La hipocresía del gobierno de Pedro Sánchez al descubierto

Hace más de diez días que los buques de salvamento Open Arms y Ocean Viking, con 160 y 365 inmigrantes rescatados a bordo respectivamente, se encuentran a la deriva en aguas del Mediterráneo ante el rechazo de todos los gobiernos europeos a abrir cualquiera de sus puertos para que puedan atracar. A pesar de las condiciones inhumanas de hacinamiento, y de la situación de extrema necesidad de algunas de las personas a bordo, entre los que se encuentran enfermos crónicos, mujeres embarazadas, niños y niñas y bebés, la UE y su Gobiernos, entre ellos el de Pedro Sánchez, miran para otro lado. Y no solo eso, amenazan con la deportación inmediata de los inmigrantes, y multas millonarias y cárcel para las tripulaciones en caso de que decidiesen desembarcar en algún puerto sin autorización. 

La UE y los gobiernos europeos avalan las políticas antiinmigración de Salvini. Si hay una política común europea, ¡criminalizar a los inmigrantes y a los refugiados!

Ante la enorme presión pública que se ha ido generando, ahora Bruselas y diversos gobiernos como el de Pedro Sánchez, negocian de cara a repartirse los inmigrantes de ambos barcos, mercadeando con sus vidas, y haciendo depender su salvamento y su supervivencia de un acuerdo para que no todos recalen en España. ¿Es esta la política progresista y humanitaria del Gobierno del PSOE de Pedro Sánchez? ¿No debería priorizarse desde ya la vida y la salud tanto de los inmigrantes rescatados como de las tripulaciones? Y si no hubiera acuerdo, ¿qué vaguen por el Mediterráneo durante todo el mes, o bien que atraquen en un puerto en Libia para poder ser vendidos como esclavos o apaleados o asesinados? 

El abandono al Open Arms y al Ocean Viking por parte de las “democracias” europeas no es más que otro claro ejemplo del engranaje institucional racista de la UE y sus gobiernos. Al mismo tiempo, no tienen reparo en gastar millones de euros en financiar a gobiernos corruptos y represores como el de Turquía o el de Marruecos , o incluso a las  distintas facciones gubernamentales existentes en Libia, que entre otras cosas hacen negocios vendiendo a muchos de estos inmigrantes como esclavos, para que frenen la entrada de inmigrantes. Sólo en el año 2008 la UE destinó un total de 806 millones de euros a actividades relacionadas con la deportación de inmigrantes, entre ellas la expulsión de 113.835 personas a los 15 países con los que Europa tiene firmados acuerdos de colaboración en repatriaciones. Para eso, para hacer negocios reprimiendo y criminalizando a los inmigrantes, ¡sí que hay recursos!

Nuevamente ha quedado al descubierto la naturaleza criminal de la UE, su hipocresía y su demagogia. Algunos gobiernos europeos, como el de Macrón en Francia, o peor aún, el del PSOE de Pedro Sánchez, claman en sus discursos contra la extrema derecha  y contra Salvini, pero esas supuestas diferencias se quedan en las palabras, porque al acudir a la realidad las políticas coinciden, como está sucediendo ahora con el cierre de los puertos y el abandono de ambos barcos. La diferencia es que Salvini dice públicamente lo que otros gobiernos callan, pero practican. La tragedia del Open Arms y del Viking Ocean no ha hecho más que ponerlo en evidencia.

Dónde está la diferencia para la vida de todas esas personas que, huyendo de la guerra, deambulan por mares embravecidos, esos cientos de personas que comparten dos míseros baños, que no tienen  sombra en la que resguardarse, con sus bebés enfermos y sin  saber qué será de sus vidas. Esos mismos políticos, de la derecha tradicional o de la socialdemocracia, que se lamentan consternados ante el avance electoral de la extrema derecha en Europa, son los que con estas políticas racistas les han abierto de par en par las puertas, actuando en la práctica en línea con los discursos abiertamente xenófobos de dichas formaciones ultraderechistas.    

El cinismo del gobierno del PSOE, del Sí al Aquarius al No al Open Arms

La política de gestos humanitarios del gobierno de Pedro Sánchez no ha tardado mucho en desvelarse como lo que es, un teatro de cara a la galería, una función que se representa o no según convenga. Hace poco más de un año, en el mes de junio, recién salidos de la moción de censura que desalojó a Rajoy y al PP de La Moncloa y con Pedro Sánchez estrenándose como presidente del gobierno, el rescate al Aquarius, con 600 inmigrantes a bordo a una distancia similar a la que actualmente se encuentra el Open Arms, fue presentado a la opinión pública como una muestra del carácter progresista del nuevo ejecutivo. Las loas a los derechos humanos, la retransmisión casi en directo del desembarco en el puerto de Valencia, las declaraciones “solidarias” de los y las ministras, ocupaban horas en los principales telediarios, periódicos, etc. Era el momento de los “gestos”, de la propaganda del PSOE ante unas eventuales elecciones, de las promesas y guiños a la izquierda; sacar a Franco del Valle de los caídos, rescatar a “pobres inmigrantes”, defender las pensiones, etc. Un año después, el compromiso del gobierno en funciones de Pedro Sánchez con las políticas capitalistas y criminales de la UE no ofrece ninguna duda, tanto en materia económica como en política migratoria, es decir, con los recortes y la austeridad, y con el cierre de fronteras y el abandono y criminalización de los inmigrantes que luchan por su supervivencia. ¡Es una vergüenza!  

A aquellas declaraciones de buenas intenciones de acogida y solidaridad con los inmigrantes y refugiados le ha seguido una política de "responsabilidad", “realista” y comprometida con la legalidad, es decir, de criminalización y persecución. La realidad es que la llamada “ayuda migratoria” del gobierno del PSOE se ha concretado en el siguiente procedimiento: los inmigrantes rescatados en el mar pasan directamente a dependencias policiales, donde después de ser detenidos durante 72 horas para su identificación, se “estudia” qué casos se encuentran en situación de asilo o no, como si el hecho de arriesgar tu vida en una barcaza no fuera suficiente prueba de esa necesidad de asilo. Si la petición de asilo no es admitida a trámite, la Policía Nacional pasa a abrir un expediente de expulsión para dar paso rápidamente a los trámites de deportación. Quizá esto explique porque el Ministerio del Interior, según datos de la propia policía, ha duplicado el número de deportaciones mensualmente, un promedio de 1098, desde que el ministro “socialista” Marlaska está al frente del mismo.

Más allá de palabras vacías, de las críticas a los gobiernos de Italia y Malta, de llamamientos abstractos a la cooperación entre los países y la reivindicación de una política migratoria común de la UE obligatoria para todos los estados miembro, la realidad es que plantean en esencia la misma política contra inmigrantes y refugiados. Los hechos son los hechos, y la realidad es que el gobierno en funciones, con el abandono en la práctica de los inmigrantes rescatados en el Mediterráneo y de la tripulación del Open Arms, certifica que da continuidad a la misma política migratoria que se viene ejecutando desde hace años en nuestro país, la que entre otras cosas reclaman y defienden PP o Ciudadanos.

Un buen ejemplo son los acuerdos con Marruecos, el principal destino de las deportaciones que se hacen desde suelo español, donde se vulneran sistemáticamente los derechos democráticos y donde la vida de los deportados no vale nada. De hecho el pasado mes de Julio, el gobierno renovó su compromiso en financiar con 30 millones de euros anuales el despliegue de policías y cuerpos represivos marroquíes en la frontera, felicitándole por su labor de carcelero al reconocer el papel de la dictadura marroquí en disminuir la entrada de inmigrantes al Estado español. Un reconocimiento expreso por el cumplimiento de la función por la que son pagados y hacen lucrativos negocios: reprimir sin complejos y mandar con toda la contundencia posible un mensaje bien claro: “A Europa no vayáis”.

Por si esto fuera poco, acompañan su política criminal con la persecución más repugnante a quien no se resigna a contemplar pasivamente esta barbarie. Recientemente, el ministro Ábalos afirmó refiriéndose a los voluntarios del barco de la ONG: “Que le molestan los abanderados de la humanidad que no tienen que tomar ninguna decisión”. Lo que verdaderamente no perdonan Ábalos ni el gabinete de Sánchez, es que la labor de estos voluntarios, que realizan las tareas de rescate que debería estar cubiertas por el propio Estado, pongan al desnudo con su ejemplo el trato inhumano del que este gobierno es partícipe contra los inmigrantes y los refugiados, en línea con lo que cada día reclaman muchos dirigentes derechistas o ultraderechistas.

Levantar en las calles un gran movimiento de solidaridad, ¡así se combate a la extrema derecha y a la reacción!

Mientras cientos de personas flotan sin rumbo en medio de fuertes oleajes y el gobierno en funciones del PSOE echa balones fuera, algunos de los principales dirigentes nacionales de Podemos, entre ellos Pablo Iglesias, mantienen un silencio incomprensible ante esta crítica situación. En pleno proceso de formación de gobierno, parece que para algunos en Podemos nada debe enturbiar sus relaciones con el PSOE y dificultar un acuerdo de investidura. Algunos alcaldes, como Kichi en Cádiz, ya han ofrecido sus puertos para que atraquen los barcos y desembarquen los refugiados, sin embargo, lo poco que ha trascendido en medios por parte de la formación morada han sido tímidos llamamientos a Pedro Sánchez para que “cumpla con la legislación internacional con la que España se ha comprometido”. Una nueva oportunidad perdida para levantar una alternativa de lucha frente a la barbarie a la que la UE del capital condena a millones de personas, empezando por los más vulnerables, los inmigrantes y refugiados de guerra. 

Fruto de la presión social, son ya varias las ciudades, además de Cádiz, que han ofrecido sus puertos para que atraque el Open Arms así como para ser ciudades de acogida de los inmigrantes rescatados. Este nuevo episodio de crisis migratoria está conmoviendo nuevamente a millones de familias, igual que lo hicieron las imágenes de los refugiados de la guerra de Siria en 2015, despertando la solidaridad del movimiento Refugees Welcome, o más recientemente las escenas de un padre salvadoreño y su niña ahogados en Rio Bravo tratando de llegar a EEUU. Así ocurrió recientemente con la puesta en libertad en Italia de la capitana alemana del barco humanitario Sea Watch, tras desembarcar sin autorización a 40 inmigrantes en Lampedusa.

Una solidaridad internacional que demuestra que sí se puede desafiar la demagogia de la ultraderecha, pero solo mediante la movilización en las calles y la lucha. Pero para ello es necesario recuperar una alternativa de clase y un programa de ruptura con el capitalismo, recuperando la lucha y la acción directa contra este y otros tantos dramas, y denunciando a los verdaderos culpables de esta situación, los capitalistas y sus gobiernos, ya sea europeos, turco o marroquí, impidiendo así que la extrema derecha y la clase dominante nos divida por motivos de raza, nacionalidad o religión. Esos capitalistas y esos gobiernos están unidos en sus negocios, en sus privilegios y en la explotación a las y los trabajadores cualquiera que sea su nacionalidad. Nosotras y nosotros, la clase obrera y los oprimidos, debemos unirnos en nuestra lucha contra ellos, contra la miseria que nos imponen, exigiendo medidas claras que unan al conjunto de la clase obrera y los oprimidos comenzando por el fin de las guerras imperialistas, de los acuerdos de la vergüenza con regímenes represores, por el cierre de los centros de internamiento de inmigrantes, por la derogación de la ley de extranjería y por el fin de las deportaciones. ¡Nativa o extranjera, la misma clase obrera!  

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