Comienza la campaña electoral rumbo a las elecciones generales del 10-N con grandes incógnitas sobre su resultado. Lo que se presagiaba como un paseo arrollador de Pedro Sánchez parece poco probable. Con el levantamiento del pueblo catalán por la república y contra la represión como eje del momento político, los dirigentes del PSOE están profundizando una estrategia que sólo beneficia al Partido Popular y a Vox.

Pedro Sánchez se creyó sus propias mentiras y ahora está pagando el precio. Pretendió descargar sobre Unidas Podemos la responsabilidad del fracaso del Gobierno de coalición, cuando en realidad fue su negativa a terminar con la austeridad y los recortes y la actitud de servilismo ante los grandes poderes económicos lo que lo empujó a esta nueva convocatoria electoral.

Plegándose ante las exigencias del Ibex 35, de la gran banca nacional e internacional y la Unión Europea, la dirección del PSOE liquidó la legislatura en pocos meses para reforzar su apoyo electoral y mejorar su margen de maniobra. El objetivo, por supuesto, no era poner fin al legado reaccionario del PP, a la reforma laboral, a las contrarreformas de las pensiones, la ley Mordaza o la LOMCE, y mucho menos buscar una salida democrática para la crisis catalana sobre la base del derecho a decidir.

El objetivo de la socialdemocracia era establecer una alianza flexible con el partido de Albert Rivera, o incluso con el PP, en todos los llamados asuntos de “Estado”, que en este momento se agolpan sobre la mesa del Gobierno. En definitiva, garantizar la tan ansiada “estabilidad” que se reclama con tanta urgencia por la clase dominante, para descargar sobre los hombros de la clase obrera y la juventud el peso de nuevos recortes y contrarreformas.

“La unidad sagrada de la patria”. El españolismo del PSOE da alas a la extrema derecha

La dirección del PSOE no sólo pretendía meter un buen mordisco al electorado de Unidas Podemos, buscaba debilitar lo suficiente a Albert Rivera aprovechándose de los delirios de grandeza y los errores tácticos del Macron hispano.

Su insistencia en liderar al bloque reaccionario ha desnudado a Ciudadanos como una mala copia de la derechona de siempre que representa el PP y, sobre todo, de una extrema derecha en ascenso agrupada en VOX. Rivera sólo ha servido para garantizar al partido de Casado la toma de ayuntamientos y comunidades, y sus grititos de protesta por la entrada de Abascal en esos pactos de Gobierno no han engañado a nadie.

Ciudadanos va camino de un desastre electoral antológico en un contexto de máxima polarización, pero no parece que el PSOE sea capaz de embolsarse la mayoría de los votos que Rivera perderá. La jugada de impulsar una nueva bacanal de nacionalismo españolista, y de sostener la represión contra el pueblo y la juventud catalana que Sánchez ha diseñado como punto fuerte de su campaña, está sirviendo para que el PP recupere fuerzas —hasta siete puntos más y rozando los 100 diputados le dan el grueso de las encuestas—, y la ultraderecha se haga con un resultado inimaginable hace tan sólo unos meses —muchos sondeos le otorgan a Vox más del 12% y una treintena larga de diputados—.

Es cierto que la última encuesta del CIS coloca al PSOE con una horquilla que va de los 133 a los 150 diputados, pero fue cocinada antes de la sentencia del Supremo y de todos los acontecimientos que hemos vivido estas semanas. No parece que en esta ocasión la previsión del CIS vaya a ser tan acertada como lo fue de cara a las elecciones de abril. A lo que hemos señalado anteriormente hay que sumar también el impacto que puede tener el previsible crecimiento de la abstención en los barrios obreros.

Lo que está claro es que la campaña españolista del PSOE y su actuación ante la crisis catalana, negando por enésima vez el derecho democrático a la autodeterminación, respaldando la sentencia infame del Supremo, y lanzando una ofensiva represiva vergonzosa para criminalizar al pueblo y la juventud catalana, sólo arroja agua al molino de la derecha franquista.

Los juegos de malabares de Pedro Sánchez para intentar presentarse como una garantía de justa equidistancia tampoco le van a servir. Exhumar la momia de Franco, y organizar prácticamente un funeral de Estado para la familia del dictador, no ha cosechado el entusiasmo esperado. Y es lógico. No se puede estar el jueves 24 de octubre visitando la tumba de las 13 rosas y hacer loas a los combatientes republicanos, y el domingo 27 manifestarse en Barcelona de la mano del PP, Cs y Vox levantando la rojigualda contra la república catalana.

Este oportunismo podrido, que un día nos habla de tipificar como delito de odio la exaltación del franquismo, y otro considera a José Antonio Primo de Rivera como una “víctima” (tal como explicó Carmen Calvo), es el santo y seña de la socialdemocracia.

Los dirigentes de Unidas Podemos y su incongruencia

El conjunto de la izquierda parlamentaria atraviesa una grave crisis ideológica. Si la socialdemocracia se ha erigido como un pilar fundamental de la institucionalidad del 78, y asume con naturalidad sus alianzas con los grandes poderes fácticos en los asuntos fundamentales, la dirección de Unidas Podemos ha dado muestras de una incongruencia completa.

La mayoría de los dirigentes de Unidas Podemos se declaran republicanos, muchos anticapitalistas y no pocos comunistas. Sin embargo, han sido incapaces de orientarse ante los acontecimientos revolucionarios de Catalunya, jugando el penoso papel de blanquear el “orden institucional” que niega el derecho a decidir y castiga con la represión y la cárcel a un pueblo que lucha por la república.

La idea de que un referéndum pactado es la mejor solución a la crisis catalana será muy apreciada en los despachos universitarios como hipótesis teórica. Pero la realidad viva de la lucha de clases la ha descartado. Jamás este Estado reaccionario, heredado directamente de la dictadura, cederá al pueblo de Catalunya el derecho a opinar y decidir sobre su futuro.

En la Constitución del 78, que tanto aclamaron los líderes del PCE y del PSOE de aquellos años, se consagró la “unidad de la patria” como una imposición del aparato militar y de los políticos del régimen franquista con el que los dirigentes de la izquierda pactaron. Los “realistas” que estaban al frente de las organizaciones de izquierda y los sindicatos sirvieron la lucha revolucionaria de las masas en una bandeja de plata, y contribuyeron a homologar a la casta política, militar y judicial del franquismo hasta convertirlos en “demócratas de toda la vida”. Eso incluía salvaguardar la economía de libre mercado y el poder de los grandes capitalistas y terratenientes, y sancionar la monarquía de Juan Carlos I impuesta previamente por el dictador.

Los dirigentes de Unidas Podemos podrán pasear la bandera tricolor todo lo que quieran el 14 de abril, pero dar la espalda al pueblo y a la juventud catalana que se baten por la república y contra la represión, el 155 y la alianza “constitucionalista” del PSOE y las fuerzas de la derecha y la extrema derecha, es un error de gran envergadura.

La oportunidad que han desaprovechado para unificar este movimiento extraordinario con las aspiraciones de la clase obrera y la juventud del resto del Estado, les resta mucha credibilidad. Y es completamente absurdo, tal como hacen para justificar su planteamiento, catalogar al movimiento de liberación nacional en Catalunya como una maniobra de las élites.

Los cientos de miles de trabajadores, de jóvenes, o los provenientes de las capas medias empobrecidas que llenan las calles de Catalunya en las demostraciones multitudinarias, no quieren una república de recortes y austeridad. Al contrario. Han dejado más que claro su rechazo de la oligarquía catalana que, por cierto, está fundida con la española combatiendo este movimiento. Lo verdaderamente increíble es que Pablo Iglesias, Alberto Garzón y Ada Colau pretendan establecer una equidistancia imposible entre un pueblo que lucha y quienes lo reprimen. O peor aún, que justifiquen su respaldo al PSOE en esta cuestión, incluyendo la aplicación del 155 y la violencia policial, con tal de obtener unos ministerios en un Gobierno de coalición.

No es casualidad esta postura. Es, al fin y al cabo, la prolongación en el terreno de la cuestión nacional de la renuncia a defender un programa de ruptura con el capitalismo, de abandono de las reivindicaciones más clasistas y avanzadas con las que Podemos irrumpió hace cinco años, y de sustituir la lucha de clases y la movilización en las calles por los confortables sillones del parlamento y las concejalías.

Si Unidas Podemos quiere seguir jugando el papel de acompañante del PSOE en esta etapa de crisis aguda del capitalismo, austeridad, recortes, y polarización extrema, sólo hará más visible su complicidad. La realidad va por otro lado, como muestran los levantamientos revolucionarios y las grandes luchas populares que están sacudiendo Latinoamérica y el resto de los continentes.

¡Votar no basta, necesitamos construir una izquierda combativa!

La clase dominante española lleva ya tiempo buscando todo tipo de combinaciones que permitan urdir un Gobierno estable para profundizar en sus ataques y contrarreformas. La intensa desaceleración de la economía española, el Brexit, la guerra comercial… todo empuja a una nueva fase de lucha de clases sin cuartel. Pero no está claro que la táctica que habían diseñado para enfrentar el periodo que se abre les vaya a funcionar.

Su esquema de propiciar una alianza lo más fuerte posible entre el PSOE y Ciudadanos se puede ir al traste por el batacazo que todas las encuestas pronostican a Rivera. Es más, si el PSOE no aumenta sustancialmente su número de diputados también quedará en entredicho uno de los objetivos fundamentales de esta operación electoral. ¿Con quién pactará entonces Pedro Sánchez para asegurarse la legislatura? No está claro.

Lo que sí parece probable es el aumento de diputados y votos del PP y de Vox. Y es precisamente la política del PSOE la que está poniendo una alfombra roja para que el bloque reaccionario se refuerce. En este contexto de más polarización, con el avance de la izquierda independentista en Catalunya —a la que muchas encuestas adjudican unos resultados más que buenos—, con la presión salvaje del Ibex 35, de la UE y del aparato del Estado, no se puede descartar que Pedro Sánchez y el PSOE intenten incluso llegar a acuerdos con el PP, entre otras cosas porque el apoyo de Rivera será insuficiente.

La insistencia de los dirigentes de Unidas Podemos en reeditar la negociación para un Gobierno de coalición con el PSOE es casi un chiste. Pedro Sánchez rechazará esta solución, aunque lo pueda hacer incluyendo en la suma de ese posible gabinete a los pocos diputados que pueda arañar Más País. No han llegado hasta aquí para repetir la agonía de los meses pasados, sobre todo cuando esa fórmula no resolverá nada respecto a la estabilidad y fortaleza que la clase dominante necesita.

Unidas Podemos se encuentra en una encrucijada. No hay duda de que recogerá el voto de millones de trabajadores y jóvenes que se dan perfecta cuenta de la jugada del PSOE y que piensan, correctamente, que hay que prepararse para enfrentar seriamente los nuevos recortes y contrarreformas que se avecinan. Pero insistiendo en ser un socio subalterno de la socialdemocracia, negándose a reconocer los errores políticos que ha cometido, convirtiéndose en una mera oposición institucional, lo único que hará será profundizar su crisis y aumentar la frustración de su base social. Deben rectificar urgentemente y romper con esta deriva.

La experiencia de estos años ha demostrado que no es posible gobernar para dos amos a la vez. O con los capitalistas, con la banca, con los grandes poderes fácticos, que son el sostén del régimen del 78, o con los trabajadores y sus familias, con los parados, con la juventud que sufre la lacra de la precariedad y el desempleo crónico, con los pensionistas, con el pueblo de Catalunya que lucha por la república y su derecho legítimo a decidir, con las mujeres golpeadas por la desigualdad y la violencia, con todos los oprimidos y explotados levantando un programa socialista para transformar la sociedad.

Hemos derrotado a la derecha en las urnas el pasado 28-A y tenemos la obligación de derrotarla el 10-N. Pero lo ocurrido en los últimos meses no deja lugar a la duda: la clase dominante planifica una dura ofensiva y utilizará al PSOE para ponerla en marcha.

Vivimos en un mundo completamente trastornado. El sistema capitalista se enfrenta a una rebelión de masas en numerosos países del mundo, lo que pone en el orden del día la necesidad de una izquierda combativa. Necesitamos construir un partido de los trabajadores armado con el programa del marxismo y que planteé sin complejos la lucha por la transformación socialista de la sociedad

¡Es la hora de la organización! ¡Afíliate a Izquierda Revolucionaria!

• ¡Pensión y salario mínimos de 1.200 euros! Por la derogación de las contrarreformas laborales y de las pensiones. Jubilación a los 60 años y contratos de relevo para la juventud. 35 horas semanales sin reducción salarial. Fin de la precariedad laboral: a los 15 días fijos en plantilla.

  • • Prohibición por ley de los desahucios. Por un plan de choque para crear un parque de vivienda pública que cubra la demanda existente con alquileres sociales. Nacionalización de los dos millones de viviendas en manos de la banca.
  • • Enseñanza pública de calidad y gratuita desde infantil hasta la universidad. Derogación de la LOMCE. Fuera la religión de los centros de enseñanza. Ni un euro del presupuesto público para la enseñanza privada y concertada. Derecho al voto a los 16 años.
  • • Derecho a una sanidad pública digna, gratuita y universal. Derogación de todas las leyes que han permitido la privatización de la sanidad.
  • • Remunicipalización de los servicios públicos privatizados, manteniendo y ampliando las plantillas y respetando los derechos laborales.
  • • Contra la violencia machista, la justicia patriarcal y la discriminación de la comunidad LGTBI. Por un feminismo de clase y revolucionario.
  • • Combatir el fascismo y el racismo con la movilización y la organización. Fin de la Ley de Extranjería y de los CIEs, garantizando los derechos políticos, sociales y económicos para los inmigrantes y sus familias.
  • • Basta de represión judicial y policial. En defensa de la libertad de expresión. ¡Fuera la Ley Mordaza!
  • • En defensa del medio ambiente y contra el cambio climático. Nacionalización de todas las multinacionales de producción de energía y combustibles (eléctricas, compañías mineras, de petróleo y gas, empresas de producción de energía eólica y solar, etc…), y plan público de inversiones para establecer una industria energética 100% ecológica y sostenible, garantizando y ampliando los empleos del sector.
  • • Nacionalización de la banca y los sectores estratégicos para planificar la economía bajo el control democrático de la clase obrera y sus organizaciones.
  • • Por el derecho de autodeterminación. ¡Libertad presos políticos y vuelta de los exiliados! Por la república socialista de Catalunya y la república socialista federal basada en la unión libre y voluntaria de los pueblos y naciones que componen actualmente el Estado español que así lo decidan.

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