Pull&Bear es un almacén del Grupo Inditex en la comarca de Ferrol. El comité de empresa negocia con la patronal un acuerdo que, sin ser un convenio colectivo, regula toda una serie de aspectos para la plantilla, entre ellos los salarios. A principios de enero empezaron unas nuevas negociaciones. Para variar, la patronal se presentó con una actitud prepotente y provocadora, diciendo que muchas de nuestras reivindicaciones eran innegociables. A pesar de que Inditex tiene unos beneficios espectaculares, nos racaneaba el incremento salarial.
Después de algunas reuniones, en febrero se rompieron las negociaciones por primera vez, así que decidimos empezar a tomar medidas, e hicimos un reparto de propaganda delante de la tienda de Pull&Bear en un concurrido centro comercial. La hoja anunciaba las rebajas, pero no las de la tienda, sino las que la empresa ofrecía a sus trabajadores. Esa misma semana hicimos otro reparto pero en la fábrica, con la fotocopia de la casa de nuestro director, que había salido en un reportaje de prensa sobre casas de postín. Por supuesto, no le conocíamos la casa, pero identificamos sus cochazos (un Porsche y un Audi) que salían aparcados en el garaje, tan elegante que hasta tiene cuadros colgados en sus paredes. Con esto quisimos denunciar la hipocresía de los que nos predican a los trabajadores la austeridad salarial, pero que no se aplican el cuento a sí mismos y viven a cuerpo de rey.
Tras los repartos, la empresa nos llamó para seguir negociando y empezó a dar algo más: mil euros lineales para este año y en torno al 4-4,5% para 2008 y 2009.
Después de varias reuniones, la empresa nos vino con una oferta ridícula: el 4,75%, y que no podía dar nada más. Le contestamos que era insuficiente, que la empresa había superado por primera vez los mil millones de beneficios y que íbamos a la huelga. La empresa dijo que no había nada más que hablar y las negociaciones quedaron rotas por segunda vez.
La empresa recula
El comité hizo un calendario de movilizaciones que el conjunto de los compañeros aceptaron: cinco días de huelga entre finales de marzo y principios de abril, es decir, no mandar ni una sola prenda de ropa en toda la Semana Santa.
Ante el respaldo de los trabajadores a la huelga, la empresa llamó inmediatamente al comité, y se obró el milagro: mil euros lineales este año y 900 en 2008 y 2009, lo que supone un 7,79, un 6,5 y un 6,1% respectivamente de aumento salarial. Además, todos los trabajadores a tiempo parcial pasan a jornada completa y el plus de permanencia (una especie de antigüedad que se cobra por cuatrienios) pasará de 209 euros anuales en 2006 a 539 en 2009, un incremento del 157% en tres años, a razón de 110 euros por año. Asimismo, la empresa también mejoró su propuesta en lo relativo a unos cambios en el turno de noche, aunque no es del todo satisfactoria.
Todavía quedan cosas que concretar, pero aunque la cosa quedase así, sería un claro avance, un avance resultado de la disposición a la lucha de los trabajadores, de mostrarnos firmes ante la empresa, de no dejarnos comer el coco por ella, como intentó continuamente durante las negociaciones, bien apelando a nuestra responsabilidad para no ir a la huelga, bien intentando amedrentarnos con sus amenazas de que si convocábamos huelga retirarían su propuesta y nos quedaríamos sin nada. Esta experiencia debe servirnos a todos para estar más unidos, para darnos cuenta de que lo que se saca en una negociación depende directamente de la presión que ejerzamos y para seguir reivindicando otros temas importantes que están pendientes, como la eliminación de la eventualidad.