Las elecciones municipales del 27 de mayo en Catalunya han venido marcadas principalmente por una abstención muy grande. La abstención en Catalunya ha sido del 46%, diez puntos más que la media estatal (del 36%). ¿Que refleja esta abstención? ¿Conformidad, indiferencia o crítica?
Los elementos de análisis que aportan unos resultados electorales siempre hay que valorarlos junto a otros aspectos que también influyen en la situación política, como las luchas recientes, las tradiciones de la clase obrera, la situación social de la masas,… Además unas elecciones nos aporta una visión estática de un proceso en constante cambio.
Por esa razón, las recientes elecciones municipales debemos contemplarlas en el marco de la lucha de clases en los últimos años. En el año 2000 la abstención posibilita a la derecha obtener la mayoría absoluta. Pero el PP no tuvo la legislatura que pensaba, y se enfrentó a una oleada de luchas (Huelga General, guerra, estudiantes,…) sin precedentes en muchos años. En Catalunya, CiU apareció ya claramente como el aliado del PP, aplicando en lo fundamental la misma política y sirviéndose de su apoyo en el Parlament de Catalunya. En las elecciones autonómicas de noviembre de 2003 vimos lo que posteriormente sucedió en las elecciones de marzo de 2004, la clase obrera y la juventud fue a votar para echar a la derecha del gobierno.
En los años siguientes y hasta la fecha, el gobierno del PSOE y el tripartit aplican una política continuista en los aspectos centrales a la de la derecha, con la excepción de la retirada de las tropas de Iraq fruto de la lucha o de algunas medidas democráticas.
Pero en Catalunya, desde que se forma el tripartit no existe ningún elemento claro de ruptura, no se aplica ninguna medida que pueda ser percibida por las masas como un cambio a mejor. Desde el principio la política es totalmente continuista, y así es percibido por amplias capas de trabajadores y jóvenes: más dinero a la educación privada, privatización de la sanidad, pasividad o participación activa en los cierres de empresas y despidos,… El instrumento que pretendian que fuera el aglutinador, la medida del tripartit más importante de la legislatura, el Estatut, después de meses de aburridas negociaciones y maniobras, se aprueba con una abstención récord de más de la mitad, con el tripartit roto, CiU sacando pecho y la convocatoria de elecciones anticipadas.
En las elecciones catalanas de noviembre de 2006 vemos como la abstención vuelve a ser protagonista. Las ilusiones y esperanzas depositadas en las elecciones, después de las grandes luchas contra la derecha, se transforman rápidamente en decepción. La abstención llega 51.15%, a pesar de lo cual la derecha no consigue sumar suficiente como para impedir la reedición del tripartit.
Vemos como tendencia que marca la abstención es creciente desde las elecciones de 2004, y se acentua en las dos ultimas elecciones.
Municipales 2003 en Catalunya: 38.53%
Elecciones al Parlament de Catalunya 2003: 37,46%
Elecciones generales 2004: 24,04%
Referéndum Estatut: 51,15%
Elecciones al Parlament de Catalunya 2006: 43,96%
En las recientes elecciones municipales, los datos indican claramente que a quien más ha perjudicado la abstención ha sido la izquierda. En los barrios y ciudades obreras, donde la izquierda gana con un amplio margen, la abstención es mucho más elevada que la media (del 46%). En Barcelona la abstención fue del 50,40%, votó menos de la mitad de la población, y en los distritos obreros la participación fue aún menor, como en Nou Barris. En el cinturón industrial de Barcelona la abstención también fue superior a la media: Cornellà – 49.25%, L’Hospitalet – 53.31%, Santa Coloma de Gramenet – 54.39%, Badalona – 53.92%. Y en el Vallés Occidental, Sabadell 51.98% y Terrassa – 55.71%.
Estamos hablando de cifras record de abstención. Es la máximo porcentaje de abstención en Catalunya desde la Transición, con la excepción de las elecciones europeas y el reciente referéndum del Estatut.
Los datos globales
La izquierda, contando los votos del tripartit, obtiene 1.518.024 votos.
- PSC: 924.275 votos (32.23%)
- ICV-EUiA: 258.978 (9.03%)
- ERC: 334.771 (11.67%)
Y la derecha obtiene 1.073.376 votos, medio millón de votos menos.
- CiU: 722.653 votos (25.20%)
- PP: 283.408 (9.88%)
- Ciutadans: 67.315 (2.35%)
Todos los partidos pierden votos en relación a las elecciones municipales de 2003, fruto del aumento de la abstención, pero quien más claramente lo sufre es la izquierda, que pierde 337.000 votos (PSC pierde 180.000 votos, ICV 77.000 votos y ERC 80.000) y la derecha pierde 144.000 votos (CiU 67.000 aunque aumenta en el porcentaje de voto y PP 77.000). En relación a las elecciones autonómicas del año pasado, la izquierda pierde en número de votos algo muy parecido en relación a 2003, pero lo más significativo es que CiU, que en las elecciones de noviembre de 2006 sacó 935.000 votos, en estas pierde más de 200.000 votos.
A pesar de ello, es muy indicativo que en esta situación, claramente desfavorable a la izquierda, el contante total de votos gana la izquierda frente a la derecha, y además la derecha no recupera posiciones sino que las pierde.
Estos resultados electorales no han hecho otra cosa que confirmar y apuntalar la inestabilidad que ya hay instalada en Catalunya. La polarización política extrema que se vive en el Estado español, los dirigentes del tripartit, y en parte también CiU, están pretendiendo que se quede en la Franja d’Aragó. Quieren preservar lo que se denomina l’oasi català, una manera de hacer política con seny. El problema es que la polarización tiene unas bases sociales reales tanto en el resto del Estado como en la propia Catalunya, y son el resultado de la radicalización de la derecha, de las movilizaciones históricas de los últimos años y en ultima instancia, de la polarización social entre los grandes banqueros y empresarios y la aplastante mayoría de la población, la juventud y la clase obrera.
Conmoción por los resultados en la derecha
La conmoción que estos comicios han trasladado a las ejecutivas de los diferentes partidos es pública y manifiesta. En la derecha, CiU pretendía agrupar el desgaste de cuatro años de tripartit salpicados de polémicas permanentes, y para ello han desempolvado el lenguaje y los temas más clásicos de la derecha: la inseguridad, la inmigración, postulandose como el partido del orden frente al caos del tripartit,… Incluso llegaron a plantear que Catalunya se ha convertido por culpa del departament d’Interior, regentado por Saura, en un centro de reclutamiento europeo de terroristas islamistas.
El resultado ha sido, segun dijo Trias la noche electoral, una "derrota con sabor a victoria" (?!). En realidad ha sido una derrota a secas. Han perdido de manera arrolladora Tarragona, la ultima capital de provincia que les quedaba, y en Barcelona han crecido en porcentaje y en concejales gracias a la abstención aunque pierden 8.000 votos. Durante dos décadas CiU ha tenido el monopolio del poder local y, aunque siguen teniendo más concejales que el resto de partidos, han salido muy mermados. La ciudad más importante gobernada por la derecha catalana es Sant Cugat, con 70.000 habitantes.
Ahora desesperadamente están tratando de vencer su aislamiento pactando "con quien haga falta" para gobernar, dado que para un partido burgués, el poder es un muy buen pegamento para evitar fracturas y crisis. El dirigente de Unió, Duran Lleida, ha insistido públicamente en que quieren entrar en el gobierno central (ya sea con Zapatero… o con el PP si hace falta, olvidando la firma ante notario de Artur Mas meses atrás). Y aunque quieren preservar las apariencias de normalidad, vuelve a asomar por encima de las cabezas de sus dirigentes el espectro de la descomposición y las crisis internas en CiU.
El PP ha perdido una cuarta parte de los votos que obtuvieron hace cuatro años. La campaña del miedo, en la que han agitado un lenguaje racista y xenófobo, como en el video en Badalona, ha tenido escasos resultados. Es cierto que en algunas, pocas, ciudades del cinturón industrial barcelonés han aumentado en porcentaje, en especial en los barrios más degradados y con mayor marginalidad. Pero este dato es engañoso, porque se da con una alta abstención, en realidad han aumentado una miseria o han descendido en número de votos. En el caso de Badalona, el PP pasa del 17.52% en 2003 al 22%, pero en realidad aumenta en menos de mil votos, de 15.637 a 16.304, mientras el PSC pierde 14.000 (de 35.000 en 2003 a 21.000 votos).
La política de inmigración de la socialdemocracia, que trata de atajar los conflictos de carácter racista y los problemas de convivencia en los barrios más degradados (que en algunos casos tienen altos índices de inmigración) con lecciones de moralidad y ética, no consiguen más que beneficiar la demagogia racista de la derecha, a la que sólo se la puede combatir con una política genuinamente de izquierdas. Aun no siendo así, el PP cuenta con un techo bastante bajo en Catalunya, y más en los barrios obreros, acentuado por su campaña españolista y su ofensiva permanente contra las nacionalidades históricas.
El fin del ascenso permanente de ERC
En ERC, la conmoción es donde ha adquirido mayores proporciones. Sus dirigentes creían que crecerían indefinidamente, pero no ha sido así. Han perdido 80.000 votos. En Barcelona ciudad eran la cuarta fuerza en votos y querian pasar a ser la tercera. Se han quedado en el quinto puesto, el último, perdiendo 43.000 votos. En el cinturón industrial también han perdido concejales en Cornellà o Badalona y han desaparecido de L’Hospitalet. A ciertos dirigentes les ha cogido vértigo ante esta situación, a pesar de haber obtenido más concejales, fundamentalmente en el interior de Catalunya, en parte a costa de CiU.
El ascenso en las elecciones de 2003 - 2004, y en especial en las generales de 2004 cuando obtienen su máximo histórico (640.000 votos), tuvo mucho que ver con las movilizaciones contra la derecha. Los dirigentes de ERC no jugaron ningún papel activo relevante en impulsar la movilización contra la derecha, más allá del que jugaron otros dirigentes del PSOE-PSC o IU-ICV. Sin embargo, en aquel contexto aparecieron ante miles de jóvenes como una opción electoral más a la izquierda que el PSOE-PSC, algo que era alimentado por la ofensiva del PP contra la izquierda, las nacionalidades oprimidas y en concreto contra los radicales de ERC. Pero ahora, después de varios años en el gobierno, han pagado su política de conciliación de clases y de claudicación a los intereses de la derecha y la patronal catalana, tanto en la vertiente social como en la nacional.
Es muy sintomático el crecimiento de las CUP (Candidatura d’Unitat Popular), del entorno independentista catalán de izquierdas, que han pasado de 5.000 a 18.000 votos, obteniendo en varias localidades un total de 32 concejales. En todos los municipios donde las CUP obtienen concejales, ERC baja significativamente, quedando por encima de ésta en ciudades como Berga o Vilafranca del Penedés, y quedando a las puertas de obtener un concejal en Girona ciudad.
ERC recogió en su momento álgido tanto de CiU en la Catalunya interior, como un voto a la izquierda del PSC (y también de ICV), pero esto no podía continuar indefinidamente, como hemos visto en estas elecciones. Es curioso que quien más ha destacado "los buenos resultados en aumento de concejales de ERC" son los dirigentes del PSC, temerosos de que ahora afloren tensiones internas entorno a la política de alianzas que puedan romper el tripartit. De hecho el alcalde de Puigcerdà y ex conseller Joan Carretero, ha montado una fracción interna que abiertamente plantea la necesidad de cubrir la frontera sobiranista, planteando que ERC se reoriente en ese sentido dando la presidencia de la Generalitat a CiU. Y no es el único que lo piensa en las altas esferas de ERC.
La izquieda gana pero perdiendo votos
El PSC, aunque recupera o aumenta varias mayorías absolutas en ciudades obreras como Cornellà, Santa Coloma o L’Hospitalet, y de quitar la alcaldía de Tarragona a CiU, tampoco se puede decir que hayan salido muy bien parados. Respecto a las elecciones catalanas de 2006, el PSC recupera 130.000 votos, una parte de los cuales fueron entonces a ERC e ICV-EUiA. Pero respecto a las elecciones municipales de 2003 pierden 180.000 votos y respecto a las elecciones generales de 2004 (con una alta participación) la friolera de 660.000 votos menos.
En el caso de los dirigentes de ICV-EUiA los resultados electorales, según sus propias palabras "les han sorprendido porque sus análisis iban en otro sentido". Los dirigentes de ICV-EUiA culpan sorpresivamente del retroceso a Clos. Sin duda, el retroceso experimentado, aunque lo nieguen, está directamente relacionado con su participación en el tripartit y en los gobiernos municipales sin diferenciarse en nada del PSC, y además con los recientes casos de represión y abusos policiales que en algunos casos (como el del kubotan) han sido avalados y defendidos por el propio Joan Saura. Igual que en ERC, el voto a la izquierda del PSC que recogieron en otros comicios, les ha abandonado.
Conclusión
La situación de polarización izquierda – derecha del Estado espanyol no es ajena a Catalunya. El Partido Popular, con su ofensiva ultrarreaccionaria está acumulando un descontento y una rabia entre la clase obrera y la juventud que, aunque no se haya puesto de manifiesto claramente en estas elecciones en un voto a la izquierda, por la propia política indecisa de sus dirigentes, existe y se acentua. También CiU entiende esto, y no quiere que el PP le coma el terreno.
La elevada abstención, concentrada en la clase obrera y la juventud, la misma que en la calle echó al PP y a CiU del gobierno, marca una tendencia creciente desde hace ya varias elecciones. Los cambios en la Generalitat y en La Moncloa no han significado ningún cambio fundamental en las condiciones de vida de la clase obrera. El tema de la vivienda es muy indicativo de la incapacidad de la socialdemocracia de resolver los problemas fundamentales de las masas, y como consecuencia de ello, de ilusionar a su base social.
Lo mismo sucede en cuanto a la situación en el mundo laboral. La sangría de cierres de empresas y despidos es constante en Catalunya. Los más recientes son los 1.600 nuevos despidos en SEAT (con el acuerdo de los dirigentes de CCOO, UGT y CGT, pero al fin y al cabo, destrucción de empleo), los despidos en Nissan (en forma de no renovación de 800 trabajadores temporales que en teoría la empresa estaba obligada a hacer fijos), y el cierre de GDX Automotive, otro proveedor de SEAT, igual que SAS Abrera. Pero no sólo en el sector de la automoción, como vemos con los despidos en Inoxcrom y el cierre de empresas de otros sectores. Esta destrucción de empleo está siendo amortiguada en las cifras globales por el empleo basura y precario, pero esto no puede durar indefinidamente. Aquí la cuestión nacional, la defensa de los derechos democráticos nacionales y el rechazo al españolismo rancio de la derecha, las cuestiones políticas estatales e internacionales, la falta de perspectivas de futuro de la juventud y la situación general de descontento de la clase obrera, están preparando el terreno para nuevos y grandes acontecimientos en la lucha de clases. Sobre estas perspectivas los jóvenes y trabajadores debemos prepararnos con las ideas del marxismo revolucionario y el programa de la revolución socialista.