iceland1Islandia, un país habitualmente poco mediático, ha sido objeto de un inusitado interés en los últimos cuatro años. Los acontecimientos que se sucedieron en la isla han impactado en la mente de millones. Su sistema financiero quebró en septiembre de 2008 y el país tuvo que ser “rescatado” por el FMI. El estallido social que siguió al colapso económico es, sin duda, una inspiración para todos los revolucionarios. Hoy, Islandia parece haber dejado atrás la recesión. Y abundan los artículos de prensa que afirman que la recuperación se logró sin recortes sociales, negándose a pagar las deudas de los banqueros, encarcelando a los responsables de la crisis y aplicando la democracia directa y participativa.

 

La viabilidad de este modelo vendría a demostrar que “otro capitalismo es posible”, un capitalismo contrario al modelo neoliberal. ¿Existe un capitalismo así?

Para la clase trabajadora este no es un mero debate académico. Implicaría que es posible salir de la crisis e impedir el dramático retroceso de nuestras condiciones de vida sin necesidad de la revolución socialista, es decir, sin la traumática experiencia de la expropiación de la burguesía por parte de la clase obrera.

En última instancia, todo se reduciría a la voluntad política por parte de los gobiernos, de aplicar uno u otro modelo, sin necesidad de romper con el capitalismo: en otras palabras, optar por las recetas neoliberales consistentes en hacer pagar la crisis a los trabajadores o por el modelo islandés que, respetando la propiedad privada y el libre mercado, permitiría una salida de la recesión con justicia social. ¿Qué hay de cierto en todo esto?

Las peculiaridades de Islandia

Islandia es una isla volcánica de 103.000 km2. Pese a tener un tamaño similar al de Bulgaria, su ínfima población, menos de 320.000 habitantes, es equiparable a la del municipio de Vigo. El 65% de la población vive en la capital, Reikiavik, o en su área metropolitana.

A pesar de localizarse en el extremo noroeste de Europa, muy cerca del círculo polar ártico, disfruta de un clima moderado gracias a la corriente del Golfo.

Islandia posee una ingente cantidad de agua dulce, que ha usado como fuente de energía hidroeléctrica. Ésta, junto a la energía geotérmica producida por la actividad volcánica de la isla, permite al país acercarse a la autosuficiencia energética. La abundante y barata energía de que dispone ha contribuido al establecimiento de fábricas y fundiciones de aluminio, mediante inversiones de multinacionales extranjeras como Alcoa.

La exportación de pescado sigue siendo, sin embargo, una actividad económica esencial para la isla.[1]

Islandia tiene también importancia geopolítica. En 1951 EEUU estableció una importante presencia militar en la isla (que carece de ejército propio) ante el intento de la URSS de instalar armamento y submarinos nucleares en la península de Kola. La burguesía islandesa ha sacado provecho de su situación estratégica —amagando con permitir a Rusia el uso de su territorio— para obtener contrapartidas (ampliación del espacio de pesca frente a Gran Bretaña, etc.)[2].

Si mencionamos todo esto es porque son peculiaridades que limitan parcialmente los paralelismos que puedan hacerse con otros países.

Resumen histórico

iceland4Hasta fechas tan tardías como el año 874, no se produce el primer asentamiento permanente de población en Islandia. Éste provino de colonizadores escandinavos. Entre 1262 y 1944, la isla formó parte de Noruega y posteriormente de Dinamarca, país del que se independizó durante la II Guerra Mundial.

Hasta mediados del siglo XX Islandia dependía de la pesca y fundamentalmente, la agricultura y era uno de los países más pobres de Europa. Las erupciones volcánicas y su efecto sobre las cosechas provocaron en no pocas ocasiones hambrunas y emigración masiva. Como consecuencia de la erupción del volcán Laki en 1783, un cuarto de la población falleció de inanición.

De hecho, hasta hace pocas décadas, gran parte de la población vivía todavía en casas de adobe. La transformación profunda de su economía no llegaría hasta la segunda mitad del siglo XX, cuando la estratégica ubicación de la isla atrajo el interés de EEUU, tal y como ya se ha comentado.

El ingreso de Islandia en la OTAN, en 1949, provocó protestas masivas en el país. EEUU, que quería establecer una base aérea en la isla, se vio obligado a realizar concesiones económicas. Islandia recibió a través del Plan Marshall 43 millones de dólares, lo que equivalía a ¡cinco veces el dinero per cápita recibido por Francia!

Esta importante inversión sentó las bases para la industrialización del país, que moderniza la flota pesquera y el sector conservero. Más adelante, el bajo precio de su energía atrae la inversión extranjera, fundamentalmente hacia la producción de aluminio.

Según el sociólogo norteamericano James Petras, Islandia “era un país por muchos años con mucha influencia de la izquierda, de sectores obreros, pescadores sindicalizados con fuerte presencia socialista, incluso comunista” (rebelion.org, “Islandia es una economía totalmente quebrada”).

Orgía especulativa

Desde los años 80, en sintonía con la política económica que aplica la burguesía a escala mundial, se inicia un proceso de privatizaciones que afecta, en primer lugar, a la industria pesquera y que está detrás de la formación de las principales fortunas actuales del país. Dentro de esta política procapitalista, el impuesto de sociedades se sitúa en el 18%, uno de los más bajos del mundo.

En el año 2000 se privatizan los tres bancos islandeses, hasta entonces estatales. La comunión de intereses entre los políticos burgueses y los capitalistas es cristalina.

Landsbanki es vendido a simpatizantes del Partido Progresista (derecha), concretamente al empresario Björgólfur Thor Björgólfsson y Kaupthing Bank pasa a manos de hombres cercanos al Partido de la Independencia (también de derechas). El tercer banco, Glitnir, acaba en poder de Jón Ásgeir Jóhannesson, billonario y magnate de la alimentación. En pago a los servicios prestados, el Partido de la Independencia recibió donativos en 2006 de 25 millones de coronas del banco Landsbanki.

Ávidos de beneficios rápidos, los banqueros logran del Gobierno la desregulación total del sistema financiero (requerimientos de reserva, condiciones para la concesión de créditos…).

Desde ese momento, comienza a inflarse una gigantesca burbuja especulativa.

Los altos tipos de interés que ofrecía la banca islandesa atrajeron inversores de todo el mundo deseosos de beneficiarse de esa elevada rentabilidad. Pero para pagar los altos intereses ofrecidos, los bancos necesitaban conseguir constantemente nuevos inversores, para evitar que todo se derrumbase. Entonces, las maniobras financieras y contables para conseguir más clientes rayan la locura. El periodista financiero Michael Lewis cita a un banquero nórdico para explicar el método utilizado: “Tú tienes un perro y yo tengo un gato, los dos nos ponemos de acuerdo en que cada uno vale mil millones de dólares. Tú me vendes el perro por mil millones y yo te vendo el gato por mil millones. Ahora ya no somos simples propietarios de dos mascotas, sino bancos islandeses con mil millones de dólares en nuevos activos”.[3]

Che-flag-IcelandPuede parecer una operación absurda, ya que el resultado neto es cero, pero desde el punto de vista contable el banco puede presentar ahora en sus balances activos financieros por cantidades astronómicas.

Gracias a estos balances hinchados, los bancos procedían a realizar “préstamos bola”, prestando grandes cantidades de dinero a empresas que a su vez utilizaban ese mismo dinero en comprar acciones del banco, en una auténtica maraña de intereses cruzados hasta el infinito que lleva al mercado de valores de Reikiavik a dispararse un 600% impulsado por los bancos. Las capas medias, en medio de la euforia, piden préstamos para comprar acciones, que no paran de subir.

En esta situación, los activos de los bancos islandeses (que provienen del dinero depositado en cuentas por empresarios y particulares europeos) ascienden a una cantidad de entre 80.000 y 100.000 mil millones de dólares, es decir, diez veces el PIB islandés. Aun así, en 2007 las agencias de calificación de riesgo les otorgan la triple A (máxima puntuación).

Atrapados en esta monumental estafa de tipo piramidal, los bancos necesitan conseguir permanentemente nuevos inversores y préstamos. La crisis de las hipotecas subprime en EEUU frena en seco todo el proceso. Se evidencia la realidad; la economía real está en apuros, también en Islandia. Los bancos islandeses piden préstamos, pero los especuladores han huido. Nadie presta dinero a nadie. Por supuesto, el Banco Central Islandés no puede rescatar a bancos cuyas deudas decuplicaban el PIB nacional. No hay forma de mantener el sistema. Todo colapsa. La bolsa islandesa se desploma y miles de personas pierden los ahorros de toda su vida.

Colapso

En otoño de 2008, los tres bancos islandeses (Glitnir, Landsbanki y Kaupthing), incapaces de hacer frente a sus obligaciones y de conseguir liquidez, quiebran. Uno tras otro son intervenidos por el Estado.

En pocos días la corona, la moneda islandesa, se desploma hasta perder el 50% de su valor frente al euro. Para intentar frenar el colapso, el Gobierno establece un corralito, impidiendo el cambio de coronas por divisas. Ningún inversor extranjero acude al país, ya que sus divisas serían transformadas de inmediato en coronas (que nadie aceptaría fuera de Islandia) y no pueden ser reconvertidas en euros por la suspensión de las transacciones en moneda extranjera. El corralito impide también a las empresas islandesas importar mercancías, invocando el fantasma del desabastecimiento.

La bolsa de Reikiavik es cerrada durante una semana. Aun así, al reabrirse pierde el 90% de su valor.

El Gobierno solicita el rescate del FMI. Islandia se convierte en el primer país occidental que recibe un préstamo de rescate del FMI desde 1976.

Todos los indicadores económicos se hunden: el PIB islandés cae en 2009 un 6,7%, la mayor caída desde que empezaron a elaborarse las cuentas nacionales en 1945. La inversión (formación bruta de capital fijo) se desploma más de un 50% en 2009 tras haber perdido otro 20% en 2008 (ver gráfico).

Formación Bruta de Capital Fijo

2006

2007

2008

2009

2010

24,4%

-12,12%

-20%

-51,6%

-8,1%

Fuente: Estadísticas de Islandia (Gross fixed capital formation). www.statice.is

El desempleo, un fenómeno prácticamente inexistente, llega al 9,1 en el segundo trimestre de 2009. El sueño de eterna prosperidad se acaba bruscamente en Islandia.

2011_Revolution_IcelandPor supuesto, no todos sufren por igual. Miles de islandeses pierden su trabajo y no pueden hacer frente a las deudas contraídas en la época de boom. Las clases medias ven cómo se evaporan todos sus ahorros en acciones y cómo les son embargadas las segundas residencias en España y otros países a consecuencia de la devaluación. Sin embargo, los banqueros y políticos burgueses que provocaron la gigantesca burbuja financiera supieron retirarse a tiempo. El dueño del banco Glitnir, el billonario Johansson, vaciaba la caja prestándose a sí mismo para maquillar la contabilidad de sus empresas y sacando fortunas a paraísos fiscales.[4]

Las informaciones son abundantes:

“A finales del 2008 todo explota, las acciones de los bancos se hunden, aunque los propietarios habían vendido grandes paquetes meses antes. Un gran número de los trabajadores de Kaupthing, Glitnir y Landsbanki se quedan sin empleo, con millares de acciones que han pasado a valer nada pero con la obligación de seguir pagando los préstamos que contrataron para adquirirlas”.[5]

“Un informe parlamentario describe cómo los antiguos directores se adjudicaban préstamos fraudulentamente (1.600 millones de euros el Glitnir) y cómo los auditores de Price Waterhouse habían encubierto todos los fraudes bancarios. Además, 10 de los 63 parlamentarios tenían préstamos por unos 10 millones de euros cada uno”.[6]

El FMI al ‘rescate’

El Gobierno islandés, una coalición encabezada por el derechista Geir Haarde, se puso en manos del FMI.

A cambio de los planes de austeridad habituales, el FMI concedió un préstamo de 2.100 millones de dólares a finales de 2008 (el acuerdo Stand by). Varios países nórdicos, Polonia e Islas Feroe concedieron otro préstamo de 3.000 millones de dólares. En ese momento esa era la única forma de obtener un préstamo, ya que Islandia estaba vetada en el mercado interbancario privado internacional, tras el colapso bancario y la quita de la deuda de sus bancos. En realidad el FMI se vio obligado a conceder el préstamo. El gobierno islandés volvió a jugar su carta habitual: amagar con ponerse en manos de Rusia en caso de no encontrar eco a sus demandas.[7]

De acuerdo con el FMI se procedió a reorganizar el sistema bancario, tras la quiebra de los tres bancos islandeses. La Autoridad Supervisora Financiera tomó el control de estos bancos y los separó en dos partes, una nacional y otra internacional. La parte nacional, es decir, la que correspondía a depósitos de islandeses, fue recapitalizada con dinero público, creándose tres nuevos bancos. Los viejos bancos, con depósitos de inversores extranjeros, procedieron a la liquidación de activos y a la quita ordenada de la deuda, que no podían pagar (y que era imposible “salvar” con dinero público). Por supuesto, el préstamo del FMI no se utilizó para proteger a las familias más golpeadas por la crisis, sino a hacer frente a la liquidación ordenada bancaria.

Sólo una pequeña parte de esta deuda impagable fue objeto de disputa, la que correspondía a Icesave, una filial del banco Landsbanki, que operaba en Gran Bretaña y Holanda. Ante la quiebra de Icesave, estos dos países devolvieron, con dinero público, los ahorros depositados por sus inversores nacionales y exigieron a Islandia la reposición de ese dinero (unos 3.900 millones de euros).

Estallido social

La población islandesa se asoma al abismo. Los últimos años habían supuesto una importante alza en las condiciones de vida para muchos. Pero ahora, con la devaluación de la corona, todos aquellos que tenían una deuda contraída en moneda extranjera —y era habitual— para la compra de una vivienda o un coche ven sus deudas triplicadas. Además, miles han visto cómo se volatilizaban todos sus ahorros en acciones.

A la vez, van apareciendo noticias que demuestran que los responsables de este timo, como los directivos del Glitnir, se embolsaron comisiones multimillonarias mientras el banco se hundía, o que los administradores del Kaupthing vieron perdonadas sus deudas. La temperatura social aumenta. Pero Islandia lleva tiempo aletargada. Desde hace más de 60 años no se producen disturbios en el país. Ahora despierta de su letargo.

Las manifestaciones comienzan en octubre de 2008. Y cada vez suman más gente. Exigen la dimisión del Gobierno. Surgen asambleas ciudadanas por todos sitios. El primer ministro Haarde es recibido con una lluvia de huevos. El parlamento es rodeado por una multitud. Un joven sustituye la bandera del país por la bandera de la cadena de supermercados propiedad del magnate Johannesson (dueño también del banco Glitnir). La policía lo detiene; cientos de manifestantes asaltan la comisaría para liberarlo. El 22 de enero de 2009 la policía usa gas pimienta y carga, por primera vez desde 1949. Al día siguiente el primer ministro anuncia su dimisión. Las protestas han forzado la caída del gobierno y la convocatoria de elecciones.

Las elecciones de abril de 2009 dan como resultado la victoria de una coalición de izquierdas, por primera vez en la historia de Islandia. El derechista Partido de la Independencia pierde su hegemonía tras 65 años y cosecha un muy mal resultado. Johanna Sigurdardottir, del Partido Socialdemócrata, es investida primera ministra. Algunos sectores de la izquierda se han deshecho en halagos hacia esta mujer, sin embargo, la calle cuenta una historia distinta. Las protestas no tardan en resurgir.

iceland_protestEn diciembre de 2009 el parlamento (ahora con mayoría absoluta de la izquierda) acuerda entregar a Gran Bretaña y Holanda el dinero que estos gobiernos emplearon para hacer frente a la quiebra de Icesave, la filial del Landsbanki, que afectaba a 300.000 inversores en esos países. El dinero entregado por Gran Bretaña y Holanda era de 3.900 millones de euros, pero el parlamento accede a la demanda británico-holandesa de pagar, además, intereses a un 5,5% a contar desde 2008 (lo que elevaba la cantidad a 5.500 millones de dólares en 15 años). Entre los “ahorradores” se encontraba el chef Gordon Ramsay o el magnate inmobiliario Robert Tchenguiz, pasando por supermercados como Sainsbury o tiendas de ropa como Karen Millen o House of Fraser.

La oposición al pago de esta deuda por parte del Estado islandés, que era una deuda de un banco privado, es masiva. Mientras los banqueros hicieron beneficios astronómicos, los trabajadores islandeses no se beneficiaron del festín. Ahora querían que el Estado, a través del presupuesto, se hiciese cargo de sus problemas.

En agosto, 3.000 personas, una cantidad relevante para un país como Islandia, se manifestaron en contra de esta indemnización. Una cuarta parte del censo electoral suscribió una petición al presidente Grimsson —un cargo político poco menos que ornamental— para someter esta decisión a referéndum. Éste, ante la tremenda presión, aceptó, usando una prerrogativa constitucional en desuso.

El 6 de marzo de 2010 se llevó a cabo el referéndum. El resultado fue abrumador: el 93% de los votantes se opuso a la entrega del dinero. Tras la votación, el ministro de Finanzas de la coalición de izquierdas afirmó: “Queremos dejar claro que el ‘no’ no significa que no vayamos a pagar. Vamos a cumplir con nuestras obligaciones”.[8]

El Gobierno renegoció las condiciones del pago de la deuda a Gran Bretaña y Holanda y obtuvo un acuerdo más ventajoso, con un interés menor y a pagar en más tiempo. Sin embargo, una vez más la presión popular obligó al presidente a convocar un nuevo referéndum. La primera ministra se esforzó al máximo para aterrorizar a la población con las consecuencias que tendría el no. Pero el segundo referéndum, celebrado casi un año después y que contó con un 75% de participación, volvió a saldarse con una victoria del no por un 60% de los votos.

Falsos mitos (I): Islandia no paga las deudas de sus bancos

Islandia se negó a socializar las pérdidas y dejó que la banca irresponsable simplemente quebrase”[9]. Esta es la afirmación insistentemente repetida en los últimos meses desde diversos ámbitos políticos. Esta noticia, concretamente, apareció en la web de Eusko Alkartasuna. ¿Qué hay de cierto?

Con la deuda bancaria ocurrieron tres cosas: la parte nacional fue “salvada” por fondos públicos. La parte internacional causó default (suspensión de pagos) y se procedió a una quita y a su reestructuración. Sólo una ínfima parte de esa deuda (3.900 millones de euros, un 5% del total de la deuda) fue reclamada en el extranjero. Nos referimos a la ya mencionada deuda de Icesave.

1. El contencioso Icesave

Como hemos explicado más arriba, cuando esta entidad quebró y no pudo devolver los depósitos a los inversores, los gobiernos británico y holandés utilizaron fondos públicos para indemnizarlos. Posteriormente ambos gobiernos exigieron al Estado islandés la devolución del dinero desembolsado.

Si Gran Bretaña y Holanda, a diferencia del resto de países, reclamaron al Estado islandés ese dinero, se debió a que Islandia había firmada un tratado internacional, como miembro del Área Económica Europea, que establece, aparentemente, que deben garantizarse al menos 20.000 euros de cada cuenta.

Tal y como hemos expuesto, el gobierno de izquierdas salido de las urnas estaba completamente dispuesto a devolver este dinero a Gran Bretaña y Holanda (a pesar de que equivalía a casi la mitad del PIB islandés).

Lo único que lo impidió fue el rechazo cosechado en los dos referéndums forzados, que el Gobierno no deseaba. De hecho, tras el segundo, la primera ministra, Jóhanna Sigurdardóttir dijo que era el “peor resultado imaginable” y que “podía dividir el país en dos”[10]. También alertó de que el resultado del referéndum podría traer consigo “el caos político y económico”.[11]

Y lo cierto es que ese dinero está ya siendo devuelto. Para empezar, el gobierno británico —¡recurriendo a leyes antiterroristas!— congeló activos de Landsbanki (matriz de Icesave) por valor de 4.000 millones de libras, lo que ya de por sí cubriría prácticamente la totalidad del dinero aportado por el Estado británico. Actualmente, según la prensa islandesa, Landsbanki, intervenido por el Estado islandés, ha satisfecho ya un tercio del dinero adeudado a Gran Bretaña.[12] El contencioso sigue en los tribunales.

representantes_sindicales_organizando_un_referendum_a_favor_de_la_huelga_en_una___fbrica_de_harina_de_pescadoEn cualquier caso, afirmar que los ciudadanos islandeses fueron consultados en referéndum sobre si querían o no hacerse cargo de las deudas de sus bancos es falso, por dos motivos: porque la consulta no abarcaba la totalidad de esa deuda, sino tan sólo un 5% del total, y  porque el Gobierno no quería la consulta, sino que la apabullante presión social lo forzó a convocarla. El mito de un gobierno que repudia las deudas y consulta a la ciudadanía sobre su pago no se sostiene.

La consulta, por otra parte, no abarcó la deuda pública del Estado.

2. La deuda de los inversores internacionales

Bajo el capitalismo, los bancos, a pesar de ser empresas privadas, necesitan del respaldo y del Estado para subsistir. Estados del tamaño de Islandia no pueden ofrecer esas garantías.

Tras la reorganización de los bancos en una parte nacional y otra internacional, se procedió a la liquidación ordenada de los segundos. Mediante la venta de activos se devolvió una parte de los depósitos. También el crédito del FMI ayudó a la reestructuración. (La Jornada, 14/1/10).

La gran mayoría de las deudas, unos 50.000 millones de euros, fueron asumidas como pérdidas por los inversores extranjeros. Que los bancos islandeses reestructuren su deuda mediante quitas es bastante distinto a afirmar que “Islandia no paga sus deudas”.

En realidad, aunque el gobierno islandés hubiese querido salvar el negocio bancario internacional con fondos públicos, hubiese sido absolutamente incapaz de hacerlo: el pago de los intereses de la deuda hubiese superado cada año los ingresos del país.

Como afirma el politólogo islandés Erikur Bergmann: “Simplemente, no había dinero para rescatar a los bancos: de lo contrario, el Estado los habría salvado. ¡Llegamos a pedírselo a Rusia! Fue un accidente: no queríamos, pero tuvimos que dejarlos quebrar, y ahora los políticos tratan de vender esa leyenda de que Islandia ha dado otra respuesta”. (El País, 3 de abril de 2011).

3. La deuda de los inversores islandeses

Sin embargo, donde el mito de una salida distinta a la crisis por parte de Islandia se desmorona completamente es en las medidas adoptadas por el gobierno en relación a los inversores islandeses.

Los tres nuevos bancos creados[13] fueron generosamente recapitalizados con al menos 1.500 millones de euros de fondos públicos, y después privatizados[14]. El Gobierno islandés dedicó un ingente porcentaje del PIB del país a rescatar la banca. “El gasto neto, es decir, descontando lo que el Estado ha recuperado con la venta de activos, ha sido del 41% [del PIB]” (Gara, 16/6/2011). Esta cantidad supera comparativamente a la utilizada por los principales países de la OCDE en el rescate bancario y deja a las claras que el gobierno islandés actuó exactamente igual que el resto de gobiernos capitalistas. Este masivo trasvase de fondos ha endeudado enormemente al Estado. La Oficina Económica y Comercial de España en Oslo afirma que “el considerable aumento de la deuda pública se debe a la nacionalización o refinanciación de los bancos colapsados” (Informe económico y comercial. Islandia 2011). Como consecuencia de esto, el endeudamiento público ha pasado del 10% al 100%.

Los créditos y los flujos financieros sólo beneficiaron a una minoría, pero cuando esa minoría tiene problemas, sus deudas son socializadas y todos los trabajadores deben pagarlas.

Recortes sociales

Una vez que la deuda pública se había disparado, a consecuencia de la recapitalización bancaria con fondos públicos, el gobierno emprendió un durísimo ajuste en el gasto social para equilibrar las cuentas, siguiendo miméticamente los pasos dados en el resto del mundo.

El gasto educativo se ha recortado un 8,17% entre 2008 y 2010, según el Instituto de Estadística de Islandia (www.statice.is).

iceland_protestEl gasto sanitario sufrió un drástico recorte de al menos un 9,7%. Sus efectos han sido inmediatos: el hospital de Reikiavik ha reducido su presupuesto un 25% en estos tres años. En el rural, la situación es aún peor. Un artículo de la prensa islandesa titulado Recortes sanitarios en las zonas rurales de Islandia afirma: “Un ejemplo claro se encuentra en la región de los fiordos occidentales, donde los recortes amenazan la existencia misma del hospital de Isafjordur (…) Eirikur Finnur Greipsson, el alcalde de la ciudad de Isafjardarbaer, cree que los recortes financieros propuestos en el sistema sanitario regional del año próximo serán un golpe letal que podría cerrar el hospital por completo (…) Greipsson dice que si el hospital deja de tener médicos de guardia, paran los diagnósticos, cierra su departamento de radiografías, cierra su sala de maternidad y su servicio de urgencias, todavía se enfrentaría a un déficit de 80 millones de coronas”.[15]

En 2010 también desaparecieron las ayudas a la maternidad (unos 530 dólares por hijo).[16]

Y junto al recorte del gasto social, se aumentaron severamente los impuestos. Por cada litro de gasolina pasó a pagarse 10 coronas y los impuestos sobre el alcohol aumentaron un 15%. Esto, entre otras cosas provoca el aumento de la inflación y con ello se encarecen las hipotecas que están indexadas al IPC. El impuesto directo sobre las personas físicas pasó en 2009 del 35,7% al 37,2% y posteriormente volvió a incrementarse, atendiendo a los ingresos. El resultado es que un trabajador islandés con un sueldo neto de 1.500 euros mensuales paga unos 800 euros más al año.

Pero la subida de impuestos no es igual para todos. De hecho, el impuesto de sociedades, el que pagan los empresarios, se redujo del 18% al 15%, uno de los más bajos del mundo.

En 2009 las centrales sindicales recibieron 5.000 avisos de despido para el final del verano. Los empresarios aprovecharon la coyuntura para despedir y empeorar las condiciones laborales. Un trabajador español del servicio postal de Reikiavik escribe: “Durante febrero, la carga de trabajo en el servicio postal disminuyó un 20%, para sobrevivir a la merma en los ingresos la empresa empezó a recortar gastos: el aumento de sueldo que debía aplicarse en marzo quedó en nada, dejaron de ser requeridos muchos empleados eventuales, se reconvirtió a secretarias en mozos de almacén e incluso desapareció el personal de limpieza externo. El cambio de política se apreciaba también en los detalles, hasta los vasos del café pasaron a ser de peor calidad”[17]

Los empresarios han lanzado una ofensiva contra los salarios. Según las estadísticas éstos han caído de 2007 a 2010 un 11,2% de media, pero en algunos sectores ha superado el 20%.[18]

Y mientras los salarios caen, la inflación ha subido más de un 30% desde el inicio de la crisis, hundiendo la capacidad adquisitiva de muchos trabajadores.

Esta situación, unida al crecimiento vertiginoso del desempleo, ha incrementado la pobreza en el país: “Hay 46.000 familias que tienen dificultades para llegar a fin de mes, y 13.000 casas embargadas por los bancos”.[19]

Cada día alguien quema su casa para que el banco no se la quede. Las personas que acuden a los comedores de beneficencia se ha triplicado.[20]

La burguesía islandesa está haciendo pagar la crisis a los trabajadores, recortando el gasto social, disminuyendo los salarios y aumentando las cargas impositivas. Tampoco en este caso existe un modelo islandés distinto al del resto de países.

Maniobras socialdemócratas

La socialdemocracia islandesa tiene una larga tradición de colaboración de clases e incluso de gobiernos de coalición con la derecha. En 1991, la Alianza Socialdemócrata decidió romper la coalición de centro-izquierda gobernante y dio su apoyo al derechista Partido de la Independencia. Hasta la caída de Haarde, en 2009, la Alianza Socialdemócrata gobernaba en coalición con la derecha. Fue el estallido social lo que obligó a los socialdemócratas a retirar su apoyo a Haarde y así forzar nuevas elecciones.

Estas dieron como resultado un retroceso del Partido de la Independencia del 36,6% al 23,7%, un aumento de la Alianza Socialdemócrata del 26,8 al 29,8% (siendo el más votado) y un gran aumento del Movimiento de Izquierda-Verde, que pasó del 14,3% al 21,7%. Estos dos partidos formaron gobierno y eligieron primera ministra a Jóhanna Sigurdardóttir, de la Alianza Socialdemócrata.[21] Sigurdardóttir, que era ministra de Asuntos Sociales en el gobierno de Haarde, es por tanto corresponsable de toda su política.

Para poder llevar a cabo los recortes sociales que emprendió, la socialdemocracia necesitaba hacer algunas concesiones formales. Los reformistas de todo el mundo se han hecho mucho eco de algunas medidas progresistas que aplicó la coalición de izquierdas, como la legalización del matrimonio homosexual o leyes para proteger el derecho a la información (al calor de la persecución contra Julian Assange, fundador de WikiLeaks).

Cuando Zapatero llegó al gobierno de España, aupado por una impresionante movilización social, también se vio obligado a tomar algunas medidas de izquierdas, como la retirada de las tropas de Irak o la legalización del matrimonio homosexual. Eran medidas positivas, producto de la presión por abajo (y que significaron una victoria para los jóvenes y los trabajadores) que buscaban aumentar su apoyo para poder realizar, a continuación, una política procapitalista sin ambages. Los mismos pasos tuvo que dar el nuevo gobierno islandés.

Poco después de la formación del Ejecutivo, Sigurdardóttir afirmó que tratarían de cambiar la constitución para “consagrar la propiedad nacional de los recursos naturales del país” y “abrir un nuevo capítulo en la participación pública en la conformación de la estructura del gobierno”[22], dando su apoyo a una asamblea de ciudadanos (previamente constituida al margen del Gobierno) que reformaría la constitución. La detención de altos cargos de la banca o el encausamiento contra el ex primer ministro Haarde por su responsabilidad en la crisis también responde a esta política de concesiones ante la presión popular, como forma de desviar la atención de una política completamente en beneficio de la burguesía. Y sin embargo, estas concesiones son también mucho menos profundas de lo que se ha sugerido desde diversos ámbitos.

Falsos mitos (II): Encarcelamiento de banqueros

Islandia triplicará su crecimiento en 2012 tras encarcelar a políticos y banqueros”.[23]

Titulares como este inundan la web. Pero la realidad es concreta: a día de hoy no hay absolutamente ningún banquero o político encarcelado en relación a la crisis.

Se ha llamado a declarar e investigado a unas decenas de personas y hay un condenado. Con la excepción del ex primer ministro Haarde —que luego comentaremos— el resto de los imputados los son por cargos de corrupción, no por su responsabilidad en la crisis.

En cualquier país capitalista la corrupción es un delito. Por supuesto, el robo, los sobornos, la información privilegiada, el desvío de fondos, etc. son consustanciales al sistema. No son un extra del que el capitalismo se pueda desprender. Es su único modo de funcionamiento posible. Sin embargo, en ocasiones, la excesiva corrupción provoca tensiones en todo el sistema, y los gobiernos —“juntas que rige los intereses comunes de toda la clase burguesa”, en palabras de Marx— se ven obligados a actuar y reprender a aquellos capitalistas individuales que, con su actuación, pueden perjudicar a la clase capitalista en su conjunto. La presión popular también les puede obligar a actuar, como una forma de calmar los ánimos. En el Estado español, no son pocos los capitalistas y políticos condenados por delitos de corrupción que exceden lo “normal”. En Islandia, condenados —que no encarcelado— tan sólo hay uno.

Casi cuatro años después de la quiebra, solo una persona ha sido condenada: Baldur Gudlaufsson, el que fuera secretario permanente del ministro de Finanzas. Vendió dos semanas antes del batacazo 1,6 millones de dólares en activos del Landsbanki, una de las entidades tóxicas. Ha sido condenado a dos años de prisión por uso de información privilegiada” (El País, 26/2/12).

protesta_de_bomberos_y_paramdicos_en_agosto_de_2010Entre los acusados —que no condenados— se encuentra también el ex director del banco Kaupthing, Sigurður Einarsson. La acusación contra él es de malversación de fondos, falsificación de documentos y violación de la ley sobre transacción de acciones (El Periódico, 23/2/12). Otro banquero, Jon Asgeir Johannesson, ha sido acusado de apropiación fraudulenta e ilegal de más de 2.000 millones de dólares del banco que dirigía.

Hay varios decenas más investigados, pero este hecho no es de por sí algo anormal. Por poner un ejemplo, la Audiencia Nacional española tiene abierto un proceso contra el principal banquero español, Emilio Botín, por delito fiscal.[24]

Sólo en un caso Islandia ha ido más allá que el resto de países capitalistas: al juzgar al ex primer ministro Geir Haarde, por negligencia en el manejo de la crisis. Si es declarado culpable, se enfrentará a dos años de cárcel. En realidad, muchos de los diputados socialdemócratas que votaron en el parlamento a favor de que Haarde fuera juzgado eran entonces ministros de su gobierno , entre otras la actual primera ministra. Atendiendo a esto, Haarde tacha el juicio de farsa y de persecución política. Lo cierto es que es difícil no ver corresponsabilidad en el delito en los ministros socialdemócratas del anterior gobierno.

En conclusión: lo ocurrido en Islandia no es cualitativamente distinto a lo ocurrido en otros países. La ira popular obligó al actual gobierno a mostrar más celo de lo habitual en la persecución de delitos de corrupción e incluso les empujó a llevar a los tribunales al anterior primer ministro. Pero en todo esto hay más propaganda que resultados tangibles. Otros responsables de la monstruosa burbuja especulativa, como David Oddsson, no han sido ni tan siquiera acusados.[25]

Falsos mitos (III): Reforma constitucional ‘popular’

Otro de los aspectos idealizados tiene que ver con un supuesto apego a la democracia de base por parte del Gobierno, que le habría llevado a dar la posibilidad al pueblo de crear por sí mismo y sin interferencias una nueva constitución.

Al calor del estallido social, miles de ciudadanos comenzaron a organizar asambleas de debate de todo tipo, tal y como vimos durante el argentinazo en 2001 o en ciudades, barrios y pueblos del Estado español al calor del movimiento 15-M. Esto reflejaba la sacudida en la conciencia ocurrida en Islandia. En una asamblea nacional, celebrada en noviembre de 2009, se aprobó la idea de elaborar una nueva constitución. Era un intento intuitivo por parte de la población por ser los dueños de su propio destino.

Como ya hemos señalado, el nuevo gobierno, aupado al poder por el estallido social, no podía oponerse abiertamente a esta iniciativa, y le dio su apoyo, con la intención de descarrilarlo.

El 16 de junio de 2010, el Parlamento aceptó la idea y procedió a organizar un foro ciudadano que elaborase una propuesta de nueva constitución. Los miembros de ese foro serían elegidos aleatoriamente, lo que no era, desde luego, la fórmula más democrática.

El siguiente paso fue la convocatoria de elecciones para elegir los 25 miembros (sin filiación política) de un parlamento constitucional asesor, que debía redactar la nueva Constitución en base a las recomendaciones del foro ciudadano. En todo caso, la nueva constitución no sería aprobada por esas 25 personas. Ellos llevarían la propuesta al Parlamento, y debía ser éste, junto con el que salga de las urnas en 2013, el que lo apruebe. Este parlamento asesor no tendría, por tanto, ninguna capacidad ejecutiva.

El 26 de octubre de 2010 se celebraron las elecciones. Lo cierto es que tan sólo votó el 36,7% del electorado, lo que lo convirtió en el proceso electoral con menor participación de la historia de Islandia. El Tribunal Supremo, compuesto por una mayoría de jueces conservadores nombrados por el anterior gobierno de derechas, invalidó los resultados, atendiendo a demandas sobre supuestas irregularidades.

Kristinn R. Ólafsson, corresponsal en España de Radio Nacional de Islandia, afirma: “Esto significó volver al punto cero, por lo que este movimiento ciudadano democrático quedó en agua de borrajas. La solución a esta situación va a darla finalmente el Parlamento, que será quien nombre a estos 25 elegidos (…) Por tanto, los que lo formen, en lugar de ser designados por el voto directo, lo serán por el voto de los parlamentarios”.[26]

En julio de 2011 la propuesta de nueva constitución entró finalmente al Parlamento para su discusión. Desde entonces, se han aceptado las propuestas más descafeinadas (listas abiertas, fomento de las iniciativas legislativas populares…), pero han sido eliminadas las más izquierdistas, como la democracia directa o el control y nacionalización del mundo financiero y la economía. En esto quedó todo.

Recapitulando

Con lo expuesto hasta ahora estamos en disposición de afirmar que el supuesto modelo islandés no existe. El entusiasmo con el que la prensa burguesa lo ha exaltado indica además que hay una clara intencionalidad política a la hora de presentar unos hechos que son, en el mejor de los casos, medias verdades y enormes exageraciones (cuando no simplemente mentiras).

Resumiendo:

1) El gobierno islandés ha utilizado ingentes cantidades de fondos públicos (comparativamente, más que el Estado español) para rescatar a la banca.

2) Los ciudadanos islandeses no han tenido la opción de opinar en referéndum sobre la totalidad de la deuda bancaria, sino tan sólo sobre un 5% de ésta. Y no ha sido, precisamente, porque el Gobierno haya querido consultar a los ciudadanos.

3) A consecuencia del rescate bancario, el Estado islandés se endeudó de forma colosal. Para volver a equilibrar las cuentas recurrió a recortes masivos del gasto social y subida de impuestos sólo para los trabajadores.

Sin embargo, sí ocurrió un estallido social. Sólo eso hay de verdad bajo el epígrafe de “revolución islandesa”. Y lo cierto es que la intensa presión popular ha obligado al Gobierno a ir más allá de lo que quería en toda una serie de aspectos. Fue la presión social la que obligó a la socialdemocracia a romper su coalición con la derecha. Fue esa misma presión la que forzó el referéndum sobre el contencioso Icesave. Es también la movilización social la que está detrás del reconocimiento, por parte del Gobierno, de la iniciativa ciudadana para reformar la constitución. Y también la ira del pueblo islandés es lo que obligó al Ejecutivo a ser más activo de lo habitual en la persecución de los delitos económicos. Son concesiones que la socialdemocracia se vio obligada a realizar, contra su voluntad, y que son un triunfo de la lucha. Por supuesto, una vez obligada a llevarlas a cabo, la socialdemocracia las usó como una forma de descarrilar el proceso de movilización, calmar a las masas y desviar su atención en el momento de mayor furia contra el capitalismo que ha vivido Islandia.

Pero más allá de las reformas formales, las medidas económicas adoptadas son las mismas que en el resto de los países capitalistas. Islandia no está saliendo de la recesión gracias a aplicar otras medidas económicas, como se afirma machaconamente. Y sin embargo, aparentemente, el país ha remontado la crisis aplicando las mismas medidas que en otras latitudes no hacen más que profundizarla. No tenemos intención de rehuir ese debate.

Recuperación económica

Islandia parece estar dejando atrás la recesión. Tras la hecatombe de 2009 y 2010, el Producto Interior Bruto (PIB) ha crecido un 3,1% en 2011. También el desempleo ha descendido, desde su máximo del 9,1% en marzo de 2009, aunque sigue triplicando la cifra previa a la crisis.

PIB de Islandia, en %

2006

2007

2008

2009

2010

2011

4,7

6

1,3

-6,7

-4

3,1

(Fuente: Statistics Iceland, Gross Domestic product. www.statice.is)

Desempleo, en %

2006

2007

2008

2009

2010

2011

2,9

2,3

3

7,2

7,6

7,1

(Fuente: Statistics Iceland, Unemployment rates. www.statice.is.)

Otro indicador de gran importancia es la inversión productiva, ya que anticipa la creación o destrucción de empleo. La Formación Bruta de Capital Fijo,Tras su completo colapso (retrocedió un 70% entre 2006 y 2010), creció un 13,4% en 2011 y con mucha intensidad en el último trimestre del año.

En junio de 2011 el gobierno logró emitir con éxito bonos por valor de mil millones de dólares en el mercado internacional. En febrero de ese año, la agencia de calificación de riesgos Fitch subió un escalón la calificación de deuda islandesa, que por tanto deja de estar considerada como bono basura. La colaboración del FMI ha concluido, y de hecho en marzo Islandia le ha devuelto una quinta parte del préstamo, meses antes de la fecha en la que estaba obligado a hacerlo. ¿Por qué crece Islandia?

En realidad, el simple crecimiento del PIB tras un colapso no tiene nada de especial. El Estado español creció en 2011. Otros países también repuntaron tras un descenso, aunque ahora vuelven a entrar en recesión. No obstante, el crecimiento de Islandia parece más robusto.

La economía capitalista se mueve a través de un ciclo infinito de booms y recesiones. De hecho, la precondición para salir de la recesión es la destrucción de las fuerzas productivas “sobrantes”. Tras el cierre de empresas hasta ajustar la oferta y la demanda y el trasvase de fondos a manos de los capitalistas, estos, en condiciones normales, recuperan su tasa de ganancia y reinician la inversión, dando lugar a un nuevo ciclo expansivo. Islandia ha visto retroceder su economía un 10,5% entre 2008 y 2010. El gobierno ha recortado drásticamente el gasto social y subido todos los impuestos, y gracias a ese dinero ha rescatado a sus banqueros y bajado el impuesto a los empresarios. Los salarios se han desplomado, lo que automáticamente ha hecho subir los beneficios empresariales . No es extraordinario que su economía vuelva a crecer. Por supuesto, esto no es ningún tipo de salida deseable para los trabajadores. Éstos han visto cómo se deteriora la sanidad y la educación, cómo les son embargadas sus casas y cómo su capacidad adquisitiva ha mermado y la pobreza crecido. Y muchos siguen desempleados. El hecho de que el PIB de un país crezca no implica automáticamente, ni mucho menos, que mejoren las condiciones de vida de los trabajadores.

Con todo, no todas las recesiones son iguales. La que estamos atravesando es de una profundidad histórica, sólo comparable a la de los años 30 del siglo XX. Si bien la salida de la crisis, en un futuro remoto, se basará en los mecanismos antes mencionados, todavía nos encontramos en su fase descendente, en la que los sucesivos recortes sociales, ajustes presupuestarios y reducciones salariales masivas no hacen más que hundir el consumo y profundizar la recesión. Es una espiral descendente que se retroalimenta y de la que no se divisa el final. ¿Por qué entonces Islandia, aplicando los mismos recortes sociales, parece estar logrando recuperarse?

Una vez más, sobre las peculiaridades de Islandia

Islandia fue el primer país que entró en bancarrota. A veces esto puede no ser tan malo. Hasta ese momento, el FMI no había tenido que rescatar a ningún país y disponía de abundantes fondos para prestar a Islandia. Hoy esto sería más complicado. Por otra parte, Islandia volvió a amagar con ponerse en manos de Rusia, como ya se ha comentado, lo que no era aceptable para EE.UU. Esta maniobra también ayudó a que el préstamo se concretase. Ser el primer país que quiebra tiene también otras ventajas: la deuda no abonada por la banca islandesa (la quita del 70%) a inversores extranjeros era entonces digerible; era la primera quita y los países acreedores aun crecían.

E Islandia es una economía ínfima. A pesar de que su PIB per cápita se halla entre los mayores del mundo, en términos absolutos representa tan solo el 3,5% del griego o el 0,6% del de España. Es insignificante. Un préstamo pequeño del FMI y de algunos países escandinavos (unos 5.000 millones de dólares) fue suficiente para la isla. En comparación, Grecia va a recibir, en dos “rescates”, 240.000 millones.

Otro aspecto distintivo es que Islandia entraba en recesión prácticamente con pleno empleo. Los ahorros de las familias les permitieron hacer frente a la crisis en mejores condiciones que los trabajadores de otros países. Obviamente, no es lo mismo entrar en recesión con muchas grasas acumuladas, que hacerlo en una situación en que, como en España o Grecia, ya había un gran desempleo estructural con anterioridad a la crisis.

Sin embargo, estos aspectos, que tienen importancia, no han sido los fundamentales. El aspecto decisivo ha sido la masiva depreciación de la corona islandesa.

Tras años de estabilidad en los que la divisa islandesa se mantuvo estable entre 85 y 90 coronas por euro, en 2007 empezó a depreciarse. En el primer semestre de 2008 se situó en 120 coronas por euro. Tras la declaración del país en bancarrota a finales de 2008, la corona se precipitó hasta situarse alrededor de las 170 coronas por euro. En función de qué año tomemos como referencia inicial, la corona se ha depreciado entre un 40 y un 90%. Según el diario financiero Cinco Días, descontada la inflación doméstica, la corona se ha devaluado un 30% respecto al euro, lo que es una cifra gigantesca. (“Islandia ya no es bono basura”, 19/2/2012). Esto, que tiene una serie de efectos muy perniciosos, como comentaremos más adelante, ha sido la clave para la recuperación económica, al abaratar considerablemente las exportaciones islandesas.

Para una economía exportadora como la de Islandia, la devaluación de su moneda significó inmediatamente que sus productos eran mucho más competitivos. Si antes de la devaluación 1 euro equivalía a 100 coronas, ahora sólo son necesarios 0,7 euros para conseguir esas mismas 100 coronas. Así, los capitalistas europeos que compraban una tonelada de aluminio islandés, por ejemplo, por mil euros, tras la devaluación sólo tienen que pagar 700. En ambos casos, el precio de esa tonelada en coronas es el mismo (100.000).

Y aunque el precio en euros se mantenga, su equivalente en coronas se dispara. En el caso de la exportación de pescado, producto clave de las exportaciones de la isla, los efectos beneficiosos de la devaluación son cristalinos. A pesar de que las toneladas de pescado vendido no aumentan, e incluso descienden algún año, entre 2007 y 2011 los ingresos en coronas por exportación de pescado casi se han duplicado (crecen un 97,1%).

Exportación de productos marinos (en toneladas y millones de coronas)

Año

coronas

Variación en %

toneladas

Variación en %

2007

127.619

-

619.534

-

2008

171.349

34,2

696.897

12,5%

2009

208.624

21,6

668.902

-4%

2010

220.488

5,7

632.003

-5,5%

2011

251.600

14,1

No disponible

n/d

(Fuente: www.statice.is, Exported marine products, y elaboración propia.)

Los ajustes sociales emprendidos por el gobierno islandés, el desempleo y la subida de impuestos contrajeron el consumo interno.[27] Sin embargo, el incremento de las exportaciones contribuyó a aminorar los efectos de la disminución del consumo. En el caso de Alemania, en los últimos años se ha llevado a cabo una ofensiva sin cuartel contra los salarios. Su capacidad de consumo se ha visto drásticamente deteriorada. Pero el poderoso músculo exportador alemán está permitiendo a ese país, por el momento, seguir creciendo. En Islandia se ha producido un fenómeno similar. La devaluación de la moneda ha sido un factor clave para la recuperación económica islandesa.

Los límites de los paralelismos

La idea de seguir en otros países los pasos dados por Islandia, como forma de salir de la crisis, ha circulado abundantemente. Si por “hacer como en Islandia” se quiere dar a entender que hay que dejar que quiebren los bancos, repudiar sus deudas, encarcelar a los banqueros y dar la palabra al pueblo, compartimos el espíritu, pero ya hemos expuesto que, desgraciadamente, eso no ocurrió en la isla. Y respecto a las condiciones que sí han propiciado su recuperación, lo cierto es que son difícilmente extrapolables y repetibles. Grecia o el Estado español no podrían, aunque sus burguesías así lo quisieran, reproducir las circunstancias que propiciaron la salida de la crisis en el país ártico.

1. Sólo hay una primera vez. Ni Grecia ni el Estado español pueden ya ser los primeros en quebrar

2. El tamaño importa. Ninguno de los dos países mediterráneos tiene una ínfima población de 300.000 habitantes que les permita recuperarse con un pequeño préstamo del FMI.

3. De dónde vienes. Tampoco España y Grecia entraron en recesión precisamente con pleno empleo y un alto ahorro familiar

4. Una moneda, muchos estados. Y lo fundamental es que, a diferencia de Islandia, ninguno de estos dos países tiene moneda propia que devaluar.

Perspectivas económicas

Tras la salida de la recesión, queda por ver si el crecimiento se consolida. El incremento de la inversión productiva, la reducción de la deuda, el aumento de las exportaciones y el descenso moderado del paro muestran que esa es una posibilidad. Otro efecto de la devaluación de la moneda ha sido, por ejemplo, aumentar el turismo (un turista se ve beneficiado al cambiar euros o dólares a coronas). Las pernoctaciones hoteleras en enero de este año aumentaron un 34% respecto al año pasado.[28]

Islandia cuenta además con una importante ventaja: una fuente inagotable de energía eléctrica (gracias a sus enormes reservas hidráulicas) y geotérmica (es una isla volcánica activa) Estos han sido los factores que han atraído a la isla inversiones de multinacionales del aluminio, metal cuyo procesamiento requiere grandes cantidades de energía. Y el sector industrial aporta ya el 25% del PIB del país.

Los factores señalados muestran que Islandia podría consolidar su crecimiento. Sin embargo, existen también toda una serie de interrogantes.

La devaluación de la moneda, que jugó un papel clave en la recuperación, tiene también otros efectos.

En primer lugar, encarece la deuda contraída en divisas, tanto la pública como la privada. Un préstamo de mil euros se ha de devolver en euros, pero si antes de la devaluación bastaban 100.000 coronas, ahora han de abonarse 130.000. Desde 2008, la deuda pública se ha cuadruplicado y los intereses de la deuda se triplicaron, de forma que el Estado islandés utiliza una de cada siete coronas que ingresa en el pago de la deuda. Un frenazo en la recaudación del Estado agravaría este problema.

Pero no sólo las finanzas del Estado sufren la devaluación. Durante el boom económico, debido a la altísima inflación, los bancos pedían unos muy elevados tipos de interés para los préstamos en coronas. Muchos islandeses, aconsejados por el banco, pidieron créditos en divisa extranjera, a tipos más bajos, para la compra de un coche o una vivienda. Ahora esas deudas se han disparado. Hoy hay familias en Islandia que deben más dinero al banco que cuando contrataron la hipoteca hace cinco años. Tras pagar rigurosamente al banco durante media década, ahora deben más dinero que al principio.

Pero no solo aquellos que pidieron un préstamo en divisas se enfrentan a problemas. En Islandia las hipotecas están ligadas a la inflación (indexadas) cosa que no ocurre en el resto de Europa. Es decir, si un trabajador pide una hipoteca al banco y acuerda pagar un interés fijo del 5%, al monto total de la deuda hay que sumarle la inflación, y sobre ese resultante aplicar los intereses. Y en Islandia la inflación está disparada hasta el 20%. Y los islandeses con deudas son legión. El 84% de la población tiene contratado un préstamo: un 62% sobre una vivienda (indexada al IPC), un 30% en automóviles (en divisa extranjera) y un 12,5% también en automóviles, pero indexadas al IPC.[29]

La alta inflación y la deuda en divisas están ahogando a muchas familias. Hay informaciones que apuntan a que la banca se está viendo obligada a condonar una parte de la deuda de las familias o al menos a alargar los plazos de pago. Otras fuentes, no obstante, hablan de que esto apenas está sucediendo.[30]

La deuda privada, en cualquier caso, es gigantesca. El total de la deuda exterior equivale al 251,5% del PIB, de la cual un 185% es privada (empresas o familias). Atendiendo a esto, la agencia Fitch considera que Islandia logrará evitar la recesión, aunque su crecimiento se ralentizará hasta el 2% o el 2,5% del PIB en 2012-2013.[31]

El futuro económico de Islandia dependerá de lo que ocurra a nivel internacional. Si las exportaciones continúan altas, puede estabilizar su crecimiento. Pero cualquier contracción del consumo de aluminio y pescado en Europa y EEUU tendrá efectos muy serios en el país. En este momento la deuda de las familias impide que Islandia crezca a través del consumo interno. La devaluación de la moneda encarece también todos los productos que han de ser importados (¡y son muchos!). Esto contrae aún más el consumo. Si las ventas de Islandia en el exterior se ralentizan, podría volver a entrar en recesión. Y esto coincidiría con un clima político en el país muy diferente al de las últimas décadas

Perspectivas políticas y sindicales

Nada será igual en Islandia. El colapso de 2008 acabó bruscamente con todas las certezas del pasado. La idea de un idílico progreso permanente ha desaparecido para no volver. Las simpatías hacia los banqueros, esos “nuevos vikingos que reconquistaban Europa”, se ha tornado en un profundo odio.[32] También ha quebrado la confianza en toda la parafernalia de la democracia burguesa, todas sus cantinelas acerca del interés común de todos los islandeses por encima de las clases sociales y la necesidad de respetar las instituciones. Muchos trabajadores islandeses e incluso sectores de las capas medias han comprendido que los capitalistas y ellos no tienen nada en común. Que no todos pierden con la crisis, así como tampoco todos ganaron con el boom. Y ya no confían en su parlamento. Por eso irrumpieron en escena e intentaron ser los dueños de su propio destino. Este estado de ánimo, estas conclusiones profundas no se van a disipar fácilmente. Ni siquiera aunque la economía crezca con solidez.

El escritor islandés Haukar Már Helgason da testimonio de la profunda transformación en la conciencia: “Es oficial: El capitalismo es monstruoso. Si alguien trata de hablar de los beneficios del libre mercado, será tratado como si promoviera los beneficios de la violación” (“Islandia pierde la camisa y recupera su alma”, www.rebelión.org)

El divorcio con la política oficial es radical. En mayo de 2010, en las elecciones municipales a la alcaldía de Reikiavik, ciudad que concentra al 40% de la población islandesa, el vencedor fue Jón Gnarr, un humorista. Todos los partidos tradicionales se hundieron y Gnarr estuvo a dos concejales de la mayoría absoluta. Esto no ha ocurrido en ningún otro país. El humorista fundó un partido (“El Mejor Partido”) que parodiaba la política oficial, acusando a los diputados de la crisis y haciendo propuestas hilarantes. Y esta elección se dio una vez que la coalición de izquierdas ya gobernaba el país. Esto no casa muy bien con el mito de un gobierno que ha dado una respuesta distinta a la crisis y es valorado por ello. Como señala Armannsson, de ATTAC Islandia: “Tanto los socialdemócratas como la Izquierda Verde estuvieron prometiendo cosas muy buenas a la gente en la campaña electoral. Pero han roto todas sus promesas. De modo que los islandeses hemos aprendido, igual que los irlandeses, igual que los griegos y los españoles, que cambiar el gobierno no es la solución” (Entrevista a Gunnar Skuli en www.rebelion.org).

Elecciones en Reikiavik

2006

2010

2006

2010

Partido

% votos

%votos

Concejales

Concejales

Partido de la Independencia (derecha) derecha)(derecha)e(derecha)

42,9

33,6

7

5

Partido Progresista (derecha)

6,3

2,7

1

0

Partido Liberal (derecha)

10,1

0,5

1

0

Alianza Socialdemócrata

27,4

19,1

4

3

Movimiento de Izquierda-Verde

13,5

7,1

2

1

“El Mejor Partido” (humorista)

0

34,7

0

6

Tampoco el humorista Gnarr tiene nada que ofrecer. Este tipo de figuras provenientes de la intelectualidad raramente disponen de un programa genuinamente revolucionario. A pocos meses de las elecciones, en marzo de 2011 las encuestas señalaban que su apoyo se desmoronaba, tras incumplir su promesa de no subir los impuestos ni recortar los servicios públicos. En su defensa alegó que ya había advertido en campaña electoral de que no cumpliría ni una sola de sus promesas. Como cómico es bueno. Como defensor de la clase trabajadora no vale nada.

Islandia no era, tampoco durante el boom y el pleno empleo, el paraíso. Existe copago sanitario, el despido es libre y gratuito y la jornada media semanal es de 44,7 horas. Los recortes sociales no han hecho más que empeorar las cosas. En el rural, el desmantelamiento de hospitales va a significar que los pacientes deban coger un avión para ir a Reikiavik para ser atendidos. Aunque la economía siguiese creciendo de forma sostenida, los problemas no se van a solucionar. Las deudas que aplastan a las familias seguirán ahí, la inflación lo devora todo y el desempleo no va a desaparecer de golpe, ni mucho menos. Para la clase obrera islandesa, el dilema es el mismo que para la del resto del mundo. Sólo hay una forma de evitar el retroceso en las condiciones de vida: expropiando a los capitalistas, poniendo a disposición del conjunto de los trabajadores las palancas económicas, decidiendo democráticamente su uso y extendiendo la revolución más allá de sus limitadas fronteras.

La clase obrera islandesa no es débil. Cuenta con más de 30.000 trabajadores industriales y otros 100.000 asalariados semicualificados de distintos sectores (sanidad, educación, hostelería, transporte…).[33] Son la inmensa mayoría de la sociedad. Su afiliación sindical es masiva, como en toda Escandinavia. La Federación Islandesa del Trabajo (ASI, en sus siglas en islandés), agrupa a 90.000 trabajadores de los 167.000 que hay en el país. Este sindicato, sin embargo, no ha tenido una actitud combativa. En los últimos años no ha habido huelgas. Entre 2002 y 2007 sólo hubo una huelga (de profesores, que duró 33 días). En 2008 hubo 3 (en las que participaron 500 trabajadores) y ninguna en 2009.[34] Y el pleno empleo era el mejor momento para haber arrancado concesiones a los capitalistas y al gobierno, y obligarles, por ejemplo, a acabar con el despido libre. Ahora hay informaciones parciales que indicarían un ligero repunte de la actividad huelguística (trabajadores de fábricas de harina de pescado en febrero de 2011, mecánicos de aviones en junio de ese mismo año, anuncio de huelga de maestros de educación infantil este mes de marzo…).

La reentrada en recesión, si se diera, coincidiría con un ambiente de furia entre la población. La lucha podría radicalizarse muy rápidamente. Pero aunque la economía siga creciendo, el retroceso en las condiciones de vida ya se ha producido y no se va a revertir fácilmente. Tras el shock de estos últimos años, muchos trabajadores estarán buscando ideas. Es inevitable que este ambiente se refleje también en la Federación Islandesa del Trabajo. La realidad del capitalismo islandés es hoy mucho más clara a ojos de todos. Dos grandes familias, completamente fusionadas con los partidos burgueses, la Björgólfsson, propietaria del banco Landsbanki, y la Johannesson, que posee el monopolio de los supermercados, controlan todos los hilos del país, económicos y políticos. Sólo la completa expropiación de estas dos familias podrá traer una auténtica democracia a Islandia. Con todos esos recursos en manos de la clase trabajadora se podría empezar a resolver los problemas de la población. No hay otro camino.

Muchos jóvenes y trabajadores europeos se han sentido cautivados por la idea que se transmitía de lo que ocurría en Islandia. “Ahí hay un gobierno que no paga las deudas de los bancos y no hace recortes”. Esta falsa idea ha sido interesadamente difundida por la prensa burguesa y sectores de la izquierda reformista. El objetivo consistía en demostrar que es posible resolver nuestros problemas sin romper con el capitalismo. Pero no es cierto. Los trabajadores islandeses lo están comprobando. Sólo acabando con el capitalismo, luchando por el socialismo, se podrá emprender esa tarea. Y hoy las condiciones para que las genuinas ideas del marxismo revolucionario conquisten la conciencia de los obreros islandeses son las mejores en décadas.



[1] En los últimos años la exportación de aluminio ha escalado hasta ser la principal exportación de la isla. Aun así, la exportación de productos del mar sigue suponiendo un 40% del total de exportaciones

[2] Islandia amenazaba con abandonar la OTAN, dejando el norte del Atlántico en manos de la armada soviética, lo que no podía ser aceptado por EEUU.

[3] Web Open Economy. www.opendemocracy.net/openeconomy/ethan-wagner/travels-amongst-financial-ruins

[4] www.elsentidodelavida.com/2011/03/nacion-rumasa.html

[5] www.elsentidodelavida.com/2011/11/los-trapos-sucios-de-la-banca-islandesa.html

[6] http://www.argenpress.info/2011/11/islandia-un-resumen-de-tres-anos-de.html)

[7] El primer ministro islandés afirmó: “No hemos recibido el tipo de apoyo que habíamos solicitado de nuestros amigos. Así que en una situación como esta uno tiene que buscar nuevos amigos”. www.businesstoday.com.mt/2008/10/08/t14.html

http://www.elperiodico.com/es/noticias/economia/20100307/islandia-vota-devolver-deuda-reino-unido-holanda/92585.shtml

Web de Eusko Alkartasuna de Bilbao. http://www.ea-bilbao.org/tag/krisialdia/

[10] www.rebelion.org/noticia.php?id=126160

Citado por el ex economista de Wall Street Michael Hudson en http://michael-hudson.com/2011/04/why-iceland-voted-no/

[12] www.icenews.is/index.php/2011/12/09/uk-and-nl-receive-first-icesave-refunds-esa-still-not-sure-about-legal-action/

[13] El 6 de octubre de 2008 se aprobó la ley de Emergencia Bancaria, que permitió la intervención de los bancos por parte del Estado. La Autoridad Supervisora Financiera (ASF) cesó a los directivos de los bancos y separó a los bancos en dos partes. Dejó caer aquellos con activos de extranjeros y fundó tres nuevos: Islandsbanki, New Kaupthing y New Landsbanki, en sustitución de Glitnir, Kaupthing y Landsbanki respectivamente.

[14] www.argenpress.info/2009/07/islandia-lanza-planes-para-capitalizar.html

[15] www.icenews.is/index.php/2010/10/08/healthcare-cuts-in-rural-iceland-a-case-study/#ixzz1ntCZ3Q1W

[16] www.icenews.is/index.php/2010/10/04/more-cutbacks-planned-by-icelandic-government/

[17] www.elsentidodelavida.com/2009/04/ajustes.html

[18] www.statice.is (Real wages, index 1989-2012)

[19] Diagonal nº 35, octubre de 2010

[20] www.rebelion.org/noticia.php?id=102672

[21] Por otra parte, el Partido Progresista (derecha) pasó del 11,7% al 14,8%. El “movimiento cívico” una suerte de “indignados”, que se presentaba por primera vez, obtuvo el 7,2% de los votos. El voto total a la izquierda alcanzó casi el 60%

[22] www.rebelion.org/noticia.php?id=80635

[23] www.kaosenlared.net/especiales/e2/libertad-para-los-cinco/item/3637-islandia-triplicar%C3%A1-su-crecimiento-en-2012-tras-encarcelar-a-pol%C3%ADticos-y-banqueros.html

[24] www.cincodias.com/articulo/mercados/audiencia-rechaza-recurso-botin-cuentas-suizas/20120111cdscdimer_5/

[25] David Oddsson, del derechista Partido de la Independencia, fue primer ministro de Islandia entre 1991 y 2004, promoviendo una desregulación extrema de la economía. Al año siguiente se convirtió en el presidente del Banco Central de Islandia, cargo del que fue obligado a dimitir en 2009 ante el colapso financiero y su responsabilidad en él. Ese mismo año pasó a ser editor de uno de los periódicos de mayor tirada del país, Morgunbladid. Oddsson es una de las personas más odiadas en Islandia. Hubo trabajadores que dejaron el periódico cuando Oddesson fue nombrado editor. Desde entonces, un tercio de los suscriptores se han dado de baja.

[26] www.noticiaspositivas.net/2011/03/21/islandia-se-mueve-ante-la-crisis/

[27] La contracción del consumo ha sido severa: Si tomamos como referencia el consumo privado en 2005 y le otorgamos el valor de 100, en 2007, en el pico del boom, el consumo era de 109,5 y en 2010, el momento más bajo, había caído hasta el 85,5, es decir, un descenso del 21,9%. En 2011 tuvo una leve recuperación, hasta el 88,89, subiendo un modesto 4%. (Fuente: www.statice.is, Private final consumption expenditure)

[28] www.statice.is/Pages/444?NewsID=8601

[29] www.icenews.is/index.php/2009/01/18/icelanders-talk-about-personal-debt/

Ver el artículo de varios economistas titulado “¿Nuevo desastre bancario de Islandia?” en http://blogs.ft.com/economistsforum/2012/02/iceland%E2%80%99s-new-banking-disaster/#axzz1naGkMetg

[31] Expansión, 20/2/12.

[32] En el lúcido blog del ya mencionado trabajador español del servicio postal de Reikiavik se señala la evolución política de la población: “Durante las primeras semanas la población cerró filas, ‘hay que mantenerse unidos’, ‘debemos trabajar juntos’, ‘hay que esperar que los políticos encuentren una solución”. Luego todo eso cambió bruscamente. El autor cita una conversación con un compañero. Este le dice: “Banqueros... y pensar que hace un año los alabábamos, ‘los nuevos vikingos’, conquistando Europa con su audacia... y ahora son los hijos de puta más odiados de este país”. (www.elsentidodelavida.com).

[33] www.statice.is Labour market statistics 2011.

[34] www.statice.is Strikes and lockouts 1976–2009.


Islandia, un país habitualmente poco mediático, ha sido objeto de un inusitado interés en los últimos cuatro años. Los acontecimientos que se sucedieron en la isla han impactado en la mente de millones. Su sistema financiero quebró en septiembre de 2008 y el país tuvo que ser “rescatado” por el FMI. El estallido social que siguió al colapso económico es, sin duda, una inspiración para todos los revolucionarios. Hoy, Islandia parece haber dejado atrás la recesión. Y abundan los artículos de prensa que afirman que la recuperación se logró sin recortes sociales, negándose a pagar las deudas de los banqueros, encarcelando a los responsables de la crisis y aplicando la democracia directa y participativa.

La viabilidad de este modelo vendría a demostrar que “otro capitalismo es posible”, un capitalismo contrario al modelo neoliberal. ¿Existe un capitalismo así?

Para la clase trabajadora este no es un mero debate académico. Implicaría que es posible salir de la crisis e impedir el dramático retroceso de nuestras condiciones de vida sin necesidad de la revolución socialista, es decir, sin la traumática experiencia de la expropiación de la burguesía por parte de la clase obrera.

En última instancia, todo se reduciría a la voluntad política por parte de los gobiernos, de aplicar uno u otro modelo, sin necesidad de romper con el capitalismo: en otras palabras, optar por las recetas neoliberales consistentes en hacer pagar la crisis a los trabajadores o por el modelo islandés que, respetando la propiedad privada y el libre mercado, permitiría una salida de la recesión con justicia social. ¿Qué hay de cierto en todo esto?

 

Las peculiaridades de Islandia

Islandia es una isla volcánica de 103.000 km2. Pese a tener un tamaño similar al de Bulgaria, su ínfima población, menos de 320.000 habitantes, es equiparable a la del municipio de Vigo. El 65% de la población vive en la capital, Reikiavik, o en su área metropolitana. 

A pesar de localizarse en el extremo noroeste de Europa, muy cerca del círculo polar ártico, disfruta de un clima moderado gracias a la corriente del Golfo.

Islandia posee una ingente cantidad de agua dulce, que ha usado como fuente de energía hidroeléctrica. Ésta, junto a la energía geotérmica producida por la actividad volcánica de la isla, permite al país acercarse a la autosuficiencia energética. La abundante y barata energía de que dispone ha contribuido al establecimiento de fábricas y fundiciones de aluminio, mediante inversiones de multinacionales extranjeras como Alcoa.

La exportación de pescado sigue siendo, sin embargo, una actividad económica esencial para la isla.[1]

Islandia tiene también importancia geopolítica. En 1951 EEUU estableció una importante presencia militar en la isla (que carece de ejército propio) ante el intento de la URSS de instalar armamento y submarinos nucleares en la península de Kola. La burguesía islandesa ha sacado provecho de su situación estratégica —amagando con permitir a Rusia el uso de su territorio— para obtener contrapartidas (ampliación del espacio de pesca frente a Gran Bretaña, etc.)[2].

Si mencionamos todo esto es porque son peculiaridades que limitan parcialmente los paralelismos que puedan hacerse con otros países.

 

Resumen histórico

Hasta fechas tan tardías como el año 874, no se produce el primer asentamiento permanente de población en Islandia. Éste provino de colonizadores escandinavos. Entre 1262 y 1944, la isla formó parte de Noruega y posteriormente de Dinamarca, país del que se independizó durante la II Guerra Mundial.

Hasta mediados del siglo XX Islandia dependía de la pesca y fundamentalmente, la agricultura y era uno de los países más pobres de Europa. Las erupciones volcánicas y su efecto sobre las cosechas provocaron en no pocas ocasiones hambrunas y emigración masiva. Como consecuencia de la erupción del volcán Laki en 1783, un cuarto de la población falleció de inanición.

De hecho, hasta hace pocas décadas, gran parte de la población vivía todavía en casas de adobe. La transformación profunda de su economía no llegaría hasta la segunda mitad del siglo XX, cuando la estratégica ubicación de la isla atrajo el interés de EEUU, tal y como ya se ha comentado.

El ingreso de Islandia en la OTAN, en 1949, provocó protestas masivas en el país. EEUU, que quería establecer una base aérea en la isla, se vio obligado a realizar concesiones económicas. Islandia recibió a través del Plan Marshall 43 millones de dólares, lo que equivalía a ¡cinco veces el dinero per cápita recibido por Francia!

Esta importante inversión sentó las bases para la industrialización del país, que moderniza la flota pesquera y el sector conservero. Más adelante, el bajo precio de su energía atrae la inversión extranjera, fundamentalmente hacia la producción de aluminio.

Según el sociólogo norteamericano James Petras, Islandia “era un país por muchos años con mucha influencia de la izquierda, de sectores obreros, pescadores sindicalizados con fuerte presencia socialista, incluso comunista” (rebelion.org, “Islandia es una economía totalmente quebrada”).  

 

Orgía especulativa

Desde los años 80, en sintonía con la política económica que aplica la burguesía a escala mundial, se inicia un proceso de privatizaciones que afecta, en primer lugar, a la industria pesquera y que está detrás de la formación de las principales fortunas actuales del país. Dentro de esta política procapitalista, el impuesto de sociedades se sitúa en el 18%, uno de los más bajos del mundo.

En el año 2000 se privatizan los tres bancos islandeses, hasta entonces estatales. La comunión de intereses entre los políticos burgueses y los capitalistas es cristalina.

Landsbanki es vendido a simpatizantes del Partido Progresista (derecha), concretamente al empresario Björgólfur Thor Björgólfsson Kaupthing Bank pasa a manos de hombres cercanos al Partido de la Independencia (también de derechas). El tercer banco, Glitnir, acaba en poder de Jón Ásgeir Jóhannesson, billonario y magnate de la alimentación. En pago a los servicios prestados, el Partido de la Independencia recibió donativos en 2006 de 25 millones de coronas del banco Landsbanki. 

Ávidos de beneficios rápidos, los banqueros logran del Gobierno la desregulación total del sistema financiero (requerimientos de reserva, condiciones para la concesión de créditos…).  

Desde ese momento, comienza a inflarse una gigantesca burbuja especulativa.

Los altos tipos de interés que ofrecía la banca islandesa atrajeron inversores de todo el mundo deseosos de beneficiarse de esa elevada rentabilidad. Pero para pagar los altos intereses ofrecidos, los bancos necesitaban conseguir constantemente nuevos inversores, para evitar que todo se derrumbase. Entonces, las maniobras financieras y contables para conseguir más clientes rayan la locura. El periodista financiero Michael Lewis cita a un banquero nórdico para explicar el método utilizado: “Tú tienes un perro y yo tengo un gato, los dos nos ponemos de acuerdo en que cada uno vale mil millones de dólares. Tú me vendes el perro por mil millones y yo te vendo el gato por mil millones. Ahora ya no somos simples propietarios de dos mascotas, sino bancos islandeses con mil millones de dólares en nuevos activos”.[3]

Puede parecer una operación absurda, ya que el resultado neto es cero, pero desde el punto de vista contable el banco puede presentar ahora en sus balances activos financieros por cantidades astronómicas.

Gracias a estos balances hinchados, los bancos procedían a realizar “préstamos bola”, prestando grandes cantidades de dinero a empresas que a su vez utilizaban ese mismo dinero en comprar acciones del banco, en una auténtica maraña de intereses cruzados hasta el infinito que lleva al mercado de valores de Reikiavik a dispararse un 600% impulsado por los bancos. Las capas medias, en medio de la euforia, piden préstamos para comprar acciones, que no paran de subir.

En esta situación, los activos de los bancos islandeses (que provienen del dinero depositado en cuentas por empresarios y particulares europeos) ascienden a una cantidad de entre 80.000 y 100.000 mil millones de dólares, es decir, diez veces el PIB islandés. Aun así, en 2007 las agencias de calificación de riesgo les otorgan la triple A (máxima puntuación). 

Atrapados en esta monumental estafa de tipo piramidal, los bancos necesitan conseguir permanentemente nuevos inversores y préstamos. La crisis de las hipotecas subprime en EEUU frena en seco todo el proceso. Se evidencia la realidad; la economía real está en apuros, también en Islandia. Los bancos islandeses piden préstamos, pero los especuladores han huido. Nadie presta dinero a nadie. Por supuesto, el Banco Central Islandés no puede rescatar a bancos cuyas deudas decuplicaban el PIB nacional. No hay forma de mantener el sistema. Todo colapsa. La bolsa islandesa se desploma y miles de personas pierden los ahorros de toda su vida.

 

Colapso

En otoño de 2008, los tres bancos islandeses (Glitnir, Landsbanki y Kaupthing), incapaces de hacer frente a sus obligaciones y de conseguir liquidez, quiebran. Uno tras otro son intervenidos por el Estado.

En pocos días la corona, la moneda islandesa, se desploma hasta perder el 50% de su valor frente al euro. Para intentar frenar el colapso, el Gobierno establece un corralito, impidiendo el cambio de coronas por divisas. Ningún inversor extranjero acude al país, ya que sus divisas serían transformadas de inmediato en coronas (que nadie aceptaría fuera de Islandia) y no pueden ser reconvertidas en euros por la suspensión de las transacciones en moneda extranjera. El corralito impide también a las empresas islandesas importar mercancías, invocando el fantasma del desabastecimiento.

La bolsa de Reikiavik es cerrada durante una semana. Aun así, al reabrirse pierde el 90% de su valor.

El Gobierno solicita el rescate del FMI. Islandia se convierte en el primer país occidental que recibe un préstamo de rescate del FMI desde 1976.

Todos los indicadores económicos se hunden: el PIB islandés cae en 2009 un 6,7%, la mayor caída desde que empezaron a elaborarse las cuentas nacionales en 1945. La inversión (formación bruta de capital fijo) se desploma más de un 50% en 2009 tras haber perdido otro 20% en 2008 (ver gráfico).

 

Formación Bruta de Capital Fijo

2006

2007

2008

2009

2010

24,4%

-12,12%

-20%

-51,6%

-8,1%

Fuente: Estadísticas de Islandia (Gross fixed capital formation). www.statice.is

 

El desempleo, un fenómeno prácticamente inexistente, llega al 9,1 en el segundo trimestre de 2009. El sueño de eterna prosperidad se acaba bruscamente en Islandia.

Por supuesto, no todos sufren por igual. Miles de islandeses pierden su trabajo y no pueden hacer frente a las deudas contraídas en la época de boom. Las clases medias ven cómo se evaporan todos sus ahorros en acciones y cómo les son embargadas las segundas residencias en España y otros países a consecuencia de la devaluación. Sin embargo, los banqueros y políticos burgueses que provocaron la gigantesca burbuja financiera supieron retirarse a tiempo. El dueño del banco Glitnir, el billonario Johansson, vaciaba la caja prestándose a sí mismo para maquillar la contabilidad de sus empresas y sacando fortunas a paraísos fiscales.[4]

Las informaciones son abundantes:

“A finales del 2008 todo explota, las acciones de los bancos se hunden, aunque los propietarios habían vendido grandes paquetes meses antes. Un gran número de los trabajadores de Kaupthing, Glitnir y Landsbanki se quedan sin empleo, con millares de acciones que han pasado a valer nada pero con la obligación de seguir pagando los préstamos que contrataron para adquirirlas”.[5] 

“Un informe parlamentario describe cómo los antiguos directores se adjudicaban préstamos fraudulentamente (1.600 millones de euros el Glitnir) y cómo los auditores de Price Waterhouse habían encubierto todos los fraudes bancarios. Además, 10 de los 63 parlamentarios tenían préstamos por unos 10 millones de euros cada uno”.[6]

 

El FMI al ‘rescate’

El Gobierno islandés, una coalición encabezada por el derechista Geir Haarde, se puso en manos del FMI.

A cambio de los planes de austeridad habituales, el FMI concedió un préstamo de 2.100 millones de dólares a finales de 2008 (el acuerdo Stand by). Varios países nórdicos, Polonia e Islas Feroe concedieron otro préstamo de 3.000 millones de dólares. En ese momento esa era la única forma de obtener un préstamo, ya que Islandia estaba vetada en el mercado interbancario privado internacional, tras el colapso bancario y la quita de la deuda de sus bancos. En realidad el FMI se vio obligado a conceder el préstamo. El gobierno islandés volvió a jugar su carta habitual: amagar con ponerse en manos de Rusia en caso de no encontrar eco a sus demandas.[7]

De acuerdo con el FMI se procedió a reorganizar el sistema bancario, tras la quiebra de los tres bancos islandeses. La Autoridad Supervisora Financiera tomó el control de estos bancos y los separó en dos partes, una nacional y otra internacional. La parte nacional, es decir, la que correspondía a depósitos de islandeses, fue recapitalizada con dinero público, creándose tres nuevos bancos. Los viejos bancos, con depósitos de inversores extranjeros, procedieron a la liquidación de activos y a la quita ordenada de la deuda, que no podían pagar (y que era imposible “salvar” con dinero público). Por supuesto, el préstamo del FMI no se utilizó para proteger a las familias más golpeadas por la crisis, sino a hacer frente a la liquidación ordenada bancaria.

Sólo una pequeña parte de esta deuda impagable fue objeto de disputa, la que correspondía a Icesave, una filial del banco Landsbanki, que operaba en Gran Bretaña y Holanda. Ante la quiebra de Icesave, estos dos países devolvieron, con dinero público, los ahorros depositados por sus inversores nacionales y exigieron a Islandia la reposición de ese dinero (unos 3.900 millones de euros).

 

Estallido social

La población islandesa se asoma al abismo. Los últimos años habían supuesto una importante alza en las condiciones de vida para muchos. Pero ahora, con la devaluación de la corona, todos aquellos que tenían una deuda contraída en moneda extranjera —y era habitual— para la compra de una vivienda o un coche ven sus deudas triplicadas. Además, miles han visto cómo se volatilizaban todos sus ahorros en acciones.

A la vez, van apareciendo noticias que demuestran que los responsables de este timo, como los directivos del Glitnir, se embolsaron comisiones multimillonarias mientras el banco se hundía, o que los administradores del Kaupthing vieron perdonadas sus deudas. La temperatura social aumenta. Pero Islandia lleva tiempo aletargada. Desde hace más de 60 años no se producen disturbios en el país. Ahora despierta de su letargo.

Las manifestaciones comienzan en octubre de 2008. Y cada vez suman más gente. Exigen la dimisión del Gobierno. Surgen asambleas ciudadanas por todos sitios. El primer ministro Haarde es recibido con una lluvia de huevos. El parlamento es rodeado por una multitud. Un joven sustituye la bandera del país por la bandera de la cadena de supermercados propiedad del magnate Johannesson (dueño también del banco Glitnir). La policía lo detiene; cientos de manifestantes asaltan la comisaría para liberarlo. El 22 de enero de 2009 la policía usa gas pimienta y carga, por primera vez desde 1949. Al día siguiente el primer ministro anuncia su dimisión. Las protestas han forzado la caída del gobierno y la convocatoria de elecciones.

Las elecciones de abril de 2009 dan como resultado la victoria de una coalición de izquierdas, por primera vez en la historia de Islandia. El derechista Partido de la Independencia pierde su hegemonía tras 65 años y cosecha un muy mal resultado. Johanna Sigurdardottir, del Partido Socialdemócrata, es investida primera ministra. Algunos sectores de la izquierda se han deshecho en halagos hacia esta mujer, sin embargo, la calle cuenta una historia distinta. Las protestas no tardan en resurgir.

En diciembre de 2009 el parlamento (ahora con mayoría absoluta de la izquierda) acuerda entregar a Gran Bretaña y Holanda el dinero que estos gobiernos emplearon para hacer frente a la quiebra de Icesave, la filial del Landsbanki, que afectaba a 300.000 inversores en esos países. El dinero entregado por Gran Bretaña y Holanda era de 3.900 millones de euros, pero el parlamento accede a la demanda británico-holandesa de pagar, además, intereses a un 5,5% a contar desde 2008 (lo que elevaba la cantidad a 5.500 millones de dólares en 15 años). Entre los “ahorradores” se encontraba el chef Gordon Ramsay o el magnate inmobiliario Robert Tchenguiz, pasando por supermercados como Sainsbury o tiendas de ropa como Karen Millen o House of Fraser.

La oposición al pago de esta deuda por parte del Estado islandés, que era una deuda de un banco privado, es masiva. Mientras los banqueros hicieron beneficios astronómicos, los trabajadores islandeses no se beneficiaron del festín. Ahora querían que el Estado, a través del presupuesto, se hiciese cargo de sus problemas.

En agosto, 3.000 personas, una cantidad relevante para un país como Islandia, se manifestaron en contra de esta indemnización. Una cuarta parte del censo electoral suscribió una petición al presidente Grimsson —un cargo político poco menos que ornamental— para someter esta decisión a referéndum. Éste, ante la tremenda presión, aceptó, usando una prerrogativa constitucional en desuso.

El 6 de marzo de 2010 se llevó a cabo el referéndum. El resultado fue abrumador: el 93% de los votantes se opuso a la entrega del dinero. Tras la votación, el ministro de Finanzas de la coalición de izquierdas afirmó: “Queremos dejar claro que el ‘no’ no significa que no vayamos a pagar. Vamos a cumplir con nuestras obligaciones”.[8]

El Gobierno renegoció las condiciones del pago de la deuda a Gran Bretaña y Holanda y obtuvo un acuerdo más ventajoso, con un interés menor y a pagar en más tiempo. Sin embargo, una vez más la presión popular obligó al presidente a convocar un nuevo referéndum. La primera ministra se esforzó al máximo para aterrorizar a la población con las consecuencias que tendría el no. Pero el segundo referéndum, celebrado casi un año después y que contó con un 75% de participación, volvió a saldarse con una victoria del no por un 60% de los votos.

 

Falsos mitos (I): Islandia no paga las deudas de sus bancos

Islandia se negó a socializar las pérdidas y dejó que la banca irresponsable simplemente quebrase”[9]. Esta es la afirmación insistentemente repetida en los últimos meses desde diversos ámbitos políticos. Esta noticia, concretamente, apareció en la web de Eusko Alkartasuna. ¿Qué hay de cierto?

Con la deuda bancaria ocurrieron tres cosas: la parte nacional fue “salvada” por fondos públicos. La parte internacional causó default (suspensión de pagos) y se procedió a una quita y a su reestructuración. Sólo una ínfima parte de esa deuda (3.900 millones de euros, un 5% del total de la deuda) fue reclamada en el extranjero. Nos referimos a la ya mencionada deuda de Icesave.

 

1. El contencioso Icesave

Como hemos explicado más arriba, cuando esta entidad quebró y no pudo devolver los depósitos a los inversores, los gobiernos británico y holandés utilizaron fondos públicos para indemnizarlos. Posteriormente ambos gobiernos exigieron al Estado islandés la devolución del dinero desembolsado.

Si Gran Bretaña y Holanda, a diferencia del resto de países, reclamaron al Estado islandés ese dinero, se debió a que Islandia había firmada un tratado internacional, como miembro del Área Económica Europea, que establece, aparentemente, que deben garantizarse al menos 20.000 euros de cada cuenta.

Tal y como hemos expuesto, el gobierno de izquierdas salido de las urnas estaba completamente dispuesto a devolver este dinero a Gran Bretaña y Holanda (a pesar de que equivalía a casi la mitad del PIB islandés).

Lo único que lo impidió fue el rechazo cosechado en los dos referéndums forzados, que el Gobierno no deseaba. De hecho, tras el segundo, la primera ministra, Jóhanna Sigurdardóttir dijo que era el “peor resultado imaginable” y que “podía dividir el país en dos”[10]. También alertó de que el resultado del referéndum podría traer consigo “el caos político y económico”.[11]

Y lo cierto es que ese dinero está ya siendo devuelto. Para empezar, el gobierno británico —¡recurriendo a leyes antiterroristas!— congeló activos de Landsbanki (matriz de Icesave) por valor de 4.000 millones de libras, lo que ya de por sí cubriría prácticamente la totalidad del dinero aportado por el Estado británico. Actualmente, según la prensa islandesa, Landsbanki, intervenido por el Estado islandés, ha satisfecho ya un tercio del dinero adeudado a Gran Bretaña.[12] El contencioso sigue en los tribunales.

En cualquier caso, afirmar que los ciudadanos islandeses fueron consultados en referéndum sobre si querían o no hacerse cargo de las deudas de sus bancos es falso, por dos motivos: porque la consulta no abarcaba la totalidad de esa deuda, sino tan sólo un 5% del total, y  porque el Gobierno no quería la consulta, sino que la apabullante presión social lo forzó a convocarla. El mito de un gobierno que repudia las deudas y consulta a la ciudadanía sobre su pago no se sostiene.

La consulta, por otra parte, no abarcó la deuda pública del Estado.

 

2. La deuda de los inversores internacionales

Bajo el capitalismo, los bancos, a pesar de ser empresas privadas, necesitan del respaldo y del Estado para subsistir. Estados del tamaño de Islandia no pueden ofrecer esas garantías.

Tras la reorganización de los bancos en una parte nacional y otra internacional, se procedió a la liquidación ordenada de los segundos. Mediante la venta de activos se devolvió una parte de los depósitos. También el crédito del FMI ayudó a la reestructuración. (La Jornada, 14/1/10).

La gran mayoría de las deudas, unos 50.000 millones de euros, fueron asumidas como pérdidas por los inversores extranjeros. Que los bancos islandeses reestructuren su deuda mediante quitas es bastante distinto a afirmar que “Islandia no paga sus deudas”.

En realidad, aunque el gobierno islandés hubiese querido salvar el negocio bancario internacional con fondos públicos, hubiese sido absolutamente incapaz de hacerlo: el pago de los intereses de la deuda hubiese superado cada año los ingresos del país.

Como afirma el politólogo islandés Erikur Bergmann: “Simplemente, no había dinero para rescatar a los bancos: de lo contrario, el Estado los habría salvado. ¡Llegamos a pedírselo a Rusia! Fue un accidente: no queríamos, pero tuvimos que dejarlos quebrar, y ahora los políticos tratan de vender esa leyenda de que Islandia ha dado otra respuesta”. (El País, 3 de abril de 2011). 

 

3. La deuda de los inversores islandeses

Sin embargo, donde el mito de una salida distinta a la crisis por parte de Islandia se desmorona completamente es en las medidas adoptadas por el gobierno en relación a los inversores islandeses.

Los tres nuevos bancos creados[13] fueron generosamente recapitalizados con al menos 1.500 millones de euros de fondos públicos, y después privatizados[14]. El Gobierno islandés dedicó un ingente porcentaje del PIB del país a rescatar la banca. “El gasto neto, es decir, descontando lo que el Estado ha recuperado con la venta de activos, ha sido del 41% [del PIB]” (Gara, 16/6/2011). Esta cantidad supera comparativamente a la utilizada por los principales países de la OCDE en el rescate bancario y deja a las claras que el gobierno islandés actuó exactamente igual que el resto de gobiernos capitalistas. Este masivo trasvase de fondos ha endeudado enormemente al Estado. La Oficina Económica y Comercial de España en Oslo afirma que “el considerable aumento de la deuda pública se debe a la nacionalización o refinanciación de los bancos colapsados” (Informe económico y comercial. Islandia 2011). Como consecuencia de esto, el endeudamiento público ha pasado del 10% al 100%.

Los créditos y los flujos financieros sólo beneficiaron a una minoría, pero cuando esa minoría tiene problemas, sus deudas son socializadas y todos los trabajadores deben pagarlas.

 

Recortes sociales

Una vez que la deuda pública se había disparado, a consecuencia de la recapitalización bancaria con fondos públicos, el gobierno emprendió un durísimo ajuste en el gasto social para equilibrar las cuentas, siguiendo miméticamente los pasos dados en el resto del mundo.

El gasto educativo se ha recortado un 8,17% entre 2008 y 2010, según el Instituto de Estadística de Islandia (www.statice.is).

El gasto sanitario sufrió un drástico recorte de al menos un 9,7%. Sus efectos han sido inmediatos: el hospital de Reikiavik ha reducido su presupuesto un 25% en estos tres años. En el rural, la situación es aún peor. Un artículo de la prensa islandesa titulado Recortes sanitarios en las zonas rurales de Islandia afirma: “Un ejemplo claro se encuentra en la región de los fiordos occidentales, donde los recortes amenazan la existencia misma del hospital de Isafjordur (…) Eirikur Finnur Greipsson, el alcalde de la ciudad de Isafjardarbaer, cree que los recortes financieros propuestos en el sistema sanitario regional del año próximo serán un golpe letal que podría cerrar el hospital por completo (…) Greipsson dice que si el hospital deja de tener médicos de guardia, paran los diagnósticos, cierra su departamento de radiografías, cierra su sala de maternidad y su servicio de urgencias, todavía se enfrentaría a un déficit de 80 millones de coronas”.[15] 

En 2010 también desaparecieron las ayudas a la maternidad (unos 530 dólares por hijo).[16] 

Y junto al recorte del gasto social, se aumentaron severamente los impuestos. Por cada litro de gasolina pasó a pagarse 10 coronas y los impuestos sobre el alcohol aumentaron un 15%. Esto, entre otras cosas provoca el aumento de la inflación y con ello se encarecen las hipotecas que están indexadas al IPC. El impuesto directo sobre las personas físicas pasó en 2009 del 35,7% al 37,2% y posteriormente volvió a incrementarse, atendiendo a los ingresos. El resultado es que un trabajador islandés con un sueldo neto de 1.500 euros mensuales paga unos 800 euros más al año.

Pero la subida de impuestos no es igual para todos. De hecho, el impuesto de sociedades, el que pagan los empresarios, se redujo del 18% al 15%, uno de los más bajos del mundo.

En 2009 las centrales sindicales recibieron 5.000 avisos de despido para el final del verano. Los empresarios aprovecharon la coyuntura para despedir y empeorar las condiciones laborales. Un trabajador español del servicio postal de Reikiavik escribe: “Durante febrero, la carga de trabajo en el servicio postal disminuyó un 20%, para sobrevivir a la merma en los ingresos la empresa empezó a recortar gastos: el aumento de sueldo que debía aplicarse en marzo quedó en nada, dejaron de ser requeridos muchos empleados eventuales, se reconvirtió a secretarias en mozos de almacén e incluso desapareció el personal de limpieza externo. El cambio de política se apreciaba también en los detalles, hasta los vasos del café pasaron a ser de peor calidad”[17]

Los empresarios han lanzado una ofensiva contra los salarios. Según las estadísticas éstos han caído de 2007 a 2010 un 11,2% de media, pero en algunos sectores ha superado el 20%.[18]

Y mientras los salarios caen, la inflación ha subido más de un 30% desde el inicio de la crisis, hundiendo la capacidad adquisitiva de muchos trabajadores.

Esta situación, unida al crecimiento vertiginoso del desempleo, ha incrementado la pobreza en el país: “Hay 46.000 familias que tienen dificultades para llegar a fin de mes, y 13.000 casas embargadas por los bancos”.[19]

Cada día alguien quema su casa para que el banco no se la quede. Las personas que acuden a los comedores de beneficencia se ha triplicado.[20]  

La burguesía islandesa está haciendo pagar la crisis a los trabajadores, recortando el gasto social, disminuyendo los salarios y aumentando las cargas impositivas. Tampoco en este caso existe un modelo islandés distinto al del resto de países.

 

Maniobras socialdemócratas

La socialdemocracia islandesa tiene una larga tradición de colaboración de clases e incluso de gobiernos de coalición con la derecha. En 1991, la Alianza Socialdemócrata decidió romper la coalición de centro-izquierda gobernante y dio su apoyo al derechista Partido de la Independencia. Hasta la caída de Haarde, en 2009, la Alianza Socialdemócrata gobernaba en coalición con la derecha. Fue el estallido social lo que obligó a los socialdemócratas a retirar su apoyo a Haarde y así forzar nuevas elecciones.

Estas dieron como resultado un retroceso del Partido de la Independencia del 36,6% al 23,7%, un aumento de la Alianza Socialdemócrata del 26,8 al 29,8% (siendo el más votado) y un gran aumento del Movimiento de Izquierda-Verde, que pasó del 14,3% al 21,7%. Estos dos partidos formaron gobierno y eligieron primera ministra a Jóhanna Sigurdardóttir, de la Alianza Socialdemócrata.[21] Sigurdardóttir, que era ministra de Asuntos Sociales en el gobierno de Haarde, es por tanto corresponsable de toda su política.

Para poder llevar a cabo los recortes sociales que emprendió, la socialdemocracia necesitaba hacer algunas concesiones formales. Los reformistas de todo el mundo se han hecho mucho eco de algunas medidas progresistas que aplicó la coalición de izquierdas, como la legalización del matrimonio homosexual o leyes para proteger el derecho a la información (al calor de la persecución contra Julian Assange, fundador de WikiLeaks).

Cuando Zapatero llegó al gobierno de España, aupado por una impresionante movilización social, también se vio obligado a tomar algunas medidas de izquierdas, como la retirada de las tropas de Irak o la legalización del matrimonio homosexual. Eran medidas positivas, producto de la presión por abajo (y que significaron una victoria para los jóvenes y los trabajadores) que buscaban aumentar su apoyo para poder realizar, a continuación, una política procapitalista sin ambages. Los mismos pasos tuvo que dar el nuevo gobierno islandés.

Poco después de la formación del Ejecutivo, Sigurdardóttir afirmó que tratarían de cambiar la constitución para “consagrar la propiedad nacional de los recursos naturales del país” y “abrir un nuevo capítulo en la participación pública en la conformación de la estructura del gobierno”[22], dando su apoyo a una asamblea de ciudadanos (previamente constituida al margen del Gobierno) que reformaría la constitución. La detención de altos cargos de la banca o el encausamiento contra el ex primer ministro Haarde por su responsabilidad en la crisis también responde a esta política de concesiones ante la presión popular, como forma de desviar la atención de una política completamente en beneficio de la burguesía. Y sin embargo, estas concesiones son también mucho menos profundas de lo que se ha sugerido desde diversos ámbitos.

 

Falsos mitos (II): Encarcelamiento de banqueros

Islandia triplicará su crecimiento en 2012 tras encarcelar a políticos y banqueros”.[23]
Titulares como este inundan la web. Pero la realidad es concreta: a día de hoy no hay absolutamente ningún banquero o político encarcelado en relación a la crisis.
Se ha llamado a declarar e investigado a unas decenas de personas y hay un condenado. Con la excepción del ex primer ministro Haarde —que luego comentaremos— el resto de los imputados los son por cargos de corrupción, no por su responsabilidad en la crisis.
En cualquier país capitalista la corrupción es un delito. Por supuesto, el robo, los sobornos, la información privilegiada, el desvío de fondos, etc. son consustanciales al sistema. No son un extra del que el capitalismo se pueda desprender. Es su único modo de funcionamiento posible. Sin embargo, en ocasiones, la excesiva corrupción provoca tensiones en todo el sistema, y los gobiernos —“juntas que rige los intereses comunes de toda la clase burguesa”, en palabras de Marx— se ven obligados a actuar y reprender a aquellos capitalistas individuales que, con su actuación, pueden perjudicar a la clase capitalista en su conjunto. La presión popular también les puede obligar a actuar, como una forma de calmar los ánimos. En el Estado español, no son pocos los capitalistas y políticos condenados por delitos de corrupción que exceden lo “normal”. En Islandia, condenados —que no encarcelado— tan sólo hay uno.
Casi cuatro años después de la quiebra, solo una persona ha sido condenada: Baldur Gudlaufsson, el que fuera secretario permanente del ministro de Finanzas. Vendió dos semanas antes del batacazo 1,6 millones de dólares en activos del Landsbanki, una de las entidades tóxicas. Ha sido condenado a dos años de prisión por uso de información privilegiada” (El País, 26/2/12).

Entre los acusados —que no condenados— se encuentra también el ex director del banco Kaupthing, Sigurður Einarsson. La acusación contra él es de malversación de fondos, falsificación de documentos y violación de la ley sobre transacción de acciones (El Periódico, 23/2/12). Otro banquero, Jon Asgeir Johannesson, ha sido acusado de apropiación fraudulenta e ilegal de más de 2.000 millones de dólares del banco que dirigía. 

Hay varios decenas más investigados, pero este hecho no es de por sí algo anormal. Por poner un ejemplo, la Audiencia Nacional española tiene abierto un proceso contra el principal banquero español, Emilio Botín, por delito fiscal.[24]

Sólo en un caso Islandia ha ido más allá que el resto de países capitalistas: al juzgar al ex primer ministro Geir Haarde, por negligencia en el manejo de la crisis. Si es declarado culpable, se enfrentará a dos años de cárcel. En realidad, muchos de los diputados socialdemócratas que votaron en el parlamento a favor de que Haarde fuera juzgado eran entonces ministros de su gobierno , entre otras la actual primera ministra. Atendiendo a esto, Haarde tacha el juicio de farsa y de persecución política. Lo cierto es que es difícil no ver corresponsabilidad en el delito en los ministros socialdemócratas del anterior gobierno.

En conclusión: lo ocurrido en Islandia no es cualitativamente distinto a lo ocurrido en otros países. La ira popular obligó al actual gobierno a mostrar más celo de lo habitual en la persecución de delitos de corrupción e incluso les empujó a llevar a los tribunales al anterior primer ministro. Pero en todo esto hay más propaganda que resultados tangibles. Otros responsables de la monstruosa burbuja especulativa, como David Oddsson, no han sido ni tan siquiera acusados.[25]

 

Falsos mitos (III): Reforma constitucional ‘popular’

Otro de los aspectos idealizados tiene que ver con un supuesto apego a la democracia de base por parte del Gobierno, que le habría llevado a dar la posibilidad al pueblo de crear por sí mismo y sin interferencias una nueva constitución.

Al calor del estallido social, miles de ciudadanos comenzaron a organizar asambleas de debate de todo tipo, tal y como vimos durante el argentinazo en 2001 o en ciudades, barrios y pueblos del Estado español al calor del movimiento 15-M. Esto reflejaba la sacudida en la conciencia ocurrida en Islandia. En una asamblea nacional, celebrada en noviembre de 2009, se aprobó la idea de elaborar una nueva constitución. Era un intento intuitivo por parte de la población por ser los dueños de su propio destino.

Como ya hemos señalado, el nuevo gobierno, aupado al poder por el estallido social, no podía oponerse abiertamente a esta iniciativa, y le dio su apoyo, con la intención de descarrilarlo.

El 16 de junio de 2010, el Parlamento aceptó la idea y procedió a organizar un foro ciudadano que elaborase una propuesta de nueva constitución. Los miembros de ese foro serían elegidos aleatoriamente, lo que no era, desde luego, la fórmula más democrática.

El siguiente paso fue la convocatoria de elecciones para elegir los 25 miembros (sin filiación política) de un parlamento constitucional asesor, que debía redactar la nueva Constitución en base a las recomendaciones del foro ciudadano. En todo caso, la nueva constitución no sería aprobada por esas 25 personas. Ellos llevarían la propuesta al Parlamento, y debía ser éste, junto con el que salga de las urnas en 2013, el que lo apruebe. Este parlamento asesor no tendría, por tanto, ninguna capacidad ejecutiva.

El 26 de octubre de 2010 se celebraron las elecciones. Lo cierto es que tan sólo votó el 36,7% del electorado, lo que lo convirtió en el proceso electoral con menor participación de la historia de Islandia. El Tribunal Supremo, compuesto por una mayoría de jueces conservadores nombrados por el anterior gobierno de derechas, invalidó los resultados, atendiendo a demandas sobre supuestas irregularidades.

Kristinn R. Ólafsson, corresponsal en España de Radio Nacional de Islandia, afirma: “Esto significó volver al punto cero, por lo que este movimiento ciudadano democrático quedó en agua de borrajas. La solución a esta situación va a darla finalmente el Parlamento, que será quien nombre a estos 25 elegidos (…) Por tanto, los que lo formen, en lugar de ser designados por el voto directo, lo serán por el voto de los parlamentarios”.[26]

En julio de 2011 la propuesta de nueva constitución entró finalmente al Parlamento para su discusión. Desde entonces, se han aceptado las propuestas más descafeinadas (listas abiertas, fomento de las iniciativas legislativas populares…), pero han sido eliminadas las más izquierdistas, como la democracia directa o el control y nacionalización del mundo financiero y la economía. En esto quedó todo.

 

Recapitulando

Con lo expuesto hasta ahora estamos en disposición de afirmar que el supuesto modelo islandés no existe. El entusiasmo con el que la prensa burguesa lo ha exaltado indica además que hay una clara intencionalidad política a la hora de presentar unos hechos que son, en el mejor de los casos, medias verdades y enormes exageraciones (cuando no simplemente mentiras).

Resumiendo:

1) El gobierno islandés ha utilizado ingentes cantidades de fondos públicos (comparativamente, más que el Estado español) para rescatar a la banca.

2) Los ciudadanos islandeses no han tenido la opción de opinar en referéndum sobre la totalidad de la deuda bancaria, sino tan sólo sobre un 5% de ésta. Y no ha sido, precisamente, porque el Gobierno haya querido consultar a los ciudadanos.

3) A consecuencia del rescate bancario, el Estado islandés se endeudó de forma colosal. Para volver a equilibrar las cuentas recurrió a recortes masivos del gasto social y subida de impuestos sólo para los trabajadores.

Sin embargo, sí ocurrió un estallido social. Sólo eso hay de verdad bajo el epígrafe de “revolución islandesa”. Y lo cierto es que la intensa presión popular ha obligado al Gobierno a ir más allá de lo que quería en toda una serie de aspectos. Fue la presión social la que obligó a la socialdemocracia a romper su coalición con la derecha. Fue esa misma presión la que forzó el referéndum sobre el contencioso Icesave. Es también la movilización social la que está detrás del reconocimiento, por parte del Gobierno, de la iniciativa ciudadana para reformar la constitución. Y también la ira del pueblo islandés es lo que obligó al Ejecutivo a ser más activo de lo habitual en la persecución de los delitos económicos. Son concesiones que la socialdemocracia se vio obligada a realizar, contra su voluntad, y que son un triunfo de la lucha. Por supuesto, una vez obligada a llevarlas a cabo, la socialdemocracia las usó como una forma de descarrilar el proceso de movilización, calmar a las masas y desviar su atención en el momento de mayor furia contra el capitalismo que ha vivido Islandia.

Pero más allá de las reformas formales, las medidas económicas adoptadas son las mismas que en el resto de los países capitalistas. Islandia no está saliendo de la recesión gracias a aplicar otras medidas económicas, como se afirma machaconamente. Y sin embargo, aparentemente, el país ha remontado la crisis aplicando las mismas medidas que en otras latitudes no hacen más que profundizarla. No tenemos intención de rehuir ese debate.

 

Recuperación económica

Islandia parece estar dejando atrás la recesión. Tras la hecatombe de 2009 y 2010, el Producto Interior Bruto (PIB) ha crecido un 3,1% en 2011. También el desempleo ha descendido, desde su máximo del 9,1% en marzo de 2009, aunque sigue triplicando la cifra previa a la crisis.

 

PIB de Islandia, en %

2006

2007

2008

2009

2010

2011

4,7

6

1,3

-6,7

-4

3,1

(Fuente: Statistics Iceland, Gross Domestic product. www.statice.is)

 

Desempleo, en %

2006

2007

2008

2009

2010

2011

2,9

2,3

3

7,2

7,6

7,1

(Fuente: Statistics Iceland, Unemployment rates. www.statice.is.)

 

Otro indicador de gran importancia es la inversión productiva, ya que anticipa la creación o destrucción de empleo. La Formación Bruta de Capital Fijo,Tras su completo colapso (retrocedió un 70% entre 2006 y 2010), creció un 13,4% en 2011 y con mucha intensidad en el último trimestre del año.

En junio de 2011 el gobierno logró emitir con éxito bonos por valor de mil millones de dólares en el mercado internacional. En febrero de ese año, la agencia de calificación de riesgos Fitch subió un escalón la calificación de deuda islandesa, que por tanto deja de estar considerada como bono basura. La colaboración del FMI ha concluido, y de hecho en marzo Islandia le ha devuelto una quinta parte del préstamo, meses antes de la fecha en la que estaba obligado a hacerlo. ¿Por qué crece Islandia?

En realidad, el simple crecimiento del PIB tras un colapso no tiene nada de especial. El Estado español creció en 2011. Otros países también repuntaron tras un descenso, aunque ahora vuelven a entrar en recesión. No obstante, el crecimiento de Islandia parece más robusto.

La economía capitalista se mueve a través de un ciclo infinito de booms y recesiones. De hecho, la precondición para salir de la recesión es la destrucción de las fuerzas productivas “sobrantes”. Tras el cierre de empresas hasta ajustar la oferta y la demanda y el trasvase de fondos a manos de los capitalistas, estos, en condiciones normales, recuperan su tasa de ganancia y reinician la inversión, dando lugar a un nuevo ciclo expansivo. Islandia ha visto retroceder su economía un 10,5% entre 2008 y 2010. El gobierno ha recortado drásticamente el gasto social y subido todos los impuestos, y gracias a ese dinero ha rescatado a sus banqueros y bajado el impuesto a los empresarios. Los salarios se han desplomado, lo que automáticamente ha hecho subir los beneficios empresariales . No es extraordinario que su economía vuelva a crecer. Por supuesto, esto no es ningún tipo de salida deseable para los trabajadores. Éstos han visto cómo se deteriora la sanidad y la educación, cómo les son embargadas sus casas y cómo su capacidad adquisitiva ha mermado y la pobreza crecido. Y muchos siguen desempleados. El hecho de que el PIB de un país crezca no implica automáticamente, ni mucho menos, que mejoren las condiciones de vida de los trabajadores.

Con todo, no todas las recesiones son iguales. La que estamos atravesando es de una profundidad histórica, sólo comparable a la de los años 30 del siglo XX. Si bien la salida de la crisis, en un futuro remoto, se basará en los mecanismos antes mencionados, todavía nos encontramos en su fase descendente, en la que los sucesivos recortes sociales, ajustes presupuestarios y reducciones salariales masivas no hacen más que hundir el consumo y profundizar la recesión. Es una espiral descendente que se retroalimenta y de la que no se divisa el final. ¿Por qué entonces Islandia, aplicando los mismos recortes sociales, parece estar logrando recuperarse?

 

Una vez más, sobre las peculiaridades de Islandia

Islandia fue el primer país que entró en bancarrota. A veces esto puede no ser tan malo. Hasta ese momento, el FMI no había tenido que rescatar a ningún país y disponía de abundantes fondos para prestar a Islandia. Hoy esto sería más complicado. Por otra parte, Islandia volvió a amagar con ponerse en manos de Rusia, como ya se ha comentado, lo que no era aceptable para EE.UU. Esta maniobra también ayudó a que el préstamo se concretase. Ser el primer país que quiebra tiene también otras ventajas: la deuda no abonada por la banca islandesa (la quita del 70%) a inversores extranjeros era entonces digerible; era la primera quita y los países acreedores aun crecían.

E Islandia es una economía ínfima. A pesar de que su PIB per cápita se halla entre los mayores del mundo, en términos absolutos representa tan solo el 3,5% del griego o el 0,6% del de España. Es insignificante. Un préstamo pequeño del FMI y de algunos países escandinavos (unos 5.000 millones de dólares) fue suficiente para la isla. En comparación, Grecia va a recibir, en dos “rescates”, 240.000 millones.

Otro aspecto distintivo es que Islandia entraba en recesión prácticamente con pleno empleo. Los ahorros de las familias les permitieron hacer frente a la crisis en mejores condiciones que los trabajadores de otros países. Obviamente, no es lo mismo entrar en recesión con muchas grasas acumuladas, que hacerlo en una situación en que, como en España o Grecia, ya había un gran desempleo estructural con anterioridad a la crisis.

Sin embargo, estos aspectos, que tienen importancia, no han sido los fundamentales. El aspecto decisivo ha sido la masiva depreciación de la corona islandesa.

Tras años de estabilidad en los que la divisa islandesa se mantuvo estable entre 85 y 90 coronas por euro, en 2007 empezó a depreciarse. En el primer semestre de 2008 se situó en 120 coronas por euro. Tras la declaración del país en bancarrota a finales de 2008, la corona se precipitó hasta situarse alrededor de las 170 coronas por euro. En función de qué año tomemos como referencia inicial, la corona se ha depreciado entre un 40 y un 90%. Según el diario financiero Cinco Días, descontada la inflación doméstica, la corona se ha devaluado un 30% respecto al euro, lo que es una cifra gigantesca. (“Islandia ya no es bono basura”, 19/2/2012). Esto, que tiene una serie de efectos muy perniciosos, como comentaremos más adelante, ha sido la clave para la recuperación económica, al abaratar considerablemente las exportaciones islandesas.

Para una economía exportadora como la de Islandia, la devaluación de su moneda significó inmediatamente que sus productos eran mucho más competitivos. Si antes de la devaluación 1 euro equivalía a 100 coronas, ahora sólo son necesarios 0,7 euros para conseguir esas mismas 100 coronas. Así, los capitalistas europeos que compraban una tonelada de aluminio islandés, por ejemplo, por mil euros, tras la devaluación sólo tienen que pagar 700. En ambos casos, el precio de esa tonelada en coronas es el mismo (100.000).

Y aunque el precio en euros se mantenga, su equivalente en coronas se dispara. En el caso de la exportación de pescado, producto clave de las exportaciones de la isla, los efectos beneficiosos de la devaluación son cristalinos. A pesar de que las toneladas de pescado vendido no aumentan, e incluso descienden algún año, entre 2007 y 2011 los ingresos en coronas por exportación de pescado casi se han duplicado (crecen un 97,1%).

Exportación de productos marinos (en toneladas y millones de coronas)

Año

coronas

Variación en %

toneladas

Variación en %

2007

127.619

-

619.534

-

2008

171.349

34,2

696.897

12,5%

2009

208.624

21,6

668.902

-4%

2010

220.488

5,7

632.003

-5,5%

2011

251.600

14,1

No disponible

n/d

(Fuente: www.statice.is, Exported marine products, y elaboración propia.)

 

Los ajustes sociales emprendidos por el gobierno islandés, el desempleo y la subida de impuestos contrajeron el consumo interno.[27] Sin embargo, el incremento de las exportaciones contribuyó a aminorar los efectos de la disminución del consumo. En el caso de Alemania, en los últimos años se ha llevado a cabo una ofensiva sin cuartel contra los salarios. Su capacidad de consumo se ha visto drásticamente deteriorada. Pero el poderoso músculo exportador alemán está permitiendo a ese país, por el momento, seguir creciendo. En Islandia se ha producido un fenómeno similar. La devaluación de la moneda ha sido un factor clave para la recuperación económica islandesa.

 

Los límites de los paralelismos

La idea de seguir en otros países los pasos dados por Islandia, como forma de salir de la crisis, ha circulado abundantemente. Si por “hacer como en Islandia” se quiere dar a entender que hay que dejar que quiebren los bancos, repudiar sus deudas, encarcelar a los banqueros y dar la palabra al pueblo, compartimos el espíritu, pero ya hemos expuesto que, desgraciadamente, eso no ocurrió en la isla. Y respecto a las condiciones que sí han propiciado su recuperación, lo cierto es que son difícilmente extrapolables y repetibles. Grecia o el Estado español no podrían, aunque sus burguesías así lo quisieran, reproducir las circunstancias que propiciaron la salida de la crisis en el país ártico.

1. Sólo hay una primera vez. Ni Grecia ni el Estado español pueden ya ser los primeros en quebrar

2. El tamaño importa. Ninguno de los dos países mediterráneos tiene una ínfima población de 300.000 habitantes que les permita recuperarse con un pequeño préstamo del FMI.

3. De dónde vienes. Tampoco España y Grecia entraron en recesión precisamente con pleno empleo y un alto ahorro familiar

4. Una moneda, muchos estados. Y lo fundamental es que, a diferencia de Islandia, ninguno de estos dos países tiene moneda propia que devaluar.

 

Perspectivas económicas

Tras la salida de la recesión, queda por ver si el crecimiento se consolida. El incremento de la inversión productiva, la reducción de la deuda, el aumento de las exportaciones y el descenso moderado del paro muestran que esa es una posibilidad. Otro efecto de la devaluación de la moneda ha sido, por ejemplo, aumentar el turismo (un turista se ve beneficiado al cambiar euros o dólares a coronas). Las pernoctaciones hoteleras en enero de este año aumentaron un 34% respecto al año pasado.[28]

Islandia cuenta además con una importante ventaja: una fuente inagotable de energía eléctrica (gracias a sus enormes reservas hidráulicas) y geotérmica (es una isla volcánica activa) Estos han sido los factores que han atraído a la isla inversiones de multinacionales del aluminio, metal cuyo procesamiento requiere grandes cantidades de energía. Y el sector industrial aporta ya el 25% del PIB del país.

Los factores señalados muestran que Islandia podría consolidar su crecimiento. Sin embargo, existen también toda una serie de interrogantes.

La devaluación de la moneda, que jugó un papel clave en la recuperación, tiene también otros efectos.

En primer lugar, encarece la deuda contraída en divisas, tanto la pública como la privada. Un préstamo de mil euros se ha de devolver en euros, pero si antes de la devaluación bastaban 100.000 coronas, ahora han de abonarse 130.000. Desde 2008, la deuda pública se ha cuadruplicado y los intereses de la deuda se triplicaron, de forma que el Estado islandés utiliza una de cada siete coronas que ingresa en el pago de la deuda. Un frenazo en la recaudación del Estado agravaría este problema.

Pero no sólo las finanzas del Estado sufren la devaluación. Durante el boom económico, debido a la altísima inflación, los bancos pedían unos muy elevados tipos de interés para los préstamos en coronas. Muchos islandeses, aconsejados por el banco, pidieron créditos en divisa extranjera, a tipos más bajos, para la compra de un coche o una vivienda. Ahora esas deudas se han disparado. Hoy hay familias en Islandia que deben más dinero al banco que cuando contrataron la hipoteca hace cinco años. Tras pagar rigurosamente al banco durante media década, ahora deben más dinero que al principio.

Pero no solo aquellos que pidieron un préstamo en divisas se enfrentan a problemas. En Islandia las hipotecas están ligadas a la inflación (indexadas) cosa que no ocurre en el resto de Europa. Es decir, si un trabajador pide una hipoteca al banco y acuerda pagar un interés fijo del 5%, al monto total de la deuda hay que sumarle la inflación, y sobre ese resultante aplicar los intereses. Y en Islandia la inflación está disparada hasta el 20%. Y los islandeses con deudas son legión. El 84% de la población tiene contratado un préstamo: un 62% sobre una vivienda (indexada al IPC), un 30% en automóviles (en divisa extranjera) y un 12,5% también en automóviles, pero indexadas al IPC.[29]

La alta inflación y la deuda en divisas están ahogando a muchas familias. Hay informaciones que apuntan a que la banca se está viendo obligada a condonar una parte de la deuda de las familias o al menos a alargar los plazos de pago. Otras fuentes, no obstante, hablan de que esto apenas está sucediendo.[30]

La deuda privada, en cualquier caso, es gigantesca. El total de la deuda exterior equivale al 251,5% del PIB, de la cual un 185% es privada (empresas o familias). Atendiendo a esto, la agencia Fitch considera que Islandia logrará evitar la recesión, aunque su crecimiento se ralentizará hasta el 2% o el 2,5% del PIB en 2012-2013.[31]

El futuro económico de Islandia dependerá de lo que ocurra a nivel internacional. Si las exportaciones continúan altas, puede estabilizar su crecimiento. Pero cualquier contracción del consumo de aluminio y pescado en Europa y EEUU tendrá efectos muy serios en el país. En este momento la deuda de las familias impide que Islandia crezca a través del consumo interno. La devaluación de la moneda encarece también todos los productos que han de ser importados (¡y son muchos!). Esto contrae aún más el consumo. Si las ventas de Islandia en el exterior se ralentizan, podría volver a entrar en recesión. Y esto coincidiría con un clima político en el país muy diferente al de las últimas décadas

 

Perspectivas políticas y sindicales

Nada será igual en Islandia. El colapso de 2008 acabó bruscamente con todas las certezas del pasado. La idea de un idílico progreso permanente ha desaparecido para no volver. Las simpatías hacia los banqueros, esos “nuevos vikingos que reconquistaban Europa”, se ha tornado en un profundo odio.[32] También ha quebrado la confianza en toda la parafernalia de la democracia burguesa, todas sus cantinelas acerca del interés común de todos los islandeses por encima de las clases sociales y la necesidad de respetar las instituciones. Muchos trabajadores islandeses e incluso sectores de las capas medias han comprendido que los capitalistas y ellos no tienen nada en común. Que no todos pierden con la crisis, así como tampoco todos ganaron con el boom. Y ya no confían en su parlamento. Por eso irrumpieron en escena e intentaron ser los dueños de su propio destino. Este estado de ánimo, estas conclusiones profundas no se van a disipar fácilmente. Ni siquiera aunque la economía crezca con solidez.

El escritor islandés Haukar Már Helgason da testimonio de la profunda transformación en la conciencia: “Es oficial: El capitalismo es monstruoso. Si alguien trata de hablar de los beneficios del libre mercado, será tratado como si promoviera los beneficios de la violación” (“Islandia pierde la camisa y recupera su alma”, www.rebelión.org)

El divorcio con la política oficial es radical. En mayo de 2010, en las elecciones municipales a la alcaldía de Reikiavik, ciudad que concentra al 40% de la población islandesa, el vencedor fue Jón Gnarr, un humorista. Todos los partidos tradicionales se hundieron y Gnarr estuvo a dos concejales de la mayoría absoluta. Esto no ha ocurrido en ningún otro país. El humorista fundó un partido (“El Mejor Partido”) que parodiaba la política oficial, acusando a los diputados de la crisis y haciendo propuestas hilarantes. Y esta elección se dio una vez que la coalición de izquierdas ya gobernaba el país. Esto no casa muy bien con el mito de un gobierno que ha dado una respuesta distinta a la crisis y es valorado por ello. Como señala Armannsson, de ATTAC Islandia: “Tanto los socialdemócratas como la Izquierda Verde estuvieron prometiendo cosas muy buenas a la gente en la campaña electoral. Pero han roto todas sus promesas. De modo que los islandeses hemos aprendido, igual que los irlandeses, igual que los griegos y los españoles, que cambiar el gobierno no es la solución” (Entrevista a Gunnar Skuli en www.rebelion.org).

 

Elecciones en Reikiavik

 

2006

2010

2006

2010

Partido

% votos

%votos

Concejales

Concejales

Partido de la Independencia (derecha) derecha)(derecha)e(derecha)

42,9

33,6

7

5

Partido Progresista (derecha)

6,3

2,7

1

0

Partido Liberal (derecha)

10,1

0,5

1

0

Alianza Socialdemócrata

27,4

19,1

4

3

Movimiento de Izquierda-Verde

13,5

7,1

2

1

“El Mejor Partido” (humorista)

0

34,7

0

6

 

Tampoco el humorista Gnarr tiene nada que ofrecer. Este tipo de figuras provenientes de la intelectualidad raramente disponen de un programa genuinamente revolucionario. A pocos meses de las elecciones, en marzo de 2011 las encuestas señalaban que su apoyo se desmoronaba, tras incumplir su promesa de no subir los impuestos ni recortar los servicios públicos. En su defensa alegó que ya había advertido en campaña electoral de que no cumpliría ni una sola de sus promesas. Como cómico es bueno. Como defensor de la clase trabajadora no vale nada.

Islandia no era, tampoco durante el boom y el pleno empleo, el paraíso. Existe copago sanitario, el despido es libre y gratuito y la jornada media semanal es de 44,7 horas. Los recortes sociales no han hecho más que empeorar las cosas. En el rural, el desmantelamiento de hospitales va a significar que los pacientes deban coger un avión para ir a Reikiavik para ser atendidos. Aunque la economía siguiese creciendo de forma sostenida, los problemas no se van a solucionar. Las deudas que aplastan a las familias seguirán ahí, la inflación lo devora todo y el desempleo no va a desaparecer de golpe, ni mucho menos. Para la clase obrera islandesa, el dilema es el mismo que para la del resto del mundo. Sólo hay una forma de evitar el retroceso en las condiciones de vida: expropiando a los capitalistas, poniendo a disposición del conjunto de los trabajadores las palancas económicas, decidiendo democráticamente su uso y extendiendo la revolución más allá de sus limitadas fronteras.

La clase obrera islandesa no es débil. Cuenta con más de 30.000 trabajadores industriales y otros 100.000 asalariados semicualificados de distintos sectores (sanidad, educación, hostelería, transporte…).[33] Son la inmensa mayoría de la sociedad. Su afiliación sindical es masiva, como en toda Escandinavia. La Federación Islandesa del Trabajo (ASI, en sus siglas en islandés), agrupa a 90.000 trabajadores de los 167.000 que hay en el país. Este sindicato, sin embargo, no ha tenido una actitud combativa. En los últimos años no ha habido huelgas. Entre 2002 y 2007 sólo hubo una huelga (de profesores, que duró 33 días). En 2008 hubo 3 (en las que participaron 500 trabajadores) y ninguna en 2009.[34] Y el pleno empleo era el mejor momento para haber arrancado concesiones a los capitalistas y al gobierno, y obligarles, por ejemplo, a acabar con el despido libre. Ahora hay informaciones parciales que indicarían un ligero repunte de la actividad huelguística (trabajadores de fábricas de harina de pescado en febrero de 2011, mecánicos de aviones en junio de ese mismo año, anuncio de huelga de maestros de educación infantil este mes de marzo…).

La reentrada en recesión, si se diera, coincidiría con un ambiente de furia entre la población. La lucha podría radicalizarse muy rápidamente. Pero aunque la economía siga creciendo, el retroceso en las condiciones de vida ya se ha producido y no se va a revertir fácilmente. Tras el shock de estos últimos años, muchos trabajadores estarán buscando ideas. Es inevitable que este ambiente se refleje también en la Federación Islandesa del Trabajo. La realidad del capitalismo islandés es hoy mucho más clara a ojos de todos. Dos grandes familias, completamente fusionadas con los partidos burgueses, la Björgólfsson, propietaria del banco Landsbanki, y la Johannesson, que posee el monopolio de los supermercados, controlan todos los hilos del país, económicos y políticos. Sólo la completa expropiación de estas dos familias podrá traer una auténtica democracia a Islandia. Con todos esos recursos en manos de la clase trabajadora se podría empezar a resolver los problemas de la población. No hay otro camino.

Muchos jóvenes y trabajadores europeos se han sentido cautivados por la idea que se transmitía de lo que ocurría en Islandia. “Ahí hay un gobierno que no paga las deudas de los bancos y no hace recortes”. Esta falsa idea ha sido interesadamente difundida por la prensa burguesa y sectores de la izquierda reformista. El objetivo consistía en demostrar que es posible resolver nuestros problemas sin romper con el capitalismo. Pero no es cierto. Los trabajadores islandeses lo están comprobando. Sólo acabando con el capitalismo, luchando por el socialismo, se podrá emprender esa tarea. Y hoy las condiciones para que las genuinas ideas del marxismo revolucionario conquisten la conciencia de los obreros islandeses son las mejores en décadas.



[1] En los últimos años la exportación de aluminio ha escalado hasta ser la principal exportación de la isla. Aun así, la exportación de productos del mar sigue suponiendo un 40% del total de exportaciones

[2] Islandia amenazaba con abandonar la OTAN, dejando el norte del Atlántico en manos de la armada soviética, lo que no podía ser aceptado por EEUU.

[3] Web Open Economy. www.opendemocracy.net/openeconomy/ethan-wagner/travels-amongst-financial-ruins

[4] www.elsentidodelavida.com/2011/03/nacion-rumasa.html

[5] www.elsentidodelavida.com/2011/11/los-trapos-sucios-de-la-banca-islandesa.html

[7] El primer ministro islandés afirmó: “No hemos recibido el tipo de apoyo que habíamos solicitado de nuestros amigos. Así que en una situación como esta uno tiene que buscar nuevos amigos”. www.businesstoday.com.mt/2008/10/08/t14.html

[8]http://www.elperiodico.com/es/noticias/economia/20100307/islandia-vota-devolver-deuda-reino-unido-holanda/92585.shtml

[9] Web de Eusko Alkartasuna de Bilbao. http://www.ea-bilbao.org/tag/krisialdia/

[10] www.rebelion.org/noticia.php?id=126160

[11] Citado por el ex economista de Wall Street Michael Hudson en http://michael-hudson.com/2011/04/why-iceland-voted-no/

[12] www.icenews.is/index.php/2011/12/09/uk-and-nl-receive-first-icesave-refunds-esa-still-not-sure-about-legal-action/

[13] El 6 de octubre de 2008 se aprobó la ley de Emergencia Bancaria, que permitió la intervención de los bancos por parte del Estado. La Autoridad Supervisora Financiera (ASF) cesó a los directivos de los bancos y separó a los bancos en dos partes. Dejó caer aquellos con activos de extranjeros y fundó tres nuevos: Islandsbanki, New Kaupthing y New Landsbanki, en sustitución de Glitnir, Kaupthing y Landsbanki respectivamente.

[14] www.argenpress.info/2009/07/islandia-lanza-planes-para-capitalizar.html

[15] www.icenews.is/index.php/2010/10/08/healthcare-cuts-in-rural-iceland-a-case-study/#ixzz1ntCZ3Q1W

[16] www.icenews.is/index.php/2010/10/04/more-cutbacks-planned-by-icelandic-government/

[17] www.elsentidodelavida.com/2009/04/ajustes.html

[18] www.statice.is (Real wages, index 1989-2012)

[19] Diagonal nº 35, octubre de 2010

[20] www.rebelion.org/noticia.php?id=102672

[21] Por otra parte, el Partido Progresista (derecha) pasó del 11,7% al 14,8%. El “movimiento cívico” una suerte de “indignados”, que se presentaba por primera vez, obtuvo el 7,2% de los votos. El voto total a la izquierda alcanzó casi el 60%

[22] www.rebelion.org/noticia.php?id=80635

[23] www.kaosenlared.net/especiales/e2/libertad-para-los-cinco/item/3637-islandia-triplicar%C3%A1-su-crecimiento-en-2012-tras-encarcelar-a-pol%C3%ADticos-y-banqueros.html

[24]  www.cincodias.com/articulo/mercados/audiencia-rechaza-recurso-botin-cuentas-suizas/20120111cdscdimer_5/

[25] David Oddsson, del derechista Partido de la Independencia, fue primer ministro de Islandia entre 1991 y 2004, promoviendo una desregulación extrema de la economía. Al año siguiente se convirtió en el presidente del Banco Central de Islandia, cargo del que fue obligado a dimitir en 2009 ante el colapso financiero y su responsabilidad en él. Ese mismo año pasó a ser editor de uno de los periódicos de mayor tirada del país, Morgunbladid. Oddsson es una de las personas más odiadas en Islandia. Hubo trabajadores que dejaron el periódico cuando Oddesson fue nombrado editor. Desde entonces, un tercio de los suscriptores se han dado de baja.

[26] www.noticiaspositivas.net/2011/03/21/islandia-se-mueve-ante-la-crisis/

[27] La contracción del consumo ha sido severa: Si tomamos como referencia el consumo privado en 2005 y le otorgamos el valor de 100, en 2007, en el pico del boom, el consumo era de 109,5 y en 2010, el momento más bajo, había caído hasta el 85,5, es decir, un descenso del 21,9%. En 2011 tuvo una leve recuperación, hasta el 88,89, subiendo un modesto 4%. (Fuente: www.statice.is, Private final consumption expenditure)

[28] www.statice.is/Pages/444?NewsID=8601

[29] www.icenews.is/index.php/2009/01/18/icelanders-talk-about-personal-debt/

[30] Ver el artículo de varios economistas titulado “¿Nuevo desastre bancario de Islandia?” en http://blogs.ft.com/economistsforum/2012/02/iceland%E2%80%99s-new-banking-disaster/#axzz1naGkMetg

[31] Expansión, 20/2/12.

[32] En el lúcido blog del ya mencionado trabajador español del servicio postal de Reikiavik se señala la evolución política de la población: “Durante las primeras semanas la población cerró filas, ‘hay que mantenerse unidos’, ‘debemos trabajar juntos’, ‘hay que esperar que los políticos encuentren una solución”. Luego todo eso cambió bruscamente. El autor cita una conversación con un compañero. Este le dice: “Banqueros... y pensar que hace un año los alabábamos, ‘los nuevos vikingos’, conquistando Europa con su audacia... y ahora son los hijos de puta más odiados de este país”. (www.elsentidodelavida.com).

[33] www.statice.is Labour market statistics 2011.

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