Hay que llenar las calles y defender una política de izquierdas consecuente
Cuando se cumplen tres años desde las últimas elecciones generales que dieron como resultado la formación del Gobierno PSOE-UP, el proyecto de Presupuestos Generales del Estado para 2023 ha sido un nuevo jarro de agua helada.
El triunfalismo vacío ante los presupuestos del que hacen gala los ministros del PSOE y de Unidas Podemos no resiste un análisis riguroso. Ni gasto social histórico ni presupuestos de progreso. Todo lo contrario, estas cuentas están aún más al servicio de los capitalistas que las de años anteriores. A medida que la crisis se profundiza y la recesión se acerca, partidas de gasto cada vez mayores se destinan a sostener los beneficios de la gran banca y las grandes empresas.
Gasto militar disparado, regalos fiscales a los ricos y subvenciones a los empresarios
Si por algo destacan estos presupuestos es por el incremento desmesurado del gasto militar, consecuencia ineludible del seguidismo del Ejecutivo hacia la política imperialista de Estados Unidos y la OTAN.
De los 39.292 millones de euros de gasto militar en 2021 hemos pasado a 48.883, un incremento del 24,4%. Desde la constitución del Gobierno PSOE-UP el gasto militar se ha disparado en un 41,5%. El lucrativo negocio de la industria bélica, esa industria que basa sus ganancias en la destrucción y la muerte, tiene sin duda motivos para alegrarse.
También la banca y los grandes fondos de inversión están de suerte. Los presupuestos de 2023 reservan 31.330 millones para el pago de los intereses de la deuda, un bonito regalo para bancos y fondos de inversión internacionales, que en los últimos años han obtenido una lluvia de millones de los bancos centrales a coste cero, o incluso con tipos de interés negativo. El negocio de la deuda pública va viento en popa bajo el Gobierno de coalición.
La gran industria también se frota las manos ante las inyecciones de dinero público que se suman a los 140.000 millones del Plan Europeo de Recuperación. El obsceno chantaje que gigantes del automóvil como Volkswagen o Stellantis están planteando al Gobierno, exigiéndole aún más subvenciones para sus futuras plantas de baterías y componentes del coche eléctrico, son un buen ejemplo de quiénes son los principales beneficiarios de estos presupuestos.
Tampoco por el lado de los ingresos hay nada de lo que alegrarse: consagran los multimillonarios regalos fiscales a los más ricos. Mientras que a un trabajador o trabajadora que cobre hasta 12.450 euros al año se le aplica un tipo de IRPF del 19%, a las mayores empresas del país, las que facturan anualmente más de 1.000 millones, se les aplica en el Impuesto de Sociedades un tipo efectivo del 5,11%.
El PSOE, cada vez más a la derecha
La sumisión de Unidas Podemos a los dictados del PSOE en materia presupuestaria en modo alguno ha servido para paliar la deriva del partido de Pedro Sánchez hacia la derecha.
Desde el inicio de la legislatura, el PSOE no ha tenido ningún inconveniente en llegar a acuerdos con el PP para proteger los pilares básicos del régimen del 78. Incluso han llegado a unir sus fuerzas con Vox para impedir la formación de una comisión de investigación sobre la corrupción del rey Juan Carlos. Y en todo lo relacionado con el Poder Judicial, PSOE y PP han ido de la mano para defender el aparato de justicia reaccionario y machista heredado de la dictadura franquista.
En otras “cuestiones de Estado”, como las acciones represivas —y en muchas ocasiones ilegales— contra las personas inmigrantes, el entendimiento entre PSOE y PP ha sido total, como total fue el cierre de filas y el apoyo que Pedro Sánchez dio a los Gobiernos autonómicos del PP de Madrid y Murcia cuando la movilización popular amenazaba con desbordarlos, en Madrid a causa de los confinamientos clasistas y en Murcia por la catástrofe ambiental del Mar Menor causada por la actuación criminal de grandes empresas agroalimentarias.
La protección a la monarquía no es el único ámbito en el que el PSOE acepta llegar a acuerdos con Vox. A finales de septiembre, PSOE, PP y Vox alcanzaron un pacto para renovar el consejo de la Radio Televisión de Andalucía, dejando fuera a Por Andalucía y Adelante Andalucía. El tan cacareado “cordón sanitario” contra el fascismo se salta cada vez con mayor frecuencia, poniendo en evidencia su absoluta inutilidad como herramienta de lucha contra la extrema derecha.
La última y más escandalosa actuación conjunta del PSOE y PP han sido las maniobras para retrasar la aprobación de la Ley Trans, que han tenido como resultado alimentar una campaña violenta y vomitiva de la prensa y los sectores más reaccionarios contra los derechos de las personas trans. Rompiendo sus acuerdos con UP y rompiendo con su propio programa, el PSOE prefiere buscar un consenso en este tema con la derecha, demostrando que la búsqueda de un consenso más amplio entre los dos grandes partidos ante la situación de crisis y conmoción social se acentuará en el futuro.
Luchar en la calle defendiendo un programa consecuente de izquierdas
La entrada de UP en el Gobierno, a pesar de lo que pueda decirse en la propaganda que circula por las redes sociales, no ha conseguido mover, en lo sustancial, el firme rumbo del PSOE en defensa del sistema capitalista y del régimen nacido de la Transición.
Cada vez más sectores de la clase trabajadora son conscientes de ello y se dan cuenta que solo la más enérgica movilización en las calles puede frenar la oleada de ataques a nuestras condiciones de vida, a nuestros salarios, a los servicios públicos y los derechos democráticos.
La magnífica manifestación de pensionistas del pasado 15 de octubre indica el camino que hay que seguir en todas las luchas obreras, el camino de unir fuerzas y avanzar hacia una huelga general. Unificar las luchas en torno a un programa consecuente de izquierdas, que plantee poner los inmensos recursos productivos, empezando por la nacionalización sin indemnización de las empresas eléctricas y la banca, al servicio de las necesidades sociales. Esta es la tarea del momento.