En las puertas de los juzgados nos concentramos cerca de 40 activistas de diferentes sindicatos (CGT, CCOO, UGT). Como el día 24 de febrero, cuando se celebró el juicio que terminó aplazado, la campaña de denuncia por el despido del compañero Juan ha sido muy visualizada en las calles de Málaga y en las principales empresas. Cuando una poderosa multinacional como Serunion ataca así los derechos de los trabajadores, es fundamental movilizar la solidaridad consciente y contraponer la fuerza de la clase obrera. Por supuesto que el compañero no está solo, tiene la simpatía de miles de trabajadores de Málaga y del resto del Estado. Este hecho hace que la empresa no se sienta tan fuerte, que la justicia, que suele inclinarse del lado del empresario titubee, y que los trabajadores nos veamos capaces de hacer lo que hizo Juan justo antes de la vista. En un intento de conciliación, a la pregunta del juzgado de si estaba dispuesto a recibir una compensación económica para no celebrar el juicio, el compañero respondió firme que “ni por todo el oro del mundo”.

La sala estaba abarrotada y en el transcurso de un juicio que duró varias horas, el abogado de la empresa, a pesar de toda su locuacidad y sus abultados honorarios, fracasó estrepitosamente en su intento de encubrir el despido en supuestas causas objetivas (económicas, organizativas y productivas). En la vista quedo claro que la verdadera causa del despido de Juan Carrasco es la necesidad de Serunion de silenciar cualquier oposición a sus planes de empeoramiento de las condiciones de trabajo de la plantilla. Los trabajadores como Juan, que defienden un sindicalismo democrático y combativo, pueden provocar que el resto de trabajadores se den cuenta de su fuerza real y no acepten el chantaje de la empresa.

Cuando tocó el turno a David Bernardo, el abogado de Juan, terminó de desmoronarse por completo toda la argumentación de la empresa. El acoso sindical contra el compañero quedó demostrado a los ojos de todos los que estábamos presentes.

La ley no ayuda a los trabajadores. La justicia está adaptada a las necesidades empresariales, y solo con la movilización, la presión y la firmeza podemos conseguir que se haga justicia de verdad. Esperamos que el juez dicte una sentencia en concordancia con lo vivido en el juicio y que el compañero Juan sea readmitido en su puesto de trabajo. Si no es así, seguiremos como hasta ahora firmes hasta conseguirlo, en el frente judicial pero por supuesto redoblaremos nuestro esfuerzo en la calle.

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