Uno de los problemas más acuciantes al que nos enfrentamos los jóvenes de hoy en día es cómo salir de casa de nuestros padres antes de que nos llegue la crisis de los 40. La especulación galopante en el mercado inmobiliario junto con los sueldos de miseria y la temporalidad han hecho de la emancipación una misión casi imposible. Para intentar cambiar esta situación la principal medida del Ministerio de Vivienda ha sido la ‘Ayuda para la emancipación de los jóvenes', los famosos 210 euros.

Uno de los problemas más acuciantes al que nos enfrentamos los jóvenes de hoy en día es cómo salir de casa de nuestros padres antes de que nos llegue la crisis de los 40. La especulación galopante en el mercado inmobiliario junto con los sueldos de miseria y la temporalidad han hecho de la emancipación una misión casi imposible. Para intentar cambiar esta situación la principal medida del Ministerio de Vivienda ha sido la ‘Ayuda para la emancipación de los jóvenes', los famosos 210 euros.
Sin embargo, en este clima de polarización y confrontación política incluso cualquier pequeña mejora, por pequeña que sea, es sistemáticamente boicoteada por la derecha. Así, en comunidades como la de Madrid no se ha concedido una sola ayuda a estas alturas, y en otras como La Rioja, Murcia o la Comunidad Valenciana se han puesto múltiples trabas burocráticas para limitar su alcance. Una demostración palpable de la demagogia de Mariano Rajoy al decir que le preocupa la situación económica de los "currantes". Pero la clase obrera tiene memoria y recuerda muy bien lo que significaron los ocho años de gobierno del PP para su economía.
Aunque cualquier medida es positiva, lo cierto es que un vistazo más de fondo hace ver que hay muchos peros. En un principio, aparte de los 210 euros, también se incluyen 600 euros para el pago de la fianza. Y aquí empieza la letra pequeña: no son 210 euros por joven, sino por piso. Si estás compartiendo piso con alguien, la cantidad que recibes se divide entre el número de inquilinos, independientemente de que ellos puedan beneficiarse de la ayuda o no. Para poder acogerse a la medida hay que estar trabajando (¡con contrato!) o ser becario, lo cual deja fuera a todos los estudiantes y la economía sumergida, que no es poca en este país. Y por último hay que tener un contrato de alquiler, cosa que tampoco se da en todos los casos, especialmente entre los más jóvenes.

Los propietarios, los verdaderos beneficiados

Lejos de ser la solución a los problemas de emancipación de los jóvenes, lo peor de todo es que el resultado final de las ayudas va a ser otro transvase del dinero público a las manos de los propietarios de los pisos. Como ya se puede ver en las grandes ciudades, como Madrid o Barcelona, lo que están haciendo los propietarios es subir los alquileres si eres joven en ¡210 euros! ¡ya es casualidad! Y no es sólo eso, sino que a largo plazo se encarecerán todos los alquileres, independientemente de si te puedes acoger a la medida o no "si puedo ganar 210 euros más al mes si alquilo el piso a alguien con la ayuda, ¿por qué voy a alquilarlo por menos a otro?", razonará cualquier propietario.
No se puede resolver el problema de la vivienda con medidas superficiales, que se centran más en intentar convencer a los empresarios especuladores de que alquilen sus pisos que en garantizar este derecho básico. Otro ejemplo lo tenemos en que la construcción de viviendas protegidas cayó hasta septiembre del año pasado (última cifra disponible) en un 6,75% (El País, 28/01/2008). Según el propio diario, "la explicación hay que buscarla en la crisis que vive el sector. Al caer las cifras totales de construcción, también lo hacen los pisos destinados a los bolsillos menos pudientes". Esta es la esencia de la política del reformismo. Habrá Vivienda de Protección Oficial si los grandes promotores son tan amables de hacerlas, esos mismos que se han estado forrando todos estos años a costa de que los jóvenes no podamos emanciparnos hasta bien pasados los treinta.
Nosotros, como marxistas, vamos a la raíz del problema, que es lo que no hacen estas ayudas. Los alquileres caros son sólo uno de los muchos problemas que tenemos los jóvenes (y no sólo los jóvenes) para irnos de casa: los salarios de miseria, la temporalidad, el encarecimiento y elitización de la educación superior.

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