¡Ni AfD, ni CDU, ni los partidos del Gobierno responsables de esta crisis son una opción para la clase obrera! ¡Hay que responder en las calles!

El regreso de Donald Trump a la Casa Blanca ha llenado de confianza a los partidos de extrema derecha y neofascistas en todo el mundo. Y en Alemania no ha sido diferente. A poco menos de un mes de las elecciones federales, AfD sigue creciendo y ya tiene un 22% de apoyo según algunas encuestas. Aunque el ganador de las elecciones será casi con seguridad la CDU de Friedrich Merz, que sigue descartando por el momento una coalición con AfD, el ascenso de la ultraderecha se está convirtiendo en un peligro cada vez más real.

AfD pasará de ser el quinto partido en el Bundestag a ser la segunda fuerza superando incluso al SPD por primera vez. El discurso racista impulsado por prácticamente todos los partidos tras el atentado de Aschaffenburg, criminalizando a la comunidad musulmana tal y como hace Trump respecto a los hispanos, es un autentico regalo para AfD, abonándoles el terreno para seguir avanzando. Si la cuestión es ser racista, ¡el SPD o Sarah Wagnenknecht no le ganarán en esta batalla a AfD!

El otro aspecto importante es el estado de ánimo y las divisiones entre la clase dominante. La intervención de Elon Musk en la conferencia del partido, aplaudida a rabiar por los líderes de AfD, no es una casualidad ni una actuación estrafalaria. AfD tiene vínculos muy importantes con la clase capitalista y los grandes monopolios alemanes. Pensar que estos movimientos son anecdóticos, y que AfD o Trump son outsiders o políticos antiestablishment es una completa estupidez. AfD cuenta con el apoyo creciente de sectores de la clase dominante, que por supuesto no les darán la espalda si llegan al gobierno, como hemos visto ahora con claridad en la toma de posesión de Trump, que contó con la presencia de los CEOs de las principales multinacionales norteamericanas.

Los acontecimientos en Austria, a pesar de todas las diferencias, también son una seria advertencia: aquí, las semanas posteriores a las elecciones, tras la víctoria del ultraderechista FPÖ, estuvieron marcadas por un "supuesto" cordón sanitario de los partidos "democráticos". ¿Y ahora? La crisis es tan profunda que todas las negociaciones han fracasado y el FPÖ probablemente estará en el nuevo gobierno con el apoyo de la llamada derecha “democrática”.

La intervención de Elon Musk en la conferencia del partido, aplaudida a rabiar por los líderes de AfD, no es una casualidad ni una actuación estrafalaria.

Las tendencias más neofascistas se imponen en el Congreso de AfD

AfD está lejos de la "moderación". Al revés: cada vez es más ultraderechista. Esto no sólo se evidencia en campañas xenófobas como la de los "billetes de deportación" distribuidos por el partido en Karlsruhe a familias con nombres "extranjeros" o en las nuevas propuestas para abolir la doble nacionalidad.

En el congreso del partido en Riega, Alice Weidel, elegida por unanimidad como cabeza de lista del partido- que en 2017, como representante del "ala moderada", planteó la posibilidad de expulsar a Björn Höcke por utilizar esa misma retórica-, defendió en su discurso abiertamente la exigencia fascista de la "remigración". Hace un año, cuando se reveló la celebración de una conferencia secreta en Potsdam con estos mismos planes, que planteaba la expulsión violenta de millones de inmigrantes, la cúpula de AfD se distanció oficialmente de dichos planes. Ahora, sin embargo, han sido incluidos en el manifiesto electoral de la formación y Alice Weidel fue ovacionada después de su discurso con gritos de "Alice para Alemania", emulando el lema de las SA nazis "Todo para Alemania".

Por no hablar de su entusiasmo hacia Elon Musk, que realizó con orgullo el saludo hitleriano hasta en tres ocasiones públicamente tras la toma de posesión de Trump, y que intervino en dicho congreso señalando que sólo AfD puede salvar a Alemania de la ruina, en términos bastante similares a los utilizados por el partido nazi antes de tomar el poder. ¡AfD -Hitler- o el caos! Este es el nuevo lema de campaña.

Pero el factor decisivo no son las figuras de Weidel, Tino Chrupalla o Björn Höcke, sino la base social reaccionaria sobre la que se apoya el partido: un sector de empresariado que esta haciendo jugosos negocios explotando a la clase trabajadora migrante, especialmente en el campo, y amplios sectores de las clases medias golpeadas por la crisis así como sectores desmoralizados de la clase trasbajadora desempleados o empobrecidos.

AfD moviliza a estas capas con un amplio repertorio de demagogia, planteando bajadas de impuestos y recortes agresivos en beneficio de los empresarios, y a su vez incubando el veneno del racismo culpando a la inmigración de todos los problemas sociales y defendiendo mano dura, abriendo el camino de duros ataques a los derechos democráticos y sindicales. Una política represiva, autoritaria, que ha impulsado a un nivel sin precedentes el Gobierno de Scholz, especialmente contra el movimiento de solidaridad contra el pueblo palestino. Así, ¿como van a ser creíbles sus pateticos llamamientos a contener a extrema derecha?

Es obvio que un gobierno de la AfD no significa inmediatamente una dictadura fascista, pero las tendencias bonapartistas, autoritarias, son claras y los paralelismos con los años 30 cada vez más evidentes. También en aquellos años el SPD no dudo en apoyar gobiernos bonapartistas bajo la República de Weimar, que implementaron una brutal represión, abriendo finalmente el camino a los nazis.

img
En los años 30 el SPD no dudo en apoyar gobiernos bonapartistas bajo la República de Weimar, que implementaron una brutal represión, abriendo finalmente el camino a los nazis.

El capitalismo alemán en una encrucijada

En nuestra declaración tras el colapso del gobierno del semáforo[1], explicabamos que una coalición entre la CDU y AfD es poco probable. No por un supuesto "cordón sanitario" -que se derrumbó como un castillo de naipes después de que Merz anunciara que votaría con AfD políticas migratorias aún más racistas después de los atentados de Aschaffenburg-, sino por la posición contradictoria de ambos partidos en la lucha interimperialista entre EEUU y China. Detrás del rechazo de Merz a una coalición con AfD está la presión de sectores clave del imperialismo estadounidense, que quiere mantener a este partido que simpatiza con Rusia y China fuera del gobierno.

La guerra en Ucrania y las sanciones contra Rusia no fueron simples caprichos de Biden que Trump pueda revertir ahora facilmente.Como hemos estado explicando, el imperialismo estadounidense, y no Europa, fue quien forzó la guerra en Ucrania. La razón, luchar por el dominio de Europa contra la creciente influencia china. Por eso, uno de los principales objetivos del imperialismo estadounidense era cortar los cruciales lazos energéticos de Alemania con Rusia, golpeando duramente a la economía alemana y derribando su poderosa industria que compite además con los capitalistas estadounidense. Y parece que por el momento están logrando sus objetivos.

Pero la situación es muy contradictoria, y la elección de Trump la ha complicado aún más. Elon Musk, mano derecha de Trump, ha seguido una agenda completamente diferente llamando a votar por AfD, y sus dirigentes ultraderechistas ven a Trump como su modelo a seguir, con Tino Chrupalla presente en su toma de posesión.

Esta posición de Musk llamando a votar por AfD, que se ha opuesto a la guerra en Ucrania y ha denunciado la sumisión del Gobierno de Scholz al imperialismo estadounidense, podría parecer una locura. Pero tiene su propia lógica. Este multimillonario neofascista, que defiende la eliminación de derechos laborales, abogando por jornadas de 80 horas semanales, y que quiere erradicar cualquier derecho sindical, expresa los sueños de importantes sectores de la clase dominante alemana y mundial que quieren golpear a la izquierda radical, a los movimientos sociales y al sindicalismo combativo. Algo no muy diferente de la simpatía que despertó Hitler entre la clase capitalista de Francia, Gran Bretaña e incluso los EEUU, por su combate contra el comunismo, el socialismo o el sindicalismo.

Estas contradicciones ponen en evidencia la complicada situación en la que se encontrará el nuevo gobierno, independientemente de la coalición que se forme. Por supuesto, AfD no puede resolverlas, al igual que Trump no puede hacerlo en los EEUU. Por el momento, Merz quiere, ya sea con los Verdes, con el SPD o con ambos como socios, profundizar la agresiva agenda de los EEUU en Europa. De hecho, ya ha intentado acercarse a Trump subrayando públicamente que ve "más similitudes que diferencias". Uno de sus primeros proyectos sería un nuevo acuerdo de libre comercio con los EEUU, aunque fue Trump quien frenó el último (TTIP) en 2017.

Como dijo Lenin, la política es economía concentrada, y las siguientes cifras ejemplifican claramente la situación desesperada del capitalismo alemán. Solo en la primera mitad de 2024, la inversión directa alemana en China fue un 13% mayor que en todo el año anterior (7.280 millones de dólares) y las exportaciones chinas a Alemania aumentaron un 8%. Al mismo tiempo, Alemania sigue siendo el cuarto socio comercial más importante de los EEUU y el mercado estadounidense sigue siendo el primero para las manufacturas alemanas. Alemania se ha visto duramente afectada por la crisis de sobreproducción mundial y se encuentra atrapada entre dos frentes.

Este salto cualitativo en la crisis capitalista hará que tarde o temprano todas estas contradicciones resulten insoportables y dará a la AfD, como única "oposición", aún más impulso. Y al igual que en EEUU, cada vez más sectores de la clase dominante llegarán a la conclusión de que la salida necesaria de cara a defender sus intereses es apostar por la ultraderecha.

img
Solo en la primera mitad de 2024, la inversión directa alemana en China fue un 13% mayor que en todo el año anterior (7.280 millones de dólares) y las exportaciones chinas a Alemania aumentaron un 8%.

¡Necesitamos levantar una alternativa genuinamente revolucionaria!

En esta situación, los dirigentes de la izquierda reformista y parlamentaria y de los sindicatos solo ofrecen a la clase obrera excusas y derrotas. O bien penosos acuerdos salariales como el de Volkswagen (VW), por el que se aceptan recortes y cierres de fábricas, o bien constantes ofrecimientos por parte de la dirección Die Linke al SPD o Los Verdes para participar de la gobernabilidad. Pero el problema no es sólo la amenaza de la extrema derecha, que es muy grave, sino la crisis capitalista y el constante deterioro de nuestras condiciones de vida y de trabajo. Todo ello requiere de una respuesta consecuentemente por parte de la izquierda, una respuesta internacionalista, antifascista y socialista que confornte a la reacción y a los capitalistas.

A pesar de todas las afirmaciones de los dirigentes de Die Linke sobre un nuevo enfoque basado en la "escucha" y en atender a las preocupaciones de la ciudadanía puerta a puerta, la realidad es que el partido enfrenta una crisis brutal que podría suponer su desaparición del Parlamento. Y lo hace porque ha abandonado lo fundamental, la lucha en las calles y un programa genuinamente de izquierdas, para centrarse en el mero juego parlamentario y en esas políticas “realistas” incapaces de enfrentar a la reacción. La nueva izquierda reformista, Die Linke, Sanders, Corbyn, Syriza o Podemos, pretendió establecer un capitalismo de rostro humano, más demócratico y social, señalándonos que no era necesario luchar por el socialismo. Hoy sus planteamientos yacen hechos trizas. Es necesario sacar conclusiones.

Al mismo tiempo BSW, una escisión por la derecha en el seno de Die Linke, al tiempo que critica la crisis de la izquierda, la enfrenta con un discurso absolutamente reaccionario, con posiciones abiertamente racistas y chovinistas, que hacen el juego a AfD, y defendiendo politicas capitalistas nacionalistas.

Ante este vacío, es necesario reconstruir, desde abajo, una alternativa revolucionaria para la clase obrera. Eso no significa que sectores de la juventud y de la clase trabajadora no vayan a movilizarse en las elecciones contra la amenaza de AfD, y que logicamente el voto a Die Linke aparezca como la mejor opción en esta dificil coyuntura. Pero lo fundamental es cómo vamos a dar la batalla después del 24 de febrero.

Toda esta situación también está despertando una creciente conciencia antifascista y una creciente indignación ante entre la juventud y sectores combativos de la clase obrera. Las movilizaciones contra el congreso del partido AfD o las protestas o incluso bloqueos contra los actos de la AfD en las grandes ciudades, todos ellos duramente reprimidos por la policía bajo el Gobierno del SPD, son un ejemplo. Un movimiento que tiene que construirse y crecer desde abajo, a través de la acción directa, impulsando acciones de clase y huelgas, y enarbolando la bandera del anticapitalismo, el internacionalismo y el socialismo.

No hay salida bajo el capitalismo, pero Alemania tiene enormes recursos, un sector industrial muy potente, y sectores tecnológicos muy avanzados. En estas condiciones, utilizar todos estos recursos en beneficio de la sociedad podría acabar con la pobreza y la desigualdad. No es cierto que no haya suficientes recursos, y menos en un país como Alemania, ¡pero están en manos de los grandes monopolios, los trusts financieros y los bancos! Necesitamos expropiar toda esta riqueza y ponerla en manos de la clase trabajadora, alemana e inmigrante, y utilizarla para construir un mundo mejor, un mundo socialista. ¡Es posible! ¡Unnete a Ofenssiv para hacerlo!

 

[1]     Elecciones anticipadas en Alemania. El colapso del Gobierno Scholz y la amenaza de la reacción

banneringles

banner

banner

banneringles

banneringles

bannersindicalistas

bannersindicalistas