La movilización del voto antifascista en Euskal Herria, junto con el de Catalunya, ha sido una de las claves que han marcado los resultados de las elecciones generales del 23J. Las caras largas en la noche electoral de Feijóo, Ayuso y Abascal fueron todo un retrato del duro revés que sufría la reacción al ver cómo se desmoronaban sus planes de revancha contra la izquierda.
El mismo ambiente fúnebre se respiraba también entre los dirigentes del PNV en Sabinetxea. La derecha vasca ha recibido un nuevo golpe tras el varapalo de las municipales. Con 275.782 votos en la CAPV, ha obtenido los peores resultados desde los años 80, dejándose por el camino más de 100 mil votos respecto a las generales de 2019. Las declaraciones de consuelo planteando que mantienen su grupo parlamentario con cinco diputados no pueden ocultar la creciente preocupación de los jeltzales. Han quedado tan sólo mil votos por encima de EH Bildu en la CAPV, con las elecciones autonómicas a la vuelta de la esquina.
El PNV, expresando la voz de un sector de la clase dominante, ha hecho una campaña con constante guiños a Feijóo y al PP, a pesar de que estos últimos han manifestado claramente su sintonía con Vox. Pero la polarización social y la extraordinaria movilización de la clase obrera y la juventud contra la amenaza del fascismo han impedido esa opción dejando completamente retratados y en evidencia a los jeltzales.
La derecha no avanza en votos en el conjunto de EH. La intención del PP de acaparar el voto útil contra el sanchismo se ha desinflado. Sólo obtiene 27 mil votos más en la CAPV (131.789 en total) que le valen dos escaños, uno más que en 2019. En Navarra, la derecha mantiene prácticamente el mismo electorado, pero el PP no es capaz de arrebatarle el escaño a UPN, quedándose esta con la mitad del electorado que obtuvieron con Navarra Suma en las anteriores generales. Por su parte, Vox no es capaz de romper su marginalidad en EH, quedándose en un pírrico 3,3% por debajo de los 50 mil votos. La derecha españolista, que ha vuelto a hacer de ETA un eje de su campaña, sufre un nuevo varapalo en la CAPV, donde no llegan al 15%, y en Navarra, donde obtienen poco más del 30% de los votos.
En total el voto de la derecha (PNV, PP, UPN y Vox) obtiene el 38,02% (564.974) en Hego Euskal Herria, mientras que el voto de izquierdas (EH Bildu, PSE-PSN y Sumar) queda muy por encima con el 59,68% (886.581 votos).
EH Bildu avanza con fuerza y Partido Socialista se coloca en primer lugar
Como ya ocurrió en las municipales, EH Bildu obtiene muy buenos resultados, los mejores desde su formación, y unos de los mejores resultados de la izquierda abertzale superando el récord obtenido por Amaiur en 2011: 333.362 votos y 6 escaños en esta ocasión. Ha obtenido 56 mil votos más que en las anteriores generales, revalidando el avance de las elecciones municipales.
La derecha españolista ha lanzado una vez más una campaña histérica utilizando a la Izquierda Abertzale como arma arrojadiza en todos sus mítines y declaraciones (bilduetarras, terroristas, que te vote Txapote…) llegando incluso a amenazar con volver a ilegalizarla. Pero para muchísima gente de izquierdas, y no sólo en Euskal Herria sino también a nivel estatal, esta histeria fascista ha suscitado más simpatías y apoyos hacia EH Bildu.
Una campaña a la que se ha terminado sumando el PNV, que en el último mes se ha lanzado a manos del PP para salvar sus posiciones en numerosos ayuntamientos y diputaciones, estableciendo un cordón sanitario, pero no contra la rancia derecha española, sino contra EH Bildu. Así lo expresaba, sin tapujos, su presidente Antonio Ortuzar en una entrevista al Confidencial días antes de las elecciones: "Sánchez e Iglesias son los responsables del gran blanqueamiento de Bildu".
La demonización de EH Bildu por parte de sus adversarios políticos ha permitido a la formación abertzale presentar una imagen de firmeza para frenar la amenaza de la extrema derecha. Esto, junto a la existencia de una fuerte movilización social y de una lucha sindical contundente en Euskal Herria por parte de la mayoría sindical (ELA, LAB y ESK) ha impulsado a EH Bildu. A diferencia de los dirigentes de Sumar, los de EH Bildu como Oskar Matute sí se han preocupado por destacar su vínculo y su apoyo a las luchas obreras más importantes o a la huelga general feminista ya planteada por la mayoría sindical para el próximo 30 de noviembre. Un vínculo con la lucha en las calles que inevitablemente da frutos en el terreno electoral.
Por su parte, el Partido Socialista ha conseguido situarse como primera fuerza tanto en la CAPV como en Nafarroa. Ha obtenido en total 382.624 votos y 7 escaños, 71 mil votos más que en 2019, recuperando resultados previos a la irrupción de Podemos, y los mejores desde 2008 con Zapatero. Todo el sur de Navarra, la margen Izquierda de Bilbao o la capital alavesa, se han teñido de rojo movilizando el voto de sectores de la clase trabajadora no abertzale contra la derecha y que, aunque no tengan mucha confianza en Pedro Sánchez, han visto al PSOE como la opción más práctica para cerrar el paso al PP y Vox.
Un voto útil que ha perjudicado a Sumar en Euskal Herria más que en otros territorios, fruto también de la existencia de EH Bildu, obteniendo 170.824 votos, 68 mil menos que Unidas Podemos en 2019, y perdiendo 3 de los 4 escaños obtenidos en 2019. Sin duda, las maniobras de Yolanda Díaz y de la cúpula del PSOE para dar carpetazo a Podemos, han pasado factura. Pero más lejos quedan aún los 430 mil votos que obtuvo la formación morada en 2016 cuando arrasó en EH en las elecciones generales. Las renuncias de Podemos a mantener una política consecuente de izquierdas cuando lo dirigía Pablo Iglesias fueron el punto de partida de este descalabro.
Tomar las calles, construir una Izquierda Revolucionaria
Sin embargo, este voto a la izquierda, especialmente al Partido Socialista, no significa un cheque en blanco a las políticas capitalistas que ha venido aplicando el Gobierno de coalición, sino todo lo contrario. Se trata de un voto consciente y muy crítico a pesar de las renuncias y decepciones con el PSOE y UP, tal y como pusieron en evidencia los malos resultados de las elecciones municipales.
Miles de trabajadores y jóvenes, especialmente en los barrios obreros, se han terminado movilizando para frenar el peligro muy real que representaba la reacción. Un peligro que ponían en el punto de mira nuestros derechos democráticos más básicos, incluyendo la posible ilegalización de organizaciones como EH Bildu. Por eso, mantener en este contexto posiciones abstencionista como ha hecho GKS, es un error importante, y una posición completamente ajena al marxismo.
Evidentemente estas elecciones no conjuran la amenaza de la reacción. Si el próximo Gobierno de coalición liderado por Pedro Sánchez insiste en llenar los bolsillos del Ibex 35 y la banca, en no hacer nada respecto al problema de la vivienda, en seguir garantizando una legislación laboral que no ataja la precariedad y los bajos salarios, en mantener la Ley Mordaza y aplicarla contra la juventud y el movimiento obrero, en no revertir los recortes y privatizaciones en la sanidad y la educación públicas, en hacer seguidismo a la estrategia bélica de la OTAN, o en garantizar la paz social e imponer la desmovilización… si sigue por ese camino, entonces la extrema derecha volverá a tomar impulso y puede terminar conquistando la Moncloa.
La posición de Otegi y EH Bildu garantizando con sus votos cerrar el paso a la reacción es completamente correcta. Pero ello no tiene que significar ceder a las políticas capitalistas del Gobierno de coalición tanto en Madrid como en Euskal Herria, tal y como ha ocurrido con los presupuestos o la Ley de Vivienda en estos últimos cuatro años.
Lo que se necesita es recuperar el impulso de la movilización en las calles, y utilizar el mismo para forzar políticas consecuentes de izquierda que toquen los intereses y la propiedad de los capitalistas. Sólo así podrán resolverse los acuciantes problemas que padecen miles de familias obreras y enfrentar la catástrofe climática. Solo así podrá recuperarse una correlación de fuerzas que permita conjurar de verdad y definitivamente la amenaza de la extrema derecha.
El auge del fascismo es un fenómeno a escala mundial que se alimenta de la crisis económica capitalista y de la descomposición social generada por la misma. Y su fuerza se ve multiplicada fruto de la incapacidad de la izquierda para ofrecer una alternativa anticapitalista y comunista. Necesitamos construir una izquierda que plantee consecuentemente la trasformación socialista de la sociedad, expropiar a los amos de esos fascistas, a los grandes empresarios y a los banqueros, y acabar con las lacras del machismo, la homofobia, la desigualdad y la pobreza, la guerra, la explotación y la opresión nacional. Solo así podremos conquistar una República socialista vasca y solo así podremos liberar a la clase trabajadora de sus cadenas. ¡En esa tarea estamos los marxistas de Ezker Iraultzailea!