A principios de enero conocíamos la sentencia por el asesinato de Samuel Luiz en A Coruña el 3 julio de 2021. Tras más de tres años de angustiosa espera, de un macrojuicio en el que la acusación particular ejercida por la asociación LGTBI Alas A Coruña ha defendido la motivación homófoba del crimen y tras el veredicto del jurado popular el pasado mes de noviembre, se hacían públicas las condenas y penas a los acusados.
Un total de 74 años de cárcel en una sentencia en la que el aparato judicial acusa la enorme presión social contra la homofobia y la gran expectativa de un movimiento poderoso y atento a lo que se dictase en sala porque, como hemos gritado en las calles, la impunidad ¡se acabó!
Sí, fue homofobia. Así se reconoce en el caso de Diego Montaña, principal acusado y condenado a 24 años de prisión y cinco de libertad vigilada, al que se le aplica el agravante de discriminación por razón de orientación sexual.
La fuerza del movimiento se abre paso
El impacto de la movilización tras el asesinato de Samuel fue brutal, dentro y fuera de Galicia. Que miles y miles de jóvenes, de familias enteras, saliésemos a la calle en cuestión de horas para mostrar solidaridad incondicional con la víctima, su familia y seres queridos, y decir algo tan obvio como que si te asesinan al grito de maricón de mierda es homofobia, no ha pasado en balde. Las imágenes de la Plaza María Pita en A Coruña a rebosar. Las declaraciones de las amigas de Samuel vinculando la homofobia con la lucha antifascista. Nunca olvidaremos esa fuerza y esa rabia, porque la seguimos sintiendo cada vez que se comete una nueva agresión.
Aunque hayan pasado tres años, tampoco olvidamos las declaraciones inmediatas y deplorables de Feijoo, siendo aún presidente de la Xunta de Galicia, cuestionando abiertamente la motivación homófoba y calificando de “irrelevantes” las inclinaciones sexuales de la víctima. Ni las de Isabel Díaz Ayuso hablando de Samuel como “el chico de Galicia” y criticando que se “acusase sin pruebas” el carácter homófobo del asesinato. Recordamos también las circunstancias de entonces, un cruel asesinato cometido por una “jauría humana” —en palabras de la policía— la primera noche sin restricciones tras la pandemia. Y una represión enorme de las movilizaciones de repudio en elcaso de Madrid, donde la policía directamente cargó contra los y las manifestantes que exigíamos justicia.
No lo olvidamos nosotras, pero tampoco los y las defensoras del sistema. Y por eso se explica esta sentencia, con duras penas de cárcel, dentro de un mar de impunidad total con nuestros agresores. No es la justicia la que funciona, es la fuerza de la movilización y del colectivo que mediante la lucha ha ganado la batalla pública contra las toneladas de basura que durante años, y especialmente estas semanas, hemos tenido que soportar en las tertulias de los medios de comunicación.
La justicia patriarcal y lgtbifóbica en el punto de mira
Uno de los grandes logros de este imparable movimiento liberador ha sido el cuestionamiento abierto de la judicatura patriarcal y capitalista, su carácter clasista, machista, homófobo y tránsfobo. Hablamos del mismo sistema judicial que, un día sí y otro también, dicta sentencias infames que obligan a madres como Juana Rivas a dejar a sus hijos con sus padres maltratadores, que meten en la cárcel a sindicalistas como las 6 de la Suiza por denunciar y movilizarse contra el acoso sexual en el puesto de trabajo, que absuelven a agresores como el que este verano amenazó a un joven con hacerle “heterosexual a hostias” en pleno McDonalds, y un infinito etcétera.
Este mismo sistema intenta lavarse la cara cuando aparecen sentencias como esta que son la excepción, para tratar de dar marcha atrás al tiempo en el que la judicatura no se cuestionaba y devolverle el barniz de la legitimidad que ha perdido. Pero si algo demuestran estas excepciones es que lo único que puede torcer el brazo de este aparato reaccionario es enfrentarse abiertamente a quienes nos quieren sumisos y sumisas y a sus representantes políticos, la derecha y la extrema derecha. Y que no queda otra que seguir con la lucha.
Sin ir más lejos, en este mismo caso, las condenas para el resto de acusados son: Alejandro Freire, 20 años de prisión por asesinato sin agravantes y cinco de libertad vigilada. Kaio Amaral, 17 años por asesinato sin agravantes, otros tres por robo con violencia (del móvil de Samu) y cinco de libertad vigilada. Alejandro Míguez, diez años de cárcel por cómplice de asesinato y cinco de libertad vigilada. La otra acusada, Catherine Silva, ha sido absuelta de todos los cargos.
Cómo puede ser que solo se reconozca el carácter homófobo en uno de los asesinos, ¿y el resto? Cómo es posible que Catherine Silva, a quien el testimonio de la amiga de Samuel sitúa como principal responsable de evitar que nadie pudiese socorrerle, sea absuelta habiendo quedado probado, como mínimo, que estuvo allí, no auxilió a la víctima y se fue de allí con el resto de los asesinos. Escandaloso.
Samuel, hermano, nosotras no olvidamos: seguiremos en la lucha
Las agresiones lgtbifóbicas siguen aumentando de manera alarmante, siendo el principal delito de odio en España (22,7%).[i] Y este estremecedor porcentaje es en realidad mucho mayor, ya que casi la totalidad de las denunciadas no se registran como delito de odio. Desde 2019 se han presentado 57.000 denuncias de agresiones a personas del colectivo, pero solo 1.739 se registraron como delito de odio (el 3%).[ii] Si a esto le añadimos que solo el 16,5% de las agresiones son denunciadas, nos podemos hacer una idea de la magnitud de la violencia que sufre el colectivo.
Detrás de estas cifras están los discursos de odio lgtbifóbicos, machistas, racistas y negacionistas que son defendidos y alentados por la derecha y la extrema derecha, por PP y Vox. Es por ello que, aunque la condena de los asesinos de Samuel sea una buena noticia, no podemos bajar la guardia. Nunca hemos tenido confianza ni en la justicia ni en las instituciones capitalistas. La realidad sigue siendo la del apuñalamiento en Badalona a un hombre homosexual,[iii] la paliza a una mujer trans en el metro de Barcelona[iv] o a una pareja lésbica en la Warner de Madrid,[v] agresiones por parte de los progenitores a dos chicas menores de edad por ser pareja y negarse a romper,[vi] el promotor de una fiesta en Torremolinos prohibiendo la entrada a “maricones”[vii]...
Y contra esa realidad, por Samuel y por todas las víctimas, seguiremos luchando para poder ser lo que somos en libertad.
Notas:
[i]La orientación o identidad sexual de la víctima fue el motivo más frecuente de los delitos de odio cometidos en España entre 2002 y 2021
[ii]La Administración registra 1.739 hechos de odio frente a las 57.000 agresiones denunciadas por personas LGTBI+ desde 2019
[iii]El episodio homófobo en Badalona que irá a juicio: «Me apuñalaron por ser gay»
[iv]Brutal agresión tránsfoba en el Metro de Barcelona: un hombre golpea e insulta a una mujer trans
[v]Brutal paliza homófoba al grito de "putas bolleras de mierda" en el Parque Warner: "Me han roto cuatro costillas"
[vi]La terrible historia de dos niñas que han sido agredidas por sus padres por estar enamoradas
[vii]Una fiesta en Torremolinos prohíbe la entrada a “maricones”