La huelga general convocada en Euskal Herria por la mayoría sindical vasca, y que los marxistas de El Militante hemos apoyado activamente, ha vuelto a poner de manifiesto que la clase trabajadora tiene muy claro cuál es el camino para acabar con los graves ataques que están sufriendo nuestros derechos: la lucha. La participación, tanto en el número de empresas que siguieron el paro como en el número de manifestantes, fue mayor que en las huelgas del 21 de mayo de 2009 y del 29 de junio de 2010, convocadas por ELA, LAB, STEE-ILAS, ESK, HIRU (y el 29 de junio también por CCOO), y también mayor que la del 29 de septiembre convocada por CCOO y UGT.
La industria para mayoritariamente

Como siempre, desde muchos sectores se ha intentado ridiculizar la participación de los trabajadores en la huelga. Pero algunos datos, dados en rueda de prensa por los sindicatos convocantes, revelan la importancia del paro: "Sobre el total de empresas, el nivel de paro total o superior al 70% alcanza a 308 empresas, lo que supone un 61,35% del total (...) Las empresas industriales que alcanzan niveles de paro parciales superiores al 30% son 75, y representan el 14,94%. La incidencia del paro ha sido residual o ha habido actividad normal en 88 empresas, que representan el 17,53% del total (...) Respecto a Nafarroa, el paro ha sido total en algunas empresas, con una incidencia muy alta en Sakana y la zona norte de la Comunidad. También en Iruñaldea y su cinturón industrial la incidencia ha sido significativa (...) A diferencia de otras ocasiones, numerosas empresas del movimiento cooperativista se han sumado también a la huelga. (...) han sido numerosísimas las empresas de tamaño medio y pequeño que han realizado un paro total, contribuyendo así a la visualización generalizada del apoyo de trabajadores y trabajadoras a la huelga convocada. En resumen, el contraste de datos del sector industrial indica que la huelga ha contando con un gran respaldo y un seguimiento muy generalizado".
Tanto los medios de comunicación como la patronal tienen que admitir este dato, pero lo hacen infravalorándolo. Sin embargo, el paro en la industria es fundamental, ya que esta es el motor de la economía y, por tanto, una caída en la producción lleva a un impacto económico y social mucho mayor que en cualquier otro sector.

Gran seguimiento en otros sectores y manifestaciones masivas

"En el sector del transporte, han funcionado los servicios mínimos. Así en el transporte de viajeros por ferrocarril, EuskoTren, Tranvías y el Metro de Bilbao han secundado mayoritariamente el paro (...) En los Puertos de Bilbao y Pasaia el paro ha sido mayoritario y sólo han funcionado los servicios esenciales (...) en la Construcción, la huelga ha afectado a las obras importantes, con un gran impacto en Gipuzkoa, y desigual, pero significativo en Bizkaia, Araba y Nafarroa (...) las empresas cementeras y las productoras y distribuidoras de hormigón han parado mayoritariamente (Lemona Industrial, Financiera y Minera de Añorga y Arrigorriaga, Portland Valderrivas, Hormigones Lazkano, Caleras de Altzo, Hormigones Azkune...)".
Las informaciones de los sindicatos señalan el fuerte seguimiento del paro en el sector de la enseñanza, especialmente la pública (65%) e ikastolas (casi 100%) y en el sector servicios, con el cierre completo de Carrefour Olaberria, Carrefour Oiartzun, Alcampo y muchos Eroski y un paro generalizado de la limpieza viaria y de edificios y locales. 
Además, la huelga ha sido un éxito si tenemos en cuenta la tremenda represión que se vive en las empresas, especialmente en aquellos sectores como el comercio o la hostelería donde los derechos de los trabajadores quedan absolutamente pisoteados por las amenazas continuas de despido. La dirección de ETB incumplió los servicios mínimos, boicoteando una huelga mayoritariamente secundada y que en otros medios audiovisuales rozó el paro total. Por no hablar de la campaña del gobierno vasco, criminalizando la huelga y a los sindicatos convocantes y poniendo unos servicios mínimos que en la práctica reducían a cero el derecho a huelga en algunos sectores como la sanidad.
Igual que ocurriera en las anteriores convocatorias por parte de la mayoría sindical vasca, las manifestaciones han sido masivas, incluso mayores. Es curioso que la prensa no diga nada de cuánta gente participó, dando sólo el dato de los sindicatos de la manifestación de Iruña (Pamplona), en la que participaron más de 15.000 personas, la más grande hasta ahora. La manifestación de Vitoria-Gasteiz no se quedó atrás. La Plaza de la Virgen Blanca se llenó, sin que pudieran entrar los miles de personas que venían de la calle Dato, algo que no pasó en las anteriores huelgas. Igualmente, las decenas de miles de personas que llenaban las calles de Bilbo confirmaban que la jornada era un éxito. Cabe resaltar, por su importancia política, la presencia de miles de jóvenes, tanto trabajadores como estudiantes. Es evidente el gran descontento que existe entre la juventud a las medidas antisociales, como también es evidente que en el próximo período tendrán un papel protagonista en las luchas.

La división sindical

El principal escollo con el que se ha topado esta huelga ha sido la división sindical. La actitud de las direcciones de CCOO y UGT en Euskal Herria ha sido vergonzosa, acusando de "nacionalista" la huelga justamente con declaraciones que transmitían un nacionalismo español repugnante. Igual de grave es que los dirigentes de CCOO y UGT se hayan comprometido en el mes de enero en una farsa de negociación con el gobierno y la patronal, que han conseguido implicar a los dirigentes sindicales en un pacto social que va más allá de las pensiones y que pretende reformar la negociación colectiva. Como claramente admite un artículo del diario El País, el 28 de enero: "El objetivo declarado de la siguiente gran reforma del mercado laboral español, la de la negociación colectiva, es incentivar la flexibilidad interna. En román paladino, facilitar que las empresas recurran a cambios de jornada, horarios o salarios antes que al despido para adaptarse a las crisis. Los sindicatos están de acuerdo. Pero a cambio exigen más participación e información cuando una empresa se vea abocada a tomar estas decisiones. Y ese es uno de los puntos que esboza el acuerdo al que CEOE y sindicatos han llegado estos días, en las conversaciones que han mantenido en paralelo a las negociaciones sobre la reforma de pensiones". O sea, que los sindicatos se conforman con que los empresarios les informen de que han decidido atacar a los trabajadores. Y todo esto la madrugada antes de que salieran los datos de paro, que supera el 20% con más de 4.700.000 desempleados.
Es evidente que esta actitud puede llevar a un sector de la clase obrera a desmotivarse y desmovilizarse pero también a otro sector a indignarse todavía más. De hecho, en la huelga del 27 de enero en Euskal Herria participaron de nuevo delegados y afiliados de CCOO y UGT que son muy críticos con lo que sus direcciones están haciendo. Este dato vuelve a demostrar cómo fue un error que ELA y LAB no convocaran el 29 de septiembre, porque de haberlo hecho hubieran tenido mucha más autoridad en la base de CCOO y UGT para pedirles su participación en la huelga del 27.
La unidad sindical en la lucha es fundamental para plantar cara a todos los ataques que nos van a lanzar de aquí en adelante. Qué duda cabe que con unas direcciones como las de CCOO y UGT firmando barbaridades se puede hacer difícil pensar en la unidad, pero eso no debe ser un obstáculo, sino todo lo contrario, a un llamamiento enérgico y fraternal a las bases de CCOO y UGT para que se opongan a lo firmado por sus dirigentes y a que participen en futuras movilizaciones.

Es necesario seguir luchando

La huelga del 27 de enero no puede ser la única contra la reforma de las pensiones. Es necesario continuar con la lucha, necesitamos un plan de movilizaciones y huelgas que vayan a más; que debe ser discutido y votado en asambleas generales en cada centro de trabajo, haciendo un llamamiento específico a las bases de CCOO y UGT a que se sumen a la movilización. Eso presionaría de forma importante a sus direcciones, las cuales no van a tener fácil convencer a sus afiliados de lo que han hecho. Es más, la lucha en Euskal Herria se podría convertir en ejemplo para el resto del Estado. Hemos visto como una revolución en un pequeño país árabe, Túnez, ha encendido la mecha de la revolución en el país árabe más grande, Egipto, y amenaza con extenderse por todo el mundo árabe. Una lucha contundente en Euskal Herria que arrastrara a sectores de las bases militantes y simpatizantes de CCOO y UGT podría tener un efecto contagio a otras zonas, haciéndoles a las direcciones de CCOO y UGT muy difícil seguir firmando acuerdos con la patronal y el gobierno.
¡No al pacto social!
¡Viva la lucha de la clase obrera!

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