Los conductores de la Empresa Municipal de Transporte Urbano de Barcelona (TMB) han conseguido una victoria ejemplar. Han tenido que pasar varios meses, 18 jornadas de huelga, y la amenaza de una huelga indefinida sin servicios mínimos para que el Ayuntamiento y la empresa cedieran. Han conseguido reducir la jornada sin merma salarial. Esta victoria de los conductores de TMB supone un ejemplo para el conjunto de la clase obrera, tanto por la determinación y disposición a la lucha, como por los métodos que han utilizado, los métodos tradicionales de la clase obrera.
Los conductores de la Empresa Municipal de Transporte Urbano de Barcelona (TMB) han conseguido una victoria ejemplar. Han tenido que pasar varios meses, 18 jornadas de huelga, y la amenaza de una huelga indefinida sin servicios mínimos para que el Ayuntamiento y la empresa cedieran. Han conseguido reducir la jornada sin merma salarial. Esta victoria de los conductores de TMB supone un ejemplo para el conjunto de la clase obrera, tanto por la determinación y disposición a la lucha, como por los métodos que han utilizado, los métodos tradicionales de la clase obrera.
La lucha comienza con una jornada de huelga el 21 de noviembre. En asamblea los conductores deciden convocar más movilizaciones en navidades, y delegan en el comité de descansos para que las organice.
21 de noviembre, pistoletazo de salida
El comité de descansos se forma meses antes, por delegados sindicales de CGT y ACTUB, con la intención de luchar por los dos días de descanso semanal. El comité de descansos, con reuniones regulares y abiertas en las cocheras, desde el 21 de noviembre ha sido la dirección de la lucha por decisión de la mayoría de los conductores en asamblea. En el comité de empresa hay cinco sindicatos: CCOO, UGT, SIT, CGT y ACTUB. Aunque el sindicato con más delegados sindicales es CGT, la mayoría del comité de empresa la tienen la suma de los delegados de CCOO, UGT y SIT.
La lucha continúa con siete días de huelga en navidades. En el mes de febrero hay dos fechas importantes. El sábado 9 de febrero se celebra en Barcelona una manifestación de apoyo a la lucha a la que acuden 5.000 jóvenes y trabajadores, y el 12 de febrero los conductores celebran una asamblea en Via Laietana, a la que acuden más de 2.000 conductores y discuten el plan de lucha. Participan también los delegados sindicales de CCOO y UGT, e intervienen contra la propuesta de continuar la lucha, aunque fruto de la presión dicen que "respetarán la decisión de la asamblea", aunque finalmente no es así. Los conductores deciden rechazar las maniobras de la empresa, y convocar huelga del 3 al 7 de marzo, y después cada jueves indefinidamente.
La huelga en campaña electoral, con asamblea o manifestación diaria, se convierte en un acontecimiento que sacude la normalidad de la ciudad de Barcelona.
La intención del Ayuntamiento y la empresa era derrotar esta lucha, dando un ejemplo al resto de trabajadores municipales, y en general al conjunto de la clase obrera. Para ello pusieron en funcionamiento todos los medios a su disposición. La represión policial fue brutal, con varios trabajadores detenidos y agredidos por los mossos, y una presencia verdaderamente provocadora de los antidisturbios en las cocheras y allá donde fueran los conductores. La represión sindical también fue destacada, con sanciones, expedientes y amenazas de despidos al comité de descansos.
Simpatía de la población
El Ayuntamiento era consciente de que esta lucha la derrotarían si conseguían enfrentar a la opinión pública con los conductores. Los medios de comunicación burgueses desarrollaron una intensa campaña de criminalización de la lucha, presentando a los conductores como vándalos y mintiendo sobre sus condiciones laborales y sus reivindicaciones. Pero la lucha, con la consigna de "dos días", contaba con amplias simpatías entre la población. A finales de febrero la empresa editó centenares de miles de folletos (a todo color) con el eslogan "TMB también apoya los dos días de descanso semanal" para calumniar y confundir, y los enviaron por correo a todos los domicilios de Barcelona y alrededores (Cornellà, L'Hospitalet, Sant Joan, Badalona, Santa Coloma...). Pero esto tampoco fue suficiente, e incluso aumentó las simpatías entre la juventud y la clase obrera. La razón principal del apoyo es que amplias capas de trabajadores han visto esta lucha como un ejemplo a seguir en sus respectivas empresas.
Entonces tuvieron que recurrir a los dirigentes sindicales para tratar de aislar la movilización. Los secretarios generales de CCOO y UGT de Catalunya aparecieron públicamente para descalificar y calumniar la lucha, posicionándose inequívocamente del lado de la empresa y el Ayuntamiento; y llegando a decir cosas como que los mossos "no se están aplicando suficiente para que se respete el derecho al trabajo" (léase, el esquirolaje). Esto provocó un resentimiento e indignación entre los conductores de TMB. A pesar de eso, fue muy significativo que el periódico burgués El País a mediados de marzo escribiera que "la mayoría de los asalariados apoya las reivindicaciones de los conductores". Esto era un aviso tanto a la empresa como a los dirigentes sindicales.
La presión de la huelga indefinida tiene resultados
Después de la huelga en campaña electoral, la consellera de Treball de la Generalitat medió en las reuniones entre la empresa y el comité para resolver el tema en un mes. Los conductores mantuvieron las movilizaciones convocadas, y hubo huelga los días 13, 20 y 27 de marzo. Entonces decidieron ir a la huelga indefinida el 15 de abril si la empresa no ofrecía una solución.
El 14 de abril, tras 18 horas de reunión, los cinco sindicatos del comité de empresa llegaron a un preacuerdo, que se sometería a votación en la asamblea del día siguiente. El preacuerdo plantea pasar de 251 a 225 días de trabajo anual. La jornada diaria aumenta en 20 minutos, pero la jornada anual disminuye en 104 horas, frente a las 184 horas que pedían. El nuevo sistema de descansos que contemple estas mejoras se aplicará en el nuevo convenio, que se empieza a negociar el 6 de mayo. Además, desde esa fecha hasta la firma del convenio, los conductores acumulan 25 minutos de descanso por cada día de trabajo, que la empresa deberá devolver.
El preacuerdo fue repartido en los piquetes el 15 de abril, para después discutirlo en la asamblea a mediodía.
La asamblea del 15 de abril
A la asamblea acudieron 1.500 conductores, la aplastante mayoría de los que podían participar: el resto estaban de baja o en los abusivos servicios mínimos: 50% en horas punta y 25% en horas valle. Como dijo un conductor, con estos servicios mínimos, la empresa podía aguantar mil años de huelga.
En la asamblea intervinieron conductores y delegados del comité de descansos. Algunos defendían que era insuficiente, que había que ir a la huelga indefinida y, además, romper los servicios mínimos. El mayor temor es que esto se supeditaba a la firma del siguiente convenio, donde en el comité de empresa CCOO, UGT y el SIT tienen la mayoría. Otros defendían que, aunque se podría haber conseguido más, había que aceptarlo, e iniciar de esta manera la negociación del convenio con fuerza, siempre que se mantuviera la actividad del comité de descansos y las asambleas decisorias. Todos los que hablaron coincidieron en una cosa: la retirada de los expedientes y sanciones era una condición sine qua non. Durante la asamblea llamó al móvil el responsable de los expedientes, y cuando la asamblea se enteró gritó con fuerza para que lo oyera: "Fora expedients!".
Después de casi 20 intervenciones, se llevó a cabo la votación, y el 80% apoyó la oferta de la empresa y la desconvocatoria de la huelga, siempre que la empresa retirara los expedientes durante la tarde, como así fue: retirada de los expedientes, sanciones y despidos (ya había cinco sobre la mesa).
Lecciones de la lucha
Durante todo el conflicto ha habido tres aspectos clave. En primer lugar, las asambleas de conductores democráticas y decisorias. En todas las asambleas se contraponían planes de lucha, y finalmente se votaban para que la mayoría decidiera. Esto ha trascendido en los medios de comunicación, generando un impacto entre los trabajadores dado que los dirigentes sindicales han abandonado estos métodos hace tiempo, dificultando o impidiendo la participación activa de los trabajadores en las luchas.
En segundo lugar, el comité de descansos y los propios conductores han tenido un método no sectario hacia los sindicatos. Si se hubiera culpado de los crímenes de sus dirigentes a los afiliados de CCOO, UGT y el SIT, sin duda, la lucha habría sido derrotada por la división de la plantilla. La crítica a la actuación lamentable de los dirigentes sindicales se ha combinado con llamamientos explícitos a los afiliados de estos sindicatos a participar. En varias asambleas se pedía que levantaran la mano los afiliados de estos sindicatos, a lo que respondía la mitad de la asamblea, y posteriormente se les dedicaba una ovación de agradecimiento.
La unidad de los conductores en torno a la reivindicación de los dos días se ha mantenido gracias a estos métodos. Y en tercer lugar, llevar el conflicto hacia fuera. Ganar el apoyo y la solidaridad de los jóvenes y trabajadores de Barcelona. La edición de múltiple propaganda: carteles, panfletos, dos números de un periódico gratuito, pegatinas..., ha contrarrestado la campaña de los medios de comunicación, a lo que había que añadir la negativa de los dirigentes sindicales de CCOO y UGT a participar y, por tanto, a difundir la lucha.
No se ha conseguido el 100% de las reivindicaciones, pero es claramente una victoria fruto de la lucha. Destacar esta lección es muy importante para afrontar la negociación del convenio en TMB con las espadas en alto, hay que estar prevenidos ante cualquier maniobra sucia por parte de la empresa. No está descartado que recule o se desdiga de la retirada de las sanciones o tenga en mente cualquier otra represalia. También es importante destacar esta victoria de TMB como un magnífico ejemplo de cara a otras empresas del transporte y a la clase obrera en general.
Después de años de cierres de empresas industriales, despidos y deterioro de las condiciones laborales y salariales en Catalunya, y ante una situación de crisis económica, los conductores de TMB han lanzado un mensaje claro al conjunto de los trabajadores: la lucha sirve, el sindicalismo útil no es el de la desmovilización y la paz social, sino el sindicalismo combativo, democrático y de clase.