Hace ya un tiempo, informábamos desde estas páginas del calvario al que estaban sometidos dos trabajadores del Ayuntamiento de Avilés, monitores de natación en las piscinas municipales. Desde que, en el año 1991 accede al puesto de Coordinador de las mismas David Díez, ellos y otros monitores, llevan soportando un acoso sistemático contra sus personas. El objetivo no es nuevo: deshacerse del personal fijo del Ayuntamiento, en especial de los más activos en la defensa de sus derechos  y privatizar totalmente el servicio, como ya se hizo en su día con la limpieza urbana.

Hace ya un tiempo, informábamos desde estas páginas del calvario al que estaban sometidos dos trabajadores del Ayuntamiento de Avilés, monitores de natación en las piscinas municipales. Desde que, en el año 1991 accede al puesto de Coordinador de las mismas David Díez, ellos y otros monitores, llevan soportando un acoso sistemático contra sus personas. El objetivo no es nuevo: deshacerse del personal fijo del Ayuntamiento, en especial de los más activos en la defensa de sus derechos  y privatizar totalmente el servicio, como ya se hizo en su día con la limpieza urbana.

No se escatiman medios para acosar y desmoralizar a estos compañeros: una fiscalización insoportable de los trabajadores, partes de trabajo por llegar ¡1 minuto tarde!, cronometrar el tiempo que se tarda en terminar un curso y comenzar otro ¡7 minutos!, provocaciones como encerrar a un trabajador en un almacén e intentar que pierda los nervios y termine agrediendo al coordinador, (afortunadamente sin conseguirlo...), una denuncia falsa por robo, que al día siguiente es retirada con el argumento de que "se había equivocado"... Sin más. Aunque hay mucho más a lo largo de todos estos años, en lo que no podemos entrar, pues superaría con mucho el espacio de este artículo.
 Un clima insoportable y unos métodos arbitrarios de los cuales el Ayuntamiento es conocedor en todo momento. De hecho, tras la denuncia falsa (que supuso que la policía fuera a buscar al trabajador cuando daba clase, lo sacase de la piscina delante de todo el mundo y le obligara a abrir su taquilla donde, por supuesto, no había nada) se denuncia esto en el Ayuntamiento que ya en ese momento debería haber abierto un expediente y tomado las medidas disciplinarias correspondientes. Si hubiera actuado así, muy probablemente no se habría llegado a la situación actual.
 Más aún con los antecedentes de dicho individuo, que ha sido condenado tres veces en primera instancia por insultos y amenazas hacia uno de estos trabajadores. De hecho, incluso la condena que fue revocada por el tribunal superior reconoce probados los hechos denunciados aunque no los considera constitutivos de delito!
 Pero, con este currículum, no solamente ha permanecido en su puesto sin ningún problema, sino que ahora es él el que denuncia a dos trabajadores (Manuel Horta y Javier González) por calumnias e injurias y les reclama una indemnización de 85.000 €. Y para ello se basa nada más que en el contenido de una octavilla, que se repartió durante el transcurso de una concentración, donde se denunciaban los planes privatizadores del Ayuntamiento y la persecución a los trabajadores de las piscinas municipales. Incluso el Concejal de Deportes, que va de testigo de la acusación reconoce que "el no les vio repartir nada, aunque sí que estaban allí" Aunque últimamente parece que, cuando se trata de trabajadores, no es cuestión del que acusa probar nuestra culpabilidad, más bien es tarea nuestra demostrar que somos inocentes. Más cuando se ataca a trabajadores por defender los derechos laborales o sindicales o los servicios públicos. Como en este caso donde no es ninguna casualidad que estos dos trabajadores sean sindicalistas de la CSI que han denunciado en varias ocasiones las condiciones laborales que padecen.
 Independientemente del resultado del juicio, hace ya tiempo que el Ayuntamiento debería haber tomado cartas en el asunto y cesado a un coordinador condenado en tres ocasiones por insultos y amenazas a sus subordinados. Lo contrario significa amparar y consentir que se pisoteen los derechos de los trabajadores impunemente, con el agravante de que estamos hablando de un Ayuntamiento gobernado por un partido, el PSOE, que se reclama de izquierdas. Lejos de esto, se lava las manos argumentando que esta es una acusación particular y que "no se puede hacer nada".
 Nosotros pensamos que se puede hacer mucho. Empezando por defender públicamente la profesionalidad y honradez de unos trabajadores que cuentan con el respaldo mayoritario de los propios usuarios de las piscinas y condenando rotundamente la actitud de ensañamiento hacia ellos del coordinador, de la que han tenido sobrada constancia durante todos estos años y que, a nuestro juicio es motivo más que suficiente para su despido inmediato. ¿O es que en el Ayuntamiento se pretende aprovechar esta campaña para continuar desprestigiando el empleo público y dar un nuevo impulso a la privatización de los servicios municipales?
 De ser así, quizás al eslogan de la última campaña electoral en Avilés le faltaba una palabra y debería haber sido: "PSOE: haremos más...¿putadas?".

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