Los resultados de las elecciones del 10N vuelven a arrojar una victoria apabullante de la izquierda en Catalunya. Esquerra Republicana (ERC), la Candidatura d’Unitat Popular-Per la Ruptura (CUP-RP), En Comú Podem (EPC) y PSC-PSOE suman el 63’6% de los votos y 2.452.003 papeletas. La derecha españolista de PP, Vox y Cs se quedan en 5º, 7ª y 8ª fuerza respectivamente, obteniendo un 19’34%, 745.701 votos y 2 escaños cada uno.

Estos resultados siguen confirmando el profundo giro a la izquierda y las conclusiones políticas cada vez más avanzadas que están sacando centenares de miles de jóvenes y trabajadores en Catalunya, demostrando en las urnas -el bloque independentista es el único que avanza- la voluntad de continuar con las movilizaciones hasta derrocar el Régimen del 78 y hacer realidad la república catalana del pueblo.

El bloque reaccionario tocado y hundido

La derecha franquista de PP, Cs y Vox, que ya sufrió un batacazo histórico en las generales del 28-A, recibe otro todavía mayor el 10-N: retroceden casi 84.000 papeletas y consiguen un escaño menos, seis de un total de 48 que escoge Catalunya.

Ciudadanos se hunde estrepitosamente, incluso todavía más que en el resto del Estado: pierden 263.001 votos respecto a las elecciones de Abril, perdiendo el 60% de su electorado, y se quedan con 2 diputados frente a los 5 de hace seis meses. Y no es ninguna casualidad. La formación naranja ha utilizado Catalunya como su laboratorio político durante años para extender el veneno del españolismo, la confusión y las falsificaciones más aberrantes contra los sentimientos democrático-nacionales de la gran mayoría del pueblo catalán. Albert Rivera, Inés Arrimadas o Carlos Carrizosa se han encargado, en todas sus intervenciones institucionales o declaraciones a los medios de comunicación, de manipular la realidad hasta el punto de afirmar que en Catalunya “existe una ruptura social, que no se puede hablar en castellano o que las personas no independentistas están oprimidas y son constantemente atacadas”. Todos estos argumentos, a los que se han sumado rápidamente y con orgullo el PP, Vox e incluso el PSOE, tuvieron su gestación en los despachos de Ciudadanos.

Rivera y Arrimadas consiguieron más de un millón de votos en las elecciones catalanas del 21D del 2017, unos comicios impuestos por Rajoy y Felipe VI contra la crisis revolucionaria abierta en Catalunya el 1 de octubre de 2017. Los medios de comunicación de la burguesía les presentaron como los grandes ganadores de esa votación, afirmando estupideces como que el cinturón rojo de Barcelona se había vuelto naranja. Pero los datos no sólo han demostrado que, como ya apuntamos, el voto de miles de trabajadores a Cs era prestado, sino que además, esta formación a sueldo del Ibex35 se descalabra en los barrios y localidades obreras como Hospitalet, Cornellà, Sant Boi o Sabadell .

Por su parte, PP y Vox ganan 179.723 sufragios respecto a Abril, lejos de recuperar los perdidos por Ciudadanos confirmando que, lejos de fortalecerse el bloque reaccionario, asistimos a una reconfiguración del voto de la derecha. Otro dato muy significativo es que el bloque reaccionario no consigue sumar más del 22% en el conjunto de ninguna de las provincias catalanas: 19’98% en Barcelona, 21’75% Tarragona, 14% Girona, 15’02% Lleida.

Los resultados del PSC y els Comuns

A pesar de que el PSC consigue repetir sus 12 escaños, pagan un precio por el apoyo a la represión de sus dirigentes: pierde 171.675 votos respecto a Abril.  Un claro castigo a una campaña españolista sin precedentes orquestada por el gobierno del PSOE a nivel estatal y su “Ahora España” que ha dejado escenas donde los dirigentes ‘socialistas’ se manifestaban de nuevo en Barcelona de la mano de la extrema derecha por la “unidad de la patria”.

Que el partido de Miquel Iceta se haya podido mantener más o menos estable responde a distintos factores. Es evidente que, como señalábamos, la dirección del PSC se ha posicionado en momento claves junto a la derecha españolista. Pero una parte sustancial de apoyo al PSC no es ni pro represión ni pro155: se trata de un voto de sectores tradicionales de la izquierda, especialmente del movimiento obrero, que se ha movilizado una vez más, para que la derecha y la extrema derecha sigan siendo una fuerza residual en Catalunya y que, aunque rechazan que existan presos políticos, desconfían del papel de la derecha catalanista del PDeCAT en el movimiento independentista, por sus recortes y su clasismo.

Esto es lo que explica que en el distrito barcelonés de Nou Barris el PSC se coloque como primera fuerza con el 28,87% de las papeletas o en localidades como El Prat o Santa Coloma reciban el 30,16% y el 35,37% de éstas. Un fenómeno que no sólo se reduce a Barcelona, sino que también se reproduce en ciudades de Tarragona como Reus o El Vendrell.

Por su parte, En Comú Podem también consigue mantener los 7 diputados de las pasadas elecciones aunque retroceden 68.932 sufragios y se colocan en la cuarta posición. Las vergonzosas declaraciones de Ada Colau criticando a Quim Torra por estar “actuando más como un activista que como el President de la Generalitat” o Alberto Garzón señalando que hay que acatar el orden constitucional y la sentencia represiva del juicio del 1-O han tenido un peso principal en este retroceso electoral. Que después del levantamiento social que hemos protagonizado millones de personas contra la represión, la justicia franquista y por una república que rompa con la miseria a la que este sistema nos condena, haya quienes sigan insistiendo en que el movimiento republicano en Catalunya está controlado por las “elites catalanas”, sólo demuestra su claudicación total ante el régimen del 78 y la legalidad burguesa.

Més País logra sólo 40.000 votos. Resulta evidente que decenas de miles de jóvenes y trabajadores que en su día votaron a Podemos –y lo auparon como primera fuerza en las elecciones generales de diciembre de 2015 y junio de 2016, así como a la alcaldía de Barcelona–  ahora, indignados con la negativa de sus dirigentes de apoyar la lucha por la república catalana y denunciar consecuentemente la represión, han depositado su papeleta a favor de ERC y la CUP como ya ocurrió en las elecciones pasadas. 

El voto independentista: el único que avanza

Con una participación 4 puntos menor respecto al 28-A, el bloque independentista (ERC, JxCat y CUP)  es el único que crece: incrementa su apoyo en 5.000 votos, consiguiendo un total de 1.642.063 sufragios.

ERC vuelve a ser el ganador de estas elecciones generales con el 22’56% de los votos y 13 escaños: es el partido más votado en las provincias de Tarragona, Lleida y Girona, y el segundo en la de Barcelona, alzándose con la victoria también en Barcelona ciudad (gana en seis de los diez distritos). Estos votos expresan el rechazo a la derecha españolista, a las amenazas de Pedro Sánchez así como la exigencia de conquistar la República catalana aplicando políticas de izquierdas. No son ningún voto a congelar la lucha por la república, buscar acuerdos con el PSOE o aplicar recortes y privatizaciones como están haciendo los dirigentes de ERC, como Pere Aragonès, junto a JxCat desde el Govern. Las consignas que se han coreado en las multitudinarias manifestaciones de este último mes, como Esquerra i JxCat la paciència s’ha acabat, han tenido un eco también en las urnas. La crítica por la izquierda a la dirección de ERC se refleja en que a pesar de su victoria, pierden 160.458 votos respecto a las anteriores generales de abril.

Esta radicalización a la izquierda se ha expresado en el voto a la CUP, que entra con 2 escaños en el Congreso, doblando sus votos tanto de las municipales (pasan de 121.247 a 244.754) así como de los 113.000 obtenidos en las generales del 28A por Front Republicà. La CUP recoge mayoritariamente el voto de la juventud, que ha sido el claro motor del levantamiento social que ha sacudido Catalunya durante semanas. Los discursos de Mireia Vehí y Albert Botran ligando la lucha del pueblo de Catalunya con la lucha contra el Régimen del 78 y por la transformación social en el conjunto del Estado español fueron recibidos con enorme simpatía por centenares de miles de personas. Ahora, tras estos resultados, los compañeros de la CUP deben materializar la voluntad del pueblo catalán con un plan ascendente de movilizaciones, con nuevas manifestaciones y huelgas generales, para derrotar la represión y conquistar la república.

Por otro lado, Junts x Catalunya ha mejorado ligeramente sus resultados respecto a las pasadas elecciones, ganando 29.700 papeletas (consiguen 527.375), siendo la tercera fuerza más votada en Catalunya y  obteniendo 8 escaños. El voto a esta formación merece una atención detallada.

Históricamente, la derecha catalanista se ha agrupado bajo las siglas de CiU y ahora en el PDeCAT.  Pero el voto a JxCat no se puede identificar por completo con esta tradición, ya que sus votos son también contra la represión y por la libertad de los presos políticos y exiliados. Hay que tener en cuenta que durante la campaña electoral hemos visto al gobierno del PSOE negándose a reunirse con Torra mientras sí que se celebró un encuentro con Pere Aragonès de ERC o a Pedro Sánchez presumiendo de controlar la Fiscalía como amenaza contra Puigdemont.  Aunque de forma demagógica  JxCat ha intentado en la práctica frenar al movimiento en las calles mandando incluso a los Mossos a reprimirlo, sus dirigentes han tratado de presentar una imagen distinta en sus declaraciones, insistiendo en la idea de continuar la lucha por la república y en que no habrá negociación con el Estado mientras existan los presos políticos. Todas estas condiciones son las que explican el incremento de votos a la lista de Laura Borràs.  Aún así, los resultados obtenidos por JxCat siguen siendo una muy buena muestra de que las masas en Catalunya recordamos muy bien qué significaron los governs de la derecha catalana y no queremos una república en manos de políticos burgueses que aplican medidas contra los trabajadores y la juventud o que reprimen duramente a los sectores más combativos del movimiento.

Gobierno de coalición entre PSOE-UP. ¡Basta de represión al pueblo de Catalunya!

El significado de los resultados electorales, y de las impresionantes manifestaciones de este último mes, no puede ser más claro. Estamos delante del movimiento de masas más grande contra el régimen monárquico capitalista del 78 de los últimos cuarenta años. Un auténtico levantamiento popular que ha protagonizado imágenes como la ocupación del Aeropuerto del Prat, las imponentes Marxes per la Llibertat, la huelga estudiantil de 72h del Sindicat d’Estudiants, una huelga general histórica el 18-O y una movilización con más de dos millones de personas abarrotando el Carrer Marina.

Las elecciones del 10-N y todos los acontecimientos del último periodo en Catalunya demuestran que la crisis revolucionaria abierta hace dos años, cuando millones de personas decidimos romper con el régimen del 78 votando por la República Catalana, no sólo sigue abierta sino que se está agudizando y las contradicciones entre las dos tendencias del movimiento  de liberación nacional a izquierda y a derecha se recrudecen.

El pacto del gobierno de coalición entre el PSOE y Unidas Podemos ha generado ciertas expectativas entre trabajadores y jóvenes, también en Catalunya, en el sentido de que éste pueda significar un cambio en la situación catalana, el fin de la represión y la criminalización. Esto, por supuesto, no significa que amplios sectores del pueblo catalán vean con ilusión o tengan esperanza en el futuro gobierno. De hecho, en el pacto no se concreta nada que suponga un cambio a mejor: respecto a Catalunya se habla de “diálogo dentro del marco de la Constitución” – y ni palabra sobre la libertad de los presos políticos. Pero tampoco hay mención alguna a  retirar todos los ataques que hemos sufrido (reforma laboral, ley mordaza…), revertir los recortes etc.

Todo esto significa que este gobierno estará sometido  a grandes presiones tanto por la derecha como por la izquierda. Los partidos independentistas jugarán un papel decisivo en la formación del nuevo ejecutivo. A pesar de que JxCat y ERC anunciaran en un primer momento el “no” a Sánchez e Iglesias, Gabriel Rufián ha solicitado más tiempo para las negociaciones y barajado la posibilidad de una abstención en la segunda vuelta que facilitaría la investidura, lo que parece el escenario más probable. Los dirigentes de JxCat y Esquerra han demostrado en muchas ocasiones su voluntad de sacar a las masas de las calles y frenar la movilización buscando una solución institucional a la situación en Catalunya. Además, especialmente ERC, no pueden permitirse pasar a la historia como el partido que obligó a unas terceras elecciones donde sería más que posible un triunfo de la derecha españolista. Tratarán de generar expectativas en el frente del parlamento y las instituciones, debilitando la movilización social. Pero las masas en Catalunya sabemos que sólo podemos hacer respetar nuestra voluntad con la lucha en la calle y la movilización masiva.

Impulsar un plan de lucha ascendente que rompa con el Régimen del 78

La burguesía, española y catalana, exigirán al nuevo gobierno que aplique ataques y medidas represivas contra el movimiento de masas que lucha por la república en Catalunya. La mejor forma de impedirlo es movilizándonos masivamente por nuestros derechos y reivindicaciones.

Hemos de sacar las lecciones de la experiencia de los últimos años. Como anunciábamos antes, la izquierda política y sindical y los movimientos sociales tenemos que levantar un plan de acción prolongado en el tiempo, con un calendario claro que genere el apoyo masivo de la población, dejando claro que luchamos por una república socialista que beneficie a los explotados y no para que continúe en el poder la oligarquía económica de siempre. Así también convenceremos a los trabajadores y jóvenes del resto del Estado, y a muchos otros de Catalunya, que esta república es también la suya.

Tenemos la fuerza para vencer. Es la hora de la lucha y la organización, y de dotar al movimiento de liberación nacional de un programa socialista e internacionalista.  ¡Únete a Esquerra Revolucionària!

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