En los últimos años ha habido un cada vez mayor debate e interés  entre la juventud y los trabajadores sobre lo que realmente ocurrió en periodos como la II República, la Revolución española, la dictadura franquista y la Transición. Al mismo tiempo ha habido una lucha muy importante de colectivos memorialistas, víctimas organizaciones políticas y sindicales, contra la impunidad de los crímenes del franquismo. De todo esto y mucho más se habló este viernes en el Espacio Rosa Luxemburgo, en un debate vibrante dirigido por Coral Latorre, de la Comisión Ejecutiva de Izquierda Revolucionaria, en el que participaron Pablo Alcántara, historiador, autor de la Secreta de Franco y militante de Izquierda Revolucionaria, Julio Gomáriz, militante antifranquista y autor de Los últimos zarpazos, libro editado por la Fundación Federico Engels y Luis Fernández, presidente de la Asociación de Memoria Histórica de Latina y autor de “Los tres agostos de Luis el Sastre”, el alcalde republicano fusilado en Fuenlabrada.

El acto se dividió en cuatro bloques. Primero se dio una explicación profunda sobre la Revolución española de los años 30, de la lucha de los trabajadores y campesinos pobres contra el Golpe de Estado del 18 de julio de 1936 y el fascismo, que con las armas en la mano, demostraron que, organizados en sus propios órganos de poder (los comités obreros que surgieron justo después del alzamiento fascista) eran capaces de acabar con el capitalismo y construir otra sociedad más justa e igualitaria. Al mismo tiempo se explicó que fueron los dirigentes de las organizaciones obreras los que, con su política, obstaculizaron el desarrollo y consolidación de estos organismos de poder obrero allanando el camino para el triunfo de la reacción.

El segundo bloque estuvo dedicado a la naturaleza de la dictadura franquista. Luis Fernández expuso lo que fue el franquismo, un régimen represivo desde sus inicios, donde se encarceló y fusiló a todos aquellos hombres y mujeres que se atrevieron a cuestionar el orden establecido. Donde las torturas, el hambre, la miseria, los bebés robados, eran el pan de cada día. Pablo Alcántara explicó el papel de la Brigada Político Social, la policía política de la dictadura, que formaba parte de un engranaje represivo que hizo frente a los obreros y estudiantes antifranquistas en sus cuarenta años de existencia. Una policía entrenada tanto por la Gestapo como por la CIA y el FBI.

Para finalizar este apartado, Julio Gomáriz rebatió una idea muy extendida entre los historiadores académicos y los medios de comunicación generalistas: que la dictadura en sus últimos años fue un régimen “blando”. Una idea falsa, ya que, como explicó Julio, en los últimos instantes  del franquismo, los tribunales civiles y militares actuaron con total contundencia, llevando a cabo los últimos fusilamientos de la dictadura dos meses antes de la muerte de Franco.

La Transición también ha sido un periodo totalmente tergiversado por periodistas, políticos del régimen y la historiografía oficial en general. Como demostraron Luis, Pablo y Julio, esta etapa fue un periodo de grandes movilizaciones y luchas (en 1976, un año después de la muerte de Franco, el Estado español era el país con el mayor número de huelgas de Europa), donde se podía haber construido una sociedad diferente a la capitalista. Una época sangrienta, donde centenares de trabajadores y jóvenes fueron asesinados por la policía y las bandas de extrema derecha. Sin embargo, los dirigentes de la izquierda, sobre todo del PCE y el PSOE, optaron por pactar con los dirigentes que venían de la dictadura, aceptar y permitir la Amnistía para los torturadores y militares represores, que siguieron gozando de altos cargos en el aparato del Estado y mantener los privilegios de las grandes empresas que se enriquecieron durante la dictadura. Con esta política, las cúpulas de las organizaciones obreras (PSOE, PCE, CCOO y UGT, fundamentalmente), permitieron el lavado de cara de la dictadura franquista que trajo consigo la implantación del régimen del 78.  

Esta política nos ha llevado a donde estamos hoy. A que detrás de esta fachada democrática sigamos sufriendo la dictadura del capital, la ejercida por los monopolios y los grandes bancos, dirigidos por esa ínfima minoría que nadie ha elegido y que son los que deciden sobre la vida de la inmensa mayoría de la población.

Durante el acto se denunció a la extrema derecha de PP y VOX que lleva a cabo “leyes de concordia” que ensalzan la dictadura e igualan a criminales franquistas con luchadores antifranquistas e intentan borrar la lucha y la represión sufrida por las  víctimas del franquismo.

También fue blanco de las críticas esa izquierda que, durante décadas ha gobernado en el Gobierno central, en autonomías y ayuntamientos pero que cuyas políticas memorialistas han sido completamente insuficientes y no han  roto con el modelo de impunidad de la dictadura. De hecho ha sido gracias a la lucha de los colectivos memorialistas y de víctimas del franquismo, que se han conseguido ciertos avances, concluyendo que hay que seguir peleando, derogando la Ley de Amnistía, depurando el aparato del Estado de elementos reaccionarios, y sobre todo, acabando con el podrido régimen del 78 y el capitalismo.

Tras más de una hora de intensa charla, se abrió un debate sobre la izquierda y la amnistía, sobre la Revolución de los Claveles en Portugal, las luchas memorialistas en Argentina y Portugal, acerca de la necesidad de una educación que trate estos temas, sobre como el poder de la Iglesia, de los jueces franquistas siguió intacto años después de la muerte del dictador. Y sobre todo, la necesidad de reivindicar una memoria obrera y revolucionaria para combatir a la extrema derecha y al capitalismo hoy.

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