Una sociedad que no cuida su medio ambiente es una sociedad que no piensa en los seres que viven en él. Si no tomamos consciencia de que el momento presente es la semilla del resultado futuro, éste puede ser incinerado pero no por máquinas sino por las decisiones aberrantes que tomamos ahora.

Una incineradora de residuos es un horno de quemar y una fábrica de gases tóxicos que se depositan en el medio ambiente. Existen estudios que demuestran lo perjudicial de estos gases y sus efectos en la salud. Además, va en contra de todo el avance social que significa el “Reducir, Reciclar, Reutilizar”.

La gestión de los residuos es llamada “valoración energética” –eufemismo que usan los piratas de lo público para engañar y mentir a los ciudadanos– y es competencia de los ayuntamientos, pero ninguno por sí solo puede hacerse cargo de la gestión de tanta cantidad. Por ello, entre los municipios en el sur de Madrid se han mancomunado para la gestión, pero el resultado (o las intenciones de las estrategias de la Comunidad de Madrid) no es muy bueno para estas mancomunidades. No me gustaría pensar que se esconde otra oportunidad de negocio para las empresas privadas a costa de los servicios públicos. ¿Quién va a construir la planta incineradora? Los ayuntamientos no van a tener recursos para ello y, con esta escusa, entrarán las empresas privadas a hacer sus cuentas. De nuevo negocio redondo, como la sanidad, la educación, etc… y siempre quien lo dirige es el PP.

No son necesarias

La incineración supone un aumento de los costes en las arcas municipales, porque según Greenpeace se paga por encima de 63€ la tonelada de residuos incinerados. Las ganancias nunca revierten al erario público y sí a las manos privadas. Fomentan la privatización de la gestión y control público de los bienes y servicios. El reciclaje crea más empleo público que la incineración: las 9 plantas incineradoras que hay en el Estado español emplean a tan sólo 529 trabajadores. Si reciclamos estaríamos repartiendo mayor cantidad de puestos de trabajo, lo que podría suponer un mayor control ciudadano de los residuos en detrimento de las multinacionales.

Entre el 20% y el 30% de los residuos que quedan tras la incineración son productos tóxicos que deben ir a vertederos controlados. Estaríamos contaminando más aún nuestros espacios vitales sin necesidad alguna, y con el único interés de dar beneficio rápido a las empresas que controlan el sector de residuos.

El principal reto de la gestión de residuos es dejar de acumular nuestros desechos en vertederos y conseguir cerrar los ciclos de los materiales, es decir, convertir los residuos en recursos aprovechables que se reintroduzcan en el sistema productivo. Las actuales tendencias de tratamiento de basura son insostenibles en el Estado español, debemos caminar hacia nuevos modelos:

o            Prevenir la generación de residuos: evitar el usar y tirar que tanto hacemos con los plásticos.

o            Incentivar la fabricación de productos duraderos, no los de usar y tirar.

o            Separar en origen los residuos, especialmente la materia orgánica, para facilitar su tratamiento posterior y asegurar que los materiales recuperados son de buena calidad.

o            Elaborar compost a partir de los residuos orgánicos.

o            Desarrollar sistemas de retorno de envases que favorezcan su reutilización y reciclaje, ¿no lo hacemos con los botellines de bebidas?

o            Si se quiere, se puede.

Casos que no deben olvidarse

El caso de Uralita es de sobra conocido en el sur de Madrid, por desgracia. En el año 1976 ya hubo quejas, las entonces ilegales Comisiones Obreras hablaban de lo perjudicial del amianto para la salud. Pero hasta la década de los noventa, y con varios muertos a la espalda y centenares de afectados, no se empezó a dar soluciones. ¿Hay que esperar a tener muertos para tomar soluciones, y que estas muertes se relacionen científicamente con el responsable? Debemos prevenir ante todo.

Hacia el año 2000 se preveían dos incineradoras en Gipuzkoa. Con las protestas, cayó el proyecto de Irun-Hondarribia. Quedó el proyecto de Incineradora de Zubieta. Pero ocurrió una gran novedad: el municipio más cercano, Usurbil, además de protestar contra la incineradora, organizó un sistema alternativo, la recogida puerta a puerta, copiado de Catalunya e Italia. Más ecológico, más barato, más empleos, más fácil… Sin embargo, algunos siguen empeñados en reactivar el proyecto de Zubieta. Y, lo peor de todo, como los planes y contratos estén firmados hay que pagar a las empresas por “lucro cesante”, la forma más legal de robar a los ciudadanos desde dentro de la legalidad: cobrar por algo que no se hace y se preveía hacer y ganar.

Por eso, hay que frenar ahora en fase de borrador, el proyecto de crear una incineradora en el sur; porque más tarde supondrá un mayor esfuerzo y coste posible económico.

El sur como cubo de la basura de la zona norte

La línea y estrategia del capitalismo siempre va en el mismo sentido, preservar unas zonas para ricos a base de explotar y contaminar las zonas de los ciudadanos con menos recursos y capacidades económicas. Nos quisieron hacer un macro vertedero hace unos años en el sur, que se paralizó; consiguieron poner el suministro del agua del Tajo (de peor calidad) para la zona sur y suministrar el agua buena para la zona norte. Ahora quieren que en la zona sur se liberen a la atmósfera sustancias tóxicas que estaban contenidas en los residuos y que la población los respire, no parece importar a los gobiernos la zona sur. Que aumenten las probabilidades de contraer cáncer, y sobre todo el infantil, les da igual. La incineración no es una solución sino un grave problema; ante el cual la zona sur debe levantarse y decir no claramente. Eso es lo que han empezado a hacer en los municipios del sur metropolitano.

En el Estado español hay 9 incineradoras alejadas de los centros urbanos, menos la de Valdemingómez (en un poblado chabolista) y la de la Mina (Barcelona). Siempre que se instalan lo hacen en zonas urbanas próximas a las zonas más degradas socialmente. Eso es lo que quiere el PP y no se lo debemos permitir. Debemos seguir levantando las ciudades una a una hasta que haya un compromiso efectivo de anulación del plan estratégico de la CAM sobre la gestión de residuos. Al poder del dinero y su fuerza hay que vencerlo por el sentido común y la lógica, haciendo extensible la información a todos los ciudadanos. Sólo ellos frenarán los abusos del poder, el dinero y la fuerza.

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