Este curso ya hemos empezado a sufrir las consecuencias de la Llei d'Educació de Catalunya (LEC), aprobada por el tripartit y CiU, a pesar del rechazo masivo de profesores y estudiantes. La LEC supone la privatización de la educación pública, nuevos recortes a nuestros derechos democráticos, institutos públicos-gueto (ver El Militante nº 232, ‘Nuevos ataques contra la educación pública en Catalunya'). Pero ¿por qué hemos llegado a esta situación?
Este curso ya hemos empezado a sufrir las consecuencias de la Llei d'Educació de Catalunya (LEC), aprobada por el tripartit y CiU, a pesar del rechazo masivo de profesores y estudiantes. La LEC supone la privatización de la educación pública, nuevos recortes a nuestros derechos democráticos, institutos públicos-gueto (ver El Militante nº 232, ‘Nuevos ataques contra la educación pública en Catalunya'). Pero ¿por qué hemos llegado a esta situación?

¿Por qué se aprobó la LEC?

El 14 de febrero de 2008 fue una fecha enormemente exitosa. Las aulas se vaciaron y las calles se llenaron. Estudiantes, profesores y maestros, al unísono demostraron que estaban dispuestos a luchar hasta el final en defensa de la educación pública. ¿Qué sucedió después? Confiando en que el conceller de educación, Maragall, se sentaría a negociar con ellos tras el éxito de la movilización, los dirigentes de CCOO y UGT no quisieron convocar una nueva movilización. USTEC, sindicato mayoritario, temiendo romper la unidad sindical, tampoco lo hizo. Tuvieron que pasar nueve meses para que, ante la evidente desfachatez de Maragall, USTEC, ASPEC y CGT convocaran junto al Sindicat d'Estudiants la movilización del 13 de noviembre. El éxito de esta movilización, aunque no fue convocada por todos los sindicatos, fue muy importante y explica la convocatoria posterior del 19 de marzo de 2009, que se saldó con otro enorme éxito.
¿Pero qué pasó después del 19 de marzo? Nuevamente, no se volvió a convocar otra movilización prácticamente hasta el verano, cuando al Parlament sólo le restaba votar. Por supuesto, estas últimas concentraciones fueron muy limitadas precisamente porque toda una capa de profesores y maestros comprendían que después del 19 de marzo si se quería tumbar la ley, la movilización tenía inevitablemente, que endurecerse y extenderse.
Durante todo el conflicto, el Departament d'Educació ha mantenido una actitud de desprecio hacia las opiniones de la comunidad educativa, especialmente hacia los profesores y estudiantes que salimos a la calle. Cuando el Departament ha abierto procesos de negociación en este conflicto, en realidad se han tratado de maniobras con las que ganar tiempo y enfriar la lucha. Lamentablemente, los dirigentes sindicales del profesorado han caído en la trampa en varias ocasiones, dando un balón de oxígeno al conseller Maragall en la negociación, en lugar de continuar la lucha intensificando y extendiendo la respuesta mediante un plan de lucha serio y contundente.

La lucha puede y debe continuar

Durante este año 2010 se ha comenzado a aplicar la LEC, concretándose y desarrollándose sus aspectos más reaccionarios. La indignación en la comunidad educativa está creciendo. Como prueba, CCOO, UGT y USTEC llegaron a discutir la posibilidad de convocar dos días de huelga para trimestre. Para desactivar este nuevo conflicto el Departament se ofreció a abrir una nueva mesa de negociación. Y todo ello sin contar con la opinión de la comunidad educativa. Tienen que ser los maestros, profesores y estudiantes los que participen a través de asambleas en las decisiones de cómo llevar la lucha, con qué objetivos y con qué plan de lucha.
Los dirigentes sindicales tienen que rectificar. Deberían organizar un plan de lucha que suponga un paso adelante respecto a las movilizaciones anteriores. Empezando por vincular la lucha contra la LEC a la lucha en defensa de la enseñanza pública en el resto del Estado (en Valencia, en Madrid, en Galicia recientemente ha habido movilizaciones importantes de la comunidad educativa), ahora que arrecian los ataques y el gobierno del PSOE plantea un pacto educativo que sólo significará ceder ante las presiones de la derecha, la patronal de la privada-concertada y la jerarquía de la iglesia católica.

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