La semana pasada el PSOE presentó en el Congreso una proposición de Ley para acabar con el proxenetismo. Dicha iniciativa, que solo contó con el apoyo del BNG y Coalición Canaria, proponía endurecer las penas de prisión por proxenetismo, castigar con cárcel la cesión de locales para ejercer la prostitución y perseguir a aquellos que contraten servicios sexuales con multas e incluso prisión en el caso de menores o personas vulnerables.
Según comentó Patxi López en el momento de registrar la propuesta, a pesar de que se calcula que en nuestro país hay más de 45.000 mujeres explotadas sexualmente, en 2021 solo se dictó una sentencia de condena a un proxeneta, “lo que evidencia la necesidad de esta legislación”.
Lo que no dijo, es que este dato demuestra que ni siquiera la legislación actual se aplica, campando a sus anchas el proxenetismo, un negocio multimillonario posible gracias a la colaboración, activa o pasiva, del aparato del Estado, empresarios o bancos. Según el INE, la prostitución representa un 0,35% del PIB, más de 4.000 millones de euros. ¿Cómo va a ser posible un negocio de estas dimensiones sin dicha complicidad?
Todo esto pone en evidencia es la hipocresía permanente que el PSOE teatraliza respecto a la cuestión de la prostitución. ¿Queremos que se castigue ejemplarmente a los proxenetas? Sí. Pero, ¿cómo lo van a hacer? Además de endurecer las penas, hay que tomar toda una serie de medidas que el Gobierno de Pedro Sánchez ha dejado claro que no va hacer. No derogará la Ley Mordaza ni la Ley de Extranjería, cuando la gran mayoría de las víctimas son inmigrantes sin papeles, ni les garantizará una ayuda económica a las víctimas de esta lacra para poder salir del pozo de violencia machista en el que se encuentran, ni perseguirá a los empresarios y banqueros que tantos lazos tienen con la industria de la prostitución. Por eso, cuando el PSOE presenta cualquier legislación en esta materia, precisamente porque tenemos memoria, no podemos más que desconfiar de las verdaderas intenciones de sus “propuestas feministas”.
Sumar vota en contra. ¿Realismo o adaptación a una de las peores lacras del capitalismo?
Resulta llamativo que una propuesta que pretende “abolir la prostitución” haya sido rechazada por fuerzas que se reclaman de izquierdas. Que el PP y Vox voten en contra no es sorprendente. A estos machirulos de camisa abierta, pelo en pecho, puro y burdel, defensores a ultranza de los empresarios aunque trafiquen con la vida de mujeres indefensas, la lucha contra una de las formas de violencia machista más cruel les da absolutamente igual. Al contrario, son asiduos consumidores de prostitución.
Sin embargo, que Sumar o ERC hayan mostrado su desacuerdo, es para reflexionar. El principal argumento que utiliza la formación de Yolanda Díaz es que esta nueva legislación –tal como está planteada– conducirá a las prostitutas a la clandestinidad, como si no lo estuvieran ya, secuestradas en pisos o locales, y las precarizará aún más. Por supuesto, no queremos que se criminalice a las víctimas de esta lacra, pero, ¿qué alternativa propone Sumar entonces? Y la respuesta la conocemos: regularizar la prostitución y “mejorarla”.
No es ningún secreto que sectores importantes de Sumar, especialmente En Comú Podem con Ada Colau al frente, defienden abiertamente la regulación de la prostitución. Nos hablan de trabajadoras sexuales, de la prostitución libremente ejercida como una forma más de libertad sexual y que no se puede decidir sobre los cuerpos y vidas de las mujeres con un sesgo electoralista.
Una de las ideas que transmitían las portavoces del grupo parlamentario es que “hay que ser realista”. Ese “realismo” del que nos hablan recurrentemente desde Sumar, imaginamos que es el mismo que les ha llevado a aceptar el militarismo furibundo del PSOE y a mostrarse cómplices con el genocidio sionista en Gaza.
Ese “realismo” no es más que el abandono de una política de izquierdas seria. Las feministas de verdad para empezar no compartiríamos Consejo de Ministros con quienes decapitaron la ley del Solo Sí es Sí y la Ley Trans. Por no hablar de la política migratoria o laboral del PSOE. Pero aprovecharíamos la tribuna parlamentaria para decir: sí, hay que perseguir a los proxenetas y no a las víctimas, hay que multar a quienes pagan por violar y no a quienes son violadas. Pero esto el PSOE no lo va a hacer, porque son los defensores del Régimen del 78 y del sistema. Si se quiere luchar consecuentemente contra la prostitución, hay que garantizar independencia económica de todas las mujeres, garantizar el acceso a una vivienda digna y a la sanidad pública, expropiar a los proxenetas y poner toda su riqueza al servicio de garantizar a las víctimas una asistencia integral.
¿Por qué Sumar no hace esto? Primero porque no quieren molestar al PSOE, y segundo, porque no creen que otro sistema sea posible.
Capitalismo rosa vs. abolicionismo revolucionario
Los medios de comunicación hablan constantemente de la “división” que recorre el movimiento feminista con respecto a la prostitución y los derechos trans. No es una división reciente, sino que es un debate que ha suscitado enormes polémicas durante años en los lugares de encuentro feminista.
Hay quienes, como Sumar, consideran que la explotación sexual es un “trabajo más”, que hay que regularla para mejorar las condiciones laborales de las prostitutas y defienden un capitalismo rosa y muy cuqui que solo existe en sus cabezas. Hay otra rama, encabezada por el PSOE, que utiliza su supuesto abolicionismo para atacar a las personas trans e introducir su veneno LGTBIfóbico para debilitar la combatividad del movimiento por la emancipación de las mujeres.
Y hay otra voz, en la que muy orgullosamente nos encontramos Libres y Combativas, que defendemos la abolición revolucionaria de la prostitución, que denunciamos el papel que juega esta lacra, que nos colocamos al frente de la lucha por los derechos trans mientras denunciamos que la prostitución es una institución patriarcal salvaje. Que no hay nada de feminista en tener que vender tu cuerpo y tu integridad física por falta de recursos económicos. Que el Estado español es el mayor consumidor de prostitución de Europa y que el PSOE no hecho nada para evitarlo. Que tras las violaciones, los abusos y los traumas no hay “libre elección”, hay mafias que se hacen de oro.
La prostitución es violencia, sufrimiento y desigualdad; es un arma del capitalismo que reduce a las mujeres a meras mercancías para uso y disfrute de los hombres que las compran y se basa en una relación de dominio y opresión. Defender que en estas condiciones una mujer puede ser libre, digna y disfrutar de derechos, reconocer el trabajo sexual como “un trabajo más” y aceptar la prostitución es asumir la lógica del mismo sistema que las condena.