Los jueces y la intoxicación
En el desarrollo del juicio estamos viendo que esta maniobra de intoxicación se sigue manteniendo gracias a la ayuda de los jueces. A pesar de las reconvenciones del juez que preside el juicio, Javier Gómez Bermúdez, abogados de alguna asociación de víctimas, como la AVT, están más interesados en enredar y procurar que nada se aclare que en conseguir lo que la mayoría de las víctimas y de los ciudadanos queremos: que de verdad se haga justicia.
También han sido los jueces los que han permitido que tres presos de ETA, sin nada que ver en el asunto, declaren como testigos; o que Díaz de Mera, que dirigía la Policía en la época de los atentados, declare y no diga la verdad sin que reciba ningún tipo de sanción. También son jueces los que están dando pábulo a la intoxicación al llamar a tantos "expertos" en explosivos, que es lo que el PP y sus afines quieren para crear más confusión.
Pero no sólo los jueces son culpables de actuar como lo hacen. El gobierno del PSOE ya debería haber depurado en la etapa de Felipe González a los jueces franquistas. Incluso ahora, con el desprestigio de la Justicia, sería un buen momento para hacerlo. Pero, lejos de eso, se somete a sus sentencias en nombre del "respeto a las decisiones judiciales" y nos encontramos con gente como Conde-Pumpido, que se supone un fiscal progresista, diciendo que en la supresión de candidaturas de la izquierda abertzale "quizás nos hayamos pasado", dejando a muchos electores sin posibilidad de elegir, pero no importa porque, según él, ha colado.
No están todos
Y no sólo eso. Durante el juicio han declarado víctimas del atentado y algunas insistían en que entre los acusados no están todos. No están los que la mayoría pensamos que provocaron la tragedia. No están ni Bush ni Blair ni Aznar y su gobierno, que declararon una guerra imperialista unilateral contra el pueblo iraquí para apoderarse de su petróleo. Ése fue el principal motivo y ellos los que lo impulsaron. Más de 650.000 iraquíes han muerto a consecuencia de la guerra. Las enfermedades y la violencia consecuencia de la guerra han provocado la muerte a más de 250.000 menores. Hay millones de desplazados. La sanidad iraquí, una de las mejores de la zona antes de la primera guerra del Golfo, casi ha desaparecido. Así podríamos seguir dando cifras escalofriantes.
El PSOE y su gobierno deberían desenmascarar y denunciar estas masacres, pero ello significaría enfrentarse a los poderosos gobiernos de EEUU y Gran Bretaña en primer lugar y prefieren mirar para otro lado, aceptando que se celebre una pantomima con el nombre de "macrojuicio".