Al unirse al PCP (Partido Comunista Portugués) y al BE (Bloque de Izquierda) en la aprobación de la contabilización íntegra del tiempo de servicio de los profesores en la comisión parlamentaria, el PSD (Partido Social Demócrata) y el CDS-PP (Centro Democrático Social-Partido Popular) tuvieron como único objetivo la desestabilización del gobierno, aprovechando de la forma más oportunista la lucha de los profesores y teniendo en perspectiva las próximas elecciones europeas y generales.

La oposición que la derecha ha hecho al ejecutivo del PS es absolutamente ridícula, y esta maniobra parlamentaria es sólo la más reciente de una larga cadena de ataques frustrados al gobierno. Las condiciones de trabajo y el salario de los profesores nunca preocuparon al PSD y al CDS-PP, que, con todo el rancio salazarismo que los caracteriza, constituyeron un gobierno de destrucción de la enseñanza y otros servicios públicos durante cuatro años, que permanecen bien vivos en la memoria de todos los trabajadores y los funcionarios públicos. Este es el primer punto que debemos dejar claro.

En segundo lugar, hay que denunciar nuevamente que el PS (Partido Socialista) gobierna para el capital. El gobierno de Costa mantuvo valores históricamente bajos de inversión pública; favoreció la especulación inmobiliaria en las principales ciudades del país en completa complicidad con los capitalistas de la construcción y del sector del turismo; anuló todas las “recuperaciones de salarios” a través del aumento de impuestos regresivos.

El gobierno del PS en colaboración con la derecha parlamentaria, entregó a la banca privada miles de millones de euros. Por encima de todo, el gobierno de Costa dejó intactos todas las contrarreformas laborales del anterior gobierno y está promoviendo ahora un paquete laboral de agravamiento de la precariedad, mientras ataca frontalmente el derecho a la huelga y se prepara, de nuevo en alianza con la derecha, para aprobar leyes de restricción de las huelgas en la próxima legislatura.

La política de las direcciones del PCP y el BE

En tercer lugar, sólo es posible que la derecha se aventure a maniobras parlamentarias como la del jueves pasado —tal como se aventuró en el intento de dirigir la huelga de los enfermeros— porque las direcciones del PCP y del BE han actuado como frenos de la lucha de las clases, alimentando las ilusiones en el gobierno PS. La derecha nunca osaría llevar a cabo esta provocación si temiese un ascenso explosivo de la lucha de los trabajadores. La derecha votó con total confianza en que la alianza entre PS, PCP y BE sería capaz de contener cualquier contestación social. En este aspecto, evidentemente, está completamente equivocada: la clase trabajadora seguirá luchando y radicalizando sus posiciones.

Precisamente por estas razones es por lo que el PS se niega a contabilizar el tiempo de servicio de los profesores. Las burocracias de la CGTP (Confederación General de los Trabajadores Portugueses) y de la UGT (Unión General de Trabajadores), acusando la presión de sus bases, se apresuraron a declarar que, en el caso de que el reconocimiento del tiempo de servicio de los profesores sea aprobado en la votación general del Parlamento dentro de dos semanas, exigirán lo mismo para toda la función pública. Una victoria en el sector público daría confianza a los trabajadores del sector privado, que ya se levantan en una de las mayores olas de huelgas de las últimas décadas, para luchar de forma aún más decidida contra la patronal. Es éste el verdadero costo de una victoria de los profesores. Esto es lo que realmente preocupa a Costa y a toda la burguesía. Para la burguesía, una victoria de los profesores tiene que ser impedida. La crisis política no es una invención del PS, es una realidad objetiva.

Junto a los profesores y la clase obrera

Nosotros, la izquierda revolucionaria, nos colocamos intransigentemente junto a los profesores y todos los funcionarios públicos precisamente porque estamos del lado de la clase trabajadora. El voto del PCP y del BE fue incuestionablemente correcto, incluso aunque signifique la dimisión del gobierno.

El error de las direcciones de la izquierda parlamentaria no fue esta votación, fue su comportamiento desde las últimas elecciones legislativas. Después de cuatro años de embellecer la “solución gobernante” y de dispersar toda la iniciativa y la combatividad de los trabajadores, las direcciones del PCP y el BE no han conseguido otra cosa que fortalecer el PS en su detrimento. La gran mentira de este gobierno, la del “fin de la austeridad”, fue defendida íntegramente por las direcciones reformistas de la izquierda parlamentaria mientras los servicios públicos se degradaban a la vista de todos y la precariedad se extendía a capas cada vez más amplias de los trabajadores.

Si de hecho la derecha confirma su votación (lo que parece altamente improbable) y el gobierno dimite, la dimisión de Costa se produce cuando tiene confianza en una victoria electoral segura en el caso de legislativas anticipadas. En su discurso, Costa ya demostró intenciones de mantener el acuerdo con la izquierda que concedió a la burguesía un período de paz social sin ninguna contrapartida.

Por un frente de izquierdas con un programa socialista

Para que de verdad “pasemos la página de la austeridad” es necesaria una política y métodos de lucha revolucionarios. Independientemente de la convocatoria de elecciones anticipadas o del mantenimiento del calendario electoral, PCP y BE deben preparar un frente de izquierda armado con un programa socialista. Un programa de nacionalización de la banca, la energía, el agua, los transportes, las comunicaciones y todos los monopolios, que sitúe a los sectores clave de la economía bajo el control democrático de la clase trabajadora. Un programa realmente capaz de acabar con los recortes, la austeridad y la pobreza, con las raíces de la violencia contra las mujeres, del racismo y de la LGBTfobia, garantizando el pleno empleo y el acceso a la vivienda, la salud y la educación públicas.

El frente unido de la izquierda debe ser mucho más que una alianza electoral. Debe basarse en la movilización de todos los trabajadores por la conquista de reivindicaciones concretas como la contratación colectiva, un SMN (Salario Mínimo Nacional) que sea realmente capaz de sacar a los trabajadores de la pobreza, las 35 horas para todos sin pérdida salarial, el fin de la persecución sindical, el pleno derecho a la huelga y al derecho de asociación. Y para conquistar todo esto los métodos a utilizar tendrán que ser los métodos de la clase obrera: la huelga y la ocupación.

El llamamiento que hemos lanzado para la organización de una huelga general se ha hecho todavía más oportuno con esta crisis.

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