La plantilla del Centro Abierto La Rosa, de la red municipal de atención a personas sin hogar de Madrid, llevamos años sufriendo los efectos de la privatización de los servicios sociales. Años de precariedad laboral y de medios materiales que, como no podía ser de otra manera, afecta directamente a las personas usuarias del centro. Las empresas del sector de la intervención social (muchas de ellas disfrazadas de entidades sin ánimo de lucro) llevan décadas actuando como si los servicios sociales fueran su cortijo. Y en la práctica así es.