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El martes 17 de diciembre los trabajadores de todo el grupo Navantia estamos convocados a un referéndum para decidir si nos vale el preacuerdo alcanzado por el comité intercentros y la dirección de Navantia el pasado 4 de diciembre. La sección sindical de la CGT en el astillero ferrolano estamos haciendo campaña por el NO porque entendemos que, aunque mejora ligeramente el anterior preacuerdo (rechazado en junio del año pasado), sigue siendo malo para los trabajadores.

Este mes se cumple el tercer año sin convenio. Estamos así porque la dirección de Navantia, que es una empresa pública dependiente del Gobierno del PSOE y Sumar, tiene una apuesta estratégica por el empobrecimiento de los trabajadores y con este convenio pretende consolidar el grueso del hachazo que nos metieron en el anterior convenio (2018-2021). Obviamente, los trabajadores no compartimos este plan, y nos hemos marcado como objetivo recuperar lo que nos arrebataron entonces.

A diferencia del anterior preacuerdo se ha avanzado en la definición del sistema de promociones y de las salidas anticipadas, se ha mejorado levemente la situación de las nuevas incorporaciones, se ha conseguido algún plus y se han elevado al texto de convenio algunos derechos que ya existían en algún centro de trabajo.

Aunque totalmente insuficientes, estos pequeños avances son el resultado de la movilización de los trabajadores. Empezando por el abultado rechazo al pésimo preacuerdo del año pasado que había sido avalado principalmente por CCOO y que provocó, entre otras cosas, el fin de su histórica hegemonía en la empresa, tanto en el comité intercentros como en los comités de la mayoría de las factorías. Y siguiendo por el aumento de las movilizaciones que hemos vivido en los últimos meses: afectando a la producción (ralentización de los programas de submarinos y fragatas), paralizando las grandes factorías de todo el grupo durante 24 horas el 21 de noviembre, y la plantilla de la principal de Ferrol otros 3 días más a finales de ese mes.

Este es el camino para conquistar un convenio digno como el que exigimos en la plataforma reivindicativa, y cuyos aspectos centrales son: recuperación del poder adquisitivo perdido en los últimos años, eliminación de los nuevos niveles de entrada (con retroactividad desde 2022), proceso de reclasificación profesional al margen del sistema de promociones y recuperación del sistema de clasificación profesional y promociones que teníamos (para todos los grupos profesionales).

La precariedad del preacuerdo alcanzado ya anuncia una gran resistencia a su aprobación en el referéndum. Tan solo 7 de los 13 miembros de la comisión negociadora lo firmaron, y entre quienes no lo firman hay representantes de CCOO, UGT y CSIF. Aunque los 3 representantes de la factoría ferrolana en el intercentros lo avalan (CIG incluida), la oposición al preacuerdo en Ferrol va a ser importante.

Que haya una oposición tan fuerte en Ferrol, a pesar de que tanto la empresa como el resto del comité están lanzados pidiendo el apoyo al preacuerdo, no se puede entender sin el papel que venimos jugando los compañeros de la CGT e Izquierda Revolucionaria desde el principio de la lucha. Empezando por denunciar el empobrecimiento que se está produciendo, y que el resto del comité niega vehementemente. Siguiendo por agrupar a los sectores más golpeados y conscientes de esta situación. Y decimos con claridad que existen las condiciones para revertir los recortes y conseguir un preacuerdo que arranque mejoras y recupere derechos para las plantillas.

Miles de trabajadores se están incorporando a la principal en unas condiciones laborales lamentables, con salarios que apenas superan los 1.100 euros al mes, teniendo que hacer prolongaciones de jornada gratuitas, etc. Entre las plantillas de auxiliares es mucho peor. Sufren a una patronal parasitaria, acostumbrada a amasar beneficios millonarios con la connivencia de la dirección de Navantia.

El potencial combativo de las plantillas de Navantia es un hecho. Pero para que este se pueda desplegar completamente hay que poner en marcha un plan de movilizaciones consecuente, que vaya a más y no se conforme con migajas, y una perspectiva de clase que rompa con la división de los trabajadores, tanto localista (impuesta desde el comité intercentros y los diferentes comités de empresa) como entre principal-auxiliares, para confrontar con la empresa y la patronal de auxiliares más eficazmente.

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