¡Necesitamos levantar una alternativa revolucionaria que luche por el socialismo!
La era Merkel está llegando a su fin, dando paso a una situación de mayor inestabilidad en todos los terrenos y a un recrudecimiento en la lucha de clases. Este final está marcado por la pérdida de influencia de los dos grandes partidos dominantes desde el final de la Segunda Guerra Mundial, y por una creciente polarización política. La CDU-CSU ha caído en casi 8 puntos y el SPD en más de 12 respecto a las elecciones europeas de 2014. Al mismo tiempo, se han desarrollado movilizaciones de masas y un aumento progresivo de luchas obreras.
Una polarización creciente que expresa un fuerte sentimiento de rechazo hacia sistema político, y donde la polarización económica y la desigualdad continúan creciendo -ya sea a través de los ataques del Plan Hartz IV o generalizando masivamente el empleo temporal, incrementando la edad de jubilación hasta los 67 años, precarizando las pensiones e impulsando numerosas privatizaciones. Junto a esto, enfrentamos graves problemas como la catástrofe climática, imposible de solucionar bajo el sistema capitalista.
Están desarrollándose nuevos movimientos que comienzan a cuestionar los pilares del orden capitalista, como en el caso de la lucha de las y los trabajadores de la sanidad, que al tiempo que exigían contratar más personal han planteado la necesidad de nacionalizar todo el sistema de salud. También es el caso del movimiento que exige la expropiación del gigante inmobiliario Deutsche Wohnen en Berlín, fruto de la gran dificultad para acceder a una vivienda que padece gran parte de la población, al tiempo que inmobiliarias y grandes propietarios obtienen beneficios récord fruto de la especulación.
El fenómeno Kevin Kühnert
Sobre esta base Kevin Kühnert, presidente de la Juventudes del SPD, ha encontrado eco, cuando el Primero de mayo en una entrevista defendió la expropiación de las grandes empresas como BMW, impulsando el mayor debate sobre las ideas socialistas en años. Esta entrevista no refleja una verdadera posición marxista por parte de Kevin Kühnert, pero sí la polarización social existente en la sociedad y la radicalización de ciertos sectores.
Kühnert es ahora la mejor representación del intento de “renovación por la izquierda” en el seno de la socialdemocracia, pero está muy alejado con estos planteamientos de lo que es hoy en día la esencia del SPD. Campañas como #SPDerneuern, que exigen un giro a la izquierda, siguen siendo muy débiles y políticamente moderadas. Existen además grandes fuerzas en el seno del SPD que parecen preferir, antes de que surja un Corbyn alemán, la desaparición del propio partido. De hecho, entre los sectores más derechistas del partido, se ha impulsado ya una iniciativa de cara a evitar cualquier giro hacia la izquierda.
De esta manera, el SPD paga las consecuencias de haberse convertido en un pilar de Merkel y sus gobiernos durante los últimos años, apuntalando las políticas de austeridad de la burguesía alemana, y socavando su autoridad entre la clase obrera, y especialmente entre la juventud, hasta el punto de encadenar los peores resultados de su historia en las últimas citas electorales.
El Partido de La Izquierda (Die Linke)
Katja Kipping, líder de Die Linke, planteó que esas declaraciones de Kühnert sobre las expropiaciones y el socialismo habían llegado muy lejos, en lugar de impulsar una política audaz y consecuente respecto a las expropiaciones.
En las elecciones europeas, Die Linke tuvo un perfil muy moderado abogando simplemente por una Europa algo más social y ecológica. Pero ya hemos escuchado muchas frases vacías, que hacen que sea difícil diferenciar entre partidos y promesas electorales, incluso en relación a pequeñas reformas, que además finalmente no se cumplen. De esta manera Die Linke sufrió un importante retroceso electoral, obteniendo un 5,5% de los votos (100.000 votos menos) en un contexto de desplome del SPD, que pierde más de 2 millones de votos. Su peor resultado en la historia de las elecciones europeas, no siendo capaz de atraer a esos votantes de izquierdas descontentos.
A pesar de estos resultados tanto para el SPD como para Die Linke, estos últimos continúan haciendo campaña en favor de una alianza con el SPD y Los Verdes de cara al Gobierno nacional, asimilando los postulados de la socialdemocracia. En Bremen, se ha formado un gobierno de este tipo por primera vez en un Estado de Alemania Occidental. El SPD, el partido más fuerte en Bremen durante 73 años anunció ya recortes durante la campaña electoral, cayendo en votos a su mínimo histórico. A diferencia de los que algunos plantean en Die Linke, no podemos hablar de que exista un entusiasmo general por un Gobierno roji-verde (SPD y Los Verdes) o Rojo-roji-verde (SPD, Los Verdes y Die Linke) liderado por el SPD.
Los dirigentes de Die Linke que participaron en las negociaciones están ahora presentando con orgullo las pocas reformas que consiguieron arrancar, como la gratuidad de los trenes para niños y niñas que viven en la pobreza o un programa de regularizaciones de inmigrantes en situación ilegal. Pero al mismo tiempo tienen que admitir, que todo lo que se ha negociado aún depende de los recursos financieros disponibles en Bremen y que aún podrían echarse atrás muchas de estas medidas. Además, la política endeudamiento cero de las administraciones, que implica una estricta política de austeridad, ha sido plenamente por los delegados presentes en las negociaciones. De esta manera, Die Linke generará de nuevo a largo plazo frustración entre la clase trabajadora, actuando cada vez más claramente como un instrumento al servicio de los poderes fácticos en lugar de luchar coherentemente de cara a cambiar radicalmente la sociedad.
Consolidación de Alternativa para Alemania (AfD)
Uno de los grandes vencedores de las elecciones europeas fue Alternativa por Alemania (AfD) que obtiene un 11% (4,1 millones de votos), 2 millones de votos más que en 2014, retrocediendo sin embargo respecto a las elecciones federales de 2017, donde obtuvo un 12,6% y casi 6 millones de votos. A pesar de todo mantiene un fuerte apoyo, convirtiéndose en la primera fuerza política en votos en Brandeburgo y Sajonia.
AfD participó en las elecciones con un claro planteamiento populista anti-UE bajo el eslogan, “Estás loco, ¿Bruselas?” ¡Pero la AfD es todo menos un partido de la “gente corriente”! En su anuncio para las elecciones se centraron en plantear la defensa de la “clase media” alemana y de las pequeñas empresas, pero la AfD tiene una política en defensa de los intereses del gran capital. Los apoyos que obtienen entre sectores de la clase obrera son entre aquellas capas más pasivas y resignadas.
Ascenso de Los Verdes. Vacío en la izquierda política
El fuerte apoyo que obtuvieron los Verdes ha sido una expresión del aumento de la preocupación e información respecto al cambio climático, pero no se puede explicar solo este auge en base al surgimiento de la figura de Greta Thunberg y del Movimiento Fridays for Future. Una parte importante de jóvenes trabajadores votaron por los Verdes como un voto contra la extrema derecha de AfD. Obtuvieron 4,5 millones de votos más que en 2014, muy por encima de lo perdido por SPD y Die Linke conjuntamente, beneficiándose por la fuerte subida de la participación electoral (14,4 puntos más que en 2014).
Pero este partido, que aboga por un capitalismo verde, y que en el pasado ya apoyo las políticas de austeridad y de recortes, no es una alternativa, asemejándose más al partido de Macron, pero con un barniz ecologista. En este momento hacen campaña por un impuesto a las emisiones de dióxido de carbono, como hemos visto en Francia, que afectará principalmente a la clase obrera y a los sectores más pobres, pero que a su vez no cambiará el curso de la destrucción ambiental causada por la economía capitalista.
Las elecciones, sin embargo, son sólo una expresión distorsionada de la conciencia. El 40% de la población alemana, especialmente los sectores más empobrecidos de la sociedad no votaron. Durante las elecciones destacó la ausencia de un partido que unificara a la clase trabajadora con un programa social radical y que desafiara desde la izquierda esa percepción de los partidos como partidos asimilados por el sistema. Qué mejor momento ahora para llevar adelante campañas a la ofensiva de cara a reducir la jornada laboral, por las expropiaciones y nacionalizaciones, contra una UE de los bancos y las corporaciones, y por un mundo socialista.
Por la reducción de la jornada laboral y la contratación de más personal. ¡Por la expropiación y nacionalización de los sectores estratégicos de la economía!
Necesitamos de una alternativa revolucionaria que luche por el socialismo también de cara a organizar desde abajo la solidaridad con las actuales luchas laborales que se están produciendo, y de cara a acompañarlas de una perspectiva política. No basta simplemente con las movilizaciones de masas de cara a conseguir un cambio fundamental. La clase trabajadora es la que tiene en sus manos la mayor fuerza de cara a conseguir dicho cambio.
Durante estos años de relativa “paz social” se ha incrementado la burocratización de los sindicatos alemanes, que deberá romperse a través de nuevas luchas. Esto se está volviendo obvio en el caso de la campaña #fairwandel por parte del sindicato de trabajadores del metal (IG Metall). Las huelgas de advertencia en este sector a comienzos del año pasado han mostrado claramente el potencial que tiene una lucha decidida de cara a reducir la jornada laboral. En lugar de basarse en ese potencial y en la fuerza del movimiento obrero de cara a luchar por la jornada laboral semanal de 30 horas manteniendo los salarios, la dirección de IG Metall se apoya constantemente en el modelo de cogestión empresarial y en el dialogo social. Fruto de ello firmaron un acuerdo que redujo la jornada laboral para un sector de trabajadores, pero a costa de empeorar las condiciones laborales de los sectores más precarios, contribuyendo a dividir aún más a las y los trabajadores de este sector.
Al mismo tiempo, tanto la digitalización y automatización como la necesidad de un cambio de cara a establecer un modelo ecológico de producción ofrecen una base perfecta de cara a luchar por la nacionalización de las industrias fundamentales y de la banca bajo el control democrático y administración de las y los trabajadores. Pero esto no será llevado adelante por la patronal y los empresarios, especialmente ante una posible perspectiva de recesión en el sector industrial en Alemania, utilizando estos argumentos, tal y como están haciendo, solo como una excusa de cara a poder justificar en el próximo periodo despidos y recortes. Como ha demostrado claramente el escándalo de las emisiones de Volkswagen, sólo una sociedad y una economía organizadas democráticamente, al margen de la lógica de los beneficios empresariales, pueden organizarse acordes con las necesidades de humanas y de nuestro planeta.