El lunes 21 de enero se iniciaba en el Complejo Hospitalario de Navarra el nuevo servicio de comidas explotado por la empresa Mediterránea de Cátering (Medicat) que sustituye a las antiguas cocinas hospitalarias atendidas por trabajadores del sector público contratados por Osasunbidea (Servicio navarro de Salud). Aquí en Navarra hemos asistido y estamos asistiendo a un ataque brutal contra la sanidad pública, y la externalización de las cocinas es la muestra más brutal de lo que está por venir si no lo remediamos: privatización de laboratorios, eliminación de urgencias rurales (quieren empezar ya), etc.
El estreno de Medicat muestra que no es mejor el sector privado, al contrario es mucho mejor un servicio público. Los enfermos están sufriendo retrasos en la comida, repartos equivocados, etc. Según Gara: “Uno de los problemas más evidentes ha sido la incapacidad de llevar la comida a su hora a los hospitalizados. La tardanza genera problemas evidentes en el caso de los diabéticos (ha habido casos donde la comida y la merienda han llegado casi a la misma hora). Lo más grave, sin embargo, es que los retrasos han obligado a modificar los tratamientos de forma generalizada. Muchos medicamentos son agresivos para el sistema digestivo y, por ello, su administración está vinculada a la ingesta de alimentos, de tal forma que, si la comida se retrasa, la toma de las pastillas tampoco puede realizarse a la hora preceptiva. Ha habido casos de pacientes a los que la comida les ha llegado más de una hora y media tarde”.
Recogido de Diario de Noticias de Navarra: “Acostumbrados a ingresos prolongados, los pacientes oncológicos hospitalizados en el antiguo Virgen del Camino han podido testar de primera mano el drástico cambio de menú que ha traído consigo la externalización de las cocinas. (…) Son casi las dos de la tarde y el personal sanitario continúa repartiendo el menú en las habitaciones contiguas. Van con retraso. Rosa y su marido, Luis Mañú, salen al pasillo para compartir con las madres del resto de pacientes las primeras impresiones sobre la comida que acaba de llegar. Hoy no ha pasado la dietista, en las cocinas no hay variedad de oferta y no han podido elegir los platos. ‘Antes podíamos elegir, pero ahora ya no. Traen lo que quieren. El otro día pedimos garbanzos y trajeron menestra, así que el plato volvió intacto. También trajeron una sopa de fideos. ¿Y sabes qué era eso? Agua sucia con dos fideos’, comenta indignada Rosa. (…). La diferencia con respecto al servicio antes de su externalización es, en opinión de los padres, ‘enorme’. ‘Antes era mucho mejor y hay muchísima diferencia’, compara María Ángeles Romero, madre de otro de los niños ingresados en la planta de Oncología infantil. (…) ‘Yo creo que lo mejor sería volver al sistema de antes porque así no podemos seguir, aunque creo que ya es imposible dar marcha atrás’, lamenta María Ángeles mirado la bandeja de su hijo intacta”.
Podríamos seguir con las barbaridades que están cometiendo pero el problema que parece aflorar tras estas incidencias está en la exigua plantilla que Medicat está empleando. Entre 34 personas deben servir comidas a unas 400 personas, en régimen de desayuno, merienda y cena. La comida se elabora de lunes a viernes por la mañana y se ultracongela de forma inmediata. Posteriormente se recalientan en los carros que los distribuyen. Los alimentos de los fines de semana, por tanto, nunca se elaboran en el día. Además, Medicat se vanagloria de su tecnología de frío, capaz de conservar los alimentos cocinados hasta cinco días antes de servirlos.
El primer fin de semana ya ha transcurrido con tortillas y bollos de pan quemados, ensaladas calientes, yogures a 27 grados y demás desmanes. Medicat es una empresa que viene a hacer dinero y a la que no le preocupa nada la salud de los enfermos de los hospitales. Pero sí se puede dar marcha atrás movilizándose, tumbar al gobierno de UPN y hacer que se vuelva a la situación anterior y los enfermos de los hospitales sean tratados como se merecen.
¡La salud no se vende se defiende!
