Como los marxistas hemos venido explicando durante los últimos años la crisis económica del capitalismo a escala internacional era inevitable. La irresponsabilidad de los dirigentes reformistas de la izquierda y las cúpulas sindicales de no preparar a los trabajadores para lo que se viene ha permitido, al menos temporalmente, dejar a la clase obrera desarmada para enfrentar los ataques de la patronal. Es tarea de los sindicalistas combativos, de los activistas de izquierda, de cualquier joven y trabajador consciente analizar los efectos de la crisis, extraer sus enseñanzas y preparar un programa para luchar en la nueva época que se abre.

Como los marxistas hemos venido explicando durante los últimos años la crisis económica del capitalismo a escala internacional era inevitable. La irresponsabilidad de los dirigentes reformistas de la izquierda y las cúpulas sindicales de no preparar a los trabajadores para lo que se viene ha permitido, al menos temporalmente, dejar a la clase obrera desarmada para enfrentar los ataques de la patronal. Es tarea de los sindicalistas combativos, de los activistas de izquierda, de cualquier joven y trabajador consciente analizar los efectos de la crisis, extraer sus enseñanzas y preparar un programa para luchar en la nueva época que se abre.

 Ahora mismo todo el mundo habla de la crisis pero hace un año la música era bien diferente. Incluso a principios de este año Areces se jactaba en una reunión con empresarios: "Miramos hacia el futuro con esperanza, porque los cambios que se vienen produciendo en la economía asturiana en los últimos años aún tienen un largo recorrido. Ya no somos la Asturias de la crisis y la desesperanza, a la cola de la creación de empleo" (La Nueva España. 31-01-08). ¿A qué cambios se refería el presidente regional? Tras las reconversiones duras de los años 80 y 90 donde se calcula que destruyeron 140.000 empleos directos en la industria (sin contar las secuelas y sus consecuencias) evidentemente la fisonomía de la región cambió bastante: Asturias pasó a ser una economía aún más débil con una preponderancia del sector servicios. La burbuja inmobiliaria basada en el crédito desmesurado y la especulación empujó al sector de la construcción hacia delante creando puestos de trabajo. Para las empresas fue un festín, para la clase obrera fue sacrificio tras sacrificio. El resultado final: "Asturias es la comunidad autónoma que menos ha crecido en los seis últimos años y la previsión es que tenga la menor tasa de actividad en la próxima década" (Informe de CCOO publicado en marzo de 2007). Y sigue: "es inmoral que los beneficios desmedidos de muchas empresas se cimienten a costa de la precariedad de los trabajadores".
 El endeudamiento de las familias y empresas en 2007 alcanzó un máximo histórico (25.000 millones de euros, un 20% más que en 2006). ¡Y todavía nos decían hace poco que estábamos preparados para la crisis!
 El economista Juan Velarde Fuertes, declaró: "Creer que Asturias puede salvarse por estar a este lado del Pajares es imposible, no hay manera" (La Nueva España. 16-05-08). Además comparó la crisis actual en España con un escenario similar a lo ocurrido en la gran depresión Argentina en 2001.

EFECTOS INMEDIATOS

 El sector de la construcción se ha desplomado: "Los arquitectos tramitaron durante el primer trimestre visados para la edificación de 2.286 viviendas, la cifra más baja de la última década. El frenazo inmobiliario reduce un 56% los proyectos para hacer pisos en Asturias" (La Nueva España. 19-05-08). El desempleo en el sector aumentó un 26% afectando especialmente a los inmigrantes. "En total, durante los primeros tres meses de año los juzgados asturianos han tramitado más de una treintena de suspensiones de pagos, la mayoría relacionada con la construcción, pero también para empresas de otros sectores como el comercio o la industria" (La Nueva España. 06-05-08).
 Con esta situación es realmente utópico pensar en que la industria o los servicios tiren adelante el carro. "Este país no está en condiciones de que la industria palie la pérdida de empleo en la construcción. Porque en la construcción no están sólo los albañiles, hay fontaneros, pintores, electricistas, maderistas, etc." (La Nueva España. 18-05-08). Así se expresaba Manuel Fernández López (Lito), secretario general de la Federación Estatal del Metal y la Construcción (MCA) de UGT.
 La escalada de precios se hace sentir: "En comparación con el mismo mes del año anterior, los bienes que más se han encarecido en Asturias son el grupo formado por alimentos y bebidas no alcohólicas (6,8 %), la vivienda (7%), el transporte (6,5%) y los hoteles, cafés y restaurantes, un sector donde los precios crecieron en Asturias un 4,9 % interanual" (La Nueva España. 14-05-08). En otro artículo aparecido el 3 de mayo podemos leer: "La crisis económica ha provocado un descenso del 5% de media en las cajas de los comercios asturianos, que en algunos casos plantean cierres, en otros la reducción de la plantilla y en los más optimistas esperan a que pasen las vacas flacas". Varios comerciantes hicieron las siguientes declaraciones: "En un momento se crearon muchas empresas, pero muchos negocios tendrán problemas para subsistir" o "La gente se queja de la subida de los precios de la alimentación, por lo que queda menos para el ocio o vestir".
 Como botón de muestra de los efectos más negativos leamos esta noticia del 6 de mayo: "La pobreza gana terreno en Langreo (...) Cruz Roja detecta un aumento de los beneficiarios del programa de reparto de alimentos, que en 2007 llegó ya a 104 familias, unos 300 vecinos (...) El 90% de los usuarios del servicio son españoles, aunque también hay familias de nacionalidad marroquí, polaca o cubana, entre otras."

EL PROGRAMA DE LA BURGUESÍA

 Los capitalistas lo tienen bastante claro y se vienen preparando para este momento desde hace tiempo. Tienen la receta preparada para la clase obrera: congelación de salarios, reducciones de plantilla, eliminar más conquistas, seguir recortando derechos democráticos y aumentando la represión contra los activistas sindicales y los trabajadores, privatización de la sanidad, la educación y las pensiones, utilizar dinero de todos para sacar a flote sus negocios y poder vender sus mercancías (como la vivienda), reducir el gasto público y por supuesto rebajar los impuestos al patrimonio. Como la derecha no gobierna entonces tendrán que recurrir (no será la primera vez) a los dirigentes de la izquierda y de los sindicatos mayoritarios. Un nuevo pacto social se prepara a espaldas de los trabajadores para frenar la lucha y anticiparse a una pelea dura. Nos quieren atar de manos antes de salir a pelear por lo nuestro.

 La patronal utilizará todo tipo de artimañas. El chantaje de la deslocalización estará a la orden del día para que aceptemos peores condiciones. Ya hay nuevos casos: Asturiana de Zinc anuncia un posible traslado si no bajan las tarifas eléctricas, Arcelor ha deslocalizado su personal de informática. Hace unos días la empresa Tenneco Automotive que fabrica los amortiguadores de la marca Monroe anunció que prescindirá de los 30 trabajadores de subcontratas y sus tareas la realizará la propia plantilla. Resulta cínico que todas estas empresas tengan beneficios récord cada año y se nos planten con estas demandas como si fuese normal.


LA RESPUESTA DE LOS TRABAJADORES

 Lo más grave y trágico de todo esto no es la situación de crisis sino lo que están haciendo los dirigentes sindicales acomodados en sus despachos, o mejor dicho lo que no están haciendo. Si el consenso no sirvió para mejorar nuestra situación en las mejores épocas económicas ¿Por qué va a servir ahora en medio de una crisis profunda? Alguno justificará su posición diciendo que los trabajadores no se mueven. Eso es como decir que la clase obrera quiere tener menos derechos y peores condiciones laborales. Pero solo en los últimos meses hemos visto la lucha de las trabajadoras de la limpieza exigiendo subidas lineales para poder llegar a fin de mes, los conductores de autobuses de Barcelona reclamando dos días de descanso semanal consecutivos, la "concentración" de los profesores madrileños en defensa de la calidad de la educación pública que desbordó todas las previsiones reuniendo a ¡50.000! profesores que forzaron una manifestación, o la reciente victoria de los funcionarios de justicia con un incremento salarial de entre el 15 y el 20% tras más de dos meses de huelga.
 Estos son los métodos tradicionales de la clase obrera, que sí sirven, y no los pactos y compromisos que luego la patronal incumple como le da la gana. Sólo la lucha y un programa claro en defensa de nuestra clase pueden evitar que carguen de nuevo sobre nuestras espaldas el peso de la crisis. Pero un programa no es una simple tabla de reivindicaciones salariales. Es también una alternativa, una salida frente a la crisis del capitalismo. Hay que construirlo entre los trabajadores más conscientes para hacerlo llegar al resto de nuestra clase que se encuentra desorganizada, desorientada pero fresca para luchar. La nueva generación de obreros no lleva el peso de grandes derrotas pero le falta experiencia. La crisis será una dura prueba, una escuela más que la vida nos impone. De ella habrá que extraer todas las conclusiones para avanzar en nuestra organización y la lucha contra el sistema capitalista.

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