Por el derecho de autodeterminación, por una política de independencia de clase
En los últimos meses la situación política en Euskal Herria ha estado marcada por varios factores relevantes. Por una parte, la profundización de la crisis económica. Por otra, la continua derechización del gobierno de Patxi López, preso de sus acuerdos con el Partido Popular. Con este mar de fondo, el debate abierto en la Izquierda Abertzale (IA) sobre la estrategia política a tomar, distanciándose claramente de la actividad armada de ETA, ha concentrado una parte importante del debate político en la sociedad vasca. La declaración de Alsasua y la puesta en escena de las conclusiones de la discusión interna desarrollada a lo largo de meses en la base de la IA ponen encima de la mesa aspectos de primer orden sobre la política que la dirección de la IA propone para el futuro.
Por el derecho de autodeterminación, por una política de independencia de clase
En los últimos meses la situación política en Euskal Herria ha estado marcada por varios factores relevantes. Por una parte, la profundización de la crisis económica. Por otra, la continua derechización del gobierno de Patxi López, preso de sus acuerdos con el Partido Popular. Con este mar de fondo, el debate abierto en la Izquierda Abertzale (IA) sobre la estrategia política a tomar, distanciándose claramente de la actividad armada de ETA, ha concentrado una parte importante del debate político en la sociedad vasca. La declaración de Alsasua y la puesta en escena de las conclusiones de la discusión interna desarrollada a lo largo de meses en la base de la IA ponen encima de la mesa aspectos de primer orden sobre la política que la dirección de la IA propone para el futuro.
Escalada represiva
A pesar de que la dirección estaba preparando desde hace meses una nueva propuesta, la represión se ha endurecido en los últimos meses contra los militantes de la Izquierda Abertzale.
El guión de esta escalada represiva lo planteaba el ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, cuando en agosto del año pasado, ante las afirmaciones de que la dirección de la izquierda abertzale iba a hacer una propuesta política, aseguró que "la respuesta va a ser radicalmente no. Esta es una farsa que dirige ETA y los tribunales ya han demostrado que ETA y Batasuna son lo mismo". Dicho y hecho: el 13 de octubre la Policía Nacional detuvo a Arnaldo Otegi, Rafa Díez Usabiaga, Rufi Etxeberria y otros seis dirigentes de la izquierda abertzale que preparaban la nueva iniciativa política. Siguiendo esta misma línea, el 24 de noviembre la Guardia Civil y la Policía Nacional llevaban a cabo la redada más grande de los últimos años deteniendo a 34 jóvenes que según Rubalcaba eran "la cantera de ETA". La abogada de estos jóvenes explicó en rueda de prensa que los detenidos no podían presentar su versión de los hechos ante el juez porque "haciendo caso omiso a las leyes" la Audiencia Nacional no dejó que declararan voluntariamente.
Otro ejemplo claro de esta estrategia represiva lo hemos tenido durante el último juicio contra Otegi, acusado de enaltecimiento del terrorismo y de participar en un acto que pedía la libertad para Joxe Mari Sagardui, Gatza, que lleva preso 30 años. Sorprendentemente, en la vista oral las acusaciones y jueces admitieron que no sabían que era lo que se dijo en aquel acto. Ni siquiera el informativo de ese mediodía de la cadena SER ocultó la gravedad de lo ocurrido.
¿Es así como el gobierno del PSOE piensa que es posible resolver el problema nacional de Euskal Herria, con la brutal represión y estos juicios escandalosos? Toda esta represión, dentro de la izquierda abertzale, sólo sirve para dar argumentos a aquellos que siguen planteando que ETA tiene que seguir. Las dos movilizaciones que se convocaron para denunciar las detenciones, reuniendo en la primera a 37.000 personas y 20.000 en la segunda, demuestran que la represión no consigue resolver un conflicto que tiene un carácter político, a la vez que pone de manifiesto las grandes reservas sociales con las que sigue contando la izquierda abertzale.
Juicio contra ‘Egunkaria'
Uno de los casos más escandalosos de esta ofensiva represiva ha sido el juicio contra Egunkaria. Este diario, el único editado íntegramente en euskara, fue clausurado por la Guardia Civil el 20 de febrero de 2003 siguiendo un auto dictado por el juez Juan del Olmo. Su dirección fue acusada de pertenecer a ETA. Después de siete años del cierre del periódico, después de las torturas sufridas, incluido el director Martxelo Otamendi, el fiscal Carballo ha admitido que nunca hubo pruebas contra Egunkaria y ha cuestionado los supuestos documentos atribuidos a ETA que la Guardia Civil y las acusaciones ultraderechistas, AVT y Dignidad y Justicia, han utilizado como prueba contra los procesados. El caso es tan escandaloso que incluso la Diputación de Guipúzcoa, con el apoyo de los votos del PSE, ha pedido que se archive el caso para siempre.
Evidentemente, el fiscal Carballo ha tenido buenas razones para sacar la verdad a la luz. El cierre de Egunkaria tuvo un enorme impacto en la sociedad vasca y en contra de ello se organizó una de las mayores manifestaciones que se han vivido en Euskal Herria, con decenas de miles de asistentes. También el pasado 19 de diciembre se celebró una manifestación en Bilbao en la que participaron nada menos que 25.000 personas, y que fue convocada por los sindicatos ELA, LAB, CCOO, ESK, STEE-EILAS, HIRU y EHNE, Aralar, la Izquierda Abertzale, Izquierda Unida, Alternatiba, PNV y EA.
Gobierno de Patxi López
La dirección del PSE y el lehendakari Patxi López, en lugar de actuar consecuentemente y tomar medidas a favor de los trabajadores y los derechos democráticos, sigue cediendo ante el PP y la burguesía vasca. Al igual que la Guardia Civil y la Policía Nacional, la Ertzaintza -dirigida por Rodolfo Ares, consejero de Interior del PSE- se ha destacado por su implicación en esta ofensiva represiva, promoviendo detenciones indiscriminadas de jóvenes abertzales y retirando propaganda política.
Si respecto a la cuestión nacional y los derechos democráticos la política de la dirección del PSE está siendo nefasta, la política económica no es mucho mejor. En el último trimestre del año pasado Patxi Lopez aseguró que "lo peor de la crisis ha pasado", pero en ese mismo periodo el paro subió en Hego Euskal Herria (País Vasco y Navarra) un 5%, 8.109 personas. A esto le tenemos que añadir que sólo el pasado enero perdieron su trabajo otras 10.111 personas. La situación de la clase trabajadora, sometida a constantes EREs, despidos y al crecimiento de la pobreza y la desigualdad se reflejó en las encuestas del Euskobarómetro, que el pasado diciembre señalaba que sólo un 21% de los vascos confiaba en el gobierno de Patxi López, incrementándose hasta el 23% el porcentaje de votantes del PSE que no confían en dicho gobierno. Mientras tanto, la confianza de los votantes del PP ha crecido del 20% al 62% en medio año. Aquí podemos ver qué interés de clase está defendiendo Patxi López.
Con el objetivo de levantar la cabeza ante estas encuestas, que supuso un duro revés para el PSE, al ejecutivo de Patxi López no se le ha ocurrido nada mejor que organizar un consejo asesor plagado de empresarios. En este nuevo organismo están el antiguo presidente del PNV, Josu Jon Imaz (Petronor), Jose Mª Aldecoa (Corporación Mondragón), Ignacio Sánchez Galán (Iberdrola), Alejandro Echevarria (Telecinco) y el ex consejero del BBVA José Ignacio Goirigolzarri, que cobra como jubilado tres millones de euros al año. Este equipo "maravilloso" también está compuesto de ex ministros como Juan Manuel Eguiagaray, Claudio Aranzadi y Luis Atienza, representantes de la patronal y economistas como Felipe Serrano, Roberto Velasco e Ignacio Marco-Gardoqui. ¿Con este consejo asesor, de la mano del PP y, como dijo Patxi López, deseando "una relación fluida y positiva con el primer partido de la oposición [el PNV]", piensa el PSE resolver los problemas de la clase obrera?
Debate en la izquierda abertzale
Como han tenido que reconocer Patxi López y otros dirigentes del PSOE no hay más que leer la declaración de Alsasua de la Izquierda Abertzale para entender que se están produciendo movimientos importantes. En esa declaración, hablando del "conflicto político y armado" se señala lo siguiente: "Se ha prolongado mucho más allá de lo que nadie debiera desear la situación de violencia y enfrentamiento armado, con los costes humanos y políticos que todos y todas conocemos. Es nuestra prioridad superar este escenario". Más adelante, en diferentes partes de la declaración, la dirección de la IA hace un balance crítico del pasado: "Materializar el cambio exige también cambios en nosotros y nosotras mismas. Era necesaria una profunda reflexión y autocrítica, y la estamos haciendo (...) La nueva fase necesita de nuevas estrategias, de nuevas políticas de alianzas y de nuevos instrumentos (...) Por ello, la lucha de masas, institucional e ideológica, el cambio en la relación de fuerzas y la búsqueda de apoyo en el concierto internacional deberán ser pilares fundamentales de la nueva estrategia".
Es evidente que esta declaración refleja que la mayoría de la izquierda abertzale está a favor de que ETA deje su actividad armada.
Sin embargo, las intenciones de los dirigentes de la IA a la hora de plantear un cambio de estrategia, plasmadas reiteradamente en el documento, encierran también otros peligros. El eje central de la propuesta de Alsasua está orientado a la creación de un polo soberanista con un sector de la burguesía vasca, en este caso con EA. La novedad en esta nueva propuesta de polo soberanista es que, de momento, el PNV quedaría fuera, pues después de muchos años una gran parte de la base de la IA ha sacado la conclusión del verdadero papel reaccionario que juega este partido. Pero poner esperanzas en las alianzas con EA, es decir con sectores de la burguesía vasca, es un error que se repite una vez más. EA es un partido burgués, escindido del PNV, con lazos profundos con el capitalismo vasco. Es verdad que en el último periodo EA ha hablado más sobre el derecho de autodeterminación y la independencia, que ha participado en manifestaciones a favor de los derechos de los presos y en contra de la represión, pero esto no esconde en absoluto las verdaderas intenciones de este partido. Cogiendo como objetivo las elecciones municipales del próximo año y teniendo en cuenta la dura escisión que ha sufrido hace unos meses, EA ha visto la necesidad de utilizar un discurso más "nacionalista" para obtener votos y para frenar el declive que está sufriendo.
Si los métodos de ETA no han podido conseguir acabar con la opresión nacional y social, tampoco las alianzas con partidos burgueses ayudarán en esos objetivos. La única forma de alcanzar el derecho a decidir, o concretamente, que se logre el ejercicio del derecho de autodeterminación será a través de la acción revolucionaria de la clase obrera y los oprimidos, defendiendo una política de independencia de clase: unir a los trabajadores por encima de las fronteras nacionales, con un programa de clase e internacionalista y en base a los métodos de lucha que han probado su efectividad, las huelgas, las ocupaciones de fábricas, las movilizaciones de masas y las huelgas generales.
Por supuesto, la nueva situación económica está provocando inevitablemente un debate en líneas de clase en la Izquierda Abertzale. Los sectores que están más a la izquierda y tienen lazos con el movimiento obrero tienen una gran oportunidad de defender en su seno un programa revolucionario, rechazando cualquier pacto entre las organizaciones obreras y de la izquierda con la burguesía vasca, defendiendo consecuentemente el derecho democrático de autodeterminación de las nacionalidades oprimidas como parte de la lucha por la transformación socialista de la sociedad.
Bajo el capitalismo, bajo el dominio de la burguesía, española, vasca o francesa, no existe posibilidad de alcanzar el ejercicio pleno de los derechos democráticos de Euskal Herria, tales como el derecho de autodeterminación o la unidad territorial. Ambas tareas sólo podrán ser satisfechas en un marco político y económico bien diferente al del sistema capitalista: el socialismo. La lucha por estas reivindicaciones democráticas sólo puede tener éxito si están vinculadas a la transformación socialista de la sociedad y si el motor de ella es la clase obrera de Euskal Herria junto con sus hermanos de clase del Estado español y francés.