A mediados de febrero comenzaron en Telefónica de España las reuniones entre la empresa y el Comité Intercentros (CI) para la negociación del nuevo Convenio Colectivo. Tras un par de encuentros en los que no se sacó mucho en claro, finalmente el 27 de marzo la empresa mostró sus cartas y dio a conocer a la representación de los trabajadores sus intenciones para el convenio, cuyo punto estrella es un nuevo modelo de Clasificación Profesional que sustituye las actuales categorías laborales existentes por tres grupos profesionales, cada uno de ellos con distintas bandas salariales que sirven de marco para el desarrollo del salario, siguiendo el modelo que ya implantaron en otras empresas del grupo como Telefónica Data o Telefónica Móviles.
Si bien esta propuesta es la más importante por las consecuencias que de ella se derivan, no es la única pretensión de la empresa. En sus planes también se contemplan la moderación salarial, sin ninguna subida por encima del IPC; la congelación del complemento por antigüedad; la sustitución de la jornada intensiva de la que todos los trabajadores disfrutan por la "jornada europea" (turno partido) para los más de 4.000 empleados del Distrito C; la congelación de todos los pluses, gratificaciones, ayudas... Y todo ello después de conseguir en 2007 unos beneficios récords, superando en un 43% los obtenidos el año anterior.
En cuanto al CI (formado por CCOO, UGT, CGT, AST y UST), las diferencias entre sus miembros surgieron antes incluso de comenzar la negociación, ya que a pesar de haber mantenido varias reuniones y haber alcanzado un principio de acuerdo para elaborar una plataforma conjunta, UGT y CCOO presentaron otra propuesta que poco tenía que ver con lo acordado entre todos y que fue rechazada por el resto de sindicatos. Además, su aceptación del modelo de Clasificación Profesional propuesto por la empresa, junto a la negativa de sus delegados en algunos comités de empresa provinciales a realizar asambleas informativas, genera desconfianza entre la mayoría de la plantilla, que les ve más cerca de los intereses de la empresa que de los trabajadores a los que representan.
La movilización para frenar los ataques de la empresa
La actitud inflexible y chantajista de la empresa en las primeras reuniones ha hecho que CGT, AST, STC y otros sindicatos en distintas provincias hayan visto la necesidad de dar un paso más para frenar los ataques y avanzar en sus reivindicaciones y hayan convocado un calendario de movilizaciones que comenzó el 22 de mayo con una manifestación de más de 2.000 trabajadores en Madrid, a la que han seguido distintas concentraciones y cuatro jornadas de huelga de 3,5 horas por turno los días 29 de mayo, 5, 12, 19 y 26 de junio, cada vez con mayor participación.
UGT y CCOO, por su parte, no han sacado la misma conclusión y no se han unido a las convocatorias, lo que ha contribuido a calentar los ánimos entre parte de la plantilla y durante la última jornada de huelga, algunos manifestantes rompieron los cristales de los locales de estos sindicatos en el Distrito C e increparon a los que allí se encontraban. Aunque no podemos estar de acuerdo con estos métodos ya que se utilizan contra los trabajadores, sí son el reflejo del gran malestar existente en la plantilla.
Finalmente, el 2 de julio las direcciones sindicales de UGT, CCOO y UST han anunciado la firma del convenio, sin ningún cambio sustancial, aprovechando el periodo vacacional y a pesar de que más de un 60% de la plantilla ha participado en la huelga.
