritmo ha decrecido mes tras mes hasta ubicarse en un 20,8% en septiembre.

La producción industrial estimulada por las exportaciones, alcanzó su repunte mas importante en junio pasado (8,2%), un resultado que se mantiene 3,6 puntos por debajo del nivel más alto alcanzado antes de la crisis. Además, el avance de este sector no ha sido homogéneo pues se ha basado principalmente en las manufacturas, las cuales crecieron durante el primer semestre un 11,6% (y dentro de éstas en la industria automotriz, la cual creció un 76,8%), mientras la industria de la construcción en mayo pasado reportaba 22 meses consecutivos en “caída libre”, de acuerdo a los empresarios del ramo. Incluso para la industria automotriz el panorama es contradictorio, pues Volkswagen de México señala que en 2010 fabricaría sólo 435.000 unidades, más que los 320.000 autos fabricados en 2009, pero menos de las 450.000 unidades de 2008. Volkswagen de México señala que la cantidad de autos que se fabricarán en 2011 también será similar a la del 2010.

Tras ese significativo repunte de junio, ahora la producción industrial reporta crecimientos mucho más moderados que van del 6,6 al 3,7% en septiembre y octubre respectivamente.

Es cierto que la IED ha mejorado significativamente al acumular durante el primer semestre del año 2010 12.238 millones de dólares, cantidad superior al ingreso de todo 2009 y que alcanzó los 11.900 millones de dólares; además se estima que la IED en el global de 2010 escale hasta los 18.857 millones y en 2011 a los 19.913 millones. No obstante, de lograrse esas cantidades, a pesar de ello el resultado será menor al de 2007 cuando la IED llegó a los 23.230 millones de dólares. Estas cifras no pueden ocultar que a lo largo del primer semestre del 2010 se reportaron fugas de capitales por valor de 9.988 millones de dólares a través de empresarios y particulares mexicanos que transfirieron capitales al extranjero. Si bien es cierto que esta cantidad es menor en un 33% a la de 2009, no es desdeñable el hecho de que esa cifra represente aproximadamente la mitad de la IED estimada para 2010.

Otra paradoja que se agrega es la noticia de que el 26 de agosto pasado, la Bolsa Mexicana de Valores cerró operaciones con una pérdida del 0,75%, quedando el Índice de Precios y Cotizaciones en 31.127,99 puntos. De acuerdo a los analistas “este nivel indica que todas las ganancias en el mercado local de valores durante 2010 han quedado eliminadas, incluso, la bolsa registra pérdidas nominales del 2,80% respecto a los valores que tuvo al término de 2009”.2 

También hay que destacar que el valor total del PIB durante el segundo trimestre de 2010, periodo en el que se logró el crecimiento más alto del año con un 7,6%, fue de 8 billones 753.916 millones de pesos, cantidad aún inferior a los 9 billones 40.647 millones alcanzados el segundo trimestre del 2008, antes de que la crisis estallara en nuestro país. Ahora las cosas marchan en sentido contrario pues entre julio y septiembre de 2010 el crecimiento se ubicó en 5%, finalizando, según estimaciones, en un 4% en el cuarto trimestre.

Sobre el desempleo las cifras también son contradictorias: al tiempo que la Secretaria del Trabajo y Previsión Social (STPS) señala que de enero al 30 de noviembre de 2010 se registraban 980.000 nuevas plazas, por otro lado un balance comparativo entre los resultados de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) de finales del 2009 (44 millones 535.314 personas trabajando) y los del primer trimestre del 2010 (43 millones 633.759 personas ocupadas) indica que entre enero y marzo de 2010 se perdieron 901.000 puestos de trabajo. Por otro lado en octubre pasado la tasa de desempleo se ubicó en el 5%, para después remontar hasta el 5,8% en noviembre. Se pronostica además que este índice será, al terminar 2010, del 5,36% y en 2011 del 5,14%. De nuevo comparemos resultados: en enero del 2009 la tasa de desempleo se ubico en los 5% de la Población Económicamente Activa (PEA), siendo considerado en aquel entonces el nivel más alto de los últimos 12 años; después, durante el segundo trimestre de ese mismo año, cuando el PIB experimentó su peor colapso al contraerse en un 10,3%, el desempleo alcanzo el 5,2% de la PEA. Es evidente que todos esos porcentajes contradicen el discurso oficial. Como podemos ver, salvo el resultado de octubre de 2010, que es idéntico al de enero del 2009, las perspectivas para el global de 2010 y 2011 arrojan porcentajes superiores al logrado en el segundo trimestre del 2009 cuando se presentó el peor registro del PIB en décadas.

La problemática del desempleo en 2010, a pesar del crecimiento logrado en este año, es muy similar al que se tenía un año antes. De hecho el escepticismo ya es visible entre la burguesía e incluso en el gobierno, pues los cálculos de la propia STPS sobre la generación de empleos para 2011 oscilan entra las 500 y 600 mil nuevas plazas (el vaticinio de la Concanaco es de 530 mil plazas). De cumplirse esas perspectivas, realmente muy poco se habrá solucionado pues ese medio millón de empleos se tendrán que repartir entre los 2 millones y medio de desempleados que oficialmente reconocen el gobierno y el millón 300.000 jóvenes que cada año se integran al mercado laboral. Pero si tomamos en cuenta que el desempleo real es de 8 millones de mexicanos,3 ese medio millón de nuevos empleos para 2011, en caso de ser alcanzados, poco habrán solucionado.

Perspectivas económicas

Un reconocimiento tácito de la debilidad de la recuperación, es la línea de crédito solicitada, el pasado 14 de diciembre, por el Presidente Calderón al Fondo Monetario Internacional (FMI) por un monto de 73.000 millones de dólares. De acuerdo a Calderón esta medida tiene un “carácter precautorio” para proteger a la economía “contra cualquier turbulencia externa”. Con esta medida el gobierno contaría con un “blindaje económico” que, sumado al monto actual de reservas internacionales (130 mil millones de dólares) se aproxime a los 200.000 millones de dólares.

México está fuertemente atado a la economía de los EEUU, la cual desde mediados de 2010 ya presenta un menor ritmo económico. La perspectiva trazada en octubre pasado por el FMI para el 2010, ubica al PIB de los EEUU con un crecimiento del 2,6% y para el caso del 2011 “las perspectivas para Estados Unidos son inciertas”, de acuerdo a este organismo internacional. Las expectativas trazadas por el Bank of America-Merrill Lynch en 2011 son de un crecimiento del 2,3%.

Los contradictorios resultados de México en 2010 demuestran que el crecimiento alcanzado hasta el momento por los EEUU no ha sido suficiente, derivando ello en una base económica particularmente frágil, factor que ahora significa importantes riesgos en un momento en que la principal potencia capitalista da muestras de una tendencia hacia un menor ritmo de crecimiento. Pero el anterior no es el único problema para México, también lo es el hecho de que el imperialismo yanqui está fincando la mayor parte de sus expectativas de recuperación en el mercado externo con el objetivo de reducir su gigantesco déficit comercial.

Para que México se recupere con mayor firmeza se necesita que el mercado interno de los EEUU se reactive, pues durante el pasado boom económico dicho mercado actuó como fuerza motriz que empujó hacia el frente a la economía mexicana. Sin embargo, por el momento no se puede esperar mucho del mercado interno estadounidense, seriamente limitado por un desempleo en torno al 10%, un porcentaje cuestionado por Robert Reich, ex secretario del trabajo con Clinton, quien asegura que en realidad es del 22%.

De acuerdo a numerosos analistas burgueses, para que el desempleo en los EEUU disminuya se necesita un crecimiento sostenido del 5% a lo largo de los próximos años, una perspectiva poco probable en el mediano plazo. Eso lo sabe la administración de Obama, la cual es consciente de que el camino del mercado interno está descartado por el momento por lo que su apuesta hacia el mercado externo se ha fortalecido. Los EEUU han depreciado el dólar abaratando con ello el precio de sus exportaciones: tan solo desde el 7 de julio de 2010, cuando presentó su cotización más alta, el dólar se ha depreciado en un 6,6%. Sin embargo esto no ha sido suficiente, y ahora Obama pretende ir más lejos poniendo en circulación 600.000 millones de dólares. Una medida proteccionista adicional, para hacer más competitivas las exportaciones yanquis, es el reciente recorte masivo de impuestos aprobado por el Senado, a través de las rebajas tributarias que vencían a finales de 2010. La iniciativa, la cual se extenderá durante dos años, pondrá a disposición de la industria buena parte de los 858 mil millones de dólares que costará para las fiananzas del Estado la Ley de Recorte de Impuestos.

Para los socios comerciales de los EEUU como México, las anteriores medidas representan un golpe directo para su estabilidad económica. Pero EEUU no tiene otro camino, o ataca o de nuevo se hunde en la recesión con la fuerte posibilidad de que la próxima vez sean más catastróficos los resultados. El crecimiento de los EEUU en 2010, estimado en un 2,6%, también ha sido bastante contradictorio pues su déficit comercial, en los primeros diez meses de 2010, acumuló 614.000 millones de dólares, cantidad que representa mas del doble del saldo desfavorable registrado durante el mismo lapso de meses del 2009.

En este marco, la producción industrial yanqui, que en el primer semestre 2010 creció un 7%, para tres meses después escalar hasta el 9,1%, ha terminado por experimentar un menor ritmo hasta ubicarse en el 4,8% durante el tercer trimestre.

Por el momento la estrategia de Obama ya ha rendido algunos frutos pues las exportaciones de los EEUU lograron en octubre pasado su valor más alto de los últimos dos años, con ventas record a China y a México, lográndose durante ese mes la reducción del déficit comercial en un 13,2%. No es descartable que el fenómeno de octubre se transforme en una tendencia que haga aún más lenta y tormentosa, y más contradictoria, la recuperación económica en México. Pero las cosas podrían ser peor si la administración de Obama siente que, para asegurar una mejor y más rápida recuperación para los EEUU, máxime cuando el peligro del colapso europeo no es una amenaza menor, necesita profundizar esa clase de medidas. En cualquier caso, si el déficit comercial de los EEUU sigue creciendo con el mismo ritmo de 2010, cuando se duplico a pesar de la recuperación, y su economía continúa decayendo arrastraría tras de sí irremediablemente a la economía mexicana.

Polarización social

El pasado boom económico tuvo un costo muy alto para el proletariado mexicano. Un dato que lo ilustra es la parte de las rentas salariales respecto al PIB, que pasaron del 36% en 1980 al 29,2% de 2009, mismo periodo en el que los beneficios patronales crecieron del 47,7 al 61,6%.

Los diferentes ataques lanzados por la burguesía a lo largo de todo ese periodo crearon una polarización social sumamente explosiva, que encontró su expresión más importante en la masiva lucha contra el fraude electoral que en el 2006 impuso en la presidencia de la República a Calderón. A la anterior lucha se agregan, también en el 2006, los casos del sindicato minero (cuya manifestación más destacada ese año fue huelga de Sicartsa, hoy Arcelor Mittal) y la insurrección revolucionaria de Oaxaca. Durante aquel año la magnitud del enfrentamiento contra el régimen creaó situaciones de doble poder y puso, como nunca en décadas, en auténtico peligro a la burguesía mexicana.

Como podemos ver antes de la crisis económica el equilibrio entre las clases ya se había roto. El auge económico no creó ninguna base para aminorar la polarización, sino todo lo contrario, y la crisis empeoró la situación. Un panorama que también se vislumbra para el 2011. El grado de polarización social ha prendido las señales de alerta entre algunos estrategas de la burguesía, los cuales ya han advertido sobre el riesgo de un estallido social en México. Tal es el caso de las declaraciones del 29 de agosto del 2009 del entonces Secretario de Desarrollo Social y hoy titular de la SHCP, Ernesto Cordero; mismas declaraciones haría quien en esa fechas, octubre del 2009, aun se desempeñaba como gobernador del Banco de México, Guillermo Ortiz, y que fueron reiteradas posteriormente, en febrero del 2010, por el ex presidente Luis Echeverría.

Lo cierto es que una cosa son los temores de la burguesía y otra los derroteros que imponen las necesidades de la reproducción capitalista, la cual demanda los máximos beneficios al menor costo posible. Esta razón obligó a Calderón dar el “sabadazo” contra el Sindicato Mexicano de Electricistas (SME) el 10 de octubre del 2009, despidiendo masivamente a más de 40.000 electricistas al cerrar su fuente de trabajo, la estatal Luz y Fuerza del Centro (LyFC). La misma ofensiva se reprodujo después, al intervenir con la Policía Federal el pasado 6 de junio para tomar la mina de Cananea y cumplir la orden de la justicia laboral que meses antes había declarado como concluidas las relaciones laborales entre los mineros y el Grupo México, y levantar de manera violenta una huelga que ya se había extendido por 30 meses.

A pesar de la profundidad y dimensión de estos ataques, la tendencia general por parte del movimiento obrero ha sido la de responder con energía. Por ejemplo el “sabadazo” fue contestado con movilizaciones de masas, algunas de las cuales adquirieron proporciones asombrosas, como lo fue el caso de la marcha del 15 de octubre de 2009 que movilizó al lado del SME a unos 500.000 trabajadores y jóvenes.

También, como una expresión trascendente del descontento, está el caso del mitin convocado por Andrés Manuel López Obrador (AMLO), el 25 de julio del 2010, en el que se reunieron aproximadamente medio millón de personas en el Zócalo de la Ciudad de México, ratificando con ello la disposición de las masas para continuar luchando.

La crisis del régimen

La polarización social, junto a una incierta situación económica, ha exacerbado la crisis del régimen, el cual está cada vez más débil y dividido. Un ejemplo de ello es que, a estas alturas, Calderón ya se ha visto obligado a remover cuando menos en 15 ocasiones a diferentes Secretarios de Estado y altos funcionarios de su gabinete. Y recientemente se agregan a esta crisis hechos como la expulsión del PAN, en diciembre del 2010, de Manuel Espino, ex presidente nacional de dicho partido y pilar del ala encabezada por Vicente Fox; o el conflicto derivado de las elecciones internas, también en diciembre pasado, para renovar la presidencia nacional del panismo: si bien un acuerdo de última hora permitió que los consejeros nacionales panistas eligieran prácticamente por unanimidad al Senador Gustavo Madero como nuevo presidente de dicho partido, resultado con el que Calderón mantiene el control del PAN, ello no niega el nivel de fragmentación que existe en el interior del panismo pues a la contienda interna se presentaron cinco distintos candidatos.

El PAN ha ido de descalabro en descalabro tras las elecciones del 2006: ya para el 2009 había perdido más de 5 millones 250.000 votos en diferentes elecciones parciales, y se encuentra en una situación muy delicada dado que cada vez son más lejanas las posibilidades de que repita en la presidencia tras las elecciones del 2012.

El efecto en la elecciones explica en parte la crisis del PAN y de su gobierno, pero también juega un papel importante el hecho de que Calderón no puede gobernar sin el apoyo del PRI, y que el nivel de polarización social mantiene prácticamente paralizada a la administración panista para el impulso de las contrarreformas más estratégicas: la laboral, para la cual el intento del PAN en 2010 se tradujo nuevamente en un fracaso; el IVA para medicamentos y alimentos, así como la privatización plena y sin cortapisas de la totalidad del sector energético.

No sólo Calderón ha fracasado sistemáticamente a la hora intentar avanzar sobre esa clase de contrarreformas, sino que además, como lo hizo a finales del 2009, se ha visto obligado a implementar medidas como el Impuesto Empresarial a Tasa Única (IETU) provocando airados reclamos de la burguesía, a tal grado que Calderón se vio obligado a defenderse acusando a los empresarios que más ganancias tienen de ser ellos los que “rara vez pagan impuestos”.4 Todo ello ha puesto en el patíbulo al panismo ante un sector de la burguesía; por ejemplo, en opinión de Rogelio Sada Zambrano, empresario regiomontano de larga trayectoria en su militancia panista, el PAN “es un cadáver”.5

Por su parte, el PRI ha aprovechado su posición de fuerza (posee la mayor parte de curules parlamentarios así como la mayoría de los gobiernos estatales y municipales), para imponerle a Calderón, en detrimento del PAN, todo tipo de condiciones para apoyar su gobierno, alimentando el enfrentamiento entre dirigentes panistas y Calderón. El saldo ha sido una relación entre el PAN y el PRI que en algunas ocasiones ha estado al borde de la ruptura.

Dada su debilidad, Calderón ha optado por emplear de manera más decida y abierta el apoyo del ala de derechas del PRD, la misma que tiene bajo su control la dirección nacional de este partido. En este marco, y con el objetivo consciente de cerrarle el paso hacia el 2012 a una potencial nueva candidatura de AMLO, quien tras el 2006 ha logrado organizar el movimiento de masa más importante del país en décadas, se lanzaron en el 2010 alianzas entre el PAN y el PRD para contender contra el PRI por 12 gobernaturas en disputa.

Pero los resultados fueron pobres pues a pesar de que, con ex priistas como candidatos, dicha alianza le arrebató tres gobiernos estatales al PRI, mismo partido que ganó las nueve gobernaturas restantes, y el PAN pasó de gobernar en los estados en disputa, de 20,6 millones a 18,5 millones de electores, dejando al PRD en una mala posición de cara a las elecciones federales del 2012. Otro saldo más ha sido el de que las alianzas estimuladas por Calderón han provocado más divisiones dentro del PAN.

Crisis en el PRD

Lo más destacado de estos fenómenos políticos, es que las alianzas electorales con el PAN, impulsadas por la dirección nacional del PRD, han creado un crisis interna en la que las diputas derecha e izquierda, casi todas estas últimas orbitando en torno a la figura de AMLO, son cada vez mayores. Ya en diciembre del 2009 estas presiones provocaron una escisión por la derecha en el PRD de parte de tres de los pilares más importantes de la política de apoyo hacia el régimen: Ruth Zavaleta, quien se ha unido a apoyar a la campaña del PRI para las elecciones del 2011 por el gobierno de Guerrero, junto con René Arce y Víctor H. Cirígo, los cuales recientemente han lanzado el Partido de la Ciudad.

Esta crisis en el PRD, ante el peligro de que la dirección actual intente imponer una alianza con el PAN para las presidenciales del 2012, han intensificado las confrontaciones creando un panorama en el que no se ve lejana la posibilidad de que le sea arrebatada la dirección del partido al ala de derechas. De hecho, las presiones ya han forzado un acuerdo que obliga a Jesús Ortega, presidente nacional del PRD, a convocar para marzo del 2011 a elecciones anticipadas para renovar la dirección nacional. La pérdida del control sobre el PRD por parte de su ala de derecha significaría la perdida de un punto de apoyo importante para Calderón.

El narcotráfico

Al calvario de Calderón se une el caso de la “guerra” contra el narco. Ya se habla de más de 30.000 muertos producto de dicha “guerra” en los cuatro años trascurridos del actual gobierno; además, de acuerdo a la Comisión de Desarrollo Municipal del Senado, las diferentes bandas de narcotraficantes ostentan el control total sobre 195 municipios de un total de 2.439; además dicha comisión destaca que, en otros 1.536 municipios, el narco posee una “fuerte influencia”. Sumados uno y otro caso, ello quiere decir que estamos hablando del 71% del territorio nacional.

A todo esto se agregan las evidencias expuestas por la periodista Anabel Hernández en su reciente libro, “Los señores del narco”, en el que se documentan los vínculos y transacciones desde las esferas más altas del gobierno de Calderón con diferentes capos del narco. Al principio de su administración Calderón vio en el combate contra el narco una oportunidad para buscar legitimidad, pero las cosas se han transformado en una auténtica catástrofe para los intereses del gobierno, que ha aplicado una política impotente, en la que además, se encuentra atrapado.

Lucha de clases

Para capitalizar mejor las oportunidades que ofrecía el pasado boom, el capitalismo mexicano le cobró un costo muy alto a la clase trabajadora, pero el cobro ha sido más caro aún en el marco del colapso de 2009 e incluso esa misma receta ha sido aplicada en 2010 cuando la economía ha logrado mejores resultados. Pero tampoco hay algo que nos permita pensar que en 2011 las cosas serán diferentes: de ello hablan los recortes a los egresos del Estado para este último año en la mayor parte de rubros que tienen que ver con las necesidades sociales de las familias trabajadoras del campo y de la ciudad.

Lo mismo se puede decir a partir del incremento de salario mínimo para 2011, el cual es del 4,1%; es decir, para la zona “A”, que es el más alto, el alza salarial es de 2 pesos con 34 centavos. Ello paralelamente al aumento del precio de la tortilla, alimento clave para la dieta de dos tercios de la población mexicana, de 8 a 12 pesos por kilo.

Todos esos elementos son leña para la llama de la lucha de clases. El PRI y su ascenso electoral, el cual es muy probable que se mantenga en las elecciones del 2011 si el PRD no gira con energía hacia la izquierda, cada vez se presenta como una alternativa más favorecida por la burguesía, pretendiendo lograr con ello estabilidad para el régimen y disminuir las tensiones sociales. Sin embargo si el PRI regresará al gobierno en el 2012, en el mejor de los casos su efecto en torno a esos objetivos sería limitado pues la situación material de la economía le impediría adoptar medidas de fondo para comprar la paz social y recuperar el equilibrio entre las clases.

De hecho, la recuperación electoral del PRI debemos entrecomillarla pues sus triunfos electorales han estado marcados por elevados índices de abstencionismo, factor que además refleja la desilusión de una importante capa de trabajadores y pobres con el sistema electoral y la propia democracia burguesa. Para ilustrar la problemática de PRI, el cual también está dividido, basta señalar que en la contienda electoral del 2009, en los 14 estados participantes, se llamó a 30 millones de electores de los cuales sólo acudieron a las urnas el 50%, de ellos, otorgándole al PRI su voto solamente 6 millones 380.000 personas, es decir sólo la quinta parte del total del padrón electoral convocado al sufragio en dicha oportunidad. Esa ha sido la tendencia general en las elecciones posteriores al 2006, por ello resulta difícil pensar en que el regreso del PRI a la presidencia le regalara a la burguesía la estabilidad tan soñada desde hace ya varios años.

Más que estabilidad, la perspectiva más probable, considerando la problemática en todos los terrenos, tanto el económico, como el político y el social, es la de que la polarización social seguirá siendo alimentada. En este marco se presentarán las elecciones presidenciales del 2012 en las que, si AMLO logra presentarse como candidato, no podemos descartar de antemano un ambiente similar al del 2006. Esta opinión la sustentamos no sólo en la imposibilidad objetiva del capitalismo mexicano para comprar la paz social, ni tampoco únicamente por el grado de polarización social alcanzado, sino además en el hecho de que a estas alturas se han organizado cientos de comités a lo largo de todo el país en torno a AMLO, los cuales ya poseen, cuando menos, una afiliación de 2 millones y medio de personas. Seguramente durante 2011, año en el que AMLO intentará fortalecer su base de apoyo a través de las elecciones del Estado de México, probablemente muy reñidas, y en la primera mitad del 2012, ya en abierta campaña electoral, el número de afiliados en esta clase de comités crecerá de manera importante. Pero no sólo la organización, sino también la experiencia de las masas acumulada en la lucha contra el fraude y las batallas posteriores tendrán un peso específico imprimiendo su sello particular a la lucha de clases en 2012.

El futuro es de lucha en un momento además en el que el régimen cada vez está mas débil y dividido; es por ello que podemos insistir en la idea de que está lejos de haberse dicho la última palabra respecto a la movilización del SME, sindicato que aún mantiene en la lucha a 16.000 electricistas y varios cientos más que, a pesar de haber aceptado su liquidación, continúan saliendo a las calles junto a sus compañeros a reclamar sus derechos. En el contexto actual de la lucha de clases en México, particularmente volátil, la lucha del SME podría reactivarse con una fuerza mayor a la demostrada en los últimos meses, creándose una situación favorable para impulsar con más fuerza las demandas de los electricistas.

Otro elemento a destacar es la cada vez más próxima vinculación entre AMLO y los electricistas: si AMLO se apoya en el SME para las elecciones y deja de zigzaguear buscando la aceptación de los empresarios, tal como lo ha hecho por medio de reuniones con éstos tanto en Monterrey como en Guadalajara en octubre pasado, podría ayudar a los trabajadores a romper el cerco impuesto por la mayor parte de los dirigentes sindicales, los cuales impiden la participación de los trabajadores en la lucha política de manera organizada a través de sus sindicatos, generando con ello dispersión y desorganización.

El panorama esta abierto, el resentimiento social es cada vez mayor, y el capitalismo y su gobierno están excepcionalmente limitados para revertirlo.

Notas.

1. La Jornada 22/12/2009
2. La Jornada 27/08/2010
3. La Jornada 03/09/2010
4. La Jornada 29/10/2009
5. La Jornada 13/06/2010

Marxismo Hoy
Este artículo ha sido publicado en la revista Marxismo Hoy número 19. Puedes acceder aquí a todo el contenido de esta revista.

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