¡La lucha es el camino!

La huelga general del 30 de enero en Hego Euskal Herria (País Vasco y Navarra) ha sido rotunda. Pese al boicot informativo y la campaña feroz de mentiras y manipulación de la clase dominante –tanto en Euskal Herria como en el resto del Estado– la realidad ha sido irrebatible: más de 145.000 personas llenaron las calles en las manifestaciones de la mañana, llegando casi a duplicar las cifras de anteriores huelgas generales convocadas por la mayoría sindical vasca: 73.000 en 2009 y 85.000 en 2013. Pensionistas, jóvenes y trabajadores unían sus fuerzas en una sola mostrando la enorme fuerza y disposición de la clase trabajadora a pasar a la ofensiva frente a la precariedad, los recortes y la represión.

Más de 1.500 empresas se sumaron a la huelga. Los trabajadores de la gran industria pararon prácticamente toda Gipuzkoa y el noreste de Navarra, amplias comarcas de Bizkaia y de Araba. Los puertos de Pasajes y Santurtzi funcionaron con una actividad mínima y el trasporte, como amplios sectores de servicios –tanto en el sector público como los privatizados por la administración vasca– lograron funcionar de forma parcial únicamente por la imposición de unos servicios mínimos totalmente abusivos. Los centros de estudio y las universidades pararon prácticamente en su totalidad. Por poner un ejemplo, el Gobierno vasco cifró el seguimiento en la educación en un 48%, alegando que debido a un fallo informático solo pudo contabilizar el 48% de los centros.

Incluso los trabajadores de los principales medios de comunicación usados por el PNV para desacreditar la huelga también secundaron el paro. La EITB emitió solo informativos y programas grabados tanto en televisión como en la radio, y el Deia (periódico controlado por el partido jeltzale) no salió. Como tampoco vieron la luz ese día Gara ni Berria.

Sin duda, los 6 años y medio desde la última huelga general convocada por la mayoría sindical vasca no han pasado en balde. En los últimos años Euskal Herria ha sido escenario de un gran auge de luchas, huelgas y conflictos laborales contra la precariedad y los ataques de la patronal y el Gobierno vasco. Esto ha sido una pieza clave para empujar a los dirigentes de la mayoría sindical vasca a adoptar una posición de abierta confrontación con el PNV –especialmente destacada en el caso de ELA– que ha quedado de manifiesto en esta huelga general y marca un punto de inflexión.

La idea de unificar las luchas con una huelga general ha despertado un enorme entusiasmo. Desde el mes de diciembre se han creado más de 170 comités de huelga en ciudades, barrios y pueblos en las cuatro provincias vascas. El impulso de luchas obreras como la del Metal, del movimiento de los pensionistas, por los derechos de las mujeres o de la juventud contra el cambio climático –que han sido referencia a nivel estatal– y su participación en los comités ha sido clave.

¿Una huelga contra el Gobierno de coalición PSOE-Unidas Podemos? ¡Basta ya de manipulación!

Uno de los argumentos más usados contra la huelga, ha sido que se dirigía contra un Gobierno de izquierdas y que en la práctica beneficiaba a la derecha. Pero esto es totalmente falso. Esta huelga se dirigía muy directamente a la derecha vasca del PNV y a sus políticas de privatizaciones y de recortes, planteaba acabar con todos los ataques y contrarreformas impuestas por los Gobiernos de Rajoy y también de Zapatero y ponía sobre la mesa las reivindicaciones que hemos defendido en las calles durante años.

De hecho, han sido estas movilizaciones las que han hecho posible echar a la derecha del Gobierno central. Las lecciones de esta experiencia son muy claras y demuestran que la única forma de aislar y frenar a la derecha es hacer realidad nuestras reivindicaciones y continuar la lucha en las calles para combatir las amenazas que ya ha puesto encima de la mesa el Ibex 35, las patronales y la clase dominante europea. En este sentido, la oposición a esta huelga de las cúpulas sindicales de CCOO y UGT y de Elkarrekin Podemos, separándose de su base social, es un tremendo error que divide y debilita la fuerza de la izquierda ante la ofensiva de la derecha.

El PNV es el partido de la patronal vasca. ¡Tenemos fuerza para echarles!

El nerviosismo mostrado por el PNV y la patronal ha sido la mejor prueba del éxito de la movilización. El lehendakari Urkullu arremetía en los días previos contra los sindicatos y utilizaba el apoyo de Elkarrekin Podemos a sus presupuestos para decir que la huelga estaba promovida por una minoría en el parlamento vasco. Su nerviosismo se convertía en desesperación el mismo 30 de enero cuando las imágenes de calles desbordadas por las manifestaciones dejaban en absoluto ridículo sus declaraciones calificando la huelga de “fracaso absoluto”.

Los dirigentes del PNV son muy conscientes del peligro que supone el auge de la movilización en las calles de Euskal Herria, que se dirige contra sus políticas capitalistas y rompe de raíz la falsa imagen que han vendido del “oasis vasco”. Han intentado por todos los medios sostenerse en el Gobierno y ampliar su base electoral, atrayendo a la izquierda a colaborar y negociar en las instituciones, apareciendo como garantes de la paz social.

Esta huelga general rompe de raíz esa estrategia. La propia lucha en las calles y la polarización social está retratando con claridad que el PNV es el partido de la patronal vasca que exige mantener la reforma laboral, reconversiones industriales y más privatizaciones y recortes. La izquierda abertzale y EH Bildu tienen la oportunidad de echarlos definitivamente del Gobierno, a través de una oposición frontal desde la izquierda basándose en la movilización, como se ha demostrado.

Continuar con la lucha hasta vencer

Esta huelga general ha sido un gran paso adelante, pero para lograr nuestras reivindicaciones es imprescindible darle continuidad. Así reclamaban los pensionistas, estudiantes y jóvenes en sus comunicados y los secretarios generales de ELA y LAB dieron un plazo de dos meses para cumplir las reivindicaciones a las administraciones de Urkullu y Chivite, y advirtieron de que si seguían en la misma senda marcada por la patronal tendrían “una primavera roja”.

Esta es una cuestión fundamental que hemos defendido desde Ezker Iraultzailea. Los más de 170 comités de huelga deben continuar en marcha y extenderse aún más, como herramientas para unificar y fortalecer el movimiento y decidir democráticamente un plan de lucha ascendente, con la convocatoria de más huelgas generales. El éxito de esta huelga, venciendo las amenazas y la manipulación, demuestra el tremendo avance en la conciencia de amplios sectores de la clase trabajadora y de la juventud. No se trata solo de Euskal Herria, sino que también ofrece un termómetro para el resto del Estado, donde los movimientos de pensionistas, feministas y contra el cambio climático han sido masivos y reflejan esa misma fuerza. ¡Este es el camino a seguir para transformar la sociedad!

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