Se abre un año de citas electorales y se plantean importantes preguntas. ¿Repetirá el Gobierno de coalición, o el bloque PP y Vox sumará mayoría absoluta? ¿Cómo desalojar al PNV, el partido de la patronal, las privatizaciones y la corrupción, de numerosos Ayuntamientos? ¿Qué políticas municipales debe defender en los hechos una izquierda combativa y consecuente?
Los marxistas revolucionarios no vemos con indiferencia las elecciones. Igual que entienden sectores decisivos de la clase trabajadora, sabemos de las consecuencias de un resultado u otro. Pero nunca hacemos un fetiche del parlamentarismo. En la sociedad capitalista, las elecciones siempre están trucadas por quienes controlan el poder económico y mediático, por una oligarquía financiera que dispone de los medios, y vaya medios, para imponer sus intereses al Gobierno de turno. Es decir, nuestra posición electoral en las actuales circunstancias no aboga por el abstencionismo ni por el boicot, pero tampoco caemos en la trampa de ese cretinismo parlamentario que intenta convencernos de que la soberanía popular reside en la Cortes y que los Gobiernos actúan de manera independiente de la agenda y exigencias de los grandes monopolios, bancos y de un aparato del Estado colmado de reaccionarios.
EH Bildu ante las elecciones. Balance de un periodo.
En este contexto, Arnaldo Otegi está multiplicando sus declaraciones presentando a EH Bildu como alternativa al “modelo conservador y agotado” del PNV. Sin embargo, al tiempo que señala esto, insiste “que sería saludable ampliar el abanico de acuerdos”, resaltando su disposición a “conformar gobiernos con la izquierda parlamentaria o con el PNV”. La contradicción es evidente.
Esta política de colaboración de clases con el partido de la burguesía vasca ha implicado apoyar los últimos presupuestos de la CAV, que mantienen las privatizaciones y la degradación de los servicios públicos, o a la nueva Ley Educativa Vasca, que supone un salto en el proceso de privatización de la escuela pública vasca y contra la que se ha levantado la comunidad educativa.
Por otro lado, la mejor estrategia para contrarrestar ahora al PNV, habría sido desplegar una política municipal ambiciosa, basada en la movilización militante de vecinos y vecinas, que confrontará con la patronal, acabando con las privatizaciones, y que demostrara en los hechos que es posible aplicar un programa de izquierdas consecuente. Sin embargo, tras cuatro años, los resultados en este sentido son escasos.
Y lo mismo ocurre respecto al Gobierno central en Madrid. Estamos de acuerdo con Otegui cuando señala que EH Bildu no puede permitir un gobierno de la reacción encabezado por el PP. Pero una vez dicho esto, la cuestión es qué políticas defender y sobretodo cómo hacerlo.
El argumentario de los dirigentes de EH Bildu se asemeja cada vez más de los ministros de UP que, aunque critican de palabra a su socio de Gobierno, al PSOE, garantía de gobernabilidad para el gran capital, al final acaban asumiendo en lo fundamental sus políticas capitalistas. Así lo ha hecho EH Bildu votando los Presupuestos Generales del Estado, o en el vergonzoso aplauso a Zelenski, dando cobertura a la estrategia otanista de Pedro Sánchez.
Pero el mejor ejemplo del fracaso de estas políticas, que justifica a capa y espada la dirección de EH Bildu, es el crecimiento obsceno de los beneficios empresariales mientras la desigualdad y la pobreza se extienden como una epidemia. Solo hay que repasar los datos record de beneficios de las grandes empresas del Ibex35 en 2022 para saber quién ha ganado, ¡y mucho!, en todos estos años.
Y lo mismo podemos decir respecto a la cuestión nacional y los derechos democráticos. No solo no existen avances al respecto, sino que la ofensiva autoritaria del aparato del Estado se está profundizando. La ejemplar luchar del pueblo de Catalunya, que puso contra las cuerdas al régimen del 78, ha quedado por ahora paralizada fruto de la estrategia de los dirigentes independentistas de ERC y Junts. Incluso en la cuestión de los presos, a pesar del acercamiento de muchos de ellos, vemos como se siguen negando sus derechos más básicos (permisos, excarcelaciones, etc…). Abandonada la lucha de masas, estas son las consecuencias.
Gobernar para el sistema o luchar contra él
Ante esta situación, sectores de la clase trabajadora, y especialmente de la juventud, se preguntan lógicamente: si los monopolios y el capital financiero imponen a toda costa su agenda, incluso a través de Gobiernos de izquierdas, ¿cómo hacemos para acabar con su poder? ¿Cuál es el programa y la estrategia para conquistar la liberación nacional y social? ¿Existe alternativa?
Por supuesto que sí. Pero esa alternativa debe levantarse desde abajo, a través de la lucha en las calles, de la movilización de masas y la acción directa, y levantando un programa genuinamente socialista que ponga en cuestión la propiedad capitalista de los grandes monopolios y la banca, exigiendo su expropiación.
Las posiciones institucionales de los partidos que se reivindican parte de una izquierda de clase y combativa, como EH Bildu, deben estar al servicio de esta estrategia. ¿De qué sirve estar en un Gobierno o enfangarse en negociaciones y argucias parlamentarias, si se abandona la lucha de masas, única garantía para contrarrestar las enormes presiones del gran capital?
Desgraciadamente, la dirección de EH Bildu y Sortu van en la dirección opuesta, impulsando, como señalaron en su último congreso, “una política posibilitista, pragmática e incluso conservadora”. Y al mismo tiempo, cuando son criticados, como ha ocurrido con GKS, lanzan una ofensiva burocrática calumniando e intentando expulsar de los espacios de lucha a todos los que discrepamos y luchamos por el socialismo. ¿A qué tienen miedo? ¿Si sus políticas son acertadas, por qué se recurre a estos métodos?
Sin embargo, las y los revolucionarios tenemos que entender que todas estas organizaciones, ya sea UP y EH Bildu, o los sindicatos de clase como ELA y LAB, están atravesadas de profundas contradicciones. Así lo explicaron Marx o Lenin, que tuvieron que enfrentarse a los reformistas y socialdemócratas de su época, pero que siempre entendieron que una tarea central que tenían por delante era ganar el oído de las grandes masas de la clase trabajadora y la juventud.
Nuestra tarea en esta batalla es llegar a esos amplios sectores que militan, participan o votan a Sortu o a EH Bildu, planteando una crítica contundente, coherente y compañera, sin sectarismos, levantando un programa socialista e internacionalista, y planteando qué sirve y que no sirve para combatir a nuestros enemigos irreconciliables de clase, el fascismo, la derecha y la reacción, la patronal y el PNV.
Desde Ezker Iraultzailea nos hemos opuesto con contundencia a los ataques burocráticos orquestados contra GKS, hemos actuado en unidad de acción contra los mismos, y hemos apoyado las movilizaciones impulsadas por GKS, como el próximo 30 de marzo, contra la ofensiva capitalista.
Coincidimos en que el problema es el capitalismo, que es irreformable, y que la lucha tiene que ser por el socialismo. Pero no basta con proclamarlo, necesitamos una táctica que nos ligue a las amplias masas, como siempre señaló Lenin, en las calles, en los sindicatos y en los movimientos sociales, en las organizaciones de la clase obrera, e incluso en la lucha electoral. La batalla por la dirección del movimiento será decisiva, y los marxistas revolucionarios estamos preparados para darla.