Quien desconozca la historia del Paraguay y vea la situación actual del pueblo paraguayo jamás podrá imaginarse que este mismo pueblo alcanzó los máximos niveles de desarrollo social y económico de Latinoamérica en la primera mitad del siglo XIX, con índices en algunas áreas similares a los que existían en ese momento en Europa. En 1816, cinco años después de la independencia de España, un Congreso Nacional nombró al doctor en jurisprudencia José Gaspar Rodríguez de Francia, Dictador Perpetuo de la República del Paraguay. El doctor Francia, un jacobino radical, encabezó hasta su muerte en 1840 un régimen revolucionario con fuerte respaldo de las masas, una especie de bonapartismo popular, que permitió a la naciente república, en pocos años, dar un salto cualitativo que la haría sobresalir entre el resto de sus pares latinoamericanas.
1.- De la independencia al vasallaje
“Todos los elementos que se conjugan en el período francista resumen más bien un cuadro de ruptura -en condiciones sui generis de atraso y subdesarrollo- de una colonia que rompe la cadena de la dependencia y constituye una República Independiente de carácter popular con un régimen político de dictadura popular-revolucionaria que realiza en partes un programa democrático burgués y, por el marcado contenido de políticas sociales y la propiedad colectiva de los medios de producción -a través del Estado- partes de un programa pre-socialista” (1). El aplastar a la oligarquía criolla, lo cual no ocurrió en las otras repúblicas donde este sector fue el que terminó quedándose con el poder, le permitió a Francia concentrar las palancas de la economía en el Estado y desde allí impulsar el desarrollo social y económico a favor de las masas paraguayas (2). En ese sentido, al ser público el principal medio de producción, la tierra, sirvió para que el Estado pudiera planificar la producción agrícola y luego la distribución de la riqueza generada. “En cuanto a la propiedad de la tierra, el Dr. Francia consolidó el sistema de producción colectivo de los indígenas, en contraposición a los criterios liberales, lo que condujo a una distribución equitativa de los productos. También fomentó las cooperativas agro-ganaderas del Estado denominadas ‘Estancias de la Patria’, donde los campesinos e indígenas producían en forma colectiva dirigidos por un Administrador nombrado por el Estado. Así, bajo el gobierno del Dr. Francia se desarrolla un modo de producción colectivo sui generis, bajo formas de propiedad Estatal de la tierra y con un marcado dirigismo estatal pues el mismo establecía para las distintas comunidades y Estancias de la Patria los objetivos de la producción, las áreas a producir y los tipos de productos a cultivar… Las Estancias de la Patria además constituyeron bases firmes de defensa de la soberanía del país, al recaer también sobre los mismos la obligación de la movilización militar ante cualquier amenaza externa a la soberanía patria. La propiedad de la tierra pasó progresivamente a manos del Estado, principal propietario de medios de producción, proceso ininterrumpido hasta los gobiernos de don Carlos y el Mariscal Francisco Solano López. Según un inventario general de bienes públicos realizado por el Ing. F. W. Morgenstern en 1856, de las 16.590 leguas cuadradas que poseía el país, 16.329 eran propiedad fiscal, 261 propiedad privada y 840 leguas constituían reservas de yerbatales de propiedad del Estado. A fines de 1870, se estima que todas las tierras eran fiscales. La diversificación de los cultivos decretada por el Dr. Francia permitió rápidamente al país, en el medio del bloqueo, la autosuficiencia alimentaria. Además, el bloqueo externo permitió un gran desarrollo de la pequeña manufactura nacional y el desarrollo de una amplia gama de artesanos. Los comerciantes que estaban agonizando por la paralización del comercio externo, fueron obligados a trabajar como simples campesinos. La oligarquía comercial de esta forma quedó virtualmente liquidada bajo el gobierno del Dr. Francia” (1). Se alcanzó el pleno empleo y este manejo estatal de la economía permitió impulsar un plan de masificación de la educación primaria básica, que era pública, obligatoria y gratuita. El Paraguay se convirtió en “el único país de América donde todos sus habitantes sabían leer, escribir y contar” (1) y en el que no habían “mendigos, hambrientos ni ladrones”. A su muerte, Rodríguez de Francia, quien también había sido un precursor de la idea de la unidad latinoamericana y de la Patria Grande, fue sucedido primero por Carlos Antonio López hasta 1862 y luego por el hijo de éste último, Francisco Solano López, hasta 1870. Ambos López le dieron continuidad a la obra de Francia. Se desarrolló la siderurgia, la manufactura textil, la industria naval, se construyó “el primer ferrocarril de América del Sur en 1861”, así como “el primer telégrafo latinoamericano”, que convirtieron al Paraguay en “el país más avanzado económica, política y militarmente de Sudamérica” (1). Sin embargo, también comenzaron un relajamiento del férreo control estatal de la economía que permitió una acumulación inicial de capital por parte de sectores privilegiados de la sociedad. Como dice Juan Franciso Arrom, “se dio un proceso paulatino de diferenciación social en particular en los círculos allegados al Poder Ejecutivo y la familia presidencial. El igualitarismo social, uno de los ejes de la política del desarrollo francista, fue abriendo paso a políticas que favorecieron a campesinos acomodados, estancieros y comerciantes. Se sentaron las bases así para el desarrollo de una oligarquía y una burguesía nacional vinculada al aparato estatal” (1).
Para desgracia del Paraguay su proceso de desarrollo socio económico coincidió con la expansión del imperialismo inglés en América Latina. La pujante industrialización paraguaya, dentro de un modelo económico independiente de los centros de poder del capitalismo mundial, chocó de frente con los intereses de la burguesía inglesa. Otro problema residía en el insuficiente desarrollo que tenían las fuerzas productivas en aquel momento que impedían que la revolución paraguaya pudiera llegar más lejos. Aunque el Estado asumió el papel que en otros países realizaron las burguesías nacionales y adelantó algunas tareas socializantes, el proyecto iniciado por el doctor Francia necesitaba tiempo y paz para poder continuar desarrollando esas fuerzas productivas, algo que las oligarquías argentina y brasileña, que pretendían expandir sus fronteras a costa de Paraguay, no estaban dispuestas a darle. Además, el desarrollo social alcanzado por las masas paraguayas siempre iba a representar un mal ejemplo para los pueblos vecinos sumidos en una gran explotación. Todo lo anterior se combinó, entonces, para sentenciar la suerte del Paraguay. Atrapada entre las dos mayores potencias sudamericanas, Brasil y Argentina, sólo fue cuestión de tiempo para que los imperialistas cayeran como buitres sobre la revolucionaria República. “…la Guerra de la Triple Alianza contra el Paraguay la financió el emergente imperialismo inglés. La Banca Rotschild, la Casa Baring y el Banco de Londres constituyen los principales financistas de esta guerra de aniquilamiento del emergente y sui generis Estado Popular de la época de los López. En vísperas de la guerra contra Paraguay, la banca inglesa cursa a Brasil prácticamente el 65 % de los empréstitos totales desembolsados desde el año 1825. El ministro de Hacienda argentino, Lucas González, explicaba que la guerra se ha hecho no sólo para vindicar el ‘honor’ ultrajado, sino también para ‘obtener beneficios muy grandes para el comercio del mundo, muy especialmente del comercio inglés que encontrará en el Paraguay libre y civilizado un gran mercado que explotar’” (1). En los cinco años que duró la guerra Paraguay perdió aproximadamente el 80% de su población. Según algunos historiadores, el casi millón y medio de habitantes que había antes de la guerra quedó reducido a unos 300.000, en su gran mayoría mujeres y niños, y sólo un 10% de hombres. Era el reflejo de la gran resistencia ofrecida por el pueblo paraguayo a la invasión imperialista de sus vecinos. “La base materialista más firme de la actitud del pueblo paraguayo ante la Triple Alianza se encuentra en la defensa de las conquistas materiales concretas del proceso revolucionario Independiente y del Estado Popular forjado en el período francista y que tuvo continuidad, con sus matices propios, en el período de los López” (1). El país quedó desvastado, fue ocupado militarmente por Brasil hasta 1876, perdió casi la mitad de su territorio, 390.780 km2, a manos de Brasil y Argentina. Además, pasó de no tener deuda externa a deberle 3.220.000 libras esterlinas a Inglaterra por concepto de indemnización de guerra. Su pujante industria dejó de existir al igual que la educación masificada, pública y gratuita, así como las demás conquistas sociales, mientras su ferrocarril y telégrafos pasaban a manos de los capitalistas ingleses. Otra consecuencia terrible de la guerra fue que la tierra, que hasta aquel momento había sido casi totalmente pública, comenzó a ser rematada a precio de gallina flaca por los gobiernos títeres que sucedieron a Solano López para recaudar fondos y poder mantener funcionando al arruinado Estado, dando inició así al latifundismo que hasta el día de hoy es una cruz en la espalda de las masas paraguayas. Al final, la burguesía más fuerte aplastó al Estado que pretendía competir con ella, y si en lugar del Estado hubiera existido una burguesía nacional cumpliendo esa función, también hubiera sido destruida, en definitiva no era una cuestión sentimental sino la aplicación de la ley de la selva que rige las relaciones intercapitalistas.
La guerra de la Triple Alianza marcó un antes y un después en la historia del Paraguay. Por un lado acabó con el proyecto de desarrollo autónomo que había comenzado luego de la independencia de España, e integró al país a la división internacional del trabajo como productor de materias primas agrícolas, en un primer momento al servicio del imperialismo inglés y luego del imperialismo yanqui. Por otro lado, dio origen a dos nuevas clases sociales en el país: una oligarquía latifundista, conformada en un primer nivel por capitalistas extranjeros que usufructuaron la mejor parte del negocio agrícola y en un segundo nivel por el naciente capitalismo paraguayo que se dedicó al negocio menos rentable de la ganadería extensiva, y un campesinado que se proletarizó como consecuencia de haber sido despojado de la tierra, su único medio de producción.
2.- Ciento cuarenta y dos años de explotación
Paraguay había dejado de ser el país más avanzado social y económicamente de América Latina y se convertiría, junto con Bolivia, en el más pobre y atrasado del continente sudamericano. Como si el haber sido arrasado a sangre y fuego no hubiera sido suficiente, 62 años después, en 1932, el imperialismo yanqui, heredero del inglés, lo puso a pelear contra Bolivia en la Guerra del Chaco. Noventa mil paraguayos y bolivianos pobres murieron en una guerra que a ambos pueblos sólo les significó un incremento de su pobreza. Parecía ser el precio que la burguesía mundial aún le seguía cobrando al pueblo paraguayo por su osadía de haber intentado recorrer un camino propio. Derrocado el régimen de Solano López y destruido el proceso industrializador, así como los avances sociales que se habían venido desarrollando en el país, los grupos que surgieron con el respaldo de las oligarquías brasileña y argentina comenzaron a disputarse el poder político a la sombra de las bayonetas brasileñas. En un primer momento fueron los “legionarios” liberales provenientes del exilio en la Argentina los que controlaron el gobierno, se conformó una “república de tipo liberal y se votó una constitución (1870) que concedía a los extranjeros exención de impuestos y derecho a tener propiedades” (3). A partir de 1874 comenzaría la supremacía del sector afín a la oligarquía brasileña, los “colorados”, que, liderados por el ex oficial de Solano López, Bernardino Caballero, mantendrían el poder hasta 1904. Desde el final de la guerra de la Triple Alianza en 1870 hasta la guerra del Chaco se sucedieron 27 presidentes al frente del régimen oligárquico, 22 civiles y 5 militares. Después de esta guerra y hasta 1989 hubieron otros 11 presidentes, 6 civiles y 5 militares, el último de ellos, el general Alfredo Stroessner, gobernó ininterrumpidamente durante 35 años como amo y señor absoluto del Paraguay con el apoyo incondicional del ejército y de la burguesía organizada en el partido Colorado (Asociación Nacional Republicana), del cual el propio dictador fue su máximo dirigente en dicho período. El cambio a la fachada “democrática” de los otros regímenes burgueses del Cono Sur en los años 80 alcanzó también a la clase dominante paraguaya que debió salir del viejo sátrapa y ajustar su sistema a la nueva realidad, con aprobación de nueva constitución incluida. Sin embargo, aunque Stroessner ya no estaba el stroessnismo nunca se fue de Paraguay. Su partido Colorado, en el que se ha agrupado tradicionalmente la burguesía paraguaya y a través del cual ha venido controlando hegemónicamente al Estado desde 1946, continuó gobernando hasta 2008 (4) cuando cedió el poder ejecutivo a una heterogénea alianza que se agrupó en torno al obispo Fernando Lugo y en la cual tenía un peso destacado el otro representante histórico de la burguesía: el partido Liberal.
Los dueños de la tierra
Como ya vimos, después de 1870 la burocracia lacaya que quedó al frente del Estado paraguayo se encargó de rematar el país al capital extranjero que, en un primer momento, procedió principalmente de los vencedores de la guerra. En 1885 esta burocracia autorizó la enajenación total de las tierras públicas. De esta forma, Paraguay no sólo fue despojado de buena parte de su territorio, que pasó a manos de Argentina y Brasil, sino que el que conservó se convirtió en propiedad privada de los capitalistas de ambos países, además de los ingleses. “Una de las compradoras, la Industrial Paraguaya, era en realidad un consorcio argentino-inglés al frente del cual estaba Carlos Casado, quien se aprovechó de la situación y llegó a comprar hasta 4.200 millones de hectáreas de tierras. Este argentino que operaba con capital inglés comenzó a comprar tierras en 1888…Detrás de las otras dos grandes compradoras había capital francés. Los paraguayos casi no participaron en las compras por carecer de fondos” (5). El hispano argentino Carlos Casado del Alisal, un aventurero que llegó en 1857 a la Argentina y al cabo de pocos años, gracias a los vínculos que hiciera con la burocracia gobernante, se convertiría en el hombre más rico del país, “dueño del mayor latifundio de la historia de la Argentina el cual se calculó que dentro cabían las islas del Reino Unido y los países bajos” (6), además de testaferro del capitalismo inglés él mismo devendría en el mayor latifundista también de Paraguay (7). Hasta el día de hoy las empresas Carlos Casado Ltda y La Industrial Paraguaya SA continúan siendo de los principales latifundistas del Paraguay, con 1.300.000 hectáreas y 418.000, respectivamente (8). Junto con la tierra fueron en el mismo paquete de venta, como algo accesorio, los indígenas y campesinos que la poblaban que, de esta forma, se terminaron convirtiendo en esclavos de los latifundistas. “En el remoto campamento de San Carlos, dentro de estos grandes latifundios madereros de explotación de tanino fueron reducidos a la esclavitud los indígenas tomáraho, que apenas sobrevivían, muriendo de enfermedad, abandono y hambre. ‘[]Ahora nuestro territorio es el de la empresa, vivimos allí, pero no es nuestra tierra, ya no pertenece a nosotros y se ha convertido en un lugar enemigo que nos está matando. Antes éramos valientes y fuertes, pero la convivencia con los paraguayos nos ha domesticado’. Testificó un hombre tomáraho que apenas sobrevivía, enfermo y desnutrido, trabajando en los Campos de Carlos Casado” (6). En el período que va de 1870 a 1950 “se adjudicaron más de 25 millones de hectáreas a empresas extranjeras” (10). En las décadas finales del siglo XIX se consolidó en el poder la oligarquía rural que se había conformado a partir de la alta burocracia gubernamental, principalmente la militar, que utilizó su papel de rematador de los bienes públicos para lucrar a su favor. De esta forma varios presidentes de la República y ministros terminaron abandonando sus cargos para convertirse en latifundistas (9). El ya nombrado general Bernardino Caballero, presidente de la República y fundador del partido Colorado, llegó a ser accionista de la multinacional anglo argentina La Industrial Paraguaya SA. Sin embargo, como dice el historiador Omar Díaz de Arce, el peso que tuvieron los capitalistas extranjeros que se instalaron en suelo paraguayo fue tan grande que limitó a la mayoría de los noveles latifundistas paraguayos a realizar actividades de baja capacidad de acumulación capitalista como es el caso de la ganadería extensiva (11). También de esta época viene la fundación de “las primeras agrupaciones políticas, el Partido Liberal y el Colorado (Asociación Nacional Republicana), [que] reflejó la división definitiva de la naciente oligarquía entre un grupo que se entendía directamente con los capitalistas extranjeros en el reparto de los recursos naturales y otro decidido a servir de intermediario y promotor más eficaz de la ‘reconstrucción étnica y económica del país’” (11).
En la segunda mitad del siglo XX, específicamente durante la dictadura de Alfredo Stroessner, se dio un nuevo proceso de privatización y concentración de tierras públicas que se enmascaró como “reforma agraria”, pues con el mismo se trató también de calmar los reclamos campesinos otorgándoles a éstos algunas tierras en zonas remotas del país, sin ninguna infraestructura ni apoyo por parte del Estado. Entre 1960 y 1980 se entregaron “80.249 lotes ó 4,2 millones de hectáreas, esto es, más del 80% del total de tierras asignadas desde fines del siglo XIX” (12). Aunque el objeto del proyecto colonizador impulsado por la dictadura era, supuestamente, el campesinado sin tierra, al final serían otros los principales beneficiarios del mismo (13). “Si revisamos las cifras de tierras que el Estado repartió en estas décadas encontramos que cerca de las tres cuartas partes de éstas fueron adjudicadas en grandes lotes. Partidarios y familiares vinculados al partido de gobierno usufructuaron las prebendas. Muchas de estas tierras fueron destinadas como latifundios ganaderos o revendidas especulativamente. Asimismo, se vieron beneficiados nuevos actores empresarios nacionales y extranjeros, agentes de una agricultura moderna. En la frontera fue decisiva la presencia de empresarios agrícolas brasileños que compraron tierras para dedicarlas a la siembra de soja y trigo. Se calcula que al final de la década del setenta eran aproximadamente 150.000 los brasileños instalados en la zona fronteriza oriental… desde los años sesenta pero en un proceso que se consolida durante los años setenta y ochenta, el campo paraguayo vivió un intenso proceso de cambio que ha sido conceptuado por los cientistas sociales como modernización agraria excluyente. La modernización consistió en la expansión de nuevos cultivos, empresas y técnicas de producción, fundamentalmente en el sector agrícola aunque también en la ganadería, con vistas a cumplir los requerimientos del mercado mundial… En todo este proceso, el Estado bajo la dictadura de Stroessner favoreció decididamente la emergencia de la agricultura capitalista. La política agraria se redefinió con aquel objetivo. Por ello se asignaron las tierras públicas en grandes lotes y se modificaron las condiciones para su adquisición posibilitándose que los extranjeros las compraran en las zonas fronterizas. Se dieron créditos y subsidios privilegiados al sector sojero y se instrumentaron políticas fiscales y cambiarias favorables al negocio exportador. Como a finales del XIX, se buscó atraer la inversión de capitales extranjeros. Estos planes de ‘desarrollo rural’ contaron con el apoyo de los Estados Unidos y los organismos financieros internacionales. Por otro lado, el régimen trabó una alianza estratégica con la dictadura militar brasileña que alcanzó su materialización más visible en la construcción de la gigantesca represa hidroeléctrica de Itaipú, pero que incluyó también a la política agraria. Finalmente, el gobierno garantizó el ‘orden social’ reprimiendo al campesinado cuando éste se resistió a la pérdida de tierras y la degradación productiva” (12) “Comenzó así otra acumulación, distinta a la forjada por las grandes empresas latifundistas pero de la misma forma volcada sobre un reducido grupo vorazmente efectivo. El centro de gravedad de los grandes negocios en Paraguay mudó de Londres, Nueva York y Buenos Aires a Asunción, a los consejos de poder que rodearon a Stroessner y al mismo como árbitro supremo. El flujo preeminente de dinero no lo manejó ya Carlos Casado Ltda. o La Industrial Paraguaya SA sino los que tomaron el mando. Mediante el mando ellos se enriquecieron. Este fue un proceso, un traspaso gradual del control sobre el capital financiero. De una élite extranjera, no residente en su mayoría, el control revirtió a otra local si bien acomodándose ambas dentro de una inestable relación de cooperación, competencia y en ocasiones de franca hostilidad” (8).
Los desheredados de la tierra []
Las masas paraguayas fueron las principales víctimas del genocidio auspiciado por el imperialismo inglés en el siglo XIX. Quedaron así reducidas a una mínima expresión demográfica que recién se comenzó a revertir hacia 1920. No sólo fueron exterminadas físicamente si no que los pocos campesinos que sobrevivieron se encontraron también de la noche a la mañana sin un pedazo de tierra propio para cultivar. El capitalismo les había robado su único medio de producción, con lo cual, además de reducirlos a la mayor pobreza, sólo les dejó su fuerza de trabajo para poder sobrevivir. Había nacido “el asalariado rural, la clase flotante, movediza, errante tras quimeras” (14) que ha deambulado desde entonces, perseguido y criminalizado, por una tierra extensa, rica y ajena que alguna vez le perteneció. Pero en los latifundios tampoco abundaba el trabajo y una parte importante de los proletarios del campo terminó siendo expulsada de su terruño y obligada a emigrar a las ciudades o a deambular de aquí para allá sin residencia fija. “Las formas de explotación de la mano de obra eran heterogéneas: junto al trabajo asalariado existían sistemas compulsivos que sujetaban a campesinos desarraigados. Generalmente los trabajadores de los obrajes poseían pequeñas parcelas que permitían la subsistencia de sus familias, además de proveer insumos a las empresas tales como la alimentación de los animales de trabajo” (12). No es casualidad, entonces, que ya en 1904 aparecieran los primeros movimientos campesinos reivindicando su derecho a la tierra. “Ante el avance del latifundio, las protestas esporádicas y la formación de organizaciones locales fueron las formas que adoptó la resistencia campesina. En el primer caso, se trataba de manifestaciones de protesta contra las exigencias de los nuevos propietarios de las tierras privatizadas. Los campesinos peticionaban a las autoridades para la detención de las órdenes de desalojo y el reconocimiento de los derechos de ocupación de la tierra. La creación de organizaciones de pequeños productores más estructuradas se dio entre los años 1910 y 1920, fomentada por militantes anarcosindicalistas, fundamentalmente en el departamento Central, por ejemplo, la Sociedad de Agricultores Unidos de Limpio” (12). Está de más decir que todos estos movimientos terminaron bajo la represión del Estado.
Ya en los años 60, la “reforma agraria” impulsada por el stroessnerismo encontró eco en las desesperadas masas campesinas que la vieron como una posibilidad de hacerse con un trozo de tierra. No obstante, como ya vimos, la mencionada reforma no era tal ya que lo que hizo el Estado fue repartir tierras públicas aisladas en las zonas de frontera sin ningún proyecto de apoyo real para que los campesinos pudieran asentarse y producir. En definitiva, la dictadura utilizó esta medida como “una válvula de escape social sacando población campesina del centro del país y enviándola a regiones aisladas a través de la entrega de tierra estatales y sin necesidad de tocar la estructura latifundista existente” (12), además del rédito político que el partido Colorado obtenía con ella en el marco de sus políticas clientelares. Dentro del anterior proceso colonizador, el gobierno de Stroessner impulsó también la llamada “modernización agraria” en las ricas tierras del oriente del país, de la cual las principales beneficiarias resultaron ser, en este caso, empresas multinacionales del área agroindustrial (15). Como vemos, muy poco se modificó la condición de explotación del campesinado en este período. Al final de la dictadura de Alfredo Stroessner el panorama era desalentador. “La concentración de la tierra en unas pocas manos es una de las más altas del continente. De acuerdo con el censo agropecuario de 1991, el 37,4% de las explotaciones agrícolas poseen solamente 0,97% del total de las tierras, mientras que el 1,1% dispone del 77,1% de las mismas. La contracara de las grandes propiedades rurales son el campesino minifundista y el campesino sin tierra. Los investigadores sociales estiman en la actualidad aproximadamente 300.000 sin tierra en una población rural económicamente activa de 942.784 personas” (12). Bajo esta realidad en los años sesenta surge la primera forma de organización campesina a nivel nacional: las Ligas Agrarias Cristianas, impulsadas por religiosos adscritos a la teología de la liberación e inspiradas en el comunismo primitivo de los primeros cristianos (16). “Fue lo único que se podía mover socialmente cuando apareció Strossner y su dictadura. Pero estas LAC no plantean las reivindicaciones de una manera política tradicional, sino como un acercamiento a una vida más cristiana y buscando ‘vivir como hermanos’. Por presiones de la dictadura en 1971 la iglesia abandona los vínculos institucionales con las ligas, aunque muchos curas, monjas y laicos continúan en la labor que comenzaron. Los niveles de represión hacia los movimientos sociales aumenta mediante asesinatos y desapariciones y en 1977 Strossner decide acabar con las Ligas. Algunos campesinos continúan la lucha organizándose clandestinamente creándose el Comité de Reorganización Campesina, y en 1983 se funda en Movimiento Campesino Paraguayo, que saca a las calles de Caaguazú más de 15.000 campesinos en la primera manifestación grande de la dictadura pidiendo tierra, precios justos, libertad de organización, así como libertad para los presos políticos y regreso de los exilados. A lo largo de estos años 80 surgen multitud de movimientos juveniles, campesinos y universitarios que van minando la fuerza de la dictadura que acaba por caer en 1989” (17).
En las casi dos décadas que van entre la salida de Stroessner del gobierno y la llegada de Fernando Lugo al mismo, se dio un reacomodo de las clases a la nueva situación. La oligarquía latifundista, que hasta entonces había apoyado incondicionalmente a la dictadura y se había beneficiado con ella, terminó asumiendo la remoción del gastado dictador como algo inevitable, se vistió con un ropaje democrático, legalizó partidos, aprobó una nueva constitución más acorde con los nuevos tiempos, pero continuó manteniendo el poder férreamente entre sus manos. Para las masas la situación no cambió demasiado, aunque el régimen burgués varió su rostro su esencia explotadora se mantuvo intacta. Los movimientos populares, muchos de los cuales salían de la clandestinidad, continuaron bajo la mira del aparato represor del Estado a pesar de la apertura política, sin embargo, esta última les permitió que “asumieran visibilidad pública y crecieran cuantitativamente”(18). “En este breve periodo, el movimiento sindical lidera las luchas, el movimiento juvenil aparece en escena, el de mujeres hace escuchar su voz por la igualdad y va accediendo a importantes conquistas legales, al tiempo que el movimiento campesino va rearticulándose y tomando fuerzas. Las luchas se expresan en ocupaciones de tierra, huelgas, manifestaciones, acciones directas. Los reclamos giran en torno a mejores condiciones laborales, reforma agraria, la profundización de la democracia y contra las políticas de privatización de las empresas públicas… La última mitad de la década de los noventa, estuvo marcada por acciones y luchas que combinaban históricos reclamos (como el de reforma agraria), con una mayor oposición a las políticas neoliberales, e incipientes críticas a las implicancias (fumigaciones) del modelo sojero. El movimiento campesino lideró estas luchas, articulándose con otros sectores sociales y políticos en múltiples espacios locales, regionales y también a nivel nacional... el período de 22 años desde la caída de Stroessner fue una época sumamente rica y contradictoria, que la década del noventa fue de organización y luchas directas, cuyo punto más álgido fue el año 2002 cuando se lograron detener -al menos provisoriamente- las políticas del imperio. Durante todo ese periodo, los reclamos y las acciones estuvieron dirigidas a la Presidencia de la República y al Parlamento Nacional; en la mayoría de los casos las respuestas fueron falsas promesas o la represión directa (cerca de 100 dirigentes fueron asesinados en este periodo y más de tres mil dirigentes imputados). La fuerza de los movimientos no fue suficiente para lograr que las fuerzas políticas conservadoras cedan ante la presión popular. Esta situación –además del contexto regional de triunfos de gobiernos originados en proyectos de izquierda– llevó a las organizaciones a plantearse la vía electoral, se apostaba llegar al gobierno para que sus reclamos se tornen realidad, que sean parte de las políticas públicas, además de contar con un escenario más favorable al fortalecimiento de las organizaciones.” (19). Es en este período que surge la Federación Nacional Campesina que, según el historiador argentino Juan Pablo Nardulli, es “la organización popular con mayor capacidad de movilización en el Paraguay”, de la cual posteriormente surgiría “una organización de izquierda: el Movimiento Popular Revolucionario Paraguay Pyahura. Pyahura”
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El Paraguay del siglo XXI
Al día de hoy el Paraguay presenta grandes contradicciones, muy comunes en el capitalismo, como el ser un país atrasado y pobre a pesar de ser el cuarto exportador mundial de soja y el noveno de carne bovina y tener una población de apenas 6.340.000 personas (21). Su economía, que fue la que más creció en América Latina entre 1970 y 2009 con un 7,2% anual, en el año 2011, sin embargo, ocupaba el lugar 16 entre los 18 países de Latinoamérica evaluados por el FMI, con un PIB de U$S 21.236 millones, superando solamente a Honduras y Nicaragua (22), del cual el 60% lo genera el área de servicios, el 21% la agricultura y el 19% la industria (23). Lejanos están los tiempos de la industrialización de los López, la economía paraguaya del siglo XXI se parece más a la de la de comienzos del siglo XIX cuando se exportaban materias primas de origen agrícola y se importaban manufacturas de todo tipo. Una de las consecuencias de ello es que para 2008 Paraguay continuaba siendo uno de los países con mayor desigualdad social del mundo con un índice de Gini de 0,5849. Mientras el 10% de la población más rica concentra el 40,3% de las rentas totales, el 40% de la población más pobre debe conformarse con el 12,1% (24). Aproximadamente el 80% de las tierras cultivables pertenece al 1% de los propietarios (25), lo cual explica que la mitad de la población paraguaya sea pobre, es decir, deba tratar de vivir con U$S 69,29 mensuales, situación que en el campo, donde vive el 47% de los paraguayos, se hace aún más dramática ya que dicha cantidad se reduce a U$S 40,29 (26). Casi la mitad de los niños paraguayos, 1.100.000, son pobres y el 88% de los ancianos “no tienen jubilación ni pensión alguna, mientras que el 14% (68.296 personas) viven en extrema pobreza” (27), formando parte del 34% de los paraguayos que también se encuentran en esta situación. Según los sindicatos, el 20% de la población activa está desempleada, situación que se agrava entre los jóvenes de 15 a 24 años donde el índice sube a 52%, y de ser “el único país de América donde todos sus habitantes sabían leer, escribir y contar” en 1840, pasó a tener un 8,4% de analfabetismo en 2011, que sube a casi 40% entre los indígenas. Todo lo anterior no es más que un pequeño indicador de lo que el capitalismo le ha aportado al pueblo paraguayo a lo largo de casi siglo y medio de dominación.
3.- Los vientos de la revolución latinoamericana llegan a Paraguay
La elección de Hugo Chávez en 1998 como presidente de Venezuela fue un indicativo de que la lucha de clases en el continente latinoamericano había entrado en un nuevo período de auge. La revolución que se empezó a desarrollar en la patria de Bolívar, producto de la crisis recurrente del capitalismo en la región, pronto encontró tierra fértil para extenderse a Bolivia y Ecuador donde, comenzando el nuevo milenio, sus masas protagonizaron varios alzamientos contra los regímenes burgueses de esos países. Estos movimientos populares, al no contar con direcciones revolucionarias, terminaron canalizándose electoralmente a través de sendas propuestas reformistas que llevaron finalmente a Evo Morales y a Rafael Correa a los respectivos gobiernos boliviano y ecuatoriano. El resquebrajamiento generalizado del poder de la burguesía permitió que también en el resto del continente fueran surgiendo otros gobiernos reformistas como el de Lula en Brasil, el matrimonio Kirchner en Argentina, Tabaré Vásquez en Uruguay y hasta Michele Bachelet en Chile que, aunque más afines al capitalismo que los primeros, no dejaban de reflejar el deseo de cambio de las masas latinoamericanas. Era cuestión de tiempo, entonces, para que las masas paraguayas, que como ya hemos visto han sido de las más explotadas de la región, pero también de las más combativas, siguieran el ejemplo y trataran de revertir su condición de explotación.
Las necesidades sociales de un momento histórico son las que en definitiva determinan a los hombres que se destacarán en dicha época, como planteara Plejánov, ya que son ellos, por sus características particulares, los más aptos para satisfacerlas. En el Paraguay de principios de este siglo XXI, donde las masas que estaban saliendo de un largo período de opresión oscurantista y habían empezado a cuestionar abiertamente la hegemonía de la burguesía, ese papel le ha correspondido hasta ahora al obispo Fernando Lugo. Una situación bastante similar a la vivida años antes en Haití con el también sacerdote Bertrand Aristide. La religión todavía tiene un peso muy importante y es una referencia incuestionable en sociedades predominantemente rurales como la paraguaya, es lógico que cuando surge un religioso con sensibilidad social, que asume sus padecimientos, sea visto como una especie de nuevo mesías por estos sectores olvidados que tratarán de canalizar sus reivindicaciones a través de él. Desde 1994 a 2005 Lugo, un sacerdote afín a la teología de la liberación, ejerció sus funciones eclesiásticas en San Pedro de Ycuamandiyú, una región agrícola y ganadera ubicada en el centro norte del Paraguay, uno de los Departamentos más pobres del país con el 71% de sus 320.000 habitantes viviendo en esa condición, con un 10% de analfabetos y con el ingreso per cápita más bajo del Paraguay (28). Como el propio Lugo lo reconociera más tarde, esta experiencia lo marcó profundamente. “En San Pedro he vivido todas las experiencias humanas. Las experiencias de dolor, de muerte, de persecución a los campesinos, de calumnia, de amenazas. También de triunfo, de logros, de esperanzas… Eso me ha llenado de esperanza e ilusión, me ha dado la oportunidad de compartir con la gente, con su dolor, sufrir junto a ellos la persecución, saber qué se siente cuando se está sin tierra, sin techo, sin salud, sin educación, sin futuro, como huérfanos de la sociedad. Sentir como propio su sufrimiento y dolor me ha hecho desarrollar una sensibilidad especial por el otro que está delante nuestro” (29).
El candidato Lugo
En 2005 Lugo renunció como obispo de San Pedro alegando problemas de salud, aunque se dijo que también existía “un sentimiento de frustración por los nimios resultados de sus intentos de propiciar un cambio profundo en Paraguay desde los ámbitos religioso y social” (30). A partir de ese momento su involucramiento en la lucha política fue en ascenso en consonancia con la propia agudización de la lucha de clases que se estaba dando en las calles y en los campos paraguayos, y en 2006 dio un salto cualitativo cuando, como hiciera el padre Gapón en la Rusia de 1905, “encabezó en Asunción una marcha de decenas de miles de personas convocada por Resistencia Ciudadana, una plataforma cívica que reunía a un centenar largo de partidos –entre ellos, todos los principales de la oposición-, centrales sindicales y organizaciones sociales, movilizados al unísono contra el deseo expresado por Duarte de optar a la reelección presidencial en 2008, lo que requeriría una reforma constitucional” (30). La aparente liberalización del régimen burgués después de la remoción de Stroessner generó en las organizaciones populares la ilusión en la vía electoral, dentro del sistema, como medio para acceder al poder y realizar los cambios largamente esperados por las masas. Sin embargo, los pobres resultados electorales obtenidos no reflejaban el apoyo que varias de estas organizaciones parecían tener en la calle. Las masas, aunque las acompañaban en las luchas reivindicativas, evidentemente, no las veían todavía como una alternativa de poder (31). La incomprensión de esta realidad se reflejaba en disputas y divisiones que, al final, facilitaban el dominio de la oligarquía. En medio de este panorama apareció Fernando Lugo que con su discurso social “rápidamente ganó la simpatía de la izquierda social y política” (20). Sin embargo, la apreciación de Lugo por parte de las organizaciones populares no fue unánime: “Las fuerzas populares se expresaban en tres articulaciones: una abstencionista que no apoyó la candidatura de Lugo por considerar que no representaba a un proyecto popular; una que dio un apoyo crítico al presidente recientemente electo y una más cercana al Poder Ejecutivo, que en sus inicios pretendió constituirse en su base social” (19). También un sector de la burguesía comenzó, entonces, a verlo como una posible referencia electoral capaz de aglutinar suficiente apoyo popular que le permitiera desalojar del poder político al sector agrupado en el partido Colorado. No obstante, lo importante es que un sector significativo de las masas empezó a considerarlo como el hombre capaz de revertir su miserable situación. Ese mismo año, el capitalista Pedro Nicolás Fadul, líder principal del Partido Patria Querida, le propuso a Lugo encabezar una amplia alianza policlasista para enfrentar a los colorados en las elecciones de 2008. “A las pocas horas de recibir la misiva del PPQ, el obispo emérito respondió afirmativamente con la indicación de que estaba listo para desarrollar un ‘trabajo mancomunado’ con miras a alumbrar en Paraguay ‘una dirigencia idónea, honesta y sensible con los problemas del pueblo’” (30).
Fue el comienzo de la carrera política de Lugo, sólo que si el descubrir la inutilidad del trabajo religioso para transformar la sociedad lo había frustrado, ahora, al elegir el campo político para dar su batalla redentora y seleccionar como compañeros de trinchera a los propios explotadores, estaba creando las condiciones para una frustración aún mayor. La visión idealista de la sociedad, el no entender qué es, ni cómo funciona, ni cómo se resuelve la lucha de clases y, por lo tanto, no saber leer la historia, que en Paraguay es tan rica, lleva a realizar planteamientos ingenuos como el siguiente: “Tratar de convertir todo el país en una catedral. Lo que quise decir, de manera metafórica, es: ‘A partir de ahora me dedico al país. Hasta ahora estuve en una catedral enseñando, compartiendo, sufriendo, construyendo. Hoy me pongo a disposición de la ciudadanía y de todos los ciudadanos de Paraguay para construir desde la política esa nación que nos merecemos todos los paraguayos, una nación más justa, más fraterna’. Queremos construir un país con más equidad social, una nación reconciliada, donde la justicia no sea sólo un objeto de lujo para algunas personas pudientes, sino para todas y todos por igual. La catedral tiene esa imagen de acoger a todos. En ella entran los pobres, los ricos, los de izquierda, los de derecha. Para construir esa catedral hay que partir de considerar a todas y a todos los paraguayos por igual” (29). Quedaba así servida la mesa para la creación en 2007 de la Alianza Patriótica para el Cambio conformada en un comienzo por 8 organizaciones políticas. “Estos eran: el PLRA, el PEN, el Revolucionario Febrerista (PRF), el Demócrata Cristiano (PDC), el Demócrata Progresista (PDP), País Solidario (PPS), Frente Amplio (PFA) y el prochavista Movimiento al Socialismo (P-MAS); los dos últimos eran miembros del Bloque Social y Popular (BSP), agrupación de fuerzas que se había mantenido al margen de la ahora disuelta Concertación Nacional. Además de la APC, Lugo contaba con el apoyo del MPP, el MPT, el Movimiento Fuerza Republicana, los partidos Comunista, Socialista Paraguayo, Socialista Comunero, Social Demócrata, de Unidad Popular y así hasta una treintena de partidos, movimientos y organizaciones sociales” (30). Previo a ello, Lugo debió renunciar a su condición clerical y, posteriormente, tendría que afiliarse a un partido político (el seleccionado por él en este caso sería el Demócrata Cristiano) para que lo eligiera su candidato, y así satisfacer los requisitos que le exigía la ley. Cumplido con esto, Lugo inscribiría su candidatura el 31 de enero de 2008, con un compañero de fórmula impuesto por sus nuevos aliados burgueses: el médico conservador Federico Franco Gómez, un empresario de la salud dueño del Sanatorio Franco y líder, además, del partido Liberal Radical Auténtico. Era parte de las concesiones que desde un comienzo Fernando Lugo se vio obligado a hacer a sus socios y que desde el arranque cargaba de plomo el ala de su proyecto reformista.
La oferta electoral presentada por la policlasista Alianza Patriótica para el Cambio bajo el lema “Yo tengo fe” era el típico programa reformista en el cual se trata de dejar conforme a todo el mundo mezclando reivindicaciones básicas de los sectores explotados, comenzando por la histórica reforma agraria y continuando con el acceso a los servicios de salud y de educación, con la garantía a los capitalistas de que no se les tocaría su sacrosanta propiedad privada de los medios de producción ni la libertad para continuar explotando a los trabajadores paraguayos, para concluir con las ya clásicas “lucha contra la corrupción” y reforma constitucional tan caras a la pequeña burguesía (32). A pesar de ser un religioso católico que, por lo tanto, se supone debe conocer al detalle el mensaje bíblico, Lugo estaba cayendo en la contradicción de intentar servir a dos amos a la vez: al capital explotador y a los explotados de éste, como era previsible, al final ninguno de los dos quedaría conforme. La indefinición ideológica se veía ratificada, una y otra vez, en el mensaje del obispo candidato que se “inspiraba”, como él mismo reconocería, en la frase de Pío XI que “la política es la expresión más sublime de la caridad”. “El ex obispo aseguró que él no era ‘ni de izquierda ni de derecha’, que se veía ‘en el centro, como la boca del poncho’, y que ‘el hambre no tiene ideologías’… Con respecto al modelo chavista y su estrategia de exportación de la revolución bolivariana a toda Sudamérica, Lugo marcó unas distancias que a muchos les parecieron poco convincentes. Por un lado enfatizó que las circunstancias de Venezuela y Paraguay eran diferentes, y que la importación de modelos políticos de países vecinos no tenía sentido, pero también expresó su ‘admiración’ por Venezuela, y de paso por Bolivia y Ecuador, por la ‘valentía’ de sus gobernantes a la hora de hacer ‘rupturas históricas’, que era precisamente lo que hacía falta en Paraguay. El ‘experimento’ socialista venezolano le parecía ‘interesante’ y ‘estimulante’ por su énfasis en una ‘mejor distribución de la riqueza para beneficio de la mayoría pobre’, aunque rechazaba su ‘fuerte dosis de estatismo, totalmente al servicio de una persona’, y su ‘falta de pluralismo, peligrosa para una verdadera democracia’” (30). Esta ambigüedad, que parecía ser fomentada ex profeso por el propio Lugo para no aparecer como un radical ante los sectores conservadores, sin embargo, no mejoraba la visión que la burguesía y sus voceros tenían de él. Conscientes de su posición dominante y de lo que significa la lucha de clases, estos últimos sí se percataban del peligro potencial que representaba Lugo para sus intereses, no tanto por las medidas que pudiera tomar contra ellos, sino por las esperanzas e ilusiones que despertaba en las masas. “Sus detractores acusaban a Lugo, con sus constantes apelaciones a los pobres, de fomentar el revanchismo y la confrontación, de haber mantenido contactos con la banda criminal, vinculada a su vez a la guerrilla colombiana de las FARC, que en febrero de 2005 había asesinado a Cecilia Cubas tras tenerla cinco meses secuestrada y, sobre todo, de ser el abanderado del socialismo del venezolano Hugo Chávez en Paraguay” (30).
El 20 de abril de 2008 se realizaron las elecciones que dieron ganador a Fernando Lugo con el 40,8% de los votos contra el 30,7% de la colorada Blanca Ovelar de Duarte, se cortaba de esta forma la hegemonía de más de medio siglo de gobiernos colorados y se confirmaban los fuertes deseos de cambio del pueblo paraguayo. Sin embargo, como ya comentamos, aunque la burguesía cedió el gobierno a manos de Lugo conservó su mayoría parlamentaria constituida por 29 diputados del partido Colorado, 26 del partido Liberal Radical Auténtico (“aliado” de Lugo) y 16 de la UNECE, sobre un total de 80, y el 62% de los senadores, además del control que ya tenía del poder judicial.
4.- El gobierno de Lugo
Con el apoyo de un importante sector de las masas que lo había elegido presidente, pero cercado por la institucionalidad burguesa y bajo el permanente fuego mediático de la prensa que lo acusaba de ser un agente del “chavismo”, Fernando Lugo comenzó su gestión el 15 de agosto de 2008. A la hora de formar gobierno Lugo mantuvo la misma línea conciliadora y ambigua que lo caracterizó durante la campaña electoral, con lo cual, las carteras más importantes terminaron en manos del sector de la Alianza más afín a la burguesía, desde donde continuarían impulsando políticas neoliberales favorables a la clase dominante. “… en los principales Ministerios fueron colocados representantes de los partidos conservadores de la Alianza Patriótica para el Cambio que posibilitó la victoria de Lugo. Así, las políticas ‘importantes’ continuaron en manos de la derecha: la política económica siguió los dictámenes del Banco Mundial y el FMI; iniciativas de privatización se van implementando; el avance de los agronegocios y de las lógicas extractivistas en manos de grandes transnacionales siguen viento en popa; y, para colmo, la ley antiterrorista fue aprobada a instancias del propio Presidente de la República, y las políticas de seguridad son asesoradas públicamente por el gobierno colombiano” (19). Una de las estrellas del gabinete de Lugo fue su ministro de Hacienda, Dionisio Borda, un tecnócrata con postgrado en Wisconsin y Massachusetts y hombre de confianza del FMI, BM y BID, que aplicó a rajatabla en Paraguay las políticas impulsadas por estos organismos. En ese primer gabinete de 2008 también se encontraban, entre otros, el general de cuatro estrellas Luis Nicanor Bareiro Spaini, ex comandante del ejército durante el gobierno del colorado Duarte, al cual Lugo “calificó de hombre ‘brillante’ en la milicia, por lo que le confió el cargo” de ministro de Defensa (33), además de los liberales Cándido Vera Bejarano en Agricultura y Ganadería, Blas Llano en Justicia y Trabajo y Martín Heisecke en Industria y Comercio, el colorado Horacio Galeano Perrone en Educación, y los socialdemócratas Alejandro Hamed, del PMAS, en la cancillería y Rafael Filizzola, del PDP, en el ministerio del Interior. Este último, quien durante los casi 4 años de gobierno se vería involucrado en numerosos episodios represivos contra el movimiento popular, poco antes de asumir su cargo expuso su visión sobre el tema de la seguridad, al tiempo que realizaba una advertencia directa al movimiento sin tierra para que se abstuviera de atentar contra la propiedad privada (34). “El presidente electo no quiso dar nombres de otros candidatos al gabinete, aunque recordó que en las carteras de Hacienda, Defensa, Interior y Relaciones Exteriores, las designaciones correrán exclusivamente por su cuenta y no estarán sujetas a una revisión de los demás integrantes de la Alianza Patriótica para el Cambio” (33). Una vez aseguradas las palancas del gobierno en manos del ala de derecha de la Alianza, el obispo presidente buscaría un equilibrio entregando las áreas sociales y asistenciales a los sectores de izquierda que lo acompañaban: Esperanza Martínez asumiría la cartera de salud, José Luis Casaccia la Secretaría del Ambiente; Camilo Soares la Secretaría de Emergencia Nacional y Pablino Cáceres la Secretaría de Acción social. La composición del gabinete despejaba cualquier duda sobre el carácter de clase que tendría el futuro gobierno del obispo presidente, de una vez se podía adivinar quiénes serían favorecidos económicamente y quiénes serían reprimidos. Esta correlación de fuerzas en el gobierno de Lugo se mantendría más o menos sin cambios hasta el final. Para el momento en que es desalojado de la presidencia, Lugo contaba con cuatro ministros liberales y uno colorado, los mismos partidos que le estaban dando el golpe.
A pesar que la economía y la política represiva permanecieron en manos de los representantes del capitalismo, con lo cual no variaba demasiado de la que venían aplicando los anteriores gobiernos colorados, el gobierno de Lugo utilizó las políticas asistenciales y el nombramiento de dirigentes de la izquierda en cargos burocráticos para tratar de proyectar hacia las masas una imagen progresista. “Este fue uno de los mecanismos utilizados para lograr cierto apoyo y gobernabilidad, colocar a referentes de los partidos de izquierda en importantes puestos del gobierno, fue quizás una estrategia no sólo para que quienes son más sensibles a los problemas sociales lleven adelante acciones favorables a los sectores más golpeados por las políticas neoliberales, sino que también para acallar o -al menos- aminorar las críticas. Teniendo en cuenta la estrecha vinculación entre partidos de izquierda y movimientos campesinos, con esta estrategia no sólo se institucionalizó a los partidos, sino que también se acalló a las organizaciones que más combativas habían sido durante la última década” (35).
Independientemente de lo anterior, también está claro que en Lugo existía un verdadero deseo de mejorar la desesperada situación social de los más pobres que, como ya hemos visto, en Paraguay representan prácticamente a la mitad de la población, esto explica por qué muchas de sus primeras medidas de gobierno estuvieron dirigidas en esa dirección. En una realidad tan dantesca cualquier acción positiva que se tomara en ese sentido, así fuera modesta, iba a tener un importante impacto inicial como, efectivamente, ocurrió. En 2009 se lanzó el Plan Nacional de Soberanía y Seguridad Alimentaria Nutricional (Planal) a un costo de U$S 700 millones para, básicamente, tratar de mitigar el hambre. “‘Serán grupos metas prioritarios los pueblos originarios y las poblaciones urbanas y rurales en condiciones de vulnerabilidad. En el mediano plazo (2009/2013), se propone contribuir al mejoramiento de la competitividad y disponibilidad de alimentos en 180.000 fincas familiares campesinas y 25.000 familias indígenas. Así como el acceso de alimentos, educación y salud de 100.000 familias por año en condiciones de extrema pobreza’, según expresa el documento base del programa” (36). Era la tercera gran medida que implementaba el gobierno de Lugo desde el comienzo de su gestión, antes, el 26 de agosto de 2008, había creado el Sistema Integrado de Gestión para el Desarrollo Agropecuario y Rural y posteriormente, en noviembre de ese mismo año, la Coordinadora Ejecutiva para la Reforma Agraria. En su tercer informe de gestión, en 2011, Lugo declaraba que la asistencia directa que daba el Estado a familias en situación de extrema pobreza había pasado de 20.000 en 2008 a 125.530 familias en 2010. En el área sanitaria, finalizando el año 2008, su gobierno había decretado la Declaración de Gratuidad universal para el acceso a los servicios de Salud que se reflejó en “más de 8.000.000 de consultas gratuitas en el 2010, significando un aumento del 100% con respecto al 2007. A diciembre del 2010 se instalaron 503 Unidades de Salud de la Familia, en 210 distritos de 18 Regiones Sanitarias, empezando en aquellos con mayores índices de pobreza, para una población total de 2.012.000 personas. Esto ha requerido la incorporación de 1.844 profesionales de la salud entre médicos, enfermeras, promotores de salud y otros. Fortalecimiento de la Red Hospitalaria con el aumento de camas de terapia intensiva, pasando de 86 en el 2008 a 203 camas en el 2010” (37). En materia educativa se volvió a declarar obligatoria y gratuita la educación inicial y media, se universalizó una “canasta básica de útiles escolares” que ha beneficiado a 1.427.000 estudiantes de los niveles inicial, básico y medios, se otorgaron más de 10.000 becas y se impulsó una campaña nacional de alfabetización que abarcó a 30.000 personas en 2011 (37). Además, se construyeron viviendas para los sectores más pobres, incluidos por primera vez los indígenas, se ceduló masivamente a la población, abarcando a un tercio de la misma. Sin embargo, al no pasar de ser meras medidas asistencialistas que sólo buscaban aliviar una situación social, pero que no formaban parte de un proyecto de transformación revolucionaria de la sociedad, lo positivo de estas medidas tuvo también una contracara negativa al producir un efecto desmovilizador en un sector de las masas. “Cuando el movimiento campesino se dio cuenta de la necesidad de retomar las luchas por la reforma agraria y contra el modelo sojero, más allá de que ‘compañeros’ sean parte del gobierno, sus bases ya estaban desmovilizadas y sujetas a algún plan gubernamental. En estos tres años de gobierno ‘progresista’ se llevaron adelante algunas políticas sociales importantes, acciones que benefician a jóvenes, mujeres, personas de la tercera edad, indígenas. Sin embargo, aunque algunas fueron reivindicaciones de movimientos, las mismas no han sido conquistas de los movimientos, sino acciones gubernamentales que en muchos casos rozan el asistencialismo y tienden a la desmovilización” (19).
Lugo y la reforma agraria
Si bien es cierto que el gobierno de Lugo pudo adelantar una serie de medidas asistencialistas que tuvieron un efecto inmediato en áreas sensibles como la salud y la educación, en lo que había sido su principal oferta electoral: la reforma agraria, el avance fue casi nulo ya que los proyectos planteados por el gobierno, que tampoco pretendían ir muy lejos en la redistribución de la tierra, igual así chocaron contra los intereses de la clase dominante que, a partir de ello, terminó de bajarle el pulgar al obispo presidente.
Buena parte del apoyo popular que logró Fernando Lugo se debió, como ya dijimos, a que estos sectores explotados lo vieron como la persona que podía comenzar a revertir su centenaria situación de despojados de la tierra. “El último Censo Agropecuario, correspondiente al 2008, muestra que sólo el 2% de los propietarios concentran el 85.5% de las tierras, a la vez que 300,000 familias campesinas no poseen un solo metro cuadrado de tierra para cultivar. De esta proporción, el 80% de las tierras aptas para la agricultura está en manos del 1% de los propietarios, y sólo el 6% está en manos de pequeños agricultores con menos de 20 Ha de tierra cada uno (alrededor de 260,000 familias en todo el país)” (38). El mismo censo también informaba que “54 por ciento de las tierras de la región oriental del país y 57,5 por ciento del occidente chaqueño están dedicadas a la producción de pasturas, esencialmente para la soja. Los montes ocupan 28 y 36 por ciento de la extensión, respectivamente, y los cultivos 10 y 0,1 por ciento. En la zona oriental la mayoría de la población es ‘brasiguaya’. Las plantaciones de soja abarcan 27.735 fincas y dan empleo a muy poca gente” (39). Poco antes de asumir como presidente, Lugo había declarado que la reforma agraria iba a ser una “prioridad” de su gobierno y que se comenzarían a tomar medidas “apenas tuviera la posesión del cargo”. En diciembre de 2008 se creó la Coordinadora Ejecutiva para la Reforma Agraria (Cepra) conformada, entre otros, por la Secretaría Nacional de la Vivienda y el Hábitat (Senavitat), la Secretaría de Acción Social (SAS) y el Instituto Nacional de Desarrollo Rural y de la Tierra (Indert), bajo la coordinación de éste último, cuyo objetivo era “asegurar la sostenibilidad económica de 120 mil productores del campo sin tierras, a través de la tenencia y regularización-titulación de fincas en calidad y cantidad suficiente para el autoconsumo y rentabilidad familiar” (40). En una entrevista que le realizara Pascual Serrano en febrero de 2009, el mismo Lugo volvía a reconocer el problema y le daba, a su vez, su aval a la medida tomada: “La reforma agraria nunca se afrontó en serio en Paraguay, hubo algunos intentos pero nunca se hizo. Ahora hemos creado una coordinadora que incluye no sólo el objetivo de conceder tierras para su cultivo a los campesinos, sino también asistencia técnica, crediticia, etc., en general para los territorios más abandonados. En segundo término para los Sin Tierra se prevé poner en marcha un programa elaborado por ellos mismos” (41). Varios meses después de su lanzamiento el proyecto aún no había arrancado, empantanado en trámites burocráticos, como lo reconocían los propios burócratas del Indert, a la vez que realizaban un nuevo ofrecimiento: "Desde junio hasta diciembre se ejecutarán plenamente las obras, las evaluaciones las vamos a tener en diciembre, para ver si cumplimos o no lo prometido" (42). Al año siguiente, ante el poco progreso de este primer proyecto de reforma agraria “integral” y en el marco del lanzamiento de un nuevo plan, salía otra vez Lugo a quejarse por las trabas que le ponía la clase dominante para implementar su modelo reformista, pero eso sí, sin perder la confianza en la democracia burguesa: “Hablando en el idioma guaraní, Lugo explicó en su discurso que ‘no es fácil llevar adelante los programas sociales de beneficio para los más necesitados porque existen pequeños grupos que desean que el pueblo no progrese y levante la cabeza… Pero que linda es la democracia participativa’, añadió” (43). El proyecto agrario luguista se fundaba en la adquisición de tierras por parte del Estado para luego entregarlas a los campesinos sin tierra. El problema para adelantar este tipo de política reformista es que si no se tiene una montaña de dinero, como la que le produce el petróleo al gobierno de Hugo Chávez en Venezuela, es imposible de realizar como quedó demostrado en Paraguay, donde el proyecto llegó hasta donde alcanzaron los escasos fondos públicos.
En vez de expropiar a los expropiadores, los reformistas prefieren respetarles la propiedad mal habida y negociar con ellos comprándoles lo robado. Sin embargo, la conclusión que sacó el obispo presidente del fracaso de su primer plan fue todo lo contrario: se elaboró un nuevo plan denominado “Lineamientos Estratégicos para una Política de Reforma Agraria Integral y Desarrollo Rural Territorial”. “El propio presidente de la República, Fernando Lugo, encabezó la comitiva del Gobierno que presentó el plan de reforma agraria, con un nuevo enfoque, en el que se dará mayor protagonismo al sector empresarial, de cara a lograr una colaboración cercana para la ejecución de tareas, ya que se pretende luchar contra la pobreza extrema en el país. El mandatario destacó también que la implementación del programa ‘llevará su tiempo… Nos daremos el gusto de impulsar seriamente esta reforma agraria integral con desarrollo rural’” (44). En cierta forma, el nuevo proyecto era un refrito del primero que sólo incorporaba la novedad de la invitación a los capitalistas a participar en el mismo. Como era previsible, también este plan corrió una suerte similar a su antecesor. Ante lo inocultable y sin una respuesta revolucionaria para cambiar el curso de la historia, Lugo prefirió resignarse y correr la arruga para adelante, como suelen hacer los reformistas, posponiendo una vez más los anhelos de los explotados para un futuro indefinido en el tiempo. “… aún reconociendo la necesidad ‘impostergable’, Lugo señaló que esa realidad deberá ser corregida ‘de a poco’ porque ‘las propias leyes no nos ayudan". Paraguay es uno de los pocos países que no tiene ni siquiera un catastro de propiedades, recordó. En la década pasada, el Banco Mundial otorgó un préstamo de 40 millones de dólares con ese fin pero ‘cayeron en saco roto y no se ha hecho ni el 10 por ciento de ese trabajo’. Lugo fue consultado por Clarín acerca de si son la leyes o las diferencias internas en el gobierno (algunos de los principales dirigentes del principal partido de gobierno, el Liberal, están entre los terratenientes más poderosos del país), el presidente dijo que no. ‘La reforma agraria es un eje transversal, firmado y refrendado por todos los partidos y también por los movimientos sociales y políticos que conforman la alianza’ en el poder, precisó” (39).
A medida que pasaba el tiempo y los planes gubernamentales no daban soluciones, los desheredados de siempre, los mismos que habían llevado a Lugo al gobierno y no pueden esperar infinitamente por un pedazo de tierra porque sus urgencias son distintas a las del obispo presidente y su equipo burocrático, retomaron e intensificaron las movilizaciones y tomas de tierra. La respuesta del gobierno, como lo había adelantado el “izquierdista” ministro del Interior Rafael Filizzola, fue la represión y el encarcelamiento de los tomistas. “‘Las luchas emprendidas por nuestro pueblo son por la reforma agraria, por detener el avance de la agricultura empresarial, y las respuestas del instrumento judicial y policial sigue siendo de grandes represiones con aproximadamente 2.000 compañeros imputados; varios de ellos llegaron a ser encarcelados’, afirma a Noticias Aliadas, Ramón Medina, dirigente nacional de la Organización de Lucha por la Tierra (OLT). ‘Seguimos teniendo un Estado que defiende los intereses de los grandes latifundistas, de los grandes sojeros, por lo que debe continuar nuestra lucha y las movilizaciones contra los latifundios y contra la expansión sojera, en la defensa de los recursos naturales; y al mismo tiempo construyendo propuestas políticas alternativas que puedan ser discutidas con la sociedad y presentadas a las instituciones del Estado, a fin de ir forzando cambios democráticos a favor de la mayoría del pueblo’, asegura Medina” (38). De esta forma los conflictos fueron tomando una dinámica ascendente, destacándose, entre otros, el ocurrido en abril de 2011 en las ricas tierras de Ñacunday, en el oriente del país, en la zona de frontera con Brasil y Argentina, donde “familias sin tierra de esa localidad, agrupadas en la Comisión Vecinal Santa Lucía, empezaron a ocupar parte de la propiedad del mayor latifundista sojero del país, Tranquilo Favero, quien posee más de 1 millón de hectáreas de tierras, de las cuales 400,000 se encuentran en Ñacunday. A fines del año se sumaron integrantes de la Liga Nacional de Carperos, movimiento de campesinos sin tierra que tiene movilizadas a casi 10,000 personas en improvisados campamentos de hule negro o carpas” (38). Tranquilo Favero, el latifundista invadido, es un burgués patán, “brasiguayo” (brasileño nacionalizado paraguayo), que se favoreció con la “reforma agraria” de Stroessner de quien se confiesa admirador. “Hoy es el mayor productor individual de soja de Paraguay, dueño de inversiones en 13 de los 17 departamentos del país y principal accionista de nueve empresas que integran un poderoso grupo económico que lleva su apellido” (45). La toma de las tierras de Favero no fue casualidad sino producto del agotamiento de la paciencia de los “sin tierra” paraguayos obstinados de la inacción del gobierno de Lugo pero, sobre todo, de los atropellos del terrateniente sojero que “odia a los pobres” cuyas prácticas empresariales les han generado pérdida de empleos, pérdida de tierras, degradación ambiental, enfermedades, y pare usted de contar (45). El conflicto sacó una vez más a la superficie el odio de clase de la burguesía, de la paraguaya que en la voz del diputado colorado Andrés Retamozo ha hecho reiterados llamados a la utilización de “mano dura” para acabar con “el atropello a los productores” (46), y de la brasileña que a través del propio Favero había dicho que “a los carperos hay que tratarlos como mujer de ‘malandro’ (delincuente), que sólo responde a palos” (47). También el “progresista” gobierno de la “compañera” Dilma Rousseff mostró su verdadero rostro saliendo en defensa de don Tranquilo y presionando a Lugo por una pronta y favorable solución (48).
La actitud del gobierno de Lugo ante estos conflictos ha sido coherente con toda su política reformista y conciliadora, es decir, evitar el enfrentamiento con la burguesía haciéndole permanente concesiones que, al final, lo muestran en toda su patética debilidad. Mientras, a su base popular, específicamente a la campesina, le da un discurso contradictorio y desmovilizador donde por un lado ataca a los “devoradores de tierras y fortunas mal habidas” y por otro les recuerda que “hay que respetar las leyes” promulgadas por los latifundistas desde el parlamento.
Es más que evidente que la solución del problema de la tenencia de la tierra no pasa por los buenos sentimientos, la buena voluntad y el elaborar pomposos planes sino por tomar medidas efectivas que acaben de una vez con el poder de los terratenientes. Pero esto, que los campesinos explotados comprenden con una claridad meridiana, es una verdad guardada bajo siete llaves para los reformistas y Lugo no es la excepción. Su confianza en la institucionalidad y la legalidad burguesa y, en contrapartida, su desconfianza en las masas lo condujeron a un callejón sin salida y determinaron el principio de su fin.
5.- La burguesía recupera el gobierno
Un golpe anunciado
Fernando Lugo fue un fenómeno producido por el auge que vivía la lucha de clases en Paraguay en un momento dado en el cual las masas buscaban una vía para avanzar y una dirección que las guiara. Como ya explicamos, Lugo vino a canalizar esta necesidad social pero su debilidad ideológica y organizativa dejó la puerta abierta para que un sector de la clase explotadora terminara utilizándolo para desalojar del poder a otro sector de la misma clase, tal como lo reconociera públicamente y con todo cinismo el senador del partido Liberal, Alfredo Jaegli: “Yo luché mucho para que se conformara la alianza y quitar al partido colorado del poder, lo llevamos a Lugo de candidato, con un liberal no íbamos a ganar” (49). La burguesía siempre estuvo clara en que más temprano que tarde tendría que hacerse cargo del nuevo presidente, inclusive del método que utilizaría para ello. Como decía un artículo de prensa: “Desde el inicio de su gobierno, en especial entre 2008 y 2010, los rumores de que Lugo podía ser destituido fueron constantes. Su vicepresidente Federico Franco le acusó de traición nada más iniciarse la administración y se postulaba para sucederlo: ‘tenemos que estar atentos (…), yo siempre les dije: es función del Vicepresidente estar preparado ante cualquier situación…como cualquier paraguayo es que este Gobierno y cualquier otro termine bien…si las condiciones no están dadas hay que echar mano a lo que establece la Constitución’… La destitución de Lugo era querida por casi todas las fuerzas políticas” (50). Hasta el gobierno de EEUU estaba al tanto de lo que tramaba la burguesía. “Un cable secreto de la embajada de los EEUU de marzo del 2009, filtrado por Wikileaks, informa sobre versiones de ‘que el líder del Unace, el general Lino Oviedo, junto al ex presidente Nicanor Duarte Frutos buscarían destituir a Fernando Lugo, con un juicio político dentro del Parlamento’. El mismo fue enviado al Departamento de Estado. Según dicho material, esperarían cualquier tropiezo del representante de la Alianza para realizarle un juicio político en el Congreso, y obtener su destitución. La falta de votos sin embargo les imposibilito concretar el acuerdo. El plan era poner a Federico Franco en la presidencia y obligarle a llamar a elecciones en 90 días” (51). Si bien en este caso el hackeo de los correos del Departamento de Estado dejó al descubierto algo que era un secreto a voces, no es menos cierto que sólo mostraba la punta del iceberg. Como en el caso del marido engañado, el único que parecía no darse cuenta, o se hacía el tonto, era el propio Lugo, aunque en más de una ocasión aludió a ello, como en 2009 cuando salió a desmentir un posible golpe de Estado o, más recientemente, cuando hizo mención directa del dirigente colorado Horacio Cartes, “un empresario investigado en el pasado reciente por Estados Unidos por lavado de dinero y narcotráfico” y principal candidato colorado para las elecciones de 2013, acusándolo de estar detrás de una posible destitución (50).
El atentado de Curuguaty
Como vemos era cuestión de tiempo para que la burguesía toda, ya que en la salida de Lugo coincidían todos sus sectores incluidos los representantes de las multinacionales, pusiera en marcha los mecanismos del Estado burgués, que nunca dejó de controlar, para escenificar el último acto del drama de Fernando Lugo y el primero del retorno del partido Colorado al gobierno en las elecciones de 2013. Como en las novelas de Ágata Christie: todos en la clase dominante tenían motivos para salir de Lugo. Para ello sólo hacía falta un hecho que impactara en la opinión pública y justificara la posterior acción, “defensiva y reparadora”, que se verían obligados a tomar los poderes controladores del Estado: el parlamento y los tribunales.
“Curuguaty es una ciudad ubicada al este de la Región Oriental del Paraguay, a unos 200 km de Asunción, capital del Paraguay. A unos kilómetros de Curuguaty se halla la estancia Morombí, propiedad del terrateniente Blas Riquelme, con más de 70 mil hectáreas en ese lugar. Riquelme proviene de la entraña de la dictadura de Stroessner (1954-1989) bajo cuyo régimen amasó una inmensa fortuna, aliado al general Andrés Rodríguez, quien ejecutó el golpe de Estado que derrocó al dictador Stroessner. Riquelme, que fue presidente del Partido Colorado por muchos años y senador de la República, dueño de varios supermercados y establecimientos ganaderos, se apropió mediante subterfugios legales de unas 2.000 hectáreas, aproximadamente, que pertenecen al Estado paraguayo. Esta parcela fue ocupada por los campesinos sin tierras que venían solicitando al gobierno de Fernando Lugo su distribución. Un juez y una fiscal ordenaron el desalojo de los campesinos, a través del Grupo Especial de Operaciones, GEO, de la Policía Nacional, cuyos miembros de élite en su mayoría fueron entrenados en Colombia, bajo el gobierno de Uribe, para la lucha contrainsurgente. Sólo un sabotaje interno dentro de los cuadros de inteligencia de la Policía, con la complicidad de la Fiscalía, explica la emboscada, en la cual murieron 6 policías. No se comprende cómo policías altamente entrenados, en el marco del Plan Colombia, pudieron caer fácilmente en una supuesta trampa tendida por campesinos, como quiere hacer creer la prensa dominada por los oligarcas. Sus camaradas reaccionaron y acribillaron a los campesinos, matando a 11, quedando unos 50 heridos. Entre los policías muertos estaba el jefe del GEO, comisario Erven Lovera, hermano del teniente coronel Alcides Lovera, jefe de seguridad del presidente Lugo” (52).
La destitución de Lugo
La primera reacción de Lugo, luego de condenar los hechos, fue una nueva concesión a la burguesía: destituyó al ministro del Interior, Carlos Filizzola, el cual automáticamente se transformó en su opositor, y nombró en su lugar a Rubén Candia Amarilla, quien fuera “ministro de Justicia del gobierno colorado de Nicanor Duarte (2003-2008) y se desempeñó como fiscal general del Estado por un periodo, hasta el año pasado, cuando fue reemplazado por otro colorado, Javier Díaz Verón, a instancia del propio Lugo” (53). A pesar de este gesto de “buena voluntad” del obispo presidente hacia quienes le estaban preparando el cadalso, éstos últimos, en cambio, no tuvieron la misma actitud cristiana hacia él. Siete días después del autoatentado que mató a 11 campesinos y 6 policías, el parlamento paraguayo controlado por la burguesía votó a favor del enjuiciamiento de Fernando Lugo por “mal desempeño de sus funciones” (54) y ese mismo día, en un juicio sumario, procedía a destituirlo del cargo. Una vez más el odio de clase de la burguesía paraguaya quedaba reflejado en el libelo acusatorio presentado ante las cámaras legislativas: “Fernando Lugo, hoy por hoy representa lo más nefasto para el pueblo paraguayo, que se encuentra llorando la perdida de vidas inocentes debido a la criminal negligencia y desidia del actual Presidente de la Republica, quien desde que asumió la conducción del país, gobierna promoviendo el odio entre los paraguayos, la lucha violenta entre pobres y ricos, la justicia por mano propia y la violación del derecho de propiedad, atentando de ese modo permanentemente contra la Carta Magna, las instituciones republicanas y el Estado de Derecho” (54).
Al día siguiente de la remoción de Lugo, en la preparación de la cual habían participado activamente sus “aliados” del partido Liberal, particularmente su ex ministro Blas Llano, el senador de este partido, Alfredo Jaegli, daba unas declaraciones muy esclarecedoras donde hacía públicas las razones de fondo por las cuales se había dado el golpe.
“En diálogo con el canal Misiones Cuatro, el senador reconoció abiertamente la alianza de liberales y colorados para deponer a Lugo, en resguardo de los intereses de los latifundistas. ‘En el senado somos 45 (legisladores) y vamos a tener 43 votos (para destituirlo) Hubo otros casos en los que se reunieron Colorados y Liberales, por ejemplo, en el marzo paraguayo’, consignó Jaegli, en referencia a la destitución del ex presidente Raúl Cubas Grau. Esa destitución se produjo tras el asesinato del vicepresidente Luis María Argaña, a manos de seguidores del general golpista Lino Oviedo… Consultado sobre las implicancias de deponer a un presidente elegido democráticamente a sólo nueve meses de las elecciones presidenciales, Jaegli no dudó en afirmar que ‘la picardía es tener muertos nuevamente por culpa de la ‘lucha de clases’ que está imponiendo este señor. Tenemos todos los elementos constitucionales para que cuando pasa esto, tengamos la posibilidad de sacarle al pícaro. Hacerle no al juicio político sería la picardía del congreso, que está justamente para eso, para sacar al que no sirve’, enfatizó. Sobre el escaso tiempo que se le concederá a Lugo para efectuar su defensa, Jaegli argumentó que ‘nosotros hacemos los reglamentos de un juicio político, que no es un juicio normal’. Justificando la iniciativa golpista que atenta contra la institucionalidad del Paraguay, Jaegli argumentó que ‘cuando hay 16 muertos, y se manda a la policía desarmada frente a los invasores de tierras porque culpa de esa ideología que no cree en la propiedad privada, cuando creemos que va a haber más muertes y ‘lucha de clases’ que está destruyendo a la sociedad paraguaya, entonces tenemos que sacar (al presidente) inmediatamente’. Sobre la demanda de tierras del campesinado que desató la masacre, Jaegli explicó que ‘en el Paraguay hace 50 años que tenemos reforma agraria, el país tiene 40 millones de hectáreas, se han repartido 8 millones de hectáreas y lo único que logramos con repartir tierras es mantener la pobreza’, comentó, reconociendo en parte que las tierras repartidas han sido las de menor valor y capacidad productiva. ‘Hablar de reforma agraria en el siglo XXI, con la tecnología disponible, es como pedirle a un médico que opere con un cuchillo de carnicero’, sentenció el destituyente senador, que defiende los intereses de los grandes latifundios del Paraguay” (55).
He aquí el verdadero pensamiento de la burguesía, de la paraguaya y de la de todo el mundo. Y con esta gente pretendió Lugo hacer un gobierno a favor de los pobres.
La burguesía también aprende de la experiencia
La historia parece estar demostrando, una vez más, que la burguesía latinoamericana se está adaptando mejor y más rápido a las situaciones cambiantes que se producen en la lucha de clases que el resto de los actores. Su vocación de poder, forjada en los 200 años que tiene como clase dominante, unida a la ausencia de una dirección revolucionaria del proletariado, y a las políticas genuflexas del reformismo gobernante, evidentemente, le facilitan mucho las cosas. Hasta hace unos años, cuando la lucha de clases amenazaba su poder, la burguesía simplemente le daba una patada al tablero de la democracia liberal, recurriendo para ello al aparato armado del Estado burgués, el ejército permanente, que colocaba a la democracia burguesa con sus instituciones en el refrigerador mientras hacía el trabajo sucio de retomar el control de la situación a través del aplastamiento a sangre y fuego del resto de las clases, sobre todo del proletariado. Una vez restituido el predominio de la burguesía, el gorila de turno sacaba del refrigerador la democracia burguesa con sus instituciones, convocaba a unas elecciones “democráticas” y les traspasaba el gobierno a los representantes políticos de la burguesía. Más o menos así se ha venido cumpliendo, una y otra vez, el ciclo dictadura democracia en Latinoamérica. Pero los tiempos han cambiado. Los otrora todopoderosos imperialistas norteamericanos y europeos que intervenían a diestra y siniestra con sus ejércitos en cualquier parte del mundo para restablecer el orden burgués, hoy día son la sombra de lo que en algún momento fueron. Ejemplos sobran. En la actual realidad “democrática” de América Latina un gorila al estilo de Pinochet o Videla no se vería bien al lado de presidentes electos democráticamente, pero, principalmente, el mayor escollo para la implementación de esta solución es, como acabamos de decir, la correlación de fuerzas desfavorable para el capitalismo mundial. Sin embargo, no por esto la burguesía se ha resignado a no controlar el poder, de una forma dialéctica ha adaptado su método de ajustar cuentas a la época presente. Si antes daba golpes cuartelarios hoy da golpes constitucionales, dentro del marco de la legalidad burguesa. En 2009 hizo un primer intento en Honduras, que le resultó exitoso gracias a la debilidad principista de los gobiernos reformistas de la región. Esta debilidad del reformismo continental, unida a la propia debilidad demostrada en todo momento por Lugo a través de sus continuas concesiones y llamados a la conciliación, envalentonó a la burguesía. Como suele decirse: la debilidad invita a la agresión. Hoy la burguesía paraguaya está empleando contra Fernando Lugo el mismo método que ya se empleó contra Zelaya y también la misma táctica de resistencia que utilizó la burguesía hondureña en su momento, como ya han anunciado algunos de sus representantes, para aguantar las primeras embestidas de los gobiernos y organismos regionales que han aprobado el aislamiento continental del nuevo gobierno. Seguramente, por las mentes de los golpistas “constitucionales” de Paraguay han pasando las imágenes de Porfirio Lobo siendo perdonado y recibido con los brazos abiertos por sus hermanos latinoamericanos. Para la burguesía de un país económicamente atrasado y aislado como Paraguay, con una población pequeña, aguantar 9 meses hasta las próximas elecciones, no es mucho, tiene suficiente grasa para hacerlo. Ya el Mercosur y la Unasur dejaron claro que las sanciones al gobierno golpista de Paraguay no serán económicas sino de suspensión de su participación en las reuniones del grupo, y que se mantendrán hasta que se elijan democráticamente nuevas autoridades, incluso el propio presidente Chávez, uno de los que reaccionó con más vehemencia contra los golpistas paraguayos, llegando a suspender los envíos de petróleo, al cabo de unos días rectificó esta posición restableciendo los envíos (56). Un verdadero saludo a la bandera que, prácticamente, termina de legalizar los golpes “constitucionales” en el continente.
La respuesta de las masas
Apenas conocida la votación del parlamento que lo removía del cargo de presidente, Fernando Lugo no dejaba lugar para la sorpresa y reaccionaba previsiblemente, como lo ha venido haciendo a lo largo de sus casi 4 años de gobierno: como un buen y convencido demócrata pequeño burgués. Anunció que se sometía a la decisión de sus enemigos en el congreso y de una vez asumió su nueva condición de ex presidente con un inocultable rictus de alivio, para finalizar diciendo: “Esta noche salgo por la puerta más grande de la patria, por la puerta del corazón de mis compatriotas” (57), una frase hueca pero que lo pinta en cuerpo y alma. Acto seguido se retiraba a su residencia particular. Las siguientes apariciones de Lugo mantuvieron la misma línea patética que generalmente siguen los reformistas cuando son sacados a patadas del poder: manifestar su confianza en las instituciones “democráticas” y, por lo tanto, anunciar acciones legales, llamar a la resistencia pacífica, conformar un gabinete en la sombra para “controlar” a los que los expulsaron, declarar que se preparan para presentarse en las próximas elecciones, etc. Cuando días después, en el curso de una entrevista, le preguntaron cuáles, a su criterio, habían sido sus principales errores, contestó: “Mi gran equivocación fue confiar demasiado en los políticos tradicionales. Confiar demasiado y creer demasiado. Como nos pasa en la Iglesia: nos viene un asesino o un ladrón y nos dice que es inocente, y nosotros le creemos. Yo creo que he creído y he confiado muchísimo en la clase política. Pero confié porque fui muy respetuoso de los otros poderes, tanto del Judicial como del Legislativo”. Más adelante esbozaba las causas del fracaso de su “reforma agraria”: “Podía hacer acuerdos, pero después pasan un precio muy alto y no quería pagarlo. Nosotros hemos presentado más de 100 demandas para la recuperación de las tierras mal habidas... Pero no es un tema que dependa del Ejecutivo, sino del Poder Judicial, esos expedientes están varados, cajoneados en oficinas de la justicia” (57). Sin comentarios.
Muy distinta fue la reacción popular que volvió a demostrar su disposición a la lucha. Durante todo el día del juicio varios miles de personas, sobre todo de las clases bajas, estuvieron concentradas en la plaza de Armas, frente al parlamento paraguayo, y en las calles aledañas a la espera de la votación del senado, rodeadas por un importante contingente de la policía antimotines e, inclusive, del ejército, carros antidisturbios y todo el equipo represor con que el Estado burgués cuenta para estas ocasiones. Cuando se supo la destitución del obispo presidente su actitud no fue acatar la decisión e irse a sus casas, como hiciera éste, sino todo lo contrario, de inmediato comenzaron las protestas, las consignas contra los golpistas y el enfrentamiento con el aparato represivo del Estado que se despachó a su gusto utilizando bombas lacrimógenas, perdigones, bastonazos, caballos y hasta disparos de armas de fuego. Estas primeras manifestaciones se realizaron con muy poca organización, fruto principalmente de la indignación espontánea de las masas. En la capital, la continuación de las mismas tuvo como punto de referencia el frente de la televisora nacional, a donde la gente se había acercado en un primer momento en respuesta a la intervención decretada por el nuevo presidente Franco (59). Sin embargo, más allá de esta concentración no volvieron a darse grandes movilizaciones en Asunción, tal vez porque la propia actitud pasiva de Lugo no incitaba a ir más lejos o, como dijo más de un entrevistado, porque el recuerdo tenebroso de la represión stroessnerista-colorada todavía flota sobre la sociedad paraguaya. Por su parte, el movimiento obrero paraguayo, que por su organización ha podido tener un papel más activo para enfrentar el golpe, no atraviesa por su mejor momento. Ya de por sí pequeño (los trabajadores sindicalizados apenas llegan al 5% de la población activa) y tradicionalmente sometido a una fuerte represión, vive una profunda crisis producto de su fragmentación y de una dirección mayormente cooptada por la clase dominante, que lo han mantenido al margen, no sólo de los últimos acontecimientos, sino en general de la lucha de clases que llevó a Lugo al gobierno (60). “Hasta ahora no hubo marchas significativas, excepto la del mismo día de la destitución que terminó con algunos incidentes y que se disolvió rápidamente. El único lugar de protesta concreto en Asunción es frente a la Televisión Pública, que se convirtió en el centro de los reclamos, sobre todo de sectores de izquierda. Allí se suceden los discursos incendiarios y las demandas de cambio político, pero sólo suelen reunir a 500 o 700 personas” (61). De esta forma, el peso principal de la resistencia al golpe de los terratenientes quedó en manos del campesinado. Es lo que explica que pronto se extendiera al interior del país, donde fue asumida por los sectores campesinos más empobrecidos que todavía ven a Lugo, el presidente que ellos eligieron, como la única persona que en tanto tiempo hizo algo por ellos y que por esa misma razón había sido desalojado del gobierno por los explotadores de siempre. “En esta capital, más de 300 personas marcharon desde la Asociación de Pescadores Unidos, en las riberas del río Paraná, hasta el puente Pessoa reclamando el retorno al proceso democrático iniciado en el 2008 con la victoria electoral de Lugo. Los vecinos de la zona, agrupados en el Centro de Ayuda Mutua, respaldaron la demostración y se unieron a un acto efectuado en el puente, durante el cual recordaron los beneficios en el área de salud recibidos durante el gobierno elegido por el pueblo” (62). En general, la dinámica seguida en estas acciones de protestas mantiene el mismo formato de espontaneísmo y autoconvocatoria del comienzo, más allá de la creación del Frente de Defensa de la Democracia y otras instancias promovidas por los seguidores directos de Lugo (63). Otro dato interesante es la participación en las zonas fronterizas de organizaciones populares brasileñas y argentinas apoyando solidariamente a los manifestantes paraguayos.
Mientras Lugo reflexionaba en su casa y las masas protestaban en las calles, el nuevo gobierno de la burguesía comenzaba la represión silenciosa y selectiva de varios líderes populares, como lo ejemplifica el caso del dirigente de los “carperos”, Eulalio López. No habían terminado de sacar a Lugo de la casa presidencial cuando ya la prensa burguesa arremetía contra López acusándolo de “perturbador de la paz pública”. “‘Acaban de detener a Eulalio López’, precisó la fuente. ‘Le montaron un expediente y ahora es detenido y llevado inmediatamente a la cárcel de San Pedro sin cumplir el debido proceso’, aclaró. Eulalio López es parte de la FIP y también tiene la vocería de la Liga Nacional de Carperos (LNC)… ‘No tenemos noticias de López’, acotó el informante. ‘Sólo sabemos que fue llevado a la cárcel de San Pedro. Este es un proceso de detenciones selectivas por parte del gobierno de facto. Buscan golpearnos’. La prensa local criminaliza de inmediato a López recordando que tiene un expediente desde 2006 por ‘perturbación de la paz pública y otros delitos’. El comisario del departamento de San Pedro, Hilario Lesme, explicó que López fue detenido en un control rutinario de personas y vehículos en Guayaybí, a 160 kilómetros de la capital departamental” (64).
Lecciones del golpe de la burguesía
Fernando Lugo no es ningún revolucionario, apenas es un reformista moderado que desde su visión idealista del mundo intentó mejorar las condiciones de vida de las mayorías explotadas del Paraguay. Para ello pretendió apoyarse en el Estado burgués y su institucionalidad, pensando que con el simple hecho de cambiar a las personas que conforman a la burocracia que lo administra era suficiente. Quiso utilizar un instrumento de explotación para realizar una tarea redentora. Cometió el mismo error que han venido cometiendo los gobiernos reformistas de Venezuela, Ecuador, Bolivia y Nicaragua, y al final ocurrió lo que era previsible que ocurriera: apenas rozó los intereses de la poderosa burguesía agropecuaria fue suficiente para que ésta lo sacara del gobierno. Igual como pasó con Hugo Chávez en 2001 cuando aprobó los decretos leyes que afectaban los intereses de la burguesía venezolana y ésta intentó derrocarlo. Ahora sí las instituciones burguesas funcionaron a la perfección. Como engranajes de un reloj se articularon los poderes legislativo y judicial, además del aparato represor, para restituir el gobierno a manos de la clase dominante. Es el gran problema del reformismo que no comprende que el sistema capitalista no es reformable y se empeña en mantener y fortalecer un aparato que terminará matándolo, es como el condenado a muerte que todos los días afila el hacha que le cortara la cabeza. El Estado burgués y su podrida democracia sólo son una garantía de vida para la burguesía. Por ello cuando los voceros del capital dicen que la democracia liberal es “el mejor sistema de gobierno que existe” y buena parte de la intelectualidad pequeño burguesa agrega: “a pesar de sus imperfecciones”, hay que preguntarse para quién es el mejor sistema, quiénes se benefician con él y quiénes lo padecen.
Lo terrible de lo anterior es que son las masas las que terminan pagando el utopismo de los reformistas. Esa mayoría del pueblo paraguayo que en 2008 vio en Fernando Lugo y su proyecto la posibilidad de comenzar a superar la terrible condición de explotación en que viven desde 1870, hoy ve ese sueño destruido y es una vez más perseguida por la clase explotadora que se ha reinstalado en el Palacio de los López. Es una dolorosa experiencia, otra más, para este heroico pueblo sudamericano, que deberá aprender que para hacer la revolución primero hay que destruir al aparato de dominación de los capitalistas. Pero aunque la burguesía recuperó el gobierno, no la tiene fácil: la crisis capitalista mundial también es su crisis, y demuestra las frágiles bases donde está apoyado su sistema. Por otra parte, la actual situación de auge de la lucha de clases en América Latina se ve reflejada en la resistencia que están presentando los trabajadores y campesinos paraguayos que, sin dirección y sin mucha claridad hacia donde quieren ir, sí están demostrando su capacidad para el combate como en su momento también lo demostraron las masas hondureñas. Esta derrota transitoria, sin duda, llevará a las masas paraguayas a sacar conclusiones que las acercarán un poco más a la idea de que sólo una verdadera revolución socialista y continental acabará con el latifundio y las demás lacras capitalistas que padecen desde hace más de cien años, y les permitirá alcanzar su liberación definitiva unidas e integradas al resto del pueblo latinoamericano.
Notas:
- Paraguay 1811-1870: La revolución popular del siglo XIX en América, Juan Franciso Arrom, http://www.reocities. com/Athens/Agora/5166/17arrom.html
- “Lo cierto es que en el Paraguay del Siglo XIX, bajo el gobierno del Dr. Francia, que más bien se podría calificar de dictadura democrático-revolucionaria, se consolidó un Estado Nacional Independiente cuyo sujeto social estratégico fueron las masas campesinas, lo que le da al Estado además su carácter popular. Las tareas transformadoras que realiza este proceso revolucionario son en parte las típicamente propias de una revolución democrático burguesa: se liquida el sistema de la propiedad y modo de producción feudal, se liquida a la clase feudal y el poder eclesial incluidas sus propiedades, se avanza hacia formas de participación política democráticas de las masas, como la elección por sufragio universal de los Diputados al Congreso General de la República, se unifica el Estado Nacional, se elimina la esclavitud, se orientan políticas sociales y se establecen ciertas bases para una acumulación de carácter industrial que en parte se concretan en el período lopizta. Pero no es la burguesía nacional, inexistente, la que impulsa este proceso, sino las masas populares campesinas. No se desarrolla tampoco un salto inmediato en la producción industrial e incluso, en la etapa más avanzada de la época lopizta, no se da un proceso típico de acumulación capitalista y desarrollo manufacturero. Pero asimismo en el período francista no hay indicios ni elementos que aproximen el modelo al capitalismo o a un "atenuado sistema feudal". El principal propietario, en forma abrumadora, de los principales medios de producción lo constituye el pueblo soberano por medio del Estado, y los beneficios del salto de las fuerzas productivas recae en la mayoría de la población, proceso ajeno a toda conclusión de una política democrático burguesa o régimen feudal-patriarcal”. Paraguay 1811-1870: La revolución popular del siglo XIX en América, Juan Franciso Arrom, http://www.reocities.com/Athens/ Agora/5166/17arrom.html
- El Paraguay contemporáneo (1925-1975), Omar Díaz de Arce, América Latina: historia de medio siglo, vol. 1, Siglo XXI Editores, México 1979, pág. 332
- “El 3 de febrero de 1989 se produjo el golpe de Estado protagonizado por el general Andrés Rodríguez contra el dictador Alfredo Stroessner. Con él terminaba la más larga dictadura paraguaya. Tras disolver el Parlamento, el general Rodríguez convocó a elecciones para el 1 de mayo y anunció la legalización de todos los partidos, exceptuando el comunista. El 1 de mayo de 1989, el candidato del Partido Colorado, el presidente Andrés Rodríguez, consiguió el 74,1% de los votos en la elección presidencial. En cuanto a la elección para diputados y senadores, el Partido Colorado alcanzó el 66,4% (mayoría de 2/3). En las elecciones municipales de 1991, no obstante, los candidatos de la oposición ganaron varios centros urbanos principales, incluida Asunción. Como presidente, Rodríguez instituyó reformas políticas, legales y económicas e inició un acercamiento con la comunidad internacional. La constitución de junio de 1992 estableció un sistema democrático de gobierno y mejoró considerablemente la protección de los derechos fundamentales. []En mayo de 1993, el candidato del Partido Colorado, Juan Carlos Wasmosy, fue elegido como el primer presidente civil de Paraguay en casi 40 años en lo que los observadores internacionales consideraron elecciones justas y libres. El nuevo Congreso elegido con mayoría de la oposición manifestó con rapidez su independencia del ejecutivo al rescindir la legislación pasada por el congreso dominado por el Partido Colorado. El gobierno de Wasmosy se reveló uno de los peores de la historia paraguaya. Durante su mandato hubo dos graves crisis financieras, en 1995 y 1997 que eliminaron del mercado casi la totalidad de las empresas financieras locales, sobreviviendo solo las entidades financieras de origen extranjero. La crisis también afectó duramente a la clase media paraguaya y activó una crisis económica de la cual el país todavía no ha salido. Conjuntamente a los malos resultados en campo económico también se vieron afectados los alcances obtenidos después el golpe del 1989 en campo político. El enfrentamiento de Wasmosy con su principal promotor político, el general Lino Oviedo, jefe de las Fuerzas Armadas, que acusó de querer encabezar un golpe en contra él, le quebró aún más el apoyo del Partido Colorado y desató una crisis político-judicial de la cual el país salió solamente en 1999 con la renuncia del presidente Raúl Cubas… Cubas, gracias al apoyo de Oviedo, en aquel entonces muy popular, le ganó a la oposición liberal-encuentrista con el 56% de los votos y tres días después de haber asumido el cargo presidencial indultó a Oviedo, librándolo de la cárcel. Los colorados argañistas y wasmosistas y los partidos de oposición contestaron fuertemente el hecho y obtuvieron a través de la Corte Suprema una anulación del indulto que Cubas no acató. Este hecho provocó un pedido de enjuiciamiento político del mismo ante el Congreso que por muchos meses, por falta de quórum, no prosperó. En 23 de marzo de 1999, la tensa situación política se complicó aún más, con el asesinato del vicepresidente y rival oviedista de muchos años, Luis María Argaña. La oposición inculpó del hecho al general Oviedo. La plaza del Congreso se llenó de manifestantes en contra del gobierno, mientras el juicio político en contra de Cubas retomaba vigor, llevando a la Cámara de Diputados a juzgar a Cubas al día siguiente. En 26 de marzo, el asesinato de ocho estudiantes manifestantes que fueron acabados a tiros por desconocidos (supuestamente francotiradores oviedistas o más bien policías) hizo claro que el Senado votaría por destituir a Cubas el 29 de marzo. Cubas renunció el 28 de marzo y se fue en exilio a Brasil. El mismo día Oviedo escapó a Argentina, donde obtuvo asilo político y luego al Brasil. A pesar de los temores de que los militares no permitirían el cambio de gobierno, el presidente del senado, Luis Ángel González Macchi, un opositor de Cubas, juró pacíficamente como presidente el mismo día. González Macchi ofreció posiciones de gabinete en su gobierno a representantes mayores de los tres partidos políticos en un intento por crear un gobierno de coalición. A pesar de que el Partido Liberal lo expulsó del gobierno en febrero de 2000, el gobierno de González Macchi ha logrado un consenso entre los partidos en muchas materias controvertidas, incluyendo la reforma económica. El liberal Julio César Franco ganó la elección de agosto de 2000 para llenar la vacante vicepresidencial. En diciembre de 2001, Brasil rechazó la petición de Paraguay para extraditar a Oviedo para enfrentar un juicio por el asesinato de marzo de 1999 y el incidente del "marzo paraguayo". En agosto de 2001, la cámara baja del Congreso consideró pero no pasó una moción para juzgar a González Macchi por presunta corrupción y gobierno ineficaz. En 2003 Nicanor Duarte Frutos fue elegido y juró como presidente. En 20 de abril de 2008, por una elección histórica, el Partido Colorado perdió la presidencia, luego de más de sesenta años en el poder. El ex-obispo Fernando Lugo juró como presidente de la República el 15 de agosto de 2008”. http://es.wikipedia.org/wiki/Paraguay
- , http://www. portalguarani.com/obras_ autores_ detalles.php?id_obras=13984
- , http://www. portalguarani.com/obras_ autores_ detalles.php?id_obras=13984
- , http://www. portalguarani.com/obras_ autores_ detalles.php?id_obras =13984
(10) http://www.noticiasaliadas.org/articles.asp?art=6625
(11) El Paraguay contemporáneo (1925-1975), Omar Díaz de Arce, América Latina: historia de medio siglo, vol. 1, Siglo XXI Editores, México 1979, pág. 335
(12) Breve historia del campesinado paraguayo: desde su formación hasta la crisis de los años 1970, Tomás Guzmán
(13) “A partir de 1950 hasta el año 2000, fundamentalmente en la época de la dictadura de [Alfredo] Stroessner [1954-89], se repartieron alrededor de 12 millones de hectáreas de tierras, inicialmente a través del Instituto de Reforma Agraria, y después desde el Instituto de Bienestar Rural —hoy transformado en el Instituto Nacional de Desarrollo Rural y de la Tierra—, de las cuales el 74% fue a parar a manos de políticos, militares y funcionarios estatales que no tenían nada que ver con la Reforma Agraria; sólo un 26% fue a manos de alrededor de 150,000 familias de pequeños productores”. http://www.noticiasaliadas.org/articles.asp?art=6625
(14) El Paraguay contemporáneo (1925-1975), Omar Díaz de Arce, América Latina: historia de medio siglo, vol. 1, Siglo XXI Editores, México 1979, pág. 337
(15) “A comienzos de los años sesenta, la región oriental afectada a la colonización, recostada sobre el río Paraná, era de una de las pocas en el Cono Sur que aún quedaban para una explotación agrícola intensiva. Eran tierras de muy buena calidad, que habían permanecido inexplotadas y que podían garantizar el surgimiento de una agricultura moderna, de alta productividad. En muy pocos años esta vasta región se convirtió en la mayor zona productora de granos del país. La producción de soja pasaba de 1500 hectáreas en 1961 a 357 mil hectáreas en 1980. A esto se agregó la expansión del cultivo del algodón, el trigo y otros cultivos menores. En efecto, si la colonización permitió a los campesinos lograr cierto acceso a la tierra, el proceso de modernización que se implementaba en la región oriental no los favoreció. El avance de la agricultura comercial mecanizada desplazará a las comunidades campesinas, muchas veces de reciente llegada a la zona pero imposibilitadas de arraigarse y prosperar debido a las falencias de la colonización. La nueva empresa agraria se convirtió en una ávida demandante de tierras. Su presión sobre la tierra mantuvo la característica secular de concentración de la propiedad rural. En contrapartida, los empresarios demandaron escasa mano de obra y en condiciones de precariedad laboral. Al tiempo, se generaba un enorme proceso de degradación ecológica. Las tecnologías agrícolas de la “revolución verde”, además de crear una dependencia de los insumos importados, son altamente contaminantes y destructivas de los recursos naturales. La superficie boscosa en los cuatro departamentos de la región Oriental disminuyó en tres cuartas partes entre 1945 y 1976. El agotamiento rápido de las áreas dedicadas a los cultivos de exportación las convirtió en áreas de pastoreo extensivo”. Breve historia del campesinado paraguayo: desde su formación hasta la crisis de los años 1970, Tomás Guzmán
(16) “Durante la década del sesenta y hasta su trágico final a mediados de los setenta, la resistencia campesina se organiza por primera vez a escala nacional en las Ligas Agrarias Cristianas (LAC). Esta nueva forma de organización surge como respuesta a los efectos negativos que la modernización agraria estaba provocando en la economía campesina. La concentración de la tierra, el deterioro de los recursos naturales y el hostigamiento del estado, pero también una preocupación por la cultura campesina, impulsaron la movilización de los labradores en varios pueblos del país, primero como agrupaciones locales de base, que luego se unieron en los ámbitos regional y nacional. Lo que dio sentido a la experiencia campesina fue un pensamiento católico renovado por el movimiento del sacerdocio tercermundista. Fueron de decisiva importancia los trabajos realizados por el clero y los laicos de las organizaciones de la acción pastoral eclesiástica. Los cambios que se estaban operando en la Iglesia Católica luego del Concilio Vaticano II impulsaron a los sectores más progresistas a hacer una “opción por los pobres” y específicamente desde Latinoamérica el surgimiento de un movimiento que buscaba unir cristianismo y liberación social. Nace en el campo teórico la teología de la liberación. A principios de los sesenta, aparece la primera liga agraria en el departamento de Misiones. El origen es la lucha contra los intentos de los ganaderos de cercar los campos comunales. El problema específico derivó en reuniones vecinales y en la conformación de un agrupamiento de base que encaró proyectos como la atención de la salud, la creación de una escuela, el trabajo comunitario y los almacenes comunales. Contaron con el apoyo del párroco local y del Obispo diocesano. Pronto el trabajo se fue extendiendo a otras localidades cercanas. La lectura de la Biblia y el modelo de vida de los primeros cristianos estuvieron presentes en la formación de estos agrupamientos… Las ligas pronto se reúnen en federaciones regionales y nacionales, como la Federación Nacional de Ligas Agrarias Cristianas (FENALAC) o la Federación Cristiana Campesina (FCC). En 1971 se creó la Coordinación Nacional de Bases Campesinas Cristianas (KOGA), un intento de reunificar a todas las Ligas del país en una coordinación laxa. Del mismo impulso renovador entre los campesinos y sectores de la Iglesia Católica, surgieron en estos años las Juventudes Agrarias Católicas (JAC). Las LAC y las JAC eran agrupaciones independientes una de otra… Las JAC abogaban por un cambio social radical y criticaban cierta lentitud de las LAC para darse una más precisa definición ideológica y política. El origen juvenil de las JAC incidió en esta actitud, en una época en que las juventudes marcaban el pulso de la rebelión en América Latina. En ellas comenzaron a formarse las primeras mujeres líderes campesinas… Las acciones de las LAC y las JAC se desarrollaron fundamentalmente en torno a dos problemáticas: la educación, inspirada en la pedagogía de Paulo Freire, y las relaciones productivas comunitarias… Inspirados en principios cristianos de hermandad y solidaridad, los liguistas plantearon un modelo de sociedad igualitaria con énfasis en las relaciones comunitarias, opuesto a las estructuras injustas que oprimían al campesinado. Un documento que resume las conclusiones del seminario nacional de las Ligas en marzo de 1970 señala: ‘Somos campesinos cristianos comprometidos dentro de una tarea común. El objetivo esencial de nuestra organización es cumplir con el mandato evangélico de liberar a los oprimidos’. Una paulatina radicalización de los liguistas se fue produciendo como consecuencia de la extensión del movimiento, los conflictos y la profundización de las demandas. Esto motivó frecuentes disensiones con la jerarquía de la Iglesia Católica, que les fue restando apoyo. Surgieron entonces contactos con grupos urbanos que también estaban radicalizándose. Finalmente, en los primeros años de los setenta, el Estado movilizó el aparato represivo contra las LAC calificándolas de organización ‘subversiva’. Al régimen le preocupaba la creciente autonomía del campesinado organizado respecto de los mecanismos de control político de la dictadura. En 1975 se reduce a la Liga de Jejuí, en San Pedro Norte. La represión desembocó en la llamada ‘Pascua Dolorosa’ de 1976, durante la cual fueron encarcelados miles de liguistas, muchos de ellos asesinados o torturados y otros enviados al exilio”. Breve historia del campesinado paraguayo: desde su formación hasta la crisis de los años 1970, Tomás Guzmán.
(18) “… las luchas no fueron solo sociales, los movimientos también hicieron su experiencia electoral, tanto en la elección a constituyentes (1992) -con muy bajo caudal- como en las primeras elecciones municipales (1991), en la que una candidatura independiente impulsada por el movimiento sindical -y apoyada por otros movimientos- accede al gobierno de la capital del país. El año 1994 se constituye en un hito importante. Se realiza tanto la primera huelga general luego de más de treinta años, y la primera gran marcha campesina, importante por la masividad de las acciones y porque marca la última acción liderada por las fuerzas sindicales y el inicio del movimiento campesino como principal motor de las acciones a ser emprendidas. El movimiento sindical, recibe dos golpes importantes. El gobierno de Juan Carlos Wasmosy (1993-1998) les abre las puertas a los principales dirigentes a ocupar espacios en instancias gubernamentales que antes habían estado ocupadas por seudo representantes de los trabajadores; los dirigentes caen en la trampa de la cooptación, además de involucrarse en hechos de corrupción. Las políticas neoliberales precarizan los puestos de trabajo y esto influye directamente en la fuerza de sus sindicatos, que quedan desde ese momento desacreditados y debilitados. A pesar de numerosos intentos, hasta el momento no han logrado recuperar su fuerza”. Los movimientos populares en Paraguay, Marielle Palau, http://www.cetri.be/spip.php?article2436&lang=e
http://www.cetri.be/spip.php?article2436&lang=es
(21) “La Relatora Especial de Naciones Unidas (ONU) para la pobreza extrema y los derechos humanos, Magdalena Sepúlveda, urgió hoy a las autoridades paraguayas a aumentar el gasto social y asegurar inversión social en beneficio de los más pobres. ‘El crecimiento económico de Paraguay no se ha traducido en una disminución significativa de la pobreza, que aún está muy extendida y afecta a más de la mitad de la población’, dijo Sepúlveda al presentar su informe sobre la misión a Paraguay ante el Consejo de Derechos Humanos. La experta señaló que ‘el 30 por ciento de la población paraguaya vive en situación de extrema pobreza y con índices alarmantes de inequidad en la distribución de la riqueza, con el 10 por ciento más rico de la población que acumula el 41 por ciento de los ingresos totales’”. http://www.publimetro.com.mx/noticias/pide-onu-a-paraguay-mas-gasto-social-y-enfrentar-pobreza-extrema/nlfu!xO8P4LS0Oiivpxyh3ZHpxQ/
(22) http://www.forosperu.net/showthread.php?t=316795
(24) http://eeas.europa.eu/paraguay/csp/11_13_mtr_es.pdf
(25) http://vivapy.wordpress.com/2011/05/07/uno-de-los-paises-mas-pobres-de-america-latina/
(26) http://es.wikipedia.org/wiki/Usuario:Didix/Pobreza_en_Paraguay
(27) http://altermediaparaguay.blogia.com/temas/datos-socioeconomicos-en-paraguay.php
(29) http://www.envio.org.ni/articulo/3759
http://www.cetri.be/spip.php?article2436&lang=es
(32) “… el candidato de la APC presentó un programa electoral que, al hilo del lema político-religioso Yo tengo fe, presentaba cuatro grandes ejes: una ‘reforma agraria integral’, que incluiría la expropiación, acogiéndose al derecho constitucional, de tierras improductivas para destinarlas al usufructo por 300.000 familias campesinas sin tierra propia; la ‘recuperación de la soberanía energética’, lo que pasaba por renegociar al alza, hasta ajustarlas a precios de mercado, las tarifas de la hidroelectricidad –de la que Paraguay, gracias al caudal del río Paraná, alimentador de las gigantescas centrales de Itaipú y Yacyretá, es el mayor productor mundial per cápita y que sólo en una mínima parte destina al autoconsumo debido a la poca población y al limitado desarrollo industrial- vendida a Brasil y Argentina; el ‘acceso universal a la salud, la educación y la justicia’; y el ‘destierro de la corrupción y la impunidad para siempre’…contemplaba también una reforma constitucional, a introducir en 2009, cuyo principal objetivo sería asegurar la despolitización e independencia del poder judicial, y apostaba por un modelo económico mixto con garantías para la propiedad privada, la libertad de empresa y la inversión extranjera. En política exterior, expresó la necesidad de mantener buenas relaciones con todos los vecinos sudamericanos, de fortalecer y ampliar el MERCOSUR para que, además de un bloque comercial y de integración económica, fuera un bloque ‘social y cultural’, y de replantearse las relaciones diplomáticas con Taiwán (Paraguay era el único país de Sudamérica que las mantenía) con vistas al reconocimiento de China Popular”. http://www.cidob.org/es/documentacion/biografias_lideres_politicos/america_del_sur/paraguay/fernando_lugo_mendez
(33) http://www.ultimahora.com/home/index.php?p=nota&idNota=114857
(34) “Un caso más grave, gente como Casildo López (líder de invasiones en el departamento de Concepción). Ahí hay una cuestión muy clara. La Alianza, dentro de su programa, tiene una posición clara en cuanto a la defensa de la Constitución y de todos los derechos constitucionales. Cuando nosotros hablamos de los campesinos sin tierra, hablamos de gente que tiene derecho a la reforma agraria, o sea, la reforma agraria tiene rango constitucional. Ahora, la reforma agraria tiene su marco legal, está la Constitución, está el Código Agrario, se establece claramente qué es lo que se puede hacer y qué es lo que no se puede hacer. Entonces nosotros vamos a trabajar dentro de ese marco legal y con el mismo rango está la defensa de la propiedad privada y, definitivamente, la violencia no es el camino para resolver los problemas sociales y se engañan los que creen que por el camino de la violencia vamos a lograr conquistas ya sea sociales o de cualquier tipo… ¿Podría Fernando Lugo desautorizar alguna de estas decisiones difíciles? Yo ya hablé con Fernando de ese tema y ese es un tema que se va a manejar a nivel policial y nosotros vamos a respaldar la acción policial, ese es un tema importante también para restablecer también la confianza de la Policía, la unidad de mando y todo lo demás, nosotros vamos a suprimir todo tipo de injerencia política en la Policía, esa historia de que el comisario en realidad le responde al senador fulano y no al comandante, eso se va acabar”. http://paraguayhoy.blogspot.com/2008/11/rafael-filizzola-ministro-del-interior.html#!/2008/11/rafael-filizzola-ministro-del-interior.html
(35) “Criticarlo –aunque fuera en sentido contrario al defendido por el Parlamento y la derecha política– o exigir el cumplimiento de sus promesas electorales, era leído e interpretado como un apoyo a los planes golpistas de la derecha; se acallaron así las críticas de los principales sectores. En ese contexto, las ocupaciones de tierra, las acciones contra las fumigaciones, los cortes de ruta, entre otras medidas que habían recobrado especial fuerza durante los primeros meses del año 2008, para presionar a que el gobierno inicie la reforma agraria y cumpla sus promesas electorales, fueron disminuyendo hasta prácticamente desaparecer. Se siguieron realizando movilizaciones importantes, todas ellas para defender al gobierno, para conformar articulaciones políticas, para sostener el proceso iniciado. Ciertamente, hay excepciones; algunas organizaciones como la Federación Nacional Campesina (una de las más importantes desde los inicios de la década del noventa) mantuvieron sus luchas y movilizaciones; así como también, las bases de algunas organizaciones continuaron ocupando tierras, realizando movilizaciones y acciones contra los cultivos de soja transgénica, desoyendo a su dirigencia nacional. Al comienzo de este periodo, muchos dirigentes manifestaron que había que presionar a Lugo para que vaya hacia la izquierda; se entendía por “presionar” continuar con las luchas en las calles por las históricas reivindicaciones. Esto no ocurrió y ante la ausencia de luchas populares claras, la derecha fue avanzando. La agenda de las organizaciones giraba en torno a sostener al gobierno y a construir una fuerza electoral que permitiera unificar las fuerzas progresistas y de izquierda; así surge el Espacio Unitario que aglutina en su interior a la izquierda social y política, instancia que a su vez es parte del Frente Guazú (Frente Grande) que aglutina además a otros partidos de carácter progresista y/o socialdemócrata. Esta agrupación es la que participó de las elecciones municipales (2011) logrando aproximadamente 10% de los votos a nivel nacional, caudal menor al esperado pero bastante mayor al obtenido históricamente por estos sectores políticos. Los movimientos populares en Paraguay, Marielle Palau, http://www.cetri.be/spip.php?article2436&lang=es
(36) “Los tres programas a ser ejecutados por el MAG (de agricultura y economía indígena, agroecológica y de desarrollo de agricultura familiar) contribuirán a que las poblaciones beneficiarias produzcan sus alimentos y generen ingresos para garantizar su disponibilidad de alimentos. Para el efecto, se proveerá asistencia técnica, tecnologías apropiadas y los insumos necesarios a las familias productoras, según sus condiciones socioeconómicas. En tanto que la SAS tendrá a su cargo ‘mitigar las condiciones de extrema pobreza y hambre, y facilitará el acceso a las políticas sociales y universales’. Mientras que los programas de educación y salud facilitarán el acceso de la población a los servicios sanitarios, nutrición, saneamiento ambiental y programas de educación que los lleve a incorporar hábitos de vida y alimentación saludables, según señala el documento entregado a la prensa”. http://www.paraguaymipais.com.ar/paraguay/2009/07/ megaproyecto-de-combate-a-la-pobreza-costara-us-700-millones-al-gobierno-paraguayo/
(37) http://es.scribd.com/doc/61609298/Tercer-Informe-Presidencial-2010-2011-Portal-Guarani
(38) Noticias Aliadas http://www.noticiasaliadas.org/articles.asp?art=6625
(40) http://www.ultimahora.com/notas/222140-Ambicioso-proyecto-Cepra,-de-Fernando-Lugo,-es-un-fracaso
(41) http://www.rebelion.org/noticia.php?id=80088
(42) http://www.ultimahora.com/notas/222375-Indert-admite-que-Cepra-aun-no-ejecuto-obras-en-el-campo
(43) http://alparaguay.blogspot.com/2010/03/lugo-vuelve-prometer-reforma-agraria-en.html
(44) “Los seis puntos del plan son: 1) Reforma agraria o acceso a la tierra para futuros asentamientos o Regularización de la tenencia de tierra o planes en asentamientos y arraigo; 2) Agricultura familiar o Políticas diferenciadas o Asistencia Técnica y Educación Rural, 3) Crédito o Cadenas de Valor; 4) Sector rural empresarial; poblaciones indígenas; 5) Marco Legal y Jurídico; y, 6)Fortalecimiento Institucional”. http://www.paraguaymipais.com.ar/paraguay/2010/04/lugo-encabezara-nuevo-proceso-de-reforma-agraria/
(45) “Según estimaciones de 2008, en Paraguay existe medio millón de brasiguayos, sobre una población total de 7 millones. Sus propiedades comienzan en la zona limítrofe, pero su influencia llega más allá: la actividad agropecuaria es el principal motor de la economía paraguaya, y los brasileños —recién llegados o asentados hace décadas— son en buena medida responsables del despegue del sector… Para los brasileños, la estrategia de inversión agropecuaria en el extranjero no es nueva ni se restringe a su vecino del oeste. Existe, por caso, una migración fuerte de empresas hacia África —Angola, Mozambique, Mauritania y Sudán—, que compran tierras para producir porque consideran que en la sabana africana estará el granero del mundo en 20 años… Sin embargo, la historia de don Tranquilo Favero, brasiguayo pionero, y su oleada de seguidores no siempre es leída como un caso de éxito. No lo es, por caso, para los campesinos vecinos de sus propiedades. En una zona pobre y de alta conflictividad social como el Oriente paraguayo, la agricultura intensiva de la soja ha generado una merma en el empleo rural. ‘Pierden sus trabajos y no hay ningún tipo de beneficio: los caminos están totalmente degradados por los camiones sojeros, los empresarios no viven allí, no pagan impuestos ni retenciones y nada de lo que ganan queda en las comunidades’… La falta de empleo genera, además, una disputa desigual por las tierras. Los pequeños productores tienen que emigrar en busca de oportunidades y deben vender sus parcelas al mejor postor. Éste suele ser un agroproductor brasiguayo... Lo cierto es que el mismo Favero fue acusado, y penalizado, por cometer ‘desmonte masivo’. Recientemente, un grupo de lugareños amenazó con invadir sus propiedades, en protesta por las fumigaciones constantes con agroquímicos que acompañan a la soja transgénica”. http://vivaparaguay.blogia.com/2010/092303--quienes-son-los-brasiguayos-.php
(46) “‘Falta que el Ejecutivo se ponga las pilas y dé garantías, falta mano dura’, dijo el legislador a Cardinal. El pedido pasa porque ‘partes interesadas’ no estén en las tierras ocupadas. Como tantas otras personas, Retamozo denunció que los propios carperos invasores son quienes plantan y pintan los mojones en las tierras que dicen ellos, son fiscales. ‘Hay que garantizar que las instituciones hagan el trabajo, esto es prácticamente un atropello a los productores’, señaló”. http://paraguay.com/nacionales/falta-mano-dura-en-acunday-79204
(47) “Entre otras de sus inquietantes declaraciones, elogia la dictadura de Alfredo Stroessner indicando que en aquella época el país era más seguro. ‘En aquella época se podía dormir con la ventana abierta y nadie te robaba. Estamos empeorando desde entonces’, señala. Favero continúa la nota señalando a los ‘carperos’ como delincuentes con quienes es inútil tratar con diplomacia, ‘porque ellos deben ser tratados como mujer de malandro que solo obedece a base de palo’. También expresa que los mismos quieren trabajar con ‘un sistema de carros a bueyes usados en la época de mi abuelo. Hoy, si no se puede competir en el exterior, moriremos. Uno no es dueño del precio del producto, los precios vienen de afuera, estamos obligados a ser eficientes’, dice. Finalmente, el sojero cuestionado por los ‘carperos’ expresa que odia la pobreza y que no cree que hay que dar limosna a gente sana, ni en los milagros, aunque se describe a sí mismo como un católico. ‘Soy católico, pero si me arrodillo frente a un salame rezando 'Padre nuestro que estás en el cielo' muero de hambre. El salame no vendrá’, finaliza”. http://www.abc.com.py/nacionales/favero-odia-la-pobreza-y-dice-que-campesinos-deben-ser-tratados-a-palos-365925.html
(50) http://www.infolatam.com/2012/06/24/paraguay-fernando-lugo-cronica-de-una-destitucion-anunciada/
(52) http://ea.com.py/monsanto-golpea-en-paraguay-los-muertos-de-curuguaty-y-el-juicio-politico-a-lugo/
(53) “Candia es acusado de haber promovido la represión a dirigentes de organizaciones campesinas y de movimientos populares. Su nominación a Fiscal General del Estado en el 2005 fue aprobado por el entonces embajador de los Estados Unidos, Jhon F. Keen. Candia fue responsable de un mayor control por parte de USAID del Ministerio Público y fue acusado en los inicios de su gobierno por Fernando Lugo de conspirar en su contra para quitarlo del gobierno.
Tras asumir como el ministro político de Lugo, lo primero que anunció Candia fue la eliminación del protocolo de diálogo con los campesinos que invaden propiedades. El mensaje es que no habrá conversación, sino simplemente la aplicación de la ley, lo que significa emplear la fuerza policial represiva sin contemplación”. http://ea.com.py/monsanto-golpea-en-paraguay-los-muertos-de-curuguaty-y-el-juicio-politico-a-lugo/
(54) “…En el año 2009, con autorización del Presidente Lugo, se realizó una concentración política de jóvenes en el Comando de Ingeniería de las Fuerzas Armadas… Fue el Gobierno del Presidente Lugo el único responsable como instigador y facilitador de las recientes invasiones de tierras en la zona de Ñacunday. La falta de respuesta de las fuerzas policiales ante las invasiones de supuestos carperos y sin tierras a bienes del dominio privado, solo han sido parte de esa conducta cómplice… Fernando Lugo ha sometido las fuerzas militares a los denominados carperos, quienes han realizado todo tipo de abusos, agresiones y atracos a la propiedad privada, a la vista de las fuerzas públicas, quienes no actuaron por la indisimulada complicidad del Presidente de la República con esos agresores… El Presidente Lugo ha sido absolutamente incapaz de desarrollar una política y programas que tiendan a disminuir la creciente inseguridad ciudadana…Todos los Miembros de esta Honorable Cámara de Diputados conocemos los vínculos que el Presidente Lugo siempre ha mantenido con grupos de secuestradores, que anteriormente se vinculaban al movimiento-partido Patria Libre y cuya ala militar hoy se denomina EPP… El Presidente Lugo es el responsable de la creciente inseguridad y es responsable también por haber mantenido por tanto tiempo como Ministro del Interior a una persona absolutamente inepta e incapaz para ocupar ese cargo. Esa ineptitud, sumada a la indisimulada relación cómplice entre el Presidente Lugo y los líderes de la asociación de carperos y otras organizaciones que fueron protagonistas de innumerables invasiones de tierras y otros tipos de agresiones son los que han propiciado y facilitado el lamentable suceso que costara la vida a 17 compatriotas, 6 de ellos pertenecientes a la Policía Nacional y que fueron cruelmente asesinados y a sangre fría por auténticos criminales, que también han incitado y manipulado a campesinos del lugar… Ha quedado demostrado con los hechos acaecidos en los Campos Morombi, Curuguaty, Departamento de Canindeyú, la patente inoperancia, negligencia, ineptitud e improvisación de este gobierno liderado por Presidente Fernando Lugo Méndez, que amerita la acusación de la Cámara de Diputados por mal desempeño de funciones ante la Cámara de Senadores. Fernando Lugo, hoy por hoy representa lo más nefasto para el pueblo paraguayo, que se encuentra llorando la perdida de vidas inocentes debido a la criminal negligencia y desidia del actual Presidente de la Republica, quien desde que asumió la conducción del país, gobierna promoviendo el odio entre los paraguayos, la lucha violenta entre pobres y ricos, la justicia por mano propia y la violación del derecho de propiedad, atentando de ese modo permanentemente contra la Carta Magna, las instituciones republicanas y el Estado de Derecho. No cabe duda que la responsabilidad política y penal de los trágicos eventos registrados 15 de junio del presente año, que costó la vida de 17 ciudadanos paraguayos entre policías y campesinos, recae en el Presidente de la República, Fernando Lugo, que por su inacción e incompetencia, dieron lugar a los hechos acaecidos, de conocimientos públicos, los cuales no necesitan ser probados, por ser hechos públicos y notorios…” 22/06/12 - www.aporrea.org/internacionales/n208153.html
(56) http://www.eluniversal.com/economia/120704/pdvsa-retoma-envios-a-paraguay
(57) http://www.clarin.com/mundo/Lugo-acato-destitucion-asumio-vicepresidente_0_724127732.html
(58) http://www.clarin.com/mundo/equivocacion-confiar-demasiado-politicos-tradicionales_0_728927199.html
(59) “El viernes en la noche las fuerzas de seguridad se tomaron las instalaciones de la televisión pública en Asunción. De inmediato, el nuevo ministro intervino la estación cambiando la programación y tratando de destituir al director, Marcelo Martinessi. La reacción popular ha sido inmediata y hoy se ha celebrado un micrófono abierto que ha sido un ejemplo de resistencia ciudadana a los poderes tradicionales que derrocaron en 24 horas al aislado presidente Fernando Lugo. Tal y como cuenta el periódico E'a, ‘en una jornada histórica, culminó el espacio 'Micrófono Abierto' de la TV Pública. El mismo se abrió para numerosos manifestantes que se agruparon de manera espontánea y estuvieron en frente del edificio del canal expresando su apoyo al medio y a la libertad de expresión, teniendo en cuenta que dicho espacio y varios programas estaban en la mira para ser censurados. Los manifestantes expresaron durante toda la noche su repudio al golpe de Estado parlamentario y al actual presidente impuesto con la destitución de Lugo. Algunos de los manifestantes se quedarán toda la noche en vigilia, mientras que para este domingo a las 10 de la mañana convocaron para la realización de un festival por la libertad de expresión y la democracia. La convocatoria se hace en el mismo sitio, frente al edificio de la TV Pública, Alberdi entre General Díaz y Víctor Haedo’. Los medios comerciales y la Radio Nacional están siguiendo los acontecimientos desde una aparente "normalidad" tratando de legitimar el juicio político y el derrocamiento de Lugo”. http://otramerica.com/radar/presidente-golpista-de-paraguay-acorralado-por-los-vecinos-y-por-la-ciudadania/2089
(60) “Los hechos de corrupción, cooptación de dirigentes sindicales, así como la crisis interna desatada en las centrales sindicales mayoritarias como producto de lo anterior, genera un periodo de atomización y disminución numérica de las centrales sindicales. La principal división es notoria como punto culminante de crisis internas con la conformación de la Central Unitaria de Trabajadores Auténtica (CUT-A) en el año2000. Los nuevos partícipes de la nueva central no la ven como a una escisión de las centrales sino como una recuperación de la anterior CUT. En la actualidad el panorama sindical nos muestra la existencia de 8 centrales obreras, cuando hasta 1989 solo existía una. Sin embargo los índices de sindicalización de la población económicamente activa difícilmente llegue al 5% del total de la población. Por tanto, en este tiempo el movimiento sindical se caracteriza por una constante atomización dentro de sus filas, con el surgimiento de nuevas centrales en lapsos relativamente cortos. Por el contrario de lo que pudiera parecer, que un fenómeno similar acreciente la participación de los trabajadores en sindicatos, en este tiempo se ha notado que las cifras de trabajadores sindicalizados han decrecido”. http://es.scribd.com/doc/72801806/Etapas-Del-Movimiento-Sindical-Paraguayo
(61) http://www.clarin.com/mundo/Resignados-paraguayos-viven-cambios-calma_0_725327505.html
(62) http://www.prensalatina.cu/ index. php? option =com _content&task=view&id=521860&Itemid=1
(63) “… miles de personas se movilizaban ayer en unos 30 lugares del país para repudiar lo que consideran un golpe de Estado y reclamar la vuelta del destituido jefe de Estado. Fue bajo el lema ‘Paraguay Resiste’ que se convirtió en la consigna predilecta de quienes acompañan al ex presidente. Los manifestantes, fundamentalmente campesinos en grupos de 200 a 500 personas, se reunieron en diferentes puntos de las rutas, sin registrarse incidentes con la policía. En Ciudad del Este, en la Triple Frontera, unas dos mil personas se concentraron en una plaza, marcharon hasta el Puente de la Amistad, que une con Brasil sobre el río Paraná, pero fueron impedidos de llegar hasta la cabecera por agentes antimotines de la policía. Luis Aguayo, principal dirigente de la Mesa Coordinadora Nacional de Organizaciones Campesinas (Mcnoc), dijo que no puede precisar aún la cantidad de personas que se movilizaron ayer, pero anticipó que para el viernes organizarán una manifestación más grande. ‘Vamos a continuar protestando contra este gobierno golpista y esta dictadura parlamentaria hasta que se restituya el orden constitucional’, expresó. En Asunción, la capital, el grupo que se manifestó frente a la televisión pública continuó con su protesta activa desde el viernes, día en que se produjo la destitución de Lugo. Las plazas principales del lugar, que son consideradas como eventuales escenarios de manifestaciones, se encontraban custodiadas sin pausa por la Policía Nacional y en cada una de las tres cuadras que separan a la Plaza del Congreso (Plaza de Armas) y la Casa de Gobierno permaneció estacionado un carro hidrante. En algunos lugares se realizaron bloqueos intermitentes de rutas, mientras en otros los manifestantes se instalaron en los costados de las arterias o cubrieron media calzada de las vías. Uno de estos casos fue el departamento de San Pedro, donde los manifestantes caminaron al costado de las rutas con carteles y lograron congregar a habitantes de las ciudades de Santa Rosa del Aguaray, Lima, Guajayvy, Santaní y Capiibary. Estas movilizaciones se realizaron bajo la organización Frente de Defensa de la Democracia que agrupa a los campesinos, organizaciones sociales y de trabajadores, entre otros sectores”. http://www.cubadebate.cu/noticias/2012/06/28/franco-mueve-la-cupula-militar-y-lugo-moviliza/. 28 de junio de 2012.- “Las protestas populares contra la destitución del presidente paraguayo, Fernando Lugo, abarcaron hoy 10 departamentos del país y amenazan con incrementarse en el resto de esta semana. El Frente para la Defensa de la Democracia informó que diversas organizaciones, con incidencia especial de campesinos, cortaron rutas y realizaron marchas en San Pedro, Concepción, Itapúa y otros lugares del país. Los manifestantes piden la anulación del juicio político a Lugo y su restitución en el cargo de presidente de la República para el cual fue electo en el 2008. Una de las actividades más resaltantes fue la interrupción del cruce por el puente San Roque que comunica los territorios de Argentina y Paraguay en la zona de Misiones. Esta acción fue realizada conjuntamente por militantes de organizaciones argentinas y paraguayas en un esfuerzo conjunto que se extendió por mas de dos horas y el cual se anuncia nuevamente para este jueves. En el departamento de Itapúa, grupos pertenecientes al Frente Guasú- coalición de partidos que apoyó la candidatura presidencial de Lugo en las últimas elecciones- ocuparon calles y caminos en el cruce Kimex, en la localidad de Coronel Bogado y a la entrada de la ciudad de Encarnación. Los manifestantes subrayaron que realizaban estas movilizaciones para mostrar el apoyo popular a Lugo y el rechazo a la instalación en la presidencia de Federico Franco. Una singular ceremonia ocurrió cuando centenares de campesinos realizaron una reunión plenaria en plena calle y proclamaron la destitución de los seis diputados y dos senadores que representan al departamento de Itapúa en el Congreso, por haber aprobado la destitución de Lugo”. 28/06/12 - www.aporrea.org/internacionales/n208621.html Asunción, 1 jul (PL) “Nuevas manifestaciones de protesta contra la destitución del presidente paraguayo, Fernando Lugo, y en reclamo de la renuncia de Federico Franco, su sucesor impuesto por el Congreso, se reportaron en las últimas horas. En esta capital, más de 300 personas marcharon desde la Asociación de Pescadores Unidos, en las riberas del río Paraná, hasta el puente Pessoa reclamando el retorno al proceso democrático iniciado en el 2008 con la victoria electoral de Lugo. Los vecinos de la zona, agrupados en el Centro de Ayuda Mutua, respaldaron la demostración y se unieron a un acto efectuado en el puente, durante el cual recordaron los beneficios en el área de salud recibidos durante el gobierno elegido por el pueblo. Desde Ciudad del Este, a 237 kilómetros de Asunción, se informó de la continuación de las actividades de protesta que se realizaron durante toda la semana que termina, ahora con la concentración de unas cuatro mil personas en el parque La Paz, bajo la consigna Dictadura nunca más. Allí se instaló un campamento permanente de los manifestantes desde donde realizan marchas hacia distintos lugares de la ciudad y sus alrededores y apoyan la interrupción diaria por varias horas del tránsito por el Puente de la Amistad, paso fronterizo con Brasil. Pablina Parra, vocera de los manifestantes, destacó la colaboración que reciben los paraguayos de organizaciones solidarias brasileñas, las cuales ayudan en el corte de la vía desde el otro lado de la frontera. Parra destacó que en las protestas participan, incluso, militantes de los partidos Colorado y Liberal que, junto a los sectores económicos dominantes, se conjuraron para destituir a Lugo, cuyo retorno al cargo demanda la población. Desde el departamento de San Pedro, Karina González, de la comunidad Santa Librada, señaló que unas seis mil personas participaron de una concentración contra el golpe de Estado, mientras en la ciudad de Concepción se reunieron en acto similar otras mil 500. Otra demostración popular contra el golpe tuvo como escenario la localidad de Caaguazú, a 150 kilómetros de Ciudad del Este y también muy cercana a la frontera con Brasil. Esa zona es escenario hace varios días de marchas y actos de protesta contra el golpe de Estado y la última de ellas fue el cierre de la carretera que la comunica con el resto del departamento, en la cual participaron numerosos pobladores, especialmente campesinos”. http://www.prensalatina.cu/ index. php? option =com _content&task=view&id=521860&Itemid=1
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