Verlo para creerlo. Si no bastaba con los bulos mediáticos, los montajes judiciales, las manifestaciones callejeras con el brazo en alto y las soflamas de “mafia y democracia” lanzadas por Feijóo, el brutal escándalo de las mordidas corruptas a cargo del secretario de organización del PSOE, Santos Cerdán, ha dado munición de grueso calibre a la extrema derecha y a la derecha extrema para continuar con su ruidosa campaña. No es para menos. Estos franquistas se frotan las manos tras conocerse el último informe de la UCO y se ven mucho más cerca de la Moncloa.

Las informaciones desveladas son, sencillamente, repugnantes. Santos Cerdán actuaba como el capo de una trama en la que, junto a José Luís Ábalos y Koldo García, se beneficiaban de cientos de miles de euros obtenidos en comisiones a grandes empresas a las que amañaban concursos públicos. La investigación se extiende hasta 2015, cuando el hasta ahora muñidor de Pedro Sánchez en algunos de los asuntos políticos más delicados de la legislatura, utilizó su posición de diputado autonómico de Navarra para tejer su red.

Santos Cerdán y Koldo García se encontraron en esos tiempos y comenzaron a urdir sus corruptelas junto a empresas como Acciona y Servinabar. Con la llegada de José Luís Ábalos al Ministerio de Transportes en junio de 2018, el negocio se disparó. A partir de ahí, el entonces secretario de organización del PSOE y mano derecha de Sánchez, junto a su asesor, Koldo García, recibieron una lluvia de pagos en metálico y ostentosos regalos del comisionista, y simpatizante abierto de la extrema derecha, Víctor de Aldama. Este personaje, con conexiones probadas con el Ministerio del Interior y los servicios de inteligencia, obtuvo adjudicaciones multimillonarias para la compra de mascarillas en lo peor de la pandemia, y se movía como pez en el agua por la sede del PSOE en Ferraz.

 “Aldama no constituía la única fuente de ingresos para Ábalos y Koldo, habiéndose observado que, otra muy recurrente, tenía su origen en la actuación en favor de diferentes constructoras para la obtención, presuntamente fraudulenta, de contratos de obra pública”, señala el informe de la UCO citado por el diario El País.[1] Las investigaciones exponen que Cerdán fue clave para situar a Koldo García como asesor de Ábalos en el Ministerio de Transportes, y en cualquier caso, los audios intervenidos muestran la absoluta complicidad y compadreo de los tres, incluidos los comentarios machistas y deleznables sobre la contratación de prostitutas.

El escándalo ha estallado como una bomba dentro del PSOE y obviamente también en el seno del Gobierno de coalición. Durante días, ministros y ministras, incluida la vicepresidente Yolanda Díaz, o aliados parlamentarios como el portavoz de ERC, Gabriel Rufián, han defendido a Santos Cerdán hasta la extenuación. Ahora obviamente todos están en shock.

Pedro Sánchez noqueado

La pérdida de credibilidad es tremenda, sobre todo si se tiene en cuenta que el PSOE centró su estrategia contra la ofensiva reaccionaria tildando las acusaciones de montajes y bulos mientras se vanagloriaba de luchar decididamente contra la corrupción. Todo esto, lógicamente, ha obligado a Pedro Sánchez a comparecer de urgencia en una rueda de prensa en la que mostró que no solo está noqueado, sino que sus respuestas han sido, cuanto menos, absolutamente incoherentes, llenas de excusas intragables, y con propuestas que rozan el ridículo.

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El escándalo ha estallado como una bomba en el PSOE y en el seno del Gobierno de coalición. Durante días, ministros y ministras, Yolanda Díaz, o aliados parlamentarios han defendido a Santos Cerdán. Ahora obviamente todos están en shock. 

Sánchez pidió perdón hasta ocho veces, a los ciudadanos, a los votantes, a los militantes del partido, y mostró su “profunda indignación y tristeza” por haber confiado en Cerdán.

“Pido perdón porque hasta esta mañana yo estaba convencido de la integridad de Santos Cerdán”, afirmó en el arranque de su comparecencia. Todavía resuenan sus palabras en el Congreso de los Diputados hace un par de semanas cuando se refirió a Cerdán como “persona honesta” respondiendo a Alberto Núñez Feijóo en la sesión de control.

El presidente también anunció una remodelación en profundidad de la Comisión Ejecutiva Federal, y propuso incluso la puesta en marcha de una “auditoría externa” para supervisar la actividad de este organismo. Increíble solución, teniendo en cuenta como la trama corrupta situada en el corazón de su partido y del Gobierno sorteó tan alegremente los controles a los que en teoría estaban obligados.

Realmente estas palabras llegan muy tarde cuando eran más que evidentes los rumores, y las filtraciones, que señalaban directamente a su número tres, una persona en la que confió tareas de tanta importancia, como pactar la ley de Amnistía con Junts, y obtener así unos votos indispensables para ser investido presidente del Gobierno.

Si la situación hubiera sido la misma, pero con Feijóo de presidente del Gobierno, se podría imaginar la reacción de la bancada socialista exigiendo la dimisión inmediata del jefe de filas del PP y la inmediata convocatoria de elecciones.

La crisis que hoy recorre el PSOE de Pedro Sánchez y su proyecto es la más seria desde que accedió a la presidencia hace siete años, gracias la moción de censura contra Rajoy. También sus socios en el Consejo de Ministros lo ven así: “Esta legislatura merece un reseteo, un punto de inflexión, exigimos un tiempo nuevo en las relaciones entre el PSOE y Sumar. La salida solo es posible con un giro de 180 grados desde lo social”, se apresuró a declarar Yolanda Díaz.

La encrucijada es mayúscula. De convocar elecciones en estos momentos, el resultado sería con toda probabilidad un triunfo claro del PP y un notable avance de Vox. El propio Sánchez ya confirmó que en sus planes no está el adelanto electoral, y el ministro Bolaños ha mencionado que la moción de confianza también la descartan. Pero el problema es tan gordo que no se resolverá solo maniobrando y dando una patada adelante.

Feijóo tampoco quiere presentar una moción de censura que permita a Sánchez renovar sus apoyos parlamentarios y dejar al PP con el trasero al aire. Van a utilizar este escándalo para crear el ambiente político más asfixiante, redoblando su ofensiva por tierra, mar y aire, e intentando generar la mayor movilización posible en la calle.

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La crisis que hoy recorre el PSOE de Pedro Sánchez y su proyecto es la más seria desde que accedió a la presidencia hace siete años, gracias la moción de censura contra Rajoy. 

¿Cómo hemos podido llegar a esto?

En estas jornadas y horas, millones de trabajadores y jóvenes se preguntan asombrados cómo se ha podido llegar a este punto. ¿Cómo Pedro Sánchez ha podido rodearse de tamaños sinvergüenzas y ladrones? ¿Se puede confiar en que realmente no sabía nada?

Responder a estas inquietudes requiere, en primer lugar, huir de sentimentalismos y afectos personales. El estallido de esta bomba solo se puede entender si consideramos la cuestión de fondo: ¿Qué tipo de políticas ha llevado a cabo el PSOE en estos años, y que intereses de clase ha defendido? No es una pregunta retórica. El PSOE ha sido y es un baluarte fundamental del régimen del 78 y de la gobernabilidad del sistema capitalista.

Que la demagogia de la derecha ultra está completamente desatada es algo evidente. De creerlos, estaríamos gobernados por una peligrosa coalición comunista, bolivariana e independentista, pero no es realmente el caso.

Que el partido fundado por exministros franquistas, nutrido de gánsteres que se hicieron de oro robando a manos llenas al abrigo de la dictadura, y que han protagonizado los casos más sonados de corrupción, los jefes la Gürtel y de la Kitchen; un partido que cuenta con numerosos presidentes y presidentas de CCAA condenados reiteradamente por financiación ilegal, con vínculos con los más insignes clanes gallegos del narcotráfico, y que ha destruido pruebas judiciales y ha conspirado para desviar instrucciones que les afectaban; que organizó una policía paralela, la llamada “policía patriótica”, para dar cobertura a sus acciones delictivas, en suma, una fuerza política que representa lo más pútrido y turbio del  sistema capitalista español, ose calificar de “mafia” a sus rivales políticos y reivindique su virginidad democrática es, sencillamente, de traca.

Pero si el PP puede hacer estas cosas es, lisa y llanamente, porque el PSOE se lo ha permitido fácilmente.

Tomemos un ejemplo: la instrucción del juez del Tribunal Supremo, Ángel Hurtado, por la que procesa al fiscal general del Estado por un supuesto delito contra la privacidad de ese delincuente confeso que es pareja de la presidente de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso. ¿Por qué ha podido llegar tan lejos este reaccionario con toga? La respuesta es clara: porque el PSOE ha mimado a ese poder judicial trufado de neofascistas, que fue heredado directamente de la dictadura y que nunca fue depurado.

Hay que recordar también que cuando el anterior Consejo General del Poder Judicial terminó su mandato en diciembre de 2018, el PP impidió su renovación y mantuvo ese bloqueo durante más de cinco años, periodo durante el que la mayoría conservadora del Consejo siguió nombrando jueces y ejerciendo otras funciones que ya no les correspondían de acuerdo con su propio ordenamiento legal. De esa situación tampoco se salió en julio de 2024 cuando se selló el pacto entre el PSOE y el PP para su renovación: en los hechos el poder judicial sigue estando firmemente en manos de estos reaccionarios, cada día más envalentonados y decididos a jugar un papel político de primer orden.

Ahora el PSOE se queja amargamente, y la portavoz del Gobierno, Pilar Alegría, dice que “es evidente a estas alturas que algunos jueces están haciendo cosas difíciles de entender”. Pues no, ministra. Lo que un mayoritario grupo de jueces hacen es sencillísimo de entender: se creen con patente de corso porque forman parte de una ofensiva global de la extrema derecha que encabezan Trump, Milei, Marine Le Pen, Ayuso y Abascal, y que además cuenta con sólidos apoyos en sectores importantes de la clase dominante. Y desde el Gobierno de coalición no se ha hecho nada para combatirlos, al contrario, habéis colaborado siempre con ellos.

Las falacias sobre un poder judicial independiente, repetidas nauseabundamente por los ministros y ministras del PSOE hasta anteayer, ahora dejan paso a los lamentos. Realmente parece que nos toman por tontos. Sin la pasividad, cuando no la abierta colaboración del Gobierno del PSOE y sus aliados políticos, la campaña represiva desencadenada por los jueces y la policía contra activistas sindicales, sociales o estudiantiles no sería posible.

Desde la Transición el PSOE asumió como su principal misión salvaguardar y fortalecer el aparato del Estado heredado de la dictadura franquista. Los jueces actuales se limitan a seguir los pasos de sus maestros en el Tribunal de Orden Público o en el Tribunal Especial para la Represión de la Masonería y el Comunismo. Los policías de la Brigada de Información han cogido con las dos manos la tradición y los métodos de la Brigada Político-Social de triste memoria. Y, como todo el mundo sabe, el ministro Marlaska bendice su actuación.

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El estallido de esta bomba solo se puede entender si consideramos la cuestión de fondo: el PSOE ha sido y es un baluarte fundamental del régimen del 78 y de la gobernabilidad del sistema capitalista. Y la corrupción es inherente al capitalismo. 

Algunas fuerzas de la izquierda denuncian que todo esto obedece a una operación de las “cloacas del Estado”. Por supuesto, hay servicios secretos y fondos reservados, pero no son un residuo de otros tiempos ni una excrecencia anómala del “Estado democrático”. Como ya hemos explicado, son parte constitutiva del núcleo esencial del Estado burgués español y defienden el orden capitalista con todas las fuerzas a su alcance, sin detenerse ante las tenues limitaciones que les imponen la “legislación y las instituciones de la democracia”.

En el PSOE lo saben muy bien ¿O acaso la organización y financiación de los GAL, en la que el señor Felipe González y sus ministros estuvieron implicados directamente, no se sustentó gracias a los recursos humanos, materiales y logísticos de ese mismo aparato del Estado? ¿No es también lo que promueve Marlaska con su política de infiltraciones policiales en los movimientos sociales y de la izquierda combativa?

La legislatura en un punto crítico  

Cuando se trata de defender el orden capitalista es prácticamente imposible encontrar diferencias sustanciales  entre el PSOE y el PP. Ya sea a la hora de facilitar los beneficios récords del IBEX 35 y la banca, de arrasar con los servicios públicos y privatizarlos, en la política belicista e imperialista de la OTAN, a la hora de aumentar el gasto militar y los fabulosos negocios de la industria de la defensa, o de mantener y reforzar la aplicación de la Ley Mordaza… PP y PSOE siempre van de la mano.

Cuando se trata de garantizar los intereses de los caseros rentistas y especuladores inmobiliarios que se forran robando los salarios de sus inquilinos, PSOE, PP y Vox cierran filas. En la Unión Europea, PSOE y PP forman parte de la actual coalición de gobierno, y por eso lo habitual es que voten conjuntamente una gran mayoría de las iniciativas legislativas. En política migratoria, la realidad es que también el PSOE apoya las políticas xenófobas, racistas y criminales de la UE.

¿Y qué decir del genocidio al pueblo palestino? Las palabras de condena de Pedro Sánchez no pueden ocultar que no está haciendo nada para romper relaciones militares, económicas y diplomáticas con el régimen sionista. Es cierto que no aplaude la masacre de miles de palestinos, como si hacen públicamente PP y Vox, pero obviamente las buenas palabras no paran el holocausto de Gaza.

Como estamos comprobando diariamente, lejos de amansar al PP, las políticas económicas, sociales y en materia de libertades democráticas del PSOE están contribuyendo a dar alas a la ultraderecha. Cada cesión del PSOE ante el aparato del Estado es una victoria que Vox se apunta en su haber. Cada cesión del PSOE ante los capitalistas y los rentistas refuerza la confianza de la base social de la reacción en sus propias fuerzas y los anima a ir aún un poco más lejos.

Y este es precisamente el problema que ahora provoca las caras circunspectas de Pedro Sánchez y otros. La corrupción en el PSOE es de larga data, como señala el caso de los ERE de Andalucía y otros muchos, incluida su defensa a ultranza del rey emérito y la negativa constante que el PSOE ha mantenido para investigar el origen fraudulento de la fortuna de Juan Carlos I.

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Pocas veces antes la política oficial y las necesidades y aspiraciones de millones han sido tan divergentes. Un terreno cada día más maduro para avanzar en la construcción de una alternativa de izquierda consecuente, y por tanto revolucionaria. 

No nos podemos engañar, Un partido que defiende a capa y espada la gobernabilidad del sistema y lo gestiona, que considera la economía de mercado como su ideal, que coloca a muchos de sus máximos dirigentes en los consejos de administración de las grandes empresas privadas y de la banca, entiende perfectamente que la corrupción que acompaña a la economía capitalista también es parte de su política. Que no nos tomen por imbéciles por favor.

Está claro que este escándalo continuará alimentando la demagogia ultra y coloca un gran signo de interrogación sobre el futuro de la legislatura y la posibilidad, que no puede descartarse, de elecciones anticipadas. Dentro del PSOE los cuchillos también se afilan, y conocidos quintacolumnistas que odian a Sánchez por muchos motivos, como Felipe González y Paje, están haciendo campaña activa a favor del PP y de su exigencia de nuevos comicios.

La llamada “excepción ibérica” de la que se vanagloriaba el PSOE y Sumar está haciendo aguas. Sánchez ganó las pasadas elecciones proclamándose como barrera contra la extrema derecha. Pero la práctica de su Gobierno lo desmiente rotundamente.

Sin hacer políticas genuinas de izquierda, sin confrontar enérgicamente con los capitalistas y el mundo financiero para defender y ampliar los derechos de la clase trabajadora y mejorar sus condiciones de vida, sin una política que ofrezca un futuro a la juventud, las palabras vacías del PSOE y sus socios son una barrera de papel de fumar frente al avance de la reacción.

La lucha de clases en el Estado español entra en una etapa clave. La política institucional chapoteando en lo más bajo del sumidero, la derecha y la extrema derecha al ataque, la izquierda gubernamental con un discurso débil y lleno de contradicciones insalvables, y cientos de miles de trabajadores y jóvenes llenado las calles en manifestaciones multitudinarias contra el genocidio sionista, en defensa de la sanidad y la educación pública, por el derecho a la vivienda pública digna, y desafiando la represión.

Pocas veces antes la política oficial y las necesidades y aspiraciones de millones han sido tan divergentes. Un terreno cada día más maduro para avanzar en la construcción de una alternativa de izquierda consecuente, y por tanto revolucionaria. No hay tiempo que perder.


Notas: 

[1] ¿Quién es quién en la trama? La investigación destapa las conexiones de Cerdán, Ábalos y Koldo con empresarios

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