RL_EuskadiLa huelga general  del 29 de marzo ha sido convocada por todas las fuerzas sindicales de clase en la misma fecha por primera vez desde 1999. En adelante la unidad de acción y un debate democrático sobre las diferentes políticas sindicales debe ser una prioridad que las direcciones de UGT y CCOO .y las de ELA y LAB deben propiciar.

La convocatoria en Euskal Herria por parte de la mayoría sindical vasca de una huelga general para el día 29 de marzo ha sido un importante elemento de presión a las direcciones de UGT y CCOO para responder la agresión del Partido Popular de la manera más contundente. La decisión final de CCOO y UGT de llamar el 29 de marzo a la huelga general, supone que la clase trabajadora vasca pueda dar una respuesta unitaria evitando más división con fechas diferentes.

El movimiento obrero ha expresado imperiosamente, y particularmente en Euskal Herria, la necesidad de la unidad en la lucha, lo que no se daba en el caso vasco desde la huelga general por las 35 horas semanales de 1999. Reconociendo esta realidad, el dirigente de UGT de Euskadi, Dámaso Casado, defendió la necesidad de la huelga general y su extensión a todo el estado como un clamor de las bases del sindicato. No obstante y a pesar de este logro, la coincidencia en la fecha no oculta las profundas diferencias que se dan en el sindicalismo vasco y que el conjunto del movimiento obrero debe abordar, para fortalecer la unidad de acción en la lucha contra la peor crisis del capitalismo en setenta años y derrotar la estrategia de la burguesía.

La unidad en la lucha es tarea de todos 

La mayoría sindical vasca (ELA y LAB) ha llamado a la huelga general en numerosas ocasiones desde que estalló la crisis, tomando la iniciativa contra la destrucción de empleo y la política de recortes sociales. La primera huelga general se llevó a cabo el 21 de mayo de 2009. En ese momento los EREs y los despidos masivos, las ayudas multimillonarias a la banca privada y la actitud de una patronal a la ofensiva, exigían una respuesta colectiva habida cuenta de que la lucha empresa por empresa era muy difícil dada la magnitud de la recesión que se estaba viviendo. Si en aquel momento las direcciones de UGT y CCOO en Euskal Herria hubiesen adoptado la misma decisión que han tomado ahora, la clase trabajadora unida habría estado en mejores condiciones de contrarrestar la tremenda presión de la burguesía y que se concretó en las primeras medidas de recortes adoptadas por el Gobierno de Zapatero.

Sin embargo, dicha convocatoria que sacó a la calle a decenas de miles de trabajadores y jóvenes vascos fue boicoteada activamente por el sindicalismo mayoritario estatal calificándola de “huelga política” y ofreciendo como alternativa el “diálogo social”. Por mucho que los dirigentes de UGT y CCOO se esfuercen en afirmar lo contrario, bajo los gobiernos de Zapatero o Patxi López, y por supuesto con el PP, los únicos logros obtenidos por el mal llamado “diálogo social” han sido un retroceso permanente de derechos con la excusa de “evitar recortes mayores”, algo que en ningún caso se ha evitado. La estrategia de las cúpulas de CCOO y UGT ha dado alas a la patronal y a la clase dominante, que no han cedido ni un palmo en sus agresiones a las conquistas históricas que la clase obrera arrancó con tantos esfuerzos desde la caída de la dictadura.

prentsaurrekoaIncluso ante la convocatoria de la huelga general del 29 de marzo, las direcciones de UGT y CCOO siguen sin sacar las lecciones de lo ocurrido y continúan lanzando mensajes equívocos y desmovilizadores, como que desconvocarían la huelga general en cuanto Rajoy se siente a negociar. En este sentido la mayoría sindical vasca tiene razón cuando critican que esta política sindical ha ido mermando nuestros derechos y envalentonando a la patronal. Los marxistas de El Militante siempre hemos defendido la unidad orgánica de la clase trabajadora por encima de fronteras nacionales, pero si ELA ha logrado ser el sindicato mayoritario de Euskadi es como consecuencia de la política de pactos y desmovilización que han llevado a cabo las direcciones de los sindicatos mayoritarios estatales. En lugar de echar exabruptos al sindicato nacionalista deberían en primer lugar defender una política correcta para volver a conquistar el apoyo mayoritario de la clase trabajadora vasca.  El único efecto de la política de concertación en esta época de crisis ha sido cosechar retrocesos para la clase obrera y fortalecer la posición de la patronal, que ha exigido cada vez más recortes y ataques hasta llegar a la situación actual una vez que han conquistado la mayoría política en el parlamento estatal.

La política sindical defendida por las direcciones de CCOO y UGT tanto en el Estado como en la Comunidad Autónoma Vasca se ha basado en la debilidad. Carentes de una alternativa de izquierdas a la crisis del capitalismo, han sostenido en numerosas ocasiones la política de  Patxi López, rehén de los pactos con las organizaciones de la burguesía vasca y española, el PNV y el PP, y que se ha traducido en imponer en la práctica su política de sacrificios a la clase trabajadora que exigen en todas partes. También aquí el pretendido diálogo social es una frase sin contenido que se ha manifestado incapaz de evitar recortes a la sanidad, la educación, a la renta básica, y de frenar el aumento del paro y la pérdida de derechos y salarios de los trabajadores del sector público. Podrán decir que el recorte hubiese sido mayor si se hubiesen levantado de la mesa, sin comprender que solo la lucha, y no su habilidad negociadora, pueden frenar las agresiones que sufrimos la mayoría de la población.

Igualmente, ante la aprobación de la Reforma laboral del 2010 por parte del Gobierno de Zapatero hubiese sido posible apoyar la huelga general convocada por la mayoría sindical en el País Vasco por parte de la dirección de UGT de Euskadi, como hizo la de CCOO y podían haberla extendido a todo el Estado como en la actualidad. Nuevamente esa decisión hubiese hecho posible una lucha unitaria del conjunto del movimiento obrero. Sin embargo no lo hicieron, convocaron el 29 de septiembre una vez que la Reforma laboral ya estaba aprobada obligando a los trabajadores vascos a elegir fecha y dividir sus fuerzas, para posteriormente entrar en un proceso de negociación vergonzosa que culminó con la firma de la reforma de la pensiones y el aumento de la edad de jubilación a los 67 años. ¡Y esta estrategia se quiso presentar como un avance en las fábricas! Con esta política, las direcciones de UGT y CCOO que critican a la mayoría sindical vasca de ir por su lado, han contribuido a la división del movimiento obrero vasco. La tremenda crítica hacia la política de pactos y “paz social” no ha dejado de manifestarse en este periodo: las grandes movilizaciones del 15M y el apoyo a las acciones y huelgas de la mayoría sindical en el País Vasco son una expresión representativa.

Por una respuesta unificada de la clase trabajadora con un programa revolucionario

Dicho todo lo anterior, es obvio que los ataques que estamos viviendo son consecuencia de la crisis orgánica del capitalismo mundial. El sistema es incapaz de garantizar un futuro digno a la clase trabajadora y para luchar contra un enemigo que actúa firme y unido es necesaria la unidad más férrea del movimiento obrero por encima de fronteras nacionales. La solución a los problemas que estamos sufriendo no se puede resolver en las fronteras de una nacionalidad.

La reforma laboral y los ataques que ha lanzado el Partido Popular no son posible frenarlos salvo luchando todos unidos, trabajadores vascos, catalanes, gallegos y del resto del Estado, a través de una movilización sostenida e intensa con el objetivo de transformar la sociedad.

Las direcciones de ELA y LAB defienden como eje de su política un “marco autónomo de relaciones laborales” y piden a UGT y CCOO de Euskadi que apoyen dicha reivindicación. ¿Qué tipo de alternativa representa para la clase trabajadora vasca el marco autónomo de relaciones laborales? La opresión nacional del pueblo vasco, catalán y gallego, las nacionalidades históricas del estado español, demanda defender la máxima unidad de la clase trabajadora para luchar contra la causa de esta opresión: la existencia del sistema capitalista. La cuestión nacional y la cuestión de clase van unidas estrechamente. Como la experiencia histórica demuestra, pensar que el problema nacional se puede resolver con alianzas con la burguesía nacionalista es una utopía reaccionaria. ¿Acaso el PNV o CiU no han dejado suficientemente claro el carácter de clase de su política? A pesar de toda su demagogia nacionalista, comparten los mismos objetivos que la burguesía española e internacional, y se han colocado en la vanguardia de los ataques al movimiento obrero.

Un marco autónomo de relaciones laborales, de imponerse, dividiría la fuerza del movimiento obrero vasco y del resto del Estado, fragmentando su capacidad de respuesta y movilización para hacer frente a una ofensiva que parte de los grandes centros de poder capitalista. Reivindicar el marco autónomo de relaciones laborales como alternativa a la crisis equivale a afirmar que los trabajadores vascos, catalanes, gallegos, etc.; podrían competir, bajo el capitalismo, en mejores condiciones en el mercado mundial. Irlanda del Sur, en los años pasados de bonanza potenció su economía ofreciendo a las multinacionales una fiscalidad muy ventajosa, sin embargo eso no le ha librado de una crisis profunda, de ataques muy severos contra las condiciones de vida de la clase trabajadora y de una pérdida tremenda de “soberanía nacional”.

El desarrollo del capital monopolista y el dominio del capital financiero en todo el planeta estrangulan cada día la pretendida independencia nacional salvo la de las grandes potencias que subyugan a las demás. En estos momentos el  propio Estado español, Grecia, Irlanda, Portugal, Italia... pierden cotas crecientes de soberanía nacional bajo la bota de la dictadura del capital financiero. Cualquier trabajador se asombraría si como respuesta a las presiones de la Unión Europea, del FMI y el BCE que exigen recortes a Rajoy cada día más profundos, UGT y CCOO saliesen a la huelga general reclamando mayores cotas de soberanía y más poder para el gobierno español. En Euskal Herria hay clases sociales como en todas partes y por mucho que el PNV demagógicamente se haya opuesto a esta reforma laboral preocupado por el aumento creciente de los votos de la izquierda abertzale, los intereses de la burguesía vasca son antagónicos a los de la clase trabajadora. Que los burgueses vascos tengan un marco autónomo de relaciones laborales sería utilizado por ellos para destruir las conquistas históricas de la clase trabajadora vasca  y solo la lucha podría impedir lo contrario. Ni el marco autónomo, ni la independencia pueden resolver los problemas del capitalismo.

La cuestión no es dividir al movimiento obrero en líneas nacionales, sino defender una política basada en el sindicalismo de clase, combativo, democrático e internacionalista. Sí, las direcciones de UGT y CCOO tienen una gran responsabilidad en rectificar su estrategia. Pero esta rectificación no debe significar alimentar la división de la clase obrera, sino recuperar una política clasista que inscriba en su bandera la defensa del derecho de autodeterminación y la lucha por la transformación socialista de la sociedad.

La defensa de los derechos democráticos de las nacionalidades oprimidas por parte de las organizaciones obreras es la única forma de contrarrestar con éxito las presiones de sectores de la burguesía nacionalista que intentan dividir el movimiento obrero en líneas nacionales para asegurar su explotación. No es posible volver atrás la rueda de la historia: la alternativa para la clase trabajadora en todos los países, también en Euskal Herria, pasa por derribar la dictadura del capital financiero e instaurar una auténtica democracia de la mayoría, la democracia obrera, mediante la expropiación de la gran banca, los monopolios y latifundios planificando democráticamente la economía. En 2009, al calor de la crisis y las ayudas multimillonarias al sector financiero, ELA reivindicó la nacionalización de los bancos. Ese es el camino para disponer de los recursos económicos necesarios para llevar a cabo un plan de defensa y desarrollo de la sanidad y la educación pública, los equipamientos sociales, y la creación de empleo. Por su parte LAB ha saludado la coincidencia en la fecha para el día 29 de marzo. No es casualidad; en sus filas militan miles de trabajadores y jóvenes que luchan por un cambio de sistema que daría la auténtica libertad a Euskal Herria y las naciones oprimidas: el socialismo.

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