En estos más de 10 años de crisis económica la única resistencia real a los ataques de la patronal ha sido la lucha independiente de los trabajadores, que siempre han tenido que saltar por encima de las cúpulas de CCOO y UGT. Sin embargo, el carácter más turbulento de la nueva época, al menos en apariencia, todavía no se ha trasladado a la composición de los comités de empresa donde estos sindicatos siguen copando la mayoría, de tal forma que los sectores más luchadores de la clase obrera tienen serias dificultades para ver expresado su verdadero peso en estos órganos.
Siendo esto cierto también lo es que en este último año en las elecciones sindicales a los comités de empresa han empezado a cambiar las cosas. Estamos viendo como avanzan aquellos sindicatos que no firman ERES, que se enfrentan a las empresas, que tienen una presencia en los tajos, en definitiva, aquellos que son vistos como organizaciones que presentan más batalla contra las pretensiones de los empresarios.
CGT gana en Zara-Lefties Madrid y en Amazon Getafe
Los resultados más llamativos se han producido en Zara y Amazon, grandes multinacionales caracterizadas por emplear a una clase obrera joven que, como denuncian los delegados de la CGT en la multinacional americana, representa mejor que nadie el modelo de empleo «low cost» basado en los bajos salarios y la elevada temporalidad. Otro aspecto que muestra el nivel de explotación laboral es que de los 27 centros que Amazon tiene en el Estado español tan solo haya comité de empresa en 4.
Pues bien, el pasado mes de junio la CGT ganó las primeras elecciones sindicales celebradas en el centro de Amazon Getafe (llamado a ser uno de los mayores de todo el Estado, al nivel del de San Fernando de Henares). Con una participación del 85% de la plantilla, CGT consiguió 5 delegados por 4 de CCOO.
Más espectacular, si cabe, fueron las elecciones sindicales de Zara y Lefties de Madrid, donde el pasado mes de octubre CGT ganó las elecciones sindicales. Las opciones vistas como más combativas sumaron 15 delegados (CGT pasó de 4 a 11 y AST de 0 a 4), mientras los sindicatos que tradicionalmente han dirigido el comité se quedaron en 11 delegados (CCOO pasó de 10 a 6, UGT de 7 a 2 y USO de 4 a 2).
Que en una zona como Madrid donde hay una enorme fuerza laboral (la tienda de la Castellana de Zara es la más grande que el grupo Inditex tiene en todo el mundo) los sindicatos mayoritarios durante los últimos 24 años hayan sido incapaces de igualar las nóminas con las del resto del Estado (hay nóminas que llegan a ser hasta 200 € al mes más bajas que en Galicia o Euskadi) o que, como vienen denunciando los delegados de la CGT, desde el año 2016 se vengan realizando 2.000 contratos al año de los que solo pasan a indefinidos un 2% explica este resultado.
Las opciones sindicales combativas también avanzan en el metal
Que sindicatos considerados más beligerantes avancen en sectores con una clase obrera joven y precaria parece lógico, pero que también lo estén haciendo en el metal ya es más llamativo. La supremacía que todavía mantienen CCOO y UGT en este sector se debe en parte a las conquistas del pasado, en las que en su consecución estos sindicatos jugaron su papel. Una parte de los trabajadores del metal, sobre todo los más veteranos mantienen parte de esas conquistas y son la capa de trabajadores que en un considerable porcentaje hoy sustentan la representación sindical de CCOO y UGT. La inercia también juega un papel. Aunque esto está cada vez más cerca de convertirse en pasado. Hoy día los ataques también llegan contra las grandes plantas de fabricación de automóviles, de producción de acero, astilleros, … liquidando a un ritmo cada vez más intenso las conquistas del pasado. Y es aquí donde los trabajadores buscan opciones que planten cara a la empresa.
Además, entre los más jóvenes la situación es bien distinta; en general sus condiciones laborales son peores debido a la política aplicada por CCOO y UGT de aceptar diferentes escalas salariales y distintas condiciones laborales en una misma empresa.
En este contexto también es necesario señalar que si las organizaciones sindicales que se presentan como más luchadoras actuaran con más audacia y decisión, el avance de sus posiciones, también en el metal sería más rápido. Aun así, los pasos adelante son claros.
El ejemplo más claro es la Opel de Figueruelas. En las elecciones sindicales de octubre del año pasado los sindicatos tradicionales (UGT, CCOO y Acumagme) obtuvieron 19 delegados (perdiendo 6), mientras los más contestatarios (CGT, OSTA y STOPEL) consiguieron 14 (subiendo en 6). Tras años de recortes, el último convenio fue la gota que colmó el vaso para muchos trabajadores. De tal modo que los sindicatos firmantes del convenio son los que bajan y los que se opusieron a la firma los que suben.
Otros ejemplos son la Ford de Almussafes (que acaba de anunciar el cierre de su planta de motores) donde la UGT perdió 4 delegados que fueron ganados por el STM (más combativo que UGT) en las últimas elecciones. O la entrada con 2 delegados de la CUT (una escisión por la izquierda de la CIG) en la Citroën de Vigo.
En otros sectores del metal como los astilleros también se ve esto, por ejemplo en Navantia Ferrol donde la CGT entró en el comité con 3 delegados (2 se los ganaron a CCOO que se aleja de su habitual mayoría absoluta).
El rápido deterioro de las condiciones laborales de los trabajadores de la banca hace que la CGT avance
Otro sector en el que históricamente los trabajadores tenían muy buenas condiciones laborales es el de banca. Y también aquí CCOO y UGT disfrutaban de una posición hegemónica que se empieza a resquebrajar con el avance de la CGT.
La proletarización salvaje, especialmente aguda tras la crisis de 2008 está provocando que la precariedad, los bajos salarios o las jornadas maratonianas sean una realidad para los jóvenes trabajadores bancarios. Está previsto que, solo en el año 2019, se cierren más de 1.000 oficinas y se despidan a más de 5.000 trabajadores en todo el Estado. Por ejemplo, el Banco Santander está sumido en un ERE que va a suponer el despido de 3.000 trabajadores.
A esto hay que sumar los miles de puestos de trabajo destruidos en el sector en estos años. En este contexto los trabajadores consideran a CGT como un sindicato que plantea más resistencias a las pretensiones de los banqueros, mientras que CCOO y UGT están siendo firmes aliados de los bancos, adoptando una posición sumisa y derrotista que los lleva a firmar todo lo que les pongan delante.
Como consecuencia, en el BBVA la suma de CCOO y UGT ha pasado de tener un apoyo del 60,7% al 51,3%, mientras que la CGT se ha convertido en la tercera fuerza, por delante de la UGT, con uno del 17,6%.
Las Intersindicales (IAC y CSC) arrasan entre los funcionarios de la Generalitat
Otro ámbito en el que CCOO y UGT tenían una posición predominante, que en este caso se desmorona, es el de los funcionarios de la Generalitat (que incluye a profesores, sanitarios y administrativos). El pasado mes de marzo se hicieron públicos los resultados de las elecciones sindicales: ganó la Intersindical Alternativa (IAC) con un total de 267 delegados, seguida por CCOO con 174, UGT con 123 e Intersindical-CSC con 115 (que en algunos sitios se presentaba por primera vez y en otros llevaba varios años sin hacerlo). Es decir, las intersindicales sumaron 382 delegados y CCOO-UGT 297.
El palo ha sido realmente duro por el vuelco y por la gran cantidad de delegados que se elegían. Sin duda la lucha del pueblo catalán contra el régimen del 78, y la máxima expresión en el terreno sindical de este son CCOO y UGT, explica este terremoto que solo anuncia lo que nos podemos encontrar cuando la lucha contra el régimen del 78 alcance en el resto del Estado el nivel al que hoy se encuentra en Catalunya.
Por supuesto que a día de hoy los sindicatos tradicionales siguen siendo mayoritarios en los comités de empresa, pero estos síntomas evidencian que un profundo terremoto se está gestando el frente sindical. Hoy, aunque de un modo incipiente, el creciente malestar de la clase obrera está expresándose también en una tendencia a ir cambiando la composición de los comités de empresas. Esto es solo un pequeño adelanto de las profundas convulsiones que la clase obrera protagonizará cuando, más pronto que tarde su paciencia acabe por agotarse.