De los tres casos con condenas a prisión que ya son firmes, dos afectan a trabajadores y trabajadoras gallegos (Carlos y Serafín, del transporte, y Ana y Tamara, de instalaciones deportivas, a los que hay que sumar en Granada a Carmen, parada, y Carlos, estudiante de Medicina). Reproducimos a continuación el comunicado del Sector Crítico de CCOO de Galicia llamando a la participación en dichas movilizaciones:
¡BASTA DE REPRESIÓN CONTRA LOS TRABAJADORES QUE LUCHAN!
¡TODOS A LAS MANIFESTACIONES EL LUNES 30!
Por si no bastase con todas las agresiones que los trabajadores estamos recibiendo en los últimos años (reformas laborales, recortes de todo tipo, privatizaciones, subidas del IVA...), ahora se le suma la persecución judicial.
En Andalucía, Baleares, Galicia, La Rioja, Madrid..., por todo el Estado español aumentan los procesamientos de trabajadores por luchar en defensa de sus intereses de clase, sobre todo relacionados con las huelgas generales de 2010 y 2012. Ya hay más de 50 procedimientos abiertos a varios cientos de representantes sindicales y trabajadores, desde la secretaria general de la Unión Regional de CCOO de Baleares hasta simples trabajadoras como Ana y Tamara, las compañeras de instalaciones deportivas de Pontevedra, o dos trabajadores de Navantia San Fernando, pasando por miembros de comités de empresa como los de Airbús de Getafe o el presidente del comité de Navantia San Fernando. Y ya veremos si el trabajador de Navantia Ferrol pendiente de juicio por una movilización en 2013 no acaba sumado a la lista.
Los compañeros se enfrentan a un amplio abanico de sanciones, desde multas administrativas (la mayor es una en Huelva, de 60.000 €) hasta penas de prisión (la petición más alta son 8 años, pero ya hay condenas, como los 3 años y un día impuestos a Ana y Tamara). No olvidemos que las penas superiores a los 24 meses conllevan automáticamente el ingreso en prisión aunque la persona carezca de antecedentes.
Esto no pasa por casualidad. Todos esos procesamientos están impulsados por las fiscalías siguiendo las directrices del gobierno del PP. En este sentido, el caso de Ana y Tamara es muy representativo. Durante la huelga de instalaciones deportivas de 2010, un piquete echó pintura en una piscina. La empresa no presentó denuncia, pero el fiscal de Pontevedra abrió expediente y fueron condenadas a 6 meses y un día, ¡a pesar de que no se demostró que ellas habían arrojado la pintura, sino sólo que estaban en el piquete! A la fiscalía le pareció insuficiente y recurrió la sentencia ante la Audiencia Provincial, que elevó la pena a los 3 años y un día. ¡Tres años y un día de cárcel para dos trabajadoras por participar en un piquete! Esta es la España del PP. Una situación así no se veía desde el fin de la dictadura franquista.
El PP no sólo está criminalizando la lucha sindical y reprimiendo a los trabajadores que luchan, está recortando nuestro derecho a defender nuestros intereses de clase. Sobran los ejemplos que demuestran su deriva autoritaria; el último lo tuvimos en Madrid durante la proclamación del nuevo Borbón. Todo esto es muy serio. Si no les paramos ahora los pies, las libertades democráticas acabarán por estar en peligro. No decimos que el PP se encamine hacia una nueva dictadura, pero sí a una dictablanda, a un gobierno autoritario y represivo que limite las libertades en la práctica. ¡TENEMOS QUE SALIR A LA CALLE Y PARTICIPAR MASIVAMENTE EN LAS MANIFESTACIONES CONVOCADAS POR CCOO, CIG Y UGT EL LUNES 30!
Pero hay que hablar de otro factor en toda esta situación: el envalentonamiento del PP también es producto de la absoluta pasividad de los máximos dirigentes sindicales, que están frenando la respuesta a las políticas del PP. ¿Cómo es posible que ante el incremento de la pobreza, la cronificación de un desempleo masivo, el derroche de dinero público en beneficio de bancos y empresas, la destrucción de la enseñanza, la sanidad y los servicios públicos, etc. no hayan convocado ni una sola movilización seria desde la huelga general del 14 de noviembre de 2012? Porque sólo saben suplicarle a la derecha y a la patronal, porque siguen obsesionados con un “diálogo social” que no existe por ningún lado, ni en las políticas del PP ni en las empresas.
Un sindicato de clase no es una compañía de seguros, ni un centro de formación ni una agencia de vacaciones; un sindicato de clase es una herramienta de lucha. Y si los encargados de organizar y dirigir esa lucha no quieren luchar, los trabajadores tenemos un problema añadido. Lo mejor que podrían hacer en estos momentos todos los sindicalistas apoltronados es echarse a un lado. Pero si no lo hacen, los trabajadores debemos plantearnos la necesidad de corregir la situación que tenemos en nuestros sindicatos, para que la fuerza real de la clase obrera pueda expresarse y así posibilite una defensa contundente y organizada de nuestros intereses. La renovación no sólo es necesaria en los partidos de izquierdas, también en los sindicatos de clase.
SECTOR CRÍTICO de CCOO. Galicia, 26 de junio de 2014