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El Gobierno PSOE-UP tiene que romper ya con las políticas capitalistas

Tras casi un año de pandemia la  catástrofe sanitaria continúa haciendo estragos. La tercera ola avanza y amenaza incluso con alcanzar o superar los niveles de letalidad que vimos al comienzo de la pandemia y que obligaron al confinamiento de la población. Meses de propaganda hueca, de mentiras y demagogia, están provocando un enorme rechazo social y una desafección popular creciente hacia todas las administraciones.

La falta de cualquier tipo de previsión y planificación seria, y una inversión ridícula y completamente insuficiente, tal y como esta demostrando la cruda realidad, están detrás de esta nueva matanza absolutamente injustificada. Y  a pesar de todo, se impone la negativa a cerrar la economía y todos los servicios no esenciales. ¿Por qué? Porque así lo exige la patronal y el Ibex35.

Los contagios ya se acercan a las cifras de la primera ola, con un récord absoluto cercano a los 100.000 contagios en un solo día; los ingresos hospitalarios se han disparado y las muertes diarias llegaron a 767 el 25 de enero: según el INE la mortalidad derivada de la pandemia superó los 80.000 fallecimientos en 2020, la tasa más elevada de Europa. Otros datos son igual de estremecedores: la incidencia de los contagios por cada 100.000 habitantes esta en 893 casos, con 6 Comunidades ya por encima de los 1.000 y otras 2 por encima de los 900. Desde los hospitales se denuncia que ya se está produciendo un nuevo colapso de la sanidad pública, con la ocupación de las UCI en un 41%, encabezando Valencia y La Rioja, por encima del 60%, seguidas por Madrid y Castilla La Mancha, por encima del 50%. Una situación crítica que vuelve a poner sobre la mesa la práctica del triaje, escoger a quién se atiende para salvarle y a quien se deja morir.

Y de nuevo, como ya ocurrió, la sanidad privada continúa con sus negocios como si nada. Lo último es que la Junta de Andalucía ha llegado a un acuerdo con la patronal de la sanidad privada para que atiendan a pacientes Covid, obviamente a cambio de saquear aún más los recursos de la pública. En muchas otras muchas Comunidades ni eso. ¿Por qué quién tiene seguro privado puede salvarse, y quién no puede morir ante la falta de UCIs y personal en los hospitales públicos?

¡Esta es la realidad brutal que todos los responsables de esta gestión criminal quieren esconder o disimular! ¿Qué más tiene que ocurrir para que el Gobierno PSOE-UP nacionalice y tome el control de los recursos y personal de la sanidad privada de cara a atender a la población en condiciones de igualdad?

¿La culpa es de la población? Basta de criminalización social para escurrir el bulto

Que el ministro de Sanidad, Salvador Illa, o Fernando Simón, coordinador de alertas sanitarias, junto a los responsables políticos de las comunidades autónomas y los medios de comunicación, culpen a la población de esta situación es un insulto a nuestra inteligencia que merece una rotunda reprobación. Con este tipo de afirmaciones solo confirman como funciona la política burguesa en tiempos de guerra: la verdad es siempre su primera víctima. El propio Simón ha llegado a decir en tono sarcástico que el problema es que “en Navidades la gente lo pasó mejor de lo que se debía haber pasado". Unas declaraciones realmente ofensivas llenas de cinismo e hipocresía.

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A pesar de las innumerables advertencias de los expertos, casi un año después es más que evidente que ni se han tomado las medidas adecuadas ni se han invertido los recursos necesarios.

Y esto lo dicen, al tiempo que el máximo responsable de la Sanidad, Salvador Illa, y el PSOE, imponen la celebración de unas elecciones en Catalunya en una situación completamente crítica, poniendo un puñado de votos por encima de la salud de la población. ¡Qué cinismo y qué vergüenza!

A pesar de las innumerables advertencias de los expertos, casi un año después es más que evidente que ni se han tomado las medidas adecuadas ni se han invertido los recursos necesarios. Fueron el propio Gobierno central y de las comunidades autónomas los que mantuvieron la actividad productiva y comercial a cualquier precio, tal y como exigían el Ibex 35 y la CEOE. Esta es la razón que explica lo que está ocurriendo. Amasar beneficios, hacer ricos a los más ricos está por encima de proteger la salud pública. ¿Acaso no es la misma política que se ha seguido en los EEUU de Trump, en la Gran Bretaña de Boris Johnson o en la Francia de Macron?

Seamos concretos. ¿Por qué vuelve a estar el sistema hospitalario público colapsado? ¿Dónde están esas inversiones y contrataciones anunciadas a bombo y platillo? ¿Dónde los rastreadores de cara a controlar la expansión de la pandemia? ¿No ha habido tiempo para tomar medidas contundentes? Años de recortes y privatizaciones han dejado una huella dramática en nuestro sistema sanitario, pero ¿qué hace el ministro de Sanidad para revertir esta dramática situación?

El PSOE está cortando un “traje a medida” de Illa, presentándolo como su estrella ascendente en las elecciones catalanas. Pero ¿cuál es su balance real al frente del ministerio? Seamos claros: además de anunciar periódicamente en ruedas de prensa las cifras de evolución de la pandemia, si algo ha caracterizado su gestión es no prever, ni planificar, ni movilizar recursos suficientes  ante las diferentes olas, echando constantemente balones fuera con la excusa de que las competencias corresponden a las autonomías y abroncarnos por nuestros “irresponsables” comportamientos durante estas navidades.

Estas son las consecuencias cuando se acepta la lógica capitalista. Y por más que el Gobierno de coalición intente encogerse de hombros, el hecho de no haber roto con las políticas capitalistas, de no nacionalizar la sanidad privada, la banca o las eléctricas, de solo aprobar migajas para las familias trabajadoras, explica este espectáculo bochornoso. Escudarse constantemente en la derecha y su hostilidad, o en la debilidad parlamentaria no explica lo que está ocurriendo. Es la renuncia a adoptar políticas genuinamente de izquierdas para confrontar con los poderes fácticos y tomar el toro por los cuernos, lo que hace que esta catástrofe sanitaria, económica y social no tenga visos de solución.

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Es la renuncia a adoptar políticas genuinamente de izquierdas para confrontar con los poderes fácticos, lo que hace que esta catástrofe sanitaria, económica y social no tenga visos de solución.

¡Hay que paralizar la actividad económica no esencial, garantizando permisos retribuidos y prohibiendo los despidos!

Haciendo oídos sordos de las advertencias de sanitarios y virólogos que piden un nuevo confinamiento estricto, Salvador Illa y el Gobierno siguen a pies juntillas la hoja de ruta impuesta por los grandes poderes económicos. “Si la economía no funciona será peor y al final la salud se resentira". Este argumentario, repetido por tertulianos de derechas y por muchos que pasan por “progresistas” de toda la vida, es un consuelo para tontos. No. Los empresarios tienen a buen recaudo las ganancias de años anteriores y no quieren ver recortados sus beneficios actuales. A ellos les importa un bledo la vida de sus trabajadores, antes, durante y después de la pandemia.

La cuestión es radicalmente diferente para los que todos los días tenemos que montarnos en un metro abarrotado para desplazarnos a nuestro lugar de trabajo, o desempeñar nuestras funciones sin las medidas de seguridad imprescindibles, que se incumplen sistemáticamente en las empresas, en la hostelería o en la agricultura. Nuestras vidas importan y no tienen por qué ponerse a subasta. Si realmente se quiere proteger a la población es necesario decretar un nuevo confinamiento hasta doblegar la curva de contagios. Un confinamiento que, si se rompe con la lógica capitalista, no tiene por qué suponer una hecatombe económica para las familias trabajadoras. ¡Que los capitalistas pongan de su bolsillo una parte del los enormes beneficios que han amasado, y que tan solo en 2018 ascendieron a 500.000 millones de euros!

Este Gobierno debe gobernar sí, pero no para satisfacer a Ana Patricia Botín, Amancio Ortega o Florentino Pérez y blindar sus miles de millones y privilegios, sino para los que vivimos en Vallecas (Madrid), en Sant Boi (Barcelona), en Portugalete (Bizkaia) o en el barrio de Teis (Vigo)... Para todos los currantes y currantas que movemos el país y generamos riqueza con nuestro sudor. Por eso es necesario que se paralice la actividad productiva no esencial garantizándose permisos retribuidos, prohibiendo los despidos y utilizando los inmensos recursos de la sociedad, en manos de un puñado de plutócratas, para garantizar vivienda, alimentos, calefacción, educación… Esto es perfectamente posible.

Si se han podido entregar 200.000 millones a la banca en 2020, y si ahora se puede regar con otra lluvia de millones al Ibex35 con los Presupuestos Generales del Estado (PGE), incluidos 30.000 millones en ayudas europeas, es que sí hay recursos, muchos recursos[1]. Pero la crisis está suponiendo rescatar al gran capital financiero y a los monopolios, tal y como ocurrió durante 2007-2008, y cargar sobre la clase trabajadora sus efectos en forma de despidos, reducciones salariales y pobreza.

El PSOE, la Corona y las futuras políticas de austeridad

En este contexto, los choques entre el PSOE y Unidas Podemos se suceden: primero por el SMI y las pensiones, posteriormente por la subida estratosférica del precio de la luz, y más tarde por la Comisión de Investigación por las tarjetas black del emérito, que el PSOE ha bloqueado junto al PP, Cs y Vox. En este último asunto, el argumento, según la ministra de Defensa Margarita Robles, es que “investigar al Rey Juan Carlos… puede tratar de estar cuestionando nuestras instituciones. Y en una democracia sólida y seria no es bueno que las instituciones se cuestionen”. ¡Acabáramos! Como la democracia es tan sólida y seria, para qué investigar nada. ¿Qué el rey emérito roba a manos llenas? nada, nada. Todos callados y viva la democracia. Es increíble lo que hay que escuchar de boca de una ministra “socialista”.

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Nadia Calviño se ha comprometido a llevar adelante tanto un nueva reforma laboral como la reforma de las pensiones “tan pronto como sea posible”.

Otro aspecto central en este choque son los nuevos planes de austeridad que están empezando a exigir Bruselas, el Banco de España, el Ibex 35 y la patronal. De ahí la congelación del SMI, un nuevo sapo que se ha tragado UP, o que Nadia Calviño se haya comprometido en la XI edición del Foro Spain Investors Day, ante 200 grandes inversores internacionales, a llevar adelante tanto un nueva reforma laboral como la reforma de las pensiones “tan pronto como sea posible”. Algunos de estos planes están muy avanzados, como la dura propuesta de contrarreforma de las pensiones del ministro de Seguridad Social, Escrivá, que elevaría el cómputo de años para calcular la pensión de 25 a 35, implicando una reducción media de las mismas según el INSS de entre un 5,5% y un 12%.

¡Unidas Podemos debe romper con la política de unidad nacional!

Unidas Podemos se enfrenta a una encrucijada. Sus continuas cesiones ante el PSOE, ante los poderes económicos y ante la política de “unidad nacional”, les está empujando en una dirección muy peligrosa. Un buen ejemplo lo tenemos en Madrid, donde fruto de la destrucción de los servicios públicos la ciudad ha colapsado tras la nevada y los barrios obreros se han hundido en un completo abandono. En lugar de poner los recursos del Gobierno central en marcha, o exigirlo con contundencia demostrando que otra política es posible, todo se reduce a la mera crítica formal parlamentaria o a un “ingenioso” cruce dialéctico, evitando conscientemente  exigir la dimisión de Ayuso y Almeida. Que el PSOE juegue a este paripe entra dentro de los esperado, ¿pero Unidas Podemos qué gana con ello?

Otro ejemplo de lo que señalamos es la dramática situación que padecen más de 4.000 personas en la Cañada Real (Madrid), entre ellos 1820 niños y niñas, y que ya se ha cobrado su primera víctima por frío tras un corte de la electricidad que dura cuatro meses. ¿Por qué no se obliga inmediatamente a Naturgy a reestablecer el suministro eléctrico? ¿Por qué no se pelea seriamente por la nacionalización de las eléctricas, tras haber subido el recibo de la luz en pleno temporal y ola de frío un 30%? La solución de los dirigentes de UP sentados en el Consejo de Ministros es llevar 11.000 kilos de leña o la intervención del ejército con grupos electrógenos. ¿Es esto todo lo que se puede hacer en pleno siglo XXI?

Unidas Podemos tiene que dar un puñetazo encima de la mesa y movilizar a la población, a los trabajadores y la juventud. Esta es la forma de superar el bloqueo parlamentario. No descubrimos la pólvora, nos basamos en las lecciones de la lucha de clases. Pero cuando se ha abandonado la perspectiva de la movilización social, y todo se reduce al juego parlamentario, entonces la más absoluta de la ceguera lo niebla todo.

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Unidas Podemos tiene que movilizar a la población, a los trabajadores y la juventud. Pero cuando se ha abandonado la movilización social y todo se reduce al juego parlamentario, la ceguera lo niebla todo.

La ministra de Trabajo Yolanda Díaz ha manifestado en relación a la propuesta de contrarreforma de las pensiones que “si se mantiene un recorte como el que se está planteando, Unidas Podemos no va a apoyar esa medida”. Pero el problema no es solo no apoyar esta medida, el problema es colaborar en una futura política de recortes y austeridad. El programa del Gobierno es un todo. Cuando se entregan cientos de miles de millones a bancos y grandes empresas, y algunos miles para políticas sociales, se está apuntalando la agenda de la austeridad.

Para vencer a la extrema derecha y acabar con la catástrofe social, ¡hay que volver a ocupar las calles!

Durante estos meses hemos presenciado, a pesar de las enormes dificultades impuestas por la pandemia, estallidos locales y movilizaciones aún minoritarias contra los despidos o los desahucios, contra el confinamiento de los barrios obreros en Madrid o en defensa de la sanidad pública. El papel de los grandes sindicatos o de la dirección de Unidas Podemos no ha sido contribuir a las mismas, organizarlas o impulsarlas, sino aplacar los ánimos de cara a garantizar un ambiente de paz social, concordia y unidad nacional. A pesar de todo, el malestar en los barrios obreros, entre los activistas y la clase trabajadora, no deja de crecer, y tarde o temprano dará lugar a una respuesta.

Se continúa apelando al peligro de la derecha y la extrema derecha, pero al mismo tiempo no se confronta con políticas reales que resuelvan los problemas de las y los trabajadores y, sobre todo, se rechaza impulsar la lucha en las calles, que es donde somos más fuertes. Esta estrategia únicamente refuerza al PP y a Vox que extienden su demagogia populista ante una catástrofe social que no deja de crecer y agravarse.  

Por eso mismo es necesario un giro de 180 grados, no solo verbalmente en el Consejo de Ministros o en el Parlamento, señalando los pactos podridos del PSOE con la derecha y la patronal, sino mediante una movilización contundente y defendiendo una política de izquierdas consecuente. Tal y como demostró la experiencia de Syriza en Grecia, la política realista del mal menor es un callejón sin salida. En última instancia, o se esta con la clase trabajadora o se acaba obedeciendo servilmente al gran capital. 

 

[1] Para una análisis más exhaustivo "En medio de una mortalidad sin precedentes, las ayudas europeas regarán con una lluvia de millones a la CEOE y el Ibex 35"


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