A pesar del intento de los principales medios de comunicación de ocultar las luchas de la clase trabajadora, no se puede esconder que cada vez son más los trabajadores que se organizan para reivindicar unas condiciones laborales dignas. Entre esas luchas, la de los trabajadores de Movistar se convirtió en un auténtico símbolo poniendo de manifiesto que incluso entre los sectores con condiciones más precarias y con más dificultades para organizarse, la movilización contundente también es posible. Los trabajadores, forzados a ser falsos autónomos, a trabajar más de ocho horas al día, y a cobrar sueldos indignos, han demostrado una vez más que la lucha sí sirve. La clase obrera organizada tiene una fuerza tan increíble que puede plantar cara a empresas de las dimensiones de Movistar. Al calor del Correscales, una iniciativa que los trabajadores de Movistar han organizaron para dar visibilidad a su lucha, hablamos con Alex Palancio, uno de los técnicos que estuvo más de dos meses en huelga junto con sus compañeros para denunciar los abusos de la multinacional y exigir la mejora de sus condiciones. “Hay que luchar” dice con confianza en la fuerza de la clase trabajadora #ResistenciaMovistar

El Militante.- ¿Cómo surge el conflicto y cuáles son vuestras reivindicaciones?

Alex Palancio.- El estallido vino con el último contrato bucle. Para que entiendas lo que es un contrato bucle; Movistar no negocia con las contratas los precios de las instalaciones. Movistar cada cuatro años llega y dice “este es el precio de los próximos cuatro años”. Llevaba doce años haciéndolo a la baja, hasta la última vez, donde en determinados trabajos dejábamos de cobra un 75%. Incluso algunas acciones dejan de ser remuneradas. Y llegó el momento en el que dijimos que no. Yo personalmente lo tenía claro. Si no sacábamos nada con la huelga, no podría seguir trabajando ahí.

EM.- Fíjate que en esa situación, con esa precarización, habéis conseguido en un movimiento unificado plantar cara a la compañía. ¿Cómo se organiza un movimiento así?

AP.- En realidad ha sido un movimiento popular. Y en cada provincia las cosas eran de una manera. Aquí, por ejemplo, el 90% autónomos. Éramos autónomos de la subcontrata de la contrata de Movistar. Entre Movistar y nosotros había dos empresas. Aquí, en Bizkaia, hemos conseguido que las subcontratas ya no cuenten como autónomos, nos hemos cargado un nivel de subcontratación, digamos.

EM.- ¿Y qué lección sacáis de la experiencia?

AP.- ¿Qué lección? Pues que hay que luchar. Yo hasta hace un año era un aburguesado. Pensaba que cumpliendo las normas establecidas por la sociedad podías avanzar, y me he dado cuenta de que no. De que es una ilusión, y de que todo lo pagamos el pueblo raso. Mires el conflicto que mires, el agresor siempre es el mismo: poder capitalista patriarcal. Y está ahí. Los que estamos divididos somos nosotros.

EM.- Y entre ese poder y vosotros, ¿qué opinión te merece en el conflicto la actuación de CCOO y UGT?

AP.- Son parte del poder. Están con los otros, eso me ha quedado claro. No hacen más que dispararse en el pie, y aun así hay gente que les sigue apoyando.

Nosotros para la huelga hemos estado en mítines y otros actos. He estado hablando, por ejemplo, con veteranos de Izquierda Unida, más afines al PCE, personas que tienen contacto con el ala disidente de CCOO. No se podían creer lo que les contaba, pero era la verdad. Primero nos decían que la huelga era ilegal, cuando un trabajador nunca comete un delito haciendo huelga, porque tiene derechos. Si una huelga es ilegal, irán a por quien la haya convocado, pero no al que se haya acogido. El que se acoge está en todo su derecho. Además, las direcciones torpedeaban. Bueno, intentaban torpedear.

EM.- ¿Cuántos llegasteis a ser en huelga, en todo el estado?

AP.- En el apogeo, 27 provincias. Las primeras semanas incluso cayeron varias provincias. La pasta… Yo por ejemplo, estuve dos meses y medio sin ganar dinero. Eso sí, pagando autónomos, pagando seguros…ya no es que no ganes; es que empiezas en negativo los meses. Aquí pudimos juntar dinero, porque se trabajó desde el primero momento la caja de resistencia, y tuvimos la suerte de que los compañeros telefónicos, gente que trabaja en Telefónica, nos hicieron un préstamo con una donación a la caja de resistencia. Y bueno, con el Correscales se terminó de pagar todo.

EM.- Te quería preguntar por el Correscales. La carrera entre Bilbao y Barcelona en la que vendisteis los kilómetros para una caja de resistencia. ¿Qué tal la experiencia?

AP.- Una pasada. El Correscales se hizo por varios motivos. Uno de ellos; el económico. Por ejemplo, los compañeros de Barcelona tenían 70.000 € de deuda. Nació, entre otras cosas por esa necesidad. De hecho, hemos conseguido dinero. Y lo que se va a hacer es crear una caja de resistencia a la que cualquier movimiento/conflicto laboral se pueda acoger. Lo que no queremos es que una lucha se caiga por falta de dinero. Para luchar hay que tener recursos. A mí me dolería enterarme, por ejemplo, de que los de Arcelor tengan que bajarse los pantalones y desconvocar la huelga porque no tengan dinero, cuando hay herramientas para que entre todos nos podamos apoyar. Es lo que te decía, el Correscales nace de la necesidad de crear esa red solidaria. Entre nosotros seguimos en contacto. Hay una coordinadora estatal que sigue en funcionamiento, nosotros nos seguimos reuniendo, sigue habiendo asambleas… también hay colaboración entre diferentes movimientos. Hay veces en las que veo conflictos entre distintos movimientos y me da rabia. Me da rabia porque, en realidad, el que está agrediendo es el mismo: vamos a olvidarnos de las diferencias que pueda haber entre tú y yo, y vamos a recordar las diferencias con ese, que es el que nos está explotando.

EM.- A partir de ahora, ¿qué pasos hay que seguir?

AP.- Hay que trabajar en crear un espacio estatal en el que podamos ayudarnos entre todos. Los trabajadores del Bosal lleva en conflictos un año, los trabajadores de Coca-Cola también. Hay tantas mareas… ¡y la gente no lo sabe! Y nosotros lo vimos. En los medios de comunicación todos sabemos quienes mandan. Nosotros pudimos entrar en los medios de comunicación porque Movistar metió la pata diciendo que estábamos haciendo sabotajes. Sacaron unas imágenes, las mismas, en todas las televisiones autonómicas del estado. Y la realidad es que nosotros siempre hemos condenado tanto el chantaje como la violencia.

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