mani_ia_1011La lucha de masas es el único camino para lograr el derecho de autodeterminación y el socialismo

Apenas unos días después de celebrarse la Conferencia Internacional por la paz en San Sebastián, ETA ha anunciado el “cese definitivo de su actividad armada poniendo en manos de la sociedad vasca la consecución de un escenario de paz y libertad”. ETA afirma en su comunicado  que “el camino tampoco será fácil. Ante la imposición que aún perdura, cada paso, cada logro, será fruto del esfuerzo y de la lucha de la ciudadanía vasca (…) A lo largo de estos años Euskal Herria ha acumulado la experiencia y fuerza necesaria para afrontar este camino y tiene también la determinación para hacerlo”.

 

Este anuncio representa una gran victoria para la clase trabajadora y la juventud. Como la experiencia ha demostrado, el combate por los derechos democráticos nacionales de Euskal Herria, incluido el derecho a  la autodeterminación,y  en defensa de las condiciones de vida de la mayoría de la población vasca sólo puede culminar con éxito si se apoya en la lucha de masas y en la defensa de un programa socialista consecuente.

Lucha de masas

La decisión de la izquierda abertzale de apostar por la lucha política y rechazar los métodos estériles de las acciones armadas ha sido clave en este proceso. Una decisión que surge en un escenario de grandes movilizaciones, huelgas generales y participación activa de los trabajadores y la juventud en la defensa de sus derechos. La constatación de que los métodos de ETA sólo servían para aumentar la capacidad represiva del aparato del Estado, para que la derecha y la dirección del PSOE justificasen la aprobación de una legislación antidemocrática, como la Ley de Partidos, para favorecer la penetración de las ideas del nacionalismo españolista entre amplias capas de la población fuera de Euskal Herria, han provocado una reacción enérgica entre la base militante de la izquierda abertzale y del conjunto de la clase obrera del resto del Estado.

Las movilizaciones de masas llevadas a cabo los últimos quince años en todo el Estado para exigirle a ETA que parase, para mostrarle el camino como se gritaba en las manifestaciones: “ETA escucha así es como se lucha”   y finalmente para demostrar en la práctica que la lucha colectiva es la alternativa, ha tenido éxito. En este éxito han colaborado las distintas revoluciones llevadas a cabo en América Latina, en Venezuela, Bolivia, Ecuador y un largo etc., la revolución árabe en Túnez, Egipto, Libia y como no, las grandes movilizaciones en Europa, en Grecia, Francia y también en el Estado español, donde por supuesto han destacado de manera relevante las movilizaciones de masas en Euskal Herria. Es necesario recordar que la clase obrera y la juventud vasca se han situado a la vanguardia de este proceso, protagonizando las grandes huelgas  generales del 21 de mayo del 2009,  del 29 de junio de 2010 y del 27 de enero de 2011, además de la multitud de manifestaciones masivas llevadas a cabo por la propia izquierda abertzale en solidaridad con los derechos de los presos políticos vascos, gravemente vulnerados, de las detenciones masivas e ilegalizaciones y del recorte dramático de derechos democráticos fundamentales con la excusa de la lucha contra ETA. Movilizaciones que tuvieron también un jalón importante con la legalización de Bildu, y que se plasmaron en el gran éxito electoral de la izquierda abertzale en las elecciones municipales del 22 de mayo pasado.  Sí, la lucha de masas es el camino y sí, la clase trabajadora y sólo la clase trabajadora tiene la fuerza necesaria y la determinación para resolver la cuestión nacional y alcanzar el socialismo.

El papel de la represión y las acciones armadas

Los distintos gobiernos que se han sucedido desde la caída de la dictadura franquista utilizaron la represión como única forma de afrontar el problema nacional vasco. Primero fue la guerra sucia y las acciones del terrorismo de Estado con los GAL, que probó lo lejos que habían llegado sectores de la dirección del PSOE en su colaboración con los elementos más reaccionarios del aparato estatal. Posteriormente, las decisiones del PP, aprobando el endurecimiento de la legislación penal y la dispersión de los presos, y justificando todo tipo de medidas antidemocráticas al amparo de la supuesta lucha antiterrorista. Esta dinámica provocó que, en un momento determinado, millones de personas pudieran ver que la política del Partido Popular lejos de ser parte de la solución ha sido y es parte del problema.

Igualmente quedó claro que los atentados de ETA para lo único que servían era para debilitar la lucha por los derechos democráticos de Euskal Herría y dar excusa para el fortalecimiento del aparato del Estado y la progresiva merma de derechos democráticos fundamentales. Las agresiones constantes a la libertad de expresión, que se concretaron en el cierre del diario Egin y Egunkaria, los ataques a la libertad de manifestación, al derecho de asociación política, que culminaron en la aprobación de la nefasta Ley de Partidos, son ejemplos relevantes.

Tras el tiro en la cabeza a Miguel Angel Blanco y el secuestro de Ortega Lara seguido posteriormente del asesinato de Ernest Lluch son las masas las que toman las calles masivamente y se produce un hecho hasta entonces insólito: en la manifestación que se celebró en Barcelona se increpó a los miembros del gobierno de Aznar. Dichas manifestaciones que exigían a ETA que parase y que tuvieron en Euskal Herria tanta fuerza como en el resto del Estado mostraban a ETA cuál era el camino: “ETA escucha, así es como se lucha”. Una idea que se reforzó cuando el PP trato de manipular obscenamente los atentados cometidos por Al Qaeda en marzo de 2004 en Madrid, acusando a ETA de su autoría. Su obsesión por defender los símbolos del españolismo en beneficio de sus propios intereses, por esconder su nefasta política en la lucha contra el “terrorismo”, se volvió en su contrario: la reacción de la mayoría de la población trabajadora ante ese hecho fue tajante, y aceleró la derrota de la derecha en las urnas.

La demagogia y el cinismo del Partido Popular.

La derecha no ha podido ocultar su desesperación y rabia ante el anuncio realizado por ETA y la nueva estrategia adoptada por la izquierda abertzale. Sus declaraciones de que todo era un teatro, de que los anteriores anuncios de alto el fuego permanente de ETA no eran más que una versión de lo ellos denominaron “tregua trampa” y su defensa a ultranza de las ilegalizaciones, el encarcelamiento de Otegi y otros dirigentes que han promovido este proceso, tenían como objetivo obstaculizar el anuncio llevado a cabo por ETA o ayudar a que se produjese una escisión en su seno que les permitiese seguir alimentando la dinámica represiva. Otros factores, como la defensa del lucrativo negocio en seguridad privada a partir de la lucha contra ETA también pesaba en sus posturas. Todo ello envuelto en una cínica y calculada demagogia en defensa de las víctimas de ETA, obviando lógicamente a todos los muertos y asesinados por el terrorismo de Estado y a los cientos de miles de vascos a los que se les han negado sus derechos políticos y ciudadanos en estos años.

El PP defiende un sistema económico, el capitalismo que es horror sin fin, ¿Qué tipo de arrepentimiento han hecho ellos y qué reparación han proporcionado a los cientos de miles de víctimas del franquismo, un sistema dictatorial y terrorista que jamás han condenado? Pero además bajo su sistema económico sufrimos la violencia del paro, los accidentes laborales que siegan la vida o provocan graves mutilaciones a miles de trabajadores todos los meses del año, su apoyo a la masacre en Irak, Afganistán, a la intervención imperialista en Libia y un largo etc. Los marxistas siempre hemos condenado los métodos de ETA pero jamás por razones morales que sonaban en boca de la derecha a cinismo e hipocresía. Siempre hemos defendido que es la burguesía española en general y tras el franquismo, el aparato del Estado sin depurar y el PP en particular, los principales responsables de todo lo que ha ocurrido. El seguidismo de los dirigentes socialdemócratas respecto a la derecha frente al problema nacional de Euskal Herria y en otros muchos terrenos, ha empeorado la situación durante más de cuarenta años.

La actitud de la burguesía vasca

Como hemos explicado desde la Corriente Marxista El Militante en numerosas ocasiones, la represión de los derechos democráticos nacionales de Euskal Herria, y del resto de las nacionalidades históricas, ha sido santo y seña en la acción política de la burguesía española a lo largo de la historia. Basándose en los principios más reaccionarios, agitando la amenaza del "separatismo" y la "unidad sagrada de la patria", la clase dominante española y su aparato del Estado han negado sistemáticamente los más elementales derechos democráticos de una parte considerable de la población de estas nacionalidades -desde el uso y enseñanza de la lengua materna hasta el derecho a la autodeterminación.

Frente a la burguesía española, la trayectoria de la burguesía vasca o catalana no es mucho mejor. Los burgueses vascos y catalanes siempre han rivalizado con sus homólogos españoles por aumentar su cuota de explotación respecto a los trabajadores de sus respectivas nacionalidades. Su nacionalismo ha estado siempre cargado de un cálculo cínico y egoísta en beneficio de sus intereses colectivos como clase. En su exigencia de más transferencias, competencias fiscales, en materia de orden laboral, de vivienda, en lo referido a la sanidad o la educación, la burguesía vasca jamás ha defendido a los trabajadores vascos ni a sus familias. Utilizando de forma demagógica la opresión nacional y los sentimientos de una buena parte de la población vasca, nunca han tenido el menor reparo a la hora de hacer buenos negocios con la oligarquía española y, por supuesto, de aplicar con vehemencia todas las leyes represivas contra los derechos democráticos, recurriendo a la fuerza de su aparato policial.

El PSOE-PSE frente a la cuestión nacional

zp_patxiDespués del triunfo electoral de 2004, la dirección del PSOE encabezada por Rodríguez Zapatero, vio la posibilidad de reforzar su apoyo abriendo negociaciones que condujeran a una salida política para la cuestión nacional vasca. Tuvieron en sus manos una ocasión de oro para ofrecer una alternativa de izquierdas que ayudase a resolver el problema pero para ello, como ha dicho su presidente en Euskadi Jesús Eguiguren, era necesario tener el valor político de enfrentarse al Partido Popular, algo que no han hecho.

Después de negarse a asistir a la Conferencia Internacional de Paz, como le pedía Eguiguren, y marcharse a Nueva York donde le pilló el histórico anuncio de ETA, Patxi López pretende haber vuelto con intenciones de pintar algo en todo esto. Pero la única forma de lograrlo sería un giro completo en su política, empezando por impulsar la eliminación de los recortes democráticos aplicados por el Estado: acercamiento inmediato de los presos políticos vascos a las cárceles de Euskal Herria; liberación de todos los presos gravemente enfermos o que ya han cumplido su condena; eliminación de la Ley Parot que instaura de hecho la cadena perpetua; derogación de la Ley de Partidos y legalización inmediata de Sortu; eliminación de todas las leyes que han recortado la libertad de expresión, asociación y manifestación y, por supuesto, la depuración del aparato del Estado de todos los elementos fascistas y torturadores. Esto y la defensa del libre ejercicio del derecho de autodeterminación de las nacionalidades históricas, sería una manera efectiva de defender las aspiraciones de una mayoría de izquierdas tanto en Euskal Herria como en el resto del Estado.

Pero obviamente no parece que ese vaya a ser el escenario que propicie Patxi López. De hecho, una política de este tipo también debería significar una ruptura definitiva con el Partido Popular aun a costa de no acabar su mandato y convocar elecciones anticipadas. Al fin y al cabo, su legitimidad al frente del Gobierno vasco está absolutamente cuestionada en estos momentos y lo va a estar aún más en el futuro próximo. Continuar  al frente del Gobierno vasco con el apoyo del Partido Popular es condenar a su propio partido a sufrir una derrota histórica.

Levantar este programa de izquierdas significa defender una política de independencia de clase que ligue la resolución definitiva del problema nacional vasco a la defensa de los intereses de la mayoría de la población, de los trabajadores, los parados, la juventud, los pensionistas. Por eso, en el actual contexto político, la izquierda abertzale que ha conectado con las ilusiones y aspiraciones de una parte muy importante de las masas, tiene una gran responsabilidad y debe apoyarse en su capacidad de movilización para defender consecuentemente la única alternativa que puede traer la auténtica democracia y libertad para Euskal Herria: la lucha por la transformación socialista de la sociedad.

La izquierda abertzale y el futuro de Euskal Herria

Frente a quienes creían que las masas estaban manipuladas y alienadas por los medios de comunicación y que jamás tomarían el destino en sus propias manos, han hecho falta quince años de tremendas movilizaciones y experiencias para demostrar todo lo contrario. Desde las luchas contra la guerra imperialista en Iraq, en la que millones de personas abarrotaron las calles de todo el Estado, hasta las grandes manifestaciones del 15M, ha quedado claro el deseo de millones para que se dé un cambio profundo y radical de la sociedad.

Todas estas experiencias tenían igualmente su expresión en las calles  de Euskal Herria. Durante años, los esfuerzos que la izquierda abertzale hacía para ampliar su base social eran dilapidados con la siguiente acción armada de ETA. ETA ha llegado a verse como un obstáculo objetivo para avanzar y por ello también la base de la izquierda abertzale le ha exigido que pare, que lo deje y así ha ocurrido.

El atentado de la T4 en Madrid, donde murieron dos trabajadores latinoamericanos y que desbarató el proceso de negociación abierto con el Gobierno de Zapatero, pilló por sorpresa a la propia izquierda abertzale y a buena parte del colectivo de presos que habían confiado en un acuerdo. El fin de aquel proceso de negociación  marcó un antes y un después.

ETA ha abandonado definitivamente la lucha armada porque a su aislamiento propiciado por el auge de la lucha de masas, se ha sumado la actitud política de la izquierda abertzale y sus presos, que se lo han exigido de forma expresa, clara y decidida. Por esa razón es la izquierda abertzale la que ha conseguido capitalizar el nuevo rumbo emprendido hacia la lucha política. Los éxitos electorales de Bildu y los que se espera que obtenga la nueva coalición Amaiur son una buena muestra de ello.

eta_fin_lucha_armadaEl futuro de ETA no estaba determinado por el número de militantes o la capacidad que poseyese en un momento determinado, sino por el apoyo social de la población vasca a sus acciones. ETA lleva 43 años defendiendo los métodos armados, y estos han entrado definitivamente en crisis, en una crisis terminal. Si ha declarado el cese definitivo de su actividad  no es porque el derecho del pueblo vasco de decidir su futuro y en cambiar el modelo social actual carezcan de apoyo político. La cuestión es que la experiencia ha dejado clara que esos objetivos no se pueden lograr por la lucha armada individual sino a través de la movilización y la lucha de masas. ¿Debilidad de la izquierda abertzale? ¿Con más de 1.100 concejales? ¿Cuándo existe la posibilidad de que alcancen o superen electoralmente al PNV? ¿Eso es debilidad? El apoyo que tiene la izquierda abertzale en el terreno electoral es un espaldarazo a su giro hacia la política, una reafirmación de que la cuestión nacional vasca es ante todo un problema de naturaleza política y no un problema policial y también que la clase trabajadora y la juventud vasca y amplios sectores de las capas medias expresan con su voto a la izquierda abertzale su hartazgo con la sociedad actual.

La Izquierda Abertzale se encuentra ante una disyuntiva histórica. Después de décadas de lucha, de enormes sacrificios, de una entrega tremenda por parte de su militancia a la causa de Euskal Herria y del socialismo, la experiencia está demostrando que sólo hay una salida para resolver satisfactoriamente la cuestión nacional vasca: adoptar un programa socialista y revolucionario y apoyarse en la única clase que cuenta con la fuerza y la determinación para culminar con éxito la tarea, la clase trabajadora. La insistencia en buscar pactos y alianzas con la burguesía vasca y sus organizaciones, ya sean el PNV o Eusko Alkartasuna, o intentar apoyarse en organismos internacionales, formados por experimentados políticos de la burguesía, para establecer una alternativa viable al problema nacional de Euskal Herria es una apuesta condenada al fracaso.

La izquierda abertzale ha demostrado que tiene detras de si la fuerza, el apoyo, y la voluntad de cientos de miles para defender una alternativa de izquierdas consecuente. La masiva manifestación del pasado sábado 22 de octubre en Bilbao ha dejado claro, una vez más, que no necesitamos a la burguesía vasca ni a sus organizaciones para conseguir el derechoi de autedterminación y un cambio radical de la sociedad.

La opresión nacional en Euskal Herria es una consecuencia directa de la existencia de un sistema enfermo y en descomposición: el sistema capitalista. Bajo el capitalismo y de la mano de la burguesía, ya sea la española o francesa, o la burguesía de las nacionalidades oprimidas, es imposible resolver ninguno de los problemas y aspiraciones ni del pueblo vasco, ni de los demás pueblos del mundo. El fracaso de esta política de colaboración de clases se puede apreciar en toda su magnitud en Irlanda del Norte, donde los dirigentes del Sinn Fein integran hoy día un Gobierno de Coalición con los unionistas, aplican las políticas de ajustes y recortes que les exigen los capitalistas británicos e irlandeses, y dependen más que nunca del apoyo financiero de Londres. Ese no puede ser el camino que se ofrezca a la base de la Izquierda Abertzale y a la clase trabajadora vasca. Hay que corregir los métodos de lucha y también el programa. Por supuesto, el abandono de la actividad armada es un tremendo paso adelante que puede permitir un objetivo realmente importante: la liberación de los presos. Pero para lograr que Euskal Herria sea auténticamente libre, para que pueda conquistar el derecho de autodeterminación y resolver los acuciantes problemas de desempleo, vivienda, deterioro de la sanidad y la educación pública, mejorando las condiciones de vida de la mayoría de la población trabajadora, es necesario plantear en primer plano la lucha por el socialismo.

La lucha por los derechos democráticos nacionales, incluido el derecho de autodeterminación, y por la transformación socialista de la sociedad van indisolublemente unidas: son la misma lucha. Buscar la solución al problema nacional vasco en el marco del capitalismo y el acuerdo con la burguesía, sea vasca, española o francesa, es un callejón sin salida. Una Euskal Herria independiente pero capitalista, no ofrece ninguna solución a la mayoría de la población que estaría sometida a la explotación más feroz por parte de la burguesía vasca y mundial, incluida la española. Es necesario defender una política internacionalista basada en la unidad de los trabajadores y de la juventud vasca, por encima de fronteras nacionales, con nuestros hermanos de clase del Estado español y francés para luchar por el derrocamiento del capitalismo. Sólo con una Federación Socialista de Nacionalidades Ibéricas y con la Federación Socialista de Europa, Euskal Herria podrá ser libre y la opresión nacional un mal recuerdo del pasado.

La cuestión nacional ha polarizado casi por completo la vida política durante años. En numerosas ocasiones, las cuestiones de clase han quedado difuminadas tras una cascada de demagogia reaccionaria. Detrás de la agitación patriotera del nacionalismo español, o de la cínica propaganda de la burguesía vasca, se ocultaban los planes reaccionarios de la clase dominante en su agresión permanente a los derechos de los trabajadores y a sus condiciones de vida. La explotación en las fábricas ha aumentado escandalosamente, las jornadas laborales se han prolongado, la precariedad se ha extendido como una lacra... mientras, los salarios y la capacidad adquisitiva de los trabajadores y sus familias, tanto en Euskal Herria como en el Estado español y francés, se han reducido considerablemente, y los servicios públicos esenciales, como la educación y la sanidad, están bajo ataques permanentes y sometidos a planes de privatización.

En una cosa siempre han estado de acuerdo la burguesía española, francesa y la burguesía vasca: las tres han colaborado sin mayores problemas a la hora de poner en marcha todo tipo de leyes y medidas que les permitiera explotar más y mejor a los trabajadores con el fin de obtener la mayor cantidad posible de plusvalía. Sobre esta base, la burguesía ha acumulado sus insultantes beneficios. Es hora por tanto de que la clase trabajadora y la juventud de Euskal Herria, unida a sus hermanos de clase del Estado español y francés, ponga el sello en los acontecimientos enarbolando la bandera del socialismo internacionalista y de una política de independencia de clase. Solo con este programa, basándonos en la lucha de masas, será posible alcanzar el derecho de autodeterminación y levantar una alternativa viable a la resolución del problema nacional en Euskal Herria y en las nacionalidades históricas integradas en el Estado español.

Los trabajadores y jóvenes marxistas de El Militante y la Corriente Marxista Revolucionaria (CMR), llamamos a la juventud y a la clase trabajadora de Euskal Herria y del resto del Estado a perseverar en la luchar, defendiendo  una alternativa socialista revolucionaria para resolver el problema nacional.

  • Derogación de todas las leyes antidemocráticas, ley de partidos y el resto de lalegislación que ha endurecido el código penal
  • Legalización de la Izquierda Abertzale
  • Acercamiento de los presos a Euskal Herria y el fin de la política de dispersión
  • Frente a la crisis del capitalismo, contra el paro masivo, contra los ataques a las conquistas sociales: nacionalización de la banca y los grandes monopolios económicos, bajo el control democrático de la clase obrera
  • Contra de todo tipo de opresión, de clase, nacional o racial. Por el derecho a la autodeterminación de Euskal Herria y de las nacionalidades históricas. Por la Federación Socialista de Nacionalidades Ibéricas y la Federación Socialista de Europa.

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