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¡Alto al genocidio en Gaza! ¡Alto a la intervención imperialista en Líbano!

El Estado sionista, con pleno apoyo de la Administración Biden, de su mano derecha Kamala Harris y de la UE, continúa su matanza en la Franja de Gaza. En estos momentos, la brutal limpieza étnica se ceba en el norte del territorio, bombardeos a escuelas y hospitales (inutilizando el último que aún funcionaba), secuestros, ejecuciones y el desplazamiento de hombres, mujeres y niños. Según la ONU, las alrededor de 400.000 personas que quedan en el norte, se enfrentan a una crisis humanitaria sin precedentes desde la Segunda Guerra Mundial.

Cerca de 43.000 asesinados y otros 10.000 que yacen bajo los escombros, impidiendo Israel que entre maquinaria para poder socorrerlos; más de 100.000 heridos y una hambruna que afecta a más del 90% de la población y 340.000 personas se enfrentan a la muerte por inanición, según la FAO.[1]

A esto se añade una destrucción y degradación medioambiental que hace prácticamente inviable la vida humana, tras el lanzamiento de más de 85.000 toneladas de bombas. El 87% de las viviendas y el 66% de las infraestructuras están dañadas, se acumulan 1,2 millones de toneladas de basura que han contaminado por completo la tierra y el agua.[2] Una situación apocalíptica solo comparable con lo vivido en los campos de exterminio nazis.

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El Estado sionista, con pleno apoyo de la Administración Biden, de Kamala Harris y de la UE, continúa su matanza en la Franja de Gaza. En estos momentos, la brutal limpieza étnica se ceba en el norte del territorio. 

Una deriva totalitaria para garantizar la limpieza étnica  

Pero esta estrategia del terror no es fruto ni de la locura ni del intento desesperado de Netanyahu de mantenerse en el poder. Se trata de un plan meticulosamente elaborado por el Gobierno y la cúpula militar israelí para garantizar la limpieza étnica. El “Plan de los Generales” o “Plan Eiland”, por el general que lo patrocina, plantea sin ningún escrúpulo utilizar el hambre y las epidemias para expulsar a los residentes del norte de Gaza, y tras conseguirlo cerrar a cal y canto el resto de la Franja hasta que su población huya o sea exterminada.[3]

El objetivo: recolonizar Gaza, por ahora, el norte. Así se discutió en una reciente conferencia de colonos en la que participaron el Likud y los partidos fascistas supremacistas presentes en el Gobierno. La colonización de Gaza sería “una buena solución al problema inmobiliario. Somos un país pequeño y aquí hay mucho terreno que podemos utilizar”.[4] Supremacismo racial y grandes negocios capitalistas, como los nazis.

Y toda esta barbarie se extiende y continúa con la brutal intervención imperialista en el Líbano, reclamado también como parte del Gran Israel por los sectores sionistas más extremos. Bombardeos indiscriminados en Beirut y en todo el país, que ya han causado cerca de 3.000 muertos y más de 12.500 heridos, el éxodo de medio millón de personas y la voladura de pueblos enteros abandonados por su población. Otro crimen de guerra mientras Occidente sigue guardando absoluto silencio.

Una intervención que sigue el modelo aplicado en Gaza. La crueldad es tal que han llegado a bombardear las columnas de refugiados y las carreteras por las que huían, como Franco durante la guerra civil. Y lo mismo en Cisjordania, donde la violencia contra los palestinos acumula cerca de 800 asesinados, 6.500 heridos y más de 11.000 detenidos, muchas veces en paradero desconocido, desde hace un año.

La sociedad israelí camina firme hacia una dictadura teocrática basada en la superioridad racial, al más puro estilo del Tercer Reich. La última propuesta ha sido introducir una modificación legislativa para que cualquier declaración, actual o pasada, que pueda interpretarse como “apoyo a la lucha armada” impida poder presentarse a las elecciones. El objetivo: excluir a las formaciones árabe-israelíes y a otras organizaciones de izquierda como el Partido Comunista y, en el futuro, a todo aquel que abogue por la paz o denuncie el genocidio.

Una deriva autoritaria que ha fortalecido a Netanyahu y sus aliados fascistas, poniendo en evidencia la bancarrota de la oposición, que al tiempo que reclama “democracia” aplaude el genocidio en Gaza o la criminal intervención en el Líbano.

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La sociedad israelí camina firme hacia una dictadura teocrática basada en la superioridad racial, al más puro estilo del Tercer Reich. 

Son fanáticos nazis, pero no dan un paso sin el apoyo de EEUU 

Todo esto es posible gracias al apoyo militar, económico y diplomático de Washington. Algo que ha quedado demostrado con la respuesta israelí al ataque del 1 de octubre por parte de Irán. Una represalia muy contenida, que llega casi un mes después y que, según ha trascendido, causó dos muertos y daños limitados en algunas bases militares. Y esto tras el potente golpe iraní que reveló las limitaciones del sistema defensivo israelí y su vulnerabilidad en caso de guerra. De hecho, EEUU decidió trasladar a Israel el sistema de defensa antimisiles THAAD que será manejado por cien militares norteamericanos sobre el terreno.

A pesar de las bravatas sionistas señalando que atacarían infraestructuras petrolíferas e incluso nucleares, la realidad es que EEUU ha impuesto las condiciones y el carácter del ataque, y los sionistas han tenido que obedecer sin rechistar. Por eso mismo, y aunque Netanyahu y su Gobierno fascista han llegado muy lejos, sería un error pensar que actúan sin el visto bueno, el control e incluso contra los dictados del imperialismo norteamericano.

Israel, que sostienen un esfuerzo de guerra económicamente inviable para un país tan pequeño, solo puede actuar con esta impunidad gracias a la complicidad de EEUU y de la UE, incluido el Gobierno PSOE-Sumar.

La economía israelí sigue hundiéndose, las previsiones de gasto militar, ahora con la invasión del Líbano, se han vuelto a disparar, el déficit público se acerca al 10%, Moody’s ha vuelto a rebajar la calificación crediticia del país y la fuga de capitales se ha disparado un 62% desde el 7 de octubre de 2023.[5] La guerra es cara, muy cara, e Israel, sin ese apoyo decisivo, no podría sostenerla.

La respuesta israelí contra Irán también evidencia el peso de los países árabes. Ante la amenaza de un ataque descontrolado, el régimen de los mulás desplegó una amplia campaña diplomática entre sus vecinos, algunos de ellos sus tradicionales enemigos árabes: Arabia Saudí, Jordania, Qatar, Bahréin y Egipto. Estos Gobiernos, a los que se sumó EAU, señalaron que no permitirían el uso de su territorio —las bases norteamericanas en ellos instaladas— ni de su espacio aéreo para atacar Irán. Un aviso que EEUU no pudo obviar, y detrás del cual están China y Rusia, que ya han marcado las líneas rojas que Israel y EEUU no deben cruzar.

Esta diplomacia podrida evidencia nuevamente que la pasividad de los corruptos Gobiernos burgueses árabes no es secundaria ni accidental. Huyen como de la peste de la lucha del pueblo palestino y solo quieren seguir haciendo negocios con el Estado sionista, la UE y EEUU. ¿Un boicot petrolífero y gasístico no golpearía duramente a la UE? ¿Acaso no supondría un mazazo económico para EEUU como en 1973? Y lo mismo podemos decir de Rusia y China, que siguen sin romper relaciones con Israel, a pesar de ser esta última su segundo socio comercial.

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La economía israelí sigue hundiéndose. La guerra es muy cara, e Israel, sin el apoyo y complicidad decisivos de EEUU y la UE, no podría sostenerla. 

Solidaridad internacionalista y lucha revolucionaria

El pueblo palestino y ahora el libanés solo tienen un genuino aliado, los millones que hemos ocupado las calles en todo el mundo denunciando al imperialismo norteamericano y europeo, a nuestros propios Gobiernos, y señalando la pasividad de la llamada comunidad internacional, incluida la ONU, cuyo Tribunal Internacional de Justicia sigue estudiando si hay un genocidio en Gaza. De hecho, la solidaridad con Palestina tiene tal fuerza que podría convertirse en la principal causa de una posible derrota electoral de Kamala Harris.

Izquierda Revolucionaria no nos ponemos de perfil. Estamos frontalmente contra la guerra imperialista y la agresión sionista. Pero no somos neutrales. Estamos con las masas oprimidas de Líbano, Gaza y Cisjordania y con su legítimo derecho a la resistencia armada frente a sus agresores y opresores.

La resistencia en Líbano está causando serios problemas al ejército sionista, con casi cuarenta bajas desde que comenzó la ofensiva. Incluso la forma en que han acabado con el líder de Hamás Yahya Sinwar, que Israel quería como trofeo, se ha vuelto en su contrario, desenmascarando las mentiras sionistas que decían que se refugiaba entre los rehenes israelíes para salvar el pellejo, y demostrando el espíritu de lucha que recorre al pueblo palestino.

Sin embargo, a pesar de la heroicidad de muchos de estos luchadores, es necesario que esta batalla por su liberación nacional, tanto en Palestina como en Líbano, se dote de unos métodos y de un programa revolucionario.

Un programa que no puede ser el del reaccionario fundamentalismo islámico, defensor de la propiedad capitalista y de la más dura opresión a la mujer, y que asume la solución trampa de los dos Estados. Así lo ha puesto en evidencia el nuevo acuerdo de unidad nacional firmado por Al Fatah, Hamás y el resto de facciones palestinas bajo patrocinio chino, cuyo “resultado principal”, en palabras del ministro de Exteriores chino, “es que la OLP sea el único representante legítimo de todo el pueblo palestino”, abriendo las puertas a una nueva administración civil en Gaza fuera del control de Hamás y pilotada por la ANP, los agentes directos del imperialismo norteamericano.

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Desde IR estamos contra la guerra imperialista y la agresión sionista. Pero no somos neutrales. Estamos con las masas oprimidas de Líbano, Gaza y Cisjordania y con su legítimo derecho a la resistencia armada frente a sus agresores y opresores. 

Para ser eficaz, la lucha contra el sionismo y el imperialismo norteamericano debe realizarse bajo un programa de independencia de clase, mediante la lucha de masas, utilizando la herramienta de la huelga general, formando comités democráticos, como ocurrió en la Primera Intifada, y recurriendo a la autodefensa armada basada en la participación y el control democrático de los trabajadores y la juventud. Y también levantando una alternativa que plantee la expropiación de los capitalistas, en primer lugar en Israel, acabando con el Estado sionista, pero también de la burguesía árabe, libanesa y palestina, ligadas por multitud de negocios con Israel, EEUU y la UE. Solo una Federación Socialista de Oriente Medio pondrá fin a la opresión del pueblo palestino.

 

Notas:

[1]“Gaza es la crisis humanitaria más aguda desde la II Guerra Mundial”, según un responsable de la ONU para alimentación

[2]Gaza, biosfera muerta: de la guerra de los vertederos a las 85.000 toneladas de explosivos

[3]¿Cuál es el Plan 'General' de Israel' y qué significa para la guerra contra Gaza?

[4]Mientras Gaza arde, los colonos israelíes hacen planes de 'bienes raíces'

[5]'Israel' faces economic instability as capital flight surges 62%


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