El pasado domingo 27 de febrero, compañeros y compañeras de Esquerda Revolucionaria fuimos atacados cuando interveniamos en una manifestación contra la invasión de Ucrania, celebrada frente a la Embajada de Rusia en Lisboa.
Ningún compañero resultó herido, pero una mesa, periódicos y otros materiales de propaganda fueron dañados y destruidos. Esta agresión estuvo acompañada de amenazas hacia los camaradas y gritos contra el comunismo: “¡Avergonzaos!”, “¡Sois Hitler! ¡Sois Stalin!”, “¡El comunismo es una mierda!”, “¡Vete a la mierda!”, “¡Muerte a los Comunistas!”, entre otros.
Los panfletos que estábamos repartiendo eran un resumen de la declaración de Izquierda Revolucionaria Internacional contra la guerra imperialista, ¡NI OTAN, Ni Putin! del 24 de febrero. Además de esta declaración, distribuimos ejemplares del Manifiesto Comunista, de Marx y Engels, y de nuestro periódico A Centelha (La Chispa). Estos materiales provocaron la furia de estos elementos de la derecha y la extrema derecha. En la marcha grupos fascistas ucranianos exhibieron ostentosamente sus banderas durante todo el recorrido.
El mismo día, el local del Partido Comunista de Portugal en Beja fue destrozado, con las paredes pintadas con spray con los mensajes “Rusos = Rojos” y “Tenéis sangre ucraniana en vuestra guadaña”.
La extrema derecha, también en Portugal, se siente fuerte y actúa con audacia como consecuencia directa de la política de paz social promovida y defendida con ahínco por las organizaciones políticas y sindicales de la izquierda.
La derecha quiere organizar un movimiento pro-OTAN y de paso saldar cuentas con la izquierda que lucha
Es evidente que la derecha y la extrema derecha europea están utilizando la invasión de Ucrania para exacerbar el nacionalismo y el anticomunismo, legitimar la OTAN y movilizar el apoyo popular para que acepte la escalada militarista en el viejo continente. Y lo hace con la colaboración activa de la socialdemocracia.
Hay pocas dudas de que la reacción pretende alimentar ad nauseam el chovinismo y el belicismo más recalcitrante, y cortar de raíz el surgimiento de un genuino movimiento antiguerra que denuncie la naturaleza imperialista del conflicto y el carácter reaccionario de ambos bandos.
E indudablemente también tiene el objetivo de poder crear un clima favorable para poder amedrentar y atacar a la izquierda que lucha, con este griterío agresivo y belicoso, amenazas y agresiones físicas.
Hay que volver a las calles contra la guerra imperialista en Ucrania y contra la extrema derecha
Tenemos fuerza de sobra para parar los pies a estos reaccionarios. Es necesario recuperar la lucha en la calle, hacer frente, de esta forma, a la ofensiva de la ultraderecha y denunciar y responder con contundencia a todas las agresiones que estos indeseables lleven a cabo contra los y las activistas de la izquierda.
Es clave resaltar el carácter reaccionario del conflicto entre Ucrania y Rusia. La izquierda que lucha debe poner de manifiesto la farsa montada por la derecha, la extrema derecha y la socialdemocracia oficial respecto a esta guerra.
Putin defiende los intereses y los negocios de la oligarquía rusa y el Gobierno de Kiev es un títere de los intereses de EEUU y el capital europeo. Esta guerra es una guerra de banqueros, de grandes capitalistas, de bandidos por ambos lados, y los perjudicados serán (ya lo están siendo) las masas ucranianas y rusas.
Es necesario insistir con fuerza y determinación en que solo un movimiento internacional contra la guerra imperialista, en el que la clase obrera juegue un papel central, puede poner fin a la matanza capitalista de la que la guerra de Ucrania es solo un capítulo más. Únicamente la revolución socialista puede acabar de una vez por todas con las guerras que se libran con fines lucrativos.
Esta es la forma de generar una gran ola contra la guerra imperialista en Ucrania y al mismo tiempo dar un paso decisivo para hacer retroceder a la extrema derecha, aislarla y derrotarla definitivamente.