Según la mayoría de analistas mediáticos autoencuadrados en el campo progresista, Alberto Ruiz Gallardón representa a la derecha desvinculada del pasado franquista, moderna y europea, pero los antecedentes del Gallardón alcalde no dejan lugar a dudas de cuáles son sus orígenes. Baste citar las palabras escritas por su abuelo paterno, Víctor Ruiz Albéniz, cronista oficial de guerra del Cuartel General de Franco, cuando en plena euforia victoriosa, proclamaba: "Franco ha hecho la guerra con la espada del Cid, la vara del alcalde de Zalamea y la lanza de Don Quijote".

Según la mayoría de analistas mediáticos autoencuadrados en el campo progresista, Alberto Ruiz Gallardón representa a la derecha desvinculada del pasado franquista, moderna y europea, pero los antecedentes del Gallardón alcalde no dejan lugar a dudas de cuáles son sus orígenes. Baste citar las palabras escritas por su abuelo paterno, Víctor Ruiz Albéniz, cronista oficial de guerra del Cuartel General de Franco, cuando en plena euforia victoriosa, proclamaba: "Franco ha hecho la guerra con la espada del Cid, la vara del alcalde de Zalamea y la lanza de Don Quijote".

Los trabajadores no nos dejamos engañar por todas las cortinas de humo que estos analistas tratan de extender para proyectar una falsa imagen progresista sobre el actual alcalde de Madrid aunque, lamentablemente, este retrato de Gallardón es reforzado en no pocas ocasiones por declaraciones de dirigentes políticos de la izquierda, que presentan a este personaje como cualitativamente diferente a los actuales dirigentes del PP.
La realidad es bien distinta. Las diferencias entre Gallardón y los que actualmente marcan la línea política del PP, desde el punto de vista de los intereses de los trabajadores y la mayoría de la población, no son fundamentales, no son cuestiones de principio. El PP es el partido de los capitalistas de este país. Ellos lo crearon, ellos lo financian y ellos lo apoyan. El objetivo estratégico de este partido es defender directamente los intereses de los empresarios y mantener a raya a los trabajadores y sus organizaciones. En este punto cardinal están todos de acuerdo, incluido Alberto Ruiz Gallardón. Las diferencias aparecen en el método para conseguir este objetivo.
En los últimos años la política del PP ha estado caracterizada por un profundo giro a la derecha. Estas posiciones del PP son consecuencia directa de la ofensiva que los trabajadores, los jóvenes y amplios sectores de la población en general, emprendieron contra la derecha en su segunda legislatura y que culminó expulsándoles del gobierno central. El PP y sectores de la burguesía quieren pasar factura a los trabajadores por su "atrevimiento", movilizando continuamente a su base social a la que preparan, política y psicológicamente, para un escenario de enfrentamientos cada vez más duros entre las clases.
La estrategia del PP contribuye a ahondar cada vez más en la brecha existente entre izquierda y derecha, aunque debido a la lamentable política de los actuales dirigentes de las principales organizaciones políticas y sindicales de la izquierda, que ponen todos los medios a su alcance para que la izquierda no se movilice, es la derecha la que constantemente está tomando la iniciativa en este pulso político.

Espacio copado

La expectativa de éxito de esta estrategia, basada en la radicalización, fortalece y cimienta el aparato que la está pilotando. En este contexto, las aspiraciones de sectores de la derecha de la cuerda de Gallardón o de Piqué, no tienen cabida y se encuentran en franca minoría dentro de la cúpula del PP.
Ésta es la explicación de fondo del aislamiento que sufre dentro de su partido el alcalde de Madrid. No cuentan con él para el Congreso, como exigió Esperanza Aguirre, posición desde la que pretendía proyectarse a metas más ambiciosas, y se refuerzan las posiciones del llamado sector duro con la incorporación, como número dos por Madrid, de Manuel Pizarro, ex presidente de Endesa.
Ciertamente, existe un sector de la burguesía que pugna desesperadamente por que se reduzcan los enfrentamientos políticos entre PP y PSOE, por recomponer el espíritu del consenso, ahora tan quebrado, para que los capitalistas puedan seguir haciendo buenos negocios a costa de los trabajadores, en un clima de acuerdo y pacto. El grupo Prisa es uno de los más destacados portavoces de este sector de capitalistas españoles y teme que la línea actual del PP acabe precipitando una situación de enfrentamiento social muy peligroso para los intereses de la clase dominante, algo que de todos modos no van a poder evitar en un momento determinado.
Estas divisiones dentro de la clase dominante y su partido son un reflejo distorsionado de los procesos de fondo que se están desarrollando subterráneamente en la sociedad. Una dificultad añadida para personajes como Gallardón es que una buena parte de los estrategas de la burguesía que se han especializado en ponerse la careta democrática y moderna hace tiempo que han optado por desarrollar su trabajo dentro del PSOE.
Los trabajadores, por nuestra parte necesitamos luchar por nuestro presente y nuestro futuro. En esa lucha tenemos una tarea ineludible luchar por que nuestras organizaciones estén a la altura de las circunstancias, obligando a los actuales dirigentes de las organizaciones de izquierda a que organicen la lucha o reemplazándolos por otros nuevos que sí lo hagan. La estrategia del PP lo que hace es echar más leña al fuego, contribuye a abrir cada vez más la brecha entre izquierda y derecha, fortaleciendo las condiciones para un incremento exponencial de la lucha de clases.

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