Los acontecimientos en la esfera económica han adquirido una velocidad vertiginosa y unas dimensiones históricas. La densa sombra de la recesión cubre todo el panorama político mundial, y por supuesto, el del Estado español. Sin embargo, el gobierno de Zapatero, guiado por una mezcla de sorpresa por una situación que jamás había previsto y de pavor a que cualquier declaración o medida de trascendencia pueda agravar todavía más la situación económica o desencadenar una confrontación social, ha optado por no remover demasiado las cosas y lanzar insistentes y anodinos mensajes sobre lo bien preparada que está la economía española para afrontar una situación internacional adversa o que la banca española es la más sólida del mundo. Ni siquiera el reventón de la burbuja inmobiliaria y la caída a plomo de todos los indicadores económicos han sido motivos suficientes para sacar al gobierno de este tono adormecedor que impregna sus mensajes.

Los acontecimientos en la esfera económica han adquirido una velocidad vertiginosa y unas dimensiones históricas. La densa sombra de la recesión cubre todo el panorama político mundial, y por supuesto, el del Estado español. Sin embargo, el gobierno de Zapatero, guiado por una mezcla de sorpresa por una situación que jamás había previsto y de pavor a que cualquier declaración o medida de trascendencia pueda agravar todavía más la situación económica o desencadenar una confrontación social, ha optado por no remover demasiado las cosas y lanzar insistentes y anodinos mensajes sobre lo bien preparada que está la economía española para afrontar una situación internacional adversa o que la banca española es la más sólida del mundo. Ni siquiera el reventón de la burbuja inmobiliaria y la caída a plomo de todos los indicadores económicos han sido motivos suficientes para sacar al gobierno de este tono adormecedor que impregna sus mensajes.

En realidad la situación es extremadamente grave, la economía española se ha basado, como en EEUU, en una gigantesca montaña de deudas que en gran medida no se podrán devolver, y la banca española es una candidata clarísima a sufrir el mismo proceso de quiebras que estamos viendo en los principales países capitalistas del mundo.

Sigue la caída

El 70% de los préstamos de los bancos y cajas están comprometidos con el negocio inmobiliario: hipotecas, préstamos a promotores, etc. Debido al estallido de la burbuja inmobiliaria se calcula que hay un stock, que sigue creciendo, de 1.400.000 de viviendas sin salida en el mercado. Los visados concedidos para iniciar la construcción de viviendas de obra nueva han caído el 58,12% en los siete primeros meses del 2008. La depresión del sector inmobiliario, inevitablmente, tendrá un efecto en el sector bancario.
El crecimiento del desempleo incidirá también en el impago de hipotecas. El número de parados subió en 95.367 personas durante el mes de septiembre, con lo que la cifra total de desempleados se sitúa ahora en 2.625.368 personas. En términos interanuales, la tasa se dispara al 14,3% y en lo que va de año, el desempleo acumula ya un incremento del 30,1%. El Estado español se sitúa como el miembro con la mayor tasa de paro de la Unión Europea al subir tres décimas en agosto hasta alcanzar el 11,3%.
Como insistimos en otras ediciones del periódico la crisis afecta a todos los sectores, no sólo al inmobiliario. La venta de coches también sigue su caída libre. El mes de septiembre registró unas ventas de 65.593 unidades, lo que representa una caída de un 32,2%, respecto a los 96.754 coches vendidos en septiembre de 2007. En lo que va de año son ya 947.990 unidades las que se han dejado de vender, un 22% menos que en el mismo período del año anterior.

Palabras y hechos

En este panorama los mensajes de tranquilidad suenan cada vez más surrealistas. Detrás de los mensajes oficiales, sin ninguna base, se están preparando medidas extremadamente perjudiciales para la gran mayoría de la población. Los trabajadores no podemos dejarnos engañar por las palabras de tranquilidad. Tenemos que basarnos no en las palabras, sino en la dinámica objetiva de la situación.
Las presiones de la burguesía para que el gobierno "actúe" son cada vez más intensas. La CEOE insiste una y otra vez en la necesidad de una reforma laboral para abaratar más aún el despido, acabar con las cláusulas de revisión salarial, rebajar todavía más la presión fiscal sobre las empresas y por supuesto, dedicar ingentes cantidades de dinero público para salvar los negocios capitalisas. Desde el punto de vista de los empresarios las "recetas" son claras. La cuestión está en las consecuencias políticas que tendría su aplicación. En un reciente artículo editorial, el director de La Vanguardia iba al grano del asunto: "Aquí seguimos resistiéndonos a aplicar medidas que tenga un coste social, como si fuera más importante no tener manifestaciones que buscar soluciones a la crisis" (26-07-08). De vez en cuando, espoleada por la impaciencia, a la burguesía se le escapan algunas verdades. De la anterior frase se deduce: a) sus "soluciones a la crisis" tienen claramente un "coste social" y b) que dichas "soluciones" provocarán ine-vitablemente "manifestaciones", para las que la clase dominante está preparándose.
La situación política del momento está marcada por una contradicción muy clara entre la urgencia de medidas antisociales y la necesidad de evitar o retrasar al máximo una confrontación social cuyas consecuencias pueden tener una honda repercusión en la estabilidad política del sistema. Es un delicado equilibrio que obliga a la burguesía a actuar con cierta cautela.

¿Presupuestos de ‘izquierdas'?

El gobierno de Zapatero, por el momento, está supeditando una nueva reforma laboral o cualquier otra medida de calado que afecte a los trabajadores a un consenso con los sindicatos. Pero el llamado "diálogo social" está paralizado, reflejando las tremendas presiones existentes. Tratando de calmar un malestar social cada vez mayor el gobierno ha hecho un esfuerzo especial por presentar el proyecto de presupuestos para el año 2009 como una prueba de que apuesta por una salida "de izquierdas" a la crisis. Ha insistido mucho en el incremento del 24% del gasto por desempleo, pero esto sólo significa que hay más desempleados, pues no ha habido una mejora de la cuantía individual percibida. Se ha remarcado mucho la subida del 6% de las pensiones mínimas, pero esto significa, concretamente, pasar de cobrar 659 euros al mes a 693 el año que viene, algo que a duras penas compensa la subida real de los precios de los productos de primera necesidad. Algunas partidas, como por ejemplo la de becas y ayudas al estudio se "incrementan" un 2,6%, lo que en realidad es un recorte. La oferta pública de empleo para 2009 será solo un 30% del año anterior.
Además, se está produciendo una disminución significativa de los ingresos del Estado (11,4% en lo que va de año) no sólo por la caída de la actividad económica, sino por una reforma fiscal que ha beneficiado fundamentalmente a los empresarios. El próximo año Hacienda dejará de ingresar por los beneficios fiscales un 16,2% más que el ejercicio anterior, equivalente a 61.478 millones de euros. 3.750 millones sólo en relación a la rebaja del Impuesto de Sociedades. Es interesante comparar esta cantidad que se ahorran los empresarios, esos sí que son compensados también en época de crisis, con los 1.158 millones de euros que se destinan para la Ley de Dependencia, otra medida "estrella" del gobierno. El presupuesto de 2009 acentúa la tendencia regresiva de los últimos en materia fiscal al prever un aumento de los impuestos indirectos (el IVA crecerá un 4,8%) y una disminución de los directos (el Impuesto de Sociedades caerá un 15%). ¿Cómo se puede calificar estos presupuestos como medidas de "izquierdas" para hacer frente a la crisis?
Estos presupuestos no sólo son completamente insatisfactorios para evitar que los trabajadores paguen los efectos de una crisis de la que no tienen ninguna responsabilidad, sino que además, el mismo Solbes ya ha advertido que habrá recortes si el déficit público supera el 3% del PIB.
El gobierno prevé un déficit del 1,9% suponiendo que la economía española cambiará su dinámica descendente a mediados de 2009, pero existe un consenso de todos los analistas de que lo peor de la crisis está por venir.

Preparando el terreno

El carácter provisional y "orientativo", como el propio Solbes calificó los Presupuestos Generales del Estado para el 2009, se deriva de la "provisionalidad" de la situación política. Hasta ahora el gobierno ha dicho que los gastos sociales no se van a tocar por la crisis, pero inevitablemente, la lógica de "salvar" al capitalismo lleva a la necesidad de transferir recursos ahora destinados al gasto social a tapar los tremendos boquetes derivados de la crisis del sistema.
En el momento en que se escribe este editorial están sonando con fuerza las voces de los partidarios de reproducir en Europa un plan como el de EEUU, que el propio Zapatero ha apoyado, a pesar de ser un auténtico atraco a los bolsillos de los trabajadores para salvar el negocio multimillonario de los banqueros. También están previstas reuniones entre el PSOE y el PP para acordar nuevas medidas económicas. Es difícil pronosticar qué va a ocurrir con exactitud las próximas semanas debido a la enorme inestabilidad de la situación. En todo caso, es obvio que los sectores decisivos de la burguesía están estudiando el escenario y el momento más adecuado para lanzar un mensaje de gravedad a la sociedad que sirva como pistoletazo de salida para una batería de medidas que indudablemente tendrá profundas implicaciones sociales y abrirá un escenario de duro enfrentamiento entre las clases y una nueva oportunidad para situar al capitalismo en el único lugar que se merece: en el basurero de la historia.

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