Aunque los Gobiernos capitalistas y los grandes medios de comunicación quieran ocultarlo, la pandemia de coronavirus señala directamente a décadas de contrarreformas neoliberales y su estela catastrófica de recortes salvajes y privatización de la sanidad pública.

En el momento de escribir este artículo y según datos oficiales, el virus ha infectado en todo el planeta a más de 110.000 personas y ha causado más de 4.000 muertes, la mayoría en la China continental. En Asia, el país más afectado después de China es Corea del Sur con 7.382 casos y 51 muertos, seguido de Irán donde hay 6.566 afectados y 194 defunciones. En Rusia, donde se han diagnosticado 17 casos, el gobierno de Putin ha cerrado la frontera con China, mientras Turquía, Pakistán, Jordania y Armenia han hecho lo mismo con Irán.

En Europa, Italia roza ya los 8.000 afectados y las 500 muertes, y el ejecutivo de Giuseppe Conte ha extendido la cuarentena forzosa de 16 millones de personas —Lombardía (Milán) y otras 14 provincias de las regiones de Piamonte, Emilia Romaña y Véneto— a la totalidad de la población del país, en medio de una situación de colapso de su sistema público sanitario. Desbordados por una crisis que no pueden frenar, la clase dominante italiana ha provocado un auténtico shock entre la población, generando una psicosis de miedo para ocultar su responsabilidad en este desastre. Ahora, las consecuencias no sólo en muertes y contagiados, también con miles de despidos los pagará la clase trabajadora y los sectores más golpeados por años de crisis.

La situación en otros países europeos no es nada mejor, y la progresión de contagios y fallecidos se sucede. En el Estado español son ya 1.300 los afectados y 30 los fallecidos.

La miseria y el capitalismo salvaje están detrás de esta crisis

Hay varios elementos que explican el surgimiento y el desarrollo de la epidemia en China. El primer factor son una condiciones de trabajo, habitacionales, medioambientales y de higiene profundamente degradadas, provocadas por años de contrarreformas sociales y privatización del sistema de salud. En China la renta media per capita no llega a los 3.000 dólares anuales por persona, bajando hasta los 1.500 en las zonas rurales donde vive el 53% de la población del país. Aquí, la mayoría trabaja lejos de cualquier centro sanitario, sin agua corriente y alcantarillado. En lo que respecta a la mayoría de la población urbana, un 60% de la mano de obra realiza 6 turnos de trabajo semanales de alrededor de 13 horas. Para millones, el cansancio extremo, la explotación laboral y la pobreza son una dolorosa realidad.

Las condiciones ambientales también son deplorables. En zonas urbanas, la media de micropartículas suspendidas en el aire supera en 15 veces el máximo recomendado por la OMS: al año fallecen 1,6 millones personas por enfermedades vinculadas a la polución, una quinta parte de las muertes de este tipo a nivel mundial. La nefasta situación del sistema sanitario, en su mayor parte privatizada, no hace más que añadir leña al fuego, hasta el punto de que el 32% de los gastos médicos son pagados por los pacientes.

El capitalismo chino supone el contexto ideal para provocar un brote vírico, y la negligencia burocrática del régimen no ha hecho más que ayudar a que se convierta en epidemia. La ocultación de datos sobre el número de infectados y la lentitud a la hora de aislar y tratar a los primeros enfermos, ha sido determinante para que se haya extendido a todo el país y haya traspasado sus fronteras. Si en China la actuación del Gobierno ha sido lamentable, el occidente capitalista no le va a la zaga.

La pobreza, la falta higiene o infraestructuras sanitarias, suponen el día a día para miles de millones de personas en todo el mundo y el coronavirus es una nueva lacra más a sumar. Los datos sobre la expansión de esta epidemia en África son muy escasos, conociéndose la existencia de algunos afectados en Egipto, Marruecos, Argelia, Nigeria o Sudáfrica. Pero no cabe la menor duda que esta nueva plaga se sumará a las epidemias de sarampión, ébola, meningitis, cólera, etc, que ya asolan el continente.

Es innegable que en el mundo capitalista desarrollado existen unas infraestructuras sanitarias incomparablemente más avanzadas, pero estas también van a ser sometidas a una dura prueba tras años de profundos recortes. En EEUU, en un contexto en el que millones de personas están demandando un sistema de salud público, gratuito y universal, la extensión del coronavirus puede convertirse en un acicate para esta lucha. En el caso de Europa, la sanidad pública ha sufrido recortes de miles de millones de euros en todos los países, con consecuencias brutales para los enfermos de familias trabajadoras y que ahora empeoran ante la pandemia.

Del impacto económico a la crisis política

Si el impacto del coronavirus en la economía se ha hecho evidente, igual de importante son las sacudidas políticas y sociales que puede provocar. En Italia, a pesar del silencio cómplice de los sindicatos y del Partido Democrático (PD), esta crisis puede desencadenar un estallido de movilizaciones si los efectos empeoran.

En el Estado español, el Gobierno de coalición ha mantenido una actitud extremadamente pasiva. Mientras escribimos este artículo el 9 de marzo, Pedro Sánchez ha anunciado un “plan de choque” sin concretar detalles, salvo que no hay “que precipitarse”. Sin embargo, la descoordinación y la alarma ya han saltado por todas partes. En Vitoria las clases han sido suspendidas durante 14 días prorrogables, y en la Comunidad de Madrid la suspensión afectará a más de un millón de estudiantes de Infantil a Universidad por el mismo periodo de tiempo. ¿Quién se va a hacer cargo del cuidado de estos niños? El Gobierno tiene que garantizar que los padres estén liberados de ir a trabajar, con el 100% de su salario y sin computar vacaciones, para hacerse cargo de esta sacrificio que nos imponen por su ineptitud. Desde el Ministerio de Sanidad también han llamado a la población a “no saturar los servicios sanitarios” y, si tienes síntomas de estar contagiado, mantener la cuarentena en casa. Esto es pasar toda la responsabilidad por la falta de medios materiales y humanos a los propios enfermos, ¡es completamente inaceptable!

A tenor de lo que está sucediendo en el mundo, y que los tambores de recesión económica baten con fuerza, es necesario que desde la izquierda política y sindical combativa exijamos al PSOE, a Unidas Podemos y a los sindicatos de clase mayoritarios que dejen de mirar para otro lado y pongan en marcha medidas drásticas para aumentar los recursos sanitarios, y garantizar así que los trabajadores no pagamos los platos rotos de esta catástrofe con más recortes, más despidos y más pobreza.

Este Gobierno debe contratar inmediatamente a miles de sanitarios, médicos, enfermeras y enfermeros, investigadores y poner a pleno funcionamiento los centros hospitalarios, dotándolos de todos los medios técnicos necesarios. Basta de regalar recursos públicos a las empresas privadas del negocio sanitario y a los grandes monopolios farmacéuticos ¡Nacionalización del sector farmacéutico ya, e inversión de choque en la investigación sanitaria para resolver las carencias de la sanidad pública! Gratuidad completa de todos los tratamientos médicos y medicamentos necesarios. Ningún despido, ERTE o ERE al amparo del coronavirus ¡que los empresarios pongan su parte de todos los beneficios acumulados estos años! Exención de trabajar con el 100% del salario, que no sea computado como vacaciones, para todos los asalariados que tengan que ocuparse de enfermos, ancianos o de sus hijos por el cierre de las aulas. Control y reducción de precios de los productos fundamentales para la vida diaria de las familias trabajadoras y persecución contundente de la especulación.

¡Que la crisis la paguen los responsables de los recortes sanitarios y sociales: los capitalistas!
¡En defensa de la sanidad pública y de los derechos de las familias trabajadoras!

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