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El pasado 18 de enero se celebró el juicio a nueve conocidos miembros de bandas fascistas en Málaga por su ataque al local del Sindicato de Estudiantes en junio de 2014. Antes de entrar a la sala, un nutrido grupo de compañeros y compañeras, acompañados de miembros de otras organizaciones de la izquierda, acudimos al juzgado para concentrarnos contra la impunidad constante a la que el sistema judicial trata a estos neonazis. La sentencia del juicio no hace más que corroborar nuestra denuncia.

El Sindicato de Estudiantes representa muchos años en defensa de la educación pública y de los derechos de la juventud, la mujer y la clase trabajadora. En las calles, en las huelgas, en los conflictos sociales, en cada lucha, hemos conseguido construir una fuerte influencia y que miles de jóvenes se identifiquen con nuestro mensaje combativo y revolucionario. Por eso, desde hace décadas nuestras casetas, locales y militantes han estado en el punto de mira de las bandas fascistas.

No es casualidad que el juicio haya tardado, nada más y nada menos, que nueve años en realizarse. Tal y como recoge la sentencia, todos los hechos denunciados quedan probados y demostrados. Sin embargo, la jueza decidió recurrir a argucias legales para condenar a estos nueve fascistas por un delito menor, que ya ha prescrito. Siendo claros: el juicio se ha dilatado en el tiempo para facilitar la absolución de estos criminales, dejarles en libertad y permitir que durante este tiempo hayan seguido actuando violentamente, tal como lo seguirán haciendo en el futuro.

La impunidad con la que los neonazis actúan bajo el sistema capitalista no viene de la nada. Estos grupúsculos tienen estrechos vínculos con los empresarios hosteleros y del llamado ocio nocturno, los narcotraficantes de la Costa del Sol y sus ramificaciones en la oligarquía de la provincia, con muy buenas conexiones en el aparato judicial y de las fuerzas de seguridad. Como en la izquierda sabemos muy bien, los cuerpos policiales están bien nutridos de estos elementos violentos de extrema derecha.

Quienes formamos parte del Sindicato de Estudiantes sabemos que cuando se trata de defender a los poderosos y sus intereses, jueces y fiscales se ponen a sus disposición. Sin embargo, cuando es el caso contrario, si en el banquillo nos sentamos activistas de la izquierda, del movimiento feminista o antifascistas, la situación cambia. A través de montajes judiciales, coacciones, atropellos jurídicos e incluso tortura, se aplica sobre nosotros todo el peso de la represión para silenciarnos. Solo hay que imaginar qué habría pasado si la sede asaltada fuese la del Partido Popular. No cabe duda de que los implicados darían con sus huesos en la cárcel en un abrir y cerrar de ojos.

Por eso, defendemos que la única forma de enfrentar a estos elementos fascistas es con la movilización masiva y unitaria de la clase obrera y de la juventud. Al fascismo no se le discute, se le combate.

¡No pasarán!

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