Según esa conocida definición de Winston Churchill de que la democracia es que si llaman de madrugada a la puerta sólo puede ser el lechero, Catalunya no lo es. O, al menos, esto puede pensar el vecino de Mataró cuya casa fue asaltada de madrugada por los Mossos d'Esquadra a mediados de enero. Para empezar, porque no llamaron a la puerta, sino que la derribaron. Y después de derribársela y de que cuatro sujetos encapuchados irrumpiesen en su habitación, lo encañonasen con sus armas, le dieran un fuerte golpe en la cabeza y lo arrastraran fuera de la vivienda, cuando los policías se dieron cuenta del error le dijeron que lo acontecido era "una experiencia más, como hacer rafting o puenting". Pues menos mal que no le rompieron las costillas o le metieron un tiro preventivo, que también hubiese sido otra experiencia. Con unas fuerzas del "orden" así, no es de extrañar que Catalunya encabece la lista de denuncias por malos tratos policiales. Lo que ya es un poco más extraño es que el conseller del ramo en la Generalitat sea Joan Saura, dirigente de Iniciativa per Catalunya, que todavía se preguntará por qué perdieron el 22% de los votos y un diputado.

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