Como era previsible, la derecha en Francia ha ganado las elecciones legislativas y ha conseguido la mayoría absoluta en la Asamblea Nacional. En la primera vuelta, 10 de junio, la UMP de Sarkozy consiguió 323 de los 577 escaños del parlamento. Todo presagiaba que en la segunda vuelta se iba a producir la "gran marea azul" (el color del partido de Sarkozy) y que la derecha conseguiría más de 400 escaños, rubricando así la mayor victoria electoral de la derecha en décadas. Finalmente, esto no sucedió.
En la segunda vuelta derecha e izquierda quedaron prácticamente empatados a votos, la UMP ahora tiene 40 escaños menos que en la anterior asamblea y el Partido Socialista logró recuperarse consiguiendo 250 escaños, 56 más de los que tenía antes. El Partido Comunista sufrió otro nuevo revés y ni siquiera tiene el 20% necesario para formar grupo parlamentario propio. También estas elecciones han demostrado que el "fenómeno" Bayrou, la supuesta alternativa de "centro", era sólo un fenómeno coyuntural. El partido de Bayrou sufrió una escisión antes de las elecciones, por un lado se formó Nuevo Centro, encabezado por el sector favorable a pactos con Sarkozy, que consiguió 20 escaños, y por el otro lado, el MoDem, presidido por el propio Bayrou y que ha obtenido el 7,6% de los votos, menos de la mitad que en las presidenciales y sólo 4 escaños. 
La diferencia de resultados entre la primera y la segunda vuelta es consecuencia de varias razones. En primer lugar, la arrogancia de la derecha al pensar que todo estaba ganado. Días antes de las elecciones, el ministro de economía, anunció una subida del IVA del 5% (situándolo así en el 24,5%) para financiar la reducción de los costes de la Seguridad Social para los empresarios. Eso suponía cargar estas ayudas a los empresarios sobre los hombros de los trabajadores que tendrían que pagar más por todo lo que comprasen, incluidas sus necesidades básicas como alimentos, etc., en la práctica, una redistribución de la riqueza a favor de los ricos. Para agravar aún más la situación, Sarkozy anunció que no subiría el salario mínimo y un aumento de los costes sanitarios para la población.
Estas medidas demostraban claramente cuáles eran los intereses de clase de Sarkozy y permitieron poner como centro de la campaña las cuestiones sociales. El PSF publicó miles de carteles en los que se podía leer: "Vota contra un 24,6% de IVA" que tuvieron un enorme impacto. La participación en las dos vueltas ha sido aproximadamente del 60%, pero mientas en la primera los mayores niveles de abstención se dieron en los barrios obreros, en la segunda ocurrió exactamente lo contrario, esa es la razón del avance del PSF. Estos resultados demuestran una vez más, que lejos del giro a la derecha y la paz social que parecían presagiar, para algunos, las presidenciales, el futuro a corto y medio plazo de Francia, es la intensificación de la lucha de clases.


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