Pensar que la revolución ya ha triunfado porque ganamos las elecciones del 3 de diciembre (de 2006), porque somos más y tenemos razón, es un grave error. Aún más, pensar que la revolución es irreversible es un error.

Mientras el poder económico del país siga en manos de los capitalistas la revolución estará amenazada.

La idea de que la IV República “no volverá” solo será una realidad cuando el conjunto de las tierras, la banca y la industria estén en manos del pueblo y las comunidades. (...) Por todo ello hay que ir hasta al final cuanto antes y dar el golpe definitivo al capitalismo en Venezuela. Cuanto más tardemos, más tiempo les damos para organizarse de nuevo.

¿Cómo derrotar la nueva ofensiva de la contrarrevolución?

(Volante de la CMR repartido durante las movilizaciones en apoyo a la no renovación de la concesión a RCTV)

Victoria pírrica y polarización social

A la 1:30 de la madrugada del día 3 de febrero de 2007 la presidenta del Consejo Nacional Electoral, Tibisay Lucena, anunciaba la victoria del No en el referéndum para la aprobación de la reforma constitucional. Con el 88% de los votos escrutados, el No sumaba el 50,7% de los votos, frente al 49,2% logrado por el . A los pocos minutos, en cadena nacional, el presidente Chávez reconocía los resultados. Esta campaña electoral se ha llevado bajo un proceso de enorme polarización social a izquierda y a derecha que se ha reflejado finalmente en estos resultados. Lo que más llama la atención es la victoria del No por solo 130.000 votos, lo que refleja la enorme polarización social, uno de los rasgos fundamentales a destacar de la actual situación. Otro punto es que, respecto a las elecciones presidenciales de hace ahora un año (3 de diciembre de 2006), ha habido apenas una subida del voto de la derecha de 250.000 votos, menos de un 10%. Es decir, la derecha no ha ampliado su base social que se mantiene prácticamente igual.

Librería"
El 3 de febrero de 2007 la presidenta del Consejo Nacional Electoral, Tibisay Lucena, anunciaba la victoria del No en el referéndum para la aprobación de la reforma constitucional. 


El rasgo más significativo de este referéndum es que Chávez sacó hace un año 7.309.080 votos. Es decir, tres millones de votantes chavistas se han abstenido en este referéndum. No se han ido a la derecha sino a la abstención: ésta hace un año fue de 25, 3 % y ahora ronda el 45% Esa ha sido la causa fundamental de la derrota del día 2. ¿Cuáles han sido las causas de esa abstención en el campo revolucionario?

Derrotados por la abstención

En el documento de perspectivas aprobado en abril de 2007 en el Congreso de la CMR señalábamos lo siguiente: “Chávez, para marchar hacia la expropiación de la oligarquía, deberá basarse en la iniciativa de las masas o fracasará. Si no toma acciones decisivas contra los capitalistas es inevitable, más tarde o más temprano, que la contrarrevolución vuelva a levantar cabeza y pueda agrupar tras de sí a un sector de la población y animar de nuevo a su base social. La creencia de que con la renta petrolera es suficiente para desarrollar el país y convencer a los capitalistas se estrellará con la dura realidad. Las últimas medidas anunciadas por Chávez han prendido todas las luces de alarma en los cuarteles generales del imperialismo. Como en el caso de Fidel y el Che en Cuba en 1961 cada paso a la izquierda que da la dirección revolucionaria anima a las masas. Pero si Chávez no llega hasta el final expropiando y estatizando los sectores básicos de la economía para instaurar una economía planificada democráticamente y creando un autentico Estado revolucionario —único medio de acabar con el burocratismo y la corrupción— las masas empezaran a impacientarse. Muchas revoluciones han sido derrotadas por excesos verbales. Si las palabras no se transforman pronto en hechos la contrarrevolución levantará cabeza e intentará de nuevo tumbar el Gobierno”.

La derrota en el referéndum solo se puede entender partiendo de este análisis. La causa fundamental de la abstención ha sido que para un sector de las masas, tras nueve años de revolución —y luego de que Chávez alcanzase hace un año 7.300.000 votos (63%), el mayor apoyo jamás obtenido por presidente alguno de Venezuela— no ha habido un cambio decisivo en sus condiciones de vida. Los problemas de vivienda, empleo, economía informal, inseguridad ciudadana, etc., pese a los indudables avances de la revolución, no han sido resueltos.

Librería"
La causa fundamental de la abstención ha sido que para un sector de las masas, tras nueve años de revolución no ha habido un cambio decisivo en sus condiciones de vida. 


La mayor parte de la población sigue viviendo en ranchos, millones (casi el 50% de la población activa) siguen empleados en la economía informal —lo que significa estar excluidos de las subidas salariales o inamovilidad laboral aplicadas por el Gobierno o de la reducción de jornada a 6 horas que proponía la reforma— y sobre todo vivir en una constante indefensión y precariedad. Pese a los enormes avances en el sector salud con la Misión Barrio Adentro, la revolución todavía no ha llegado a los centros hospitalarios, donde existen problemas endémicos (insuficiencia de instalaciones, mal estado de las mismas, falta de un servicio adecuado...).

Las Misiones Educativas han erradicado el analfabetismo y ampliado enormemente el acceso a la educación pero, al permitir que la burguesía mantenga el control absoluto de las principales universidades públicas y privadas del país, ha favorecido el desarrollo de dos sistemas paralelos y la utilización por parte de la contrarrevolución de las universidades como cotos privados y plataformas políticas para la desestabilización.

Expectativas revolucionarias vs realidades capitalistas

Un buen ejemplo de las contradicciones que tienden a provocar cansancio y favorecen la abstención de sectores que en otras ocasiones apoyaron a Chávez y la revolución es el de la vivienda. Según la Cámara Venezolana de la Construcción el déficit de viviendas ha pasado de 880.083 en 1990 a 1.680.000 actualmente. El ritmo anual de construcción de viviendas no cubre ese déficit, que en lugar de reducirse tiende a crecer.

No es que Chávez o el Gobierno no tengan interés en resolver el problema. Todo lo contrario. Según ese mismo informe, el dinero destinado a construir viviendas ha aumentado significativamente en los últimos años pero curiosamente no aumenta el número de viviendas construidas. No se trata solo de que haya despilfarro, corrupción, etc. Una de las razones que aducen los expertos es que los costes de los materiales de construcción han aumentado un 53%. El factor decisivo —como en todos los demás terrenos— es el mantenimiento del sector (empresas constructoras, cementeras, etc.) en manos de capitalistas que solo las ponen en marcha en busca del máximo beneficio y no para satisfacer las necesidades sociales. Esto mismo que decimos para la construcción de nuevas viviendas es válido para los créditos a la compra de vivienda ya construida o para los alquileres. Los bancos privados sabotean los planes y controles del Gobierno (igual que lo hacen con los microcréditos, créditos agrícolas y demás). Todo el peso recae sobre los bancos públicos, pero a causa de la contradicción entre una oferta insuficiente y la demanda en aumento los precios se disparan. El resultado es que los planes que presenta Chávez generan unas expectativas que el mantenimiento del capitalismo y la economía de mercado impiden satisfacer. Y así en otras muchas cosas.

La economía, a pesar de los datos de crecimiento macroeconómico, acumula enormes contradicciones. El discurso triunfalista de muchos funcionarios ministeriales choca con los problemas que siguen sufriendo las masas y aún más con las expectativas crecientes que generan nueve años de revolución. El salario mínimo es el más alto de América Latina pero la inflación se come cada vez una mayor parte y en muchas empresas no se cumple (como tampoco se cumple la inamovilidad laboral y otras medidas progresivas aplicadas por el Gobierno). La informalidad —como ya hemos dicho— no ha sido reducida de un modo drástico y aunque según las estadísticas oficiales el desempleo ha bajado lo ha hecho tímidamente (los empresarios privados no invierten en la construcción de nuevas fábricas que generen empleo), el poco empleo que se crea sigue siendo en su mayoría en condiciones precarias. Tras un primer momento en el que esto supone un cierto balón de oxígeno, la expectativa de cualquier trabajador es tener estabilidad y derechos en el puesto de trabajo, algo que en Venezuela sigue siendo una excepción.

A todo esto hay que sumar el sabotaje económico, que durante el último año se ha recrudecido y ha llevado a que muchos productos básicos tales como azúcar, aceite y en los últimos meses la leche desaparezcan de los mercados. Este último, además de prolongarse varios meses su escasez, y justamente durante toda la campaña electoral (algo que la oposición ha utilizado insistentemente) toca un punto muy sensible para las familias: la leche para los niños. Frente a este sabotaje el Gobierno no ha tomado ninguna medida efectiva que le ponga fin. Es más, algunos responsables ministeriales en lugar de explicar la responsabilidad de los capitalistas en el sabotaje y tomar medidas contra el mismo lo que han hecho es negar problemas de abastecimiento, algo que aleja e indigna al ciudadano que oye esas declaraciones, va al mercado y no encuentra el producto que busca.

El socialismo debe suponer mejores condiciones de vida

Las masas hace un año votaron por el socialismo. Pero el socialismo para las masas es algo muy concreto, ante todo es una mejora sustancial de sus condiciones de vida. Si ese cambio claramente positivo no se da, entonces para un sector de las masas revolucionarias todas las palabras sobre el socialismo se quedan en eso: en palabras, algo hueco y sin sentido. Lo mismo ocurre con la corrupción y el burocratismo. El propio presidente Chávez ha denunciado en varias ocasiones la lacra del burocratismo y la corrupción y ha llamado a luchar contra ella. Pero cuando las masas han intentado poner en práctica ese llamado han chocado con una burocracia reformista, en realidad procapitalista, que tiende a desarrollarse en las diferentes instituciones y a fusionarse cada vez más con la burguesía.

Durante un tiempo la idea de que Chávez está solo, rodeado de gente que no le apoya y hay que apoyarle para acabar con esa burocracia hace que las masas den un margen de confianza pero, si al cabo de un tiempo esas prácticas continúan y no hay medidas decisivas contra ellas, no hay detenidos, destituidos, en definitiva, no hay una depuración en líneas democráticas y revolucionarias de los cuadros del movimiento bolivariano, entre algunos sectores cundirá la impaciencia y entre otros el escepticismo, que es un veneno para cualquier revolución.

Librería"
Frente al sabotaje económico de los capitalistas, el Gobierno no ha tomado ninguna medida efectiva para ponerle fin. 


En esas circunstancias la campaña de la oposición y del imperialismo tuvo un efecto en sectores de las masas. No para moverlos a su lado, pero sí para dejarlos paralizados. Algunos de ellos dieron así un voto de protesta. En un contexto donde la contrarrevolución fanatizó a su base social y amenazaba con un enfrentamiento civil, el único modo de poder agrupar al conjunto de las masas, y especialmente a los sectores menos convencidos y más decepcionados, hubiese sido con medidas muy concretas que significasen, como hemos dicho, una transformación rápida y determinante de sus condiciones de vida y demostrasen sin ninguna duda que el socialismo significa un avance en sus vidas. Por supuesto, la reforma constitucional tenía entre sus objetivos —como explicamos los marxistas cuando le dimos nuestro apoyo— el de afrontar algunos de estos problemas, pero para un sector de las masas la verdad en este referéndum era muy concreta: la reforma significaba más promesas e intenciones (como las que vienen escuchando desde hace ya demasiado tiempo) que realidades ya conseguidas y palpables.

Una seria advertencia para la revolución

Por último, aunque estos que hemos comentado son los factores fundamentales, es evidente que también ha existido un sector de la burocracia, tanto del Estado como del movimiento bolivariano, que no ha sabido ni querido explicar la reforma y luchar por ella. La falta de propaganda que luego aparecía misteriosamente dos o tres días antes del fin de campaña, la ausencia de orientación política e ideológica por parte de muchos de los cuadros dirigentes obligó a los militantes del naciente PSUV y al propio Chávez a tener que multiplicarse y superar todos los obstáculos a menudo con grandes dosis de improvisación. El nacimiento del PSUV ha sido un paso adelante pero en esta primera batalla volvió a evidenciarse que está Chávez por arriba, las masas y los militantes de base del PSUV por abajo y en medio un gran vacío. Frente a esto teníamos la “santa jauría” en la que aparecían unidos el imperialismo en pleno, los empresarios, los estudiantes contrarrevolucionarios, la Iglesia e incluso traidores recientes como Baduel, Podemos, etc. que intentaban usar su pasado reciente en el chavismo para confundir. El Comando Zamora era Chávez acompañado por Jorge Rodríguez y por miles de militantes de base que, con voluntad y entusiasmo, intentaban superar la ineficiencia y falta de confianza en los objetivos de la lucha de no pocos dirigentes, cuando no su saboteo consciente (recordemos que la reforma también le quita poder a muchos burócratas locales y regionales).

La abstención en este referéndum es una seria advertencia para el movimiento revolucionario. De no resolver todos estos problemas, y de no hacerlo rápido, un sector de las masas se volverá apático. Por ahora no están dispuestas a votar a la derecha, y siguen mirando hacia Chávez esperando una solución a sus problemas, pero en qué sentido evolucione eso dependerá de la política que aplique el propio Chávez y del desarrollo de la lucha de clases. Esto no quiere decir que en un futuro un sector de esas masas que hoy se han abstenido no pueda ser ganado por la derecha o se vuelva apático. Esto también lo ha comprendido la oposición, y por eso su campaña de que votar No a la reforma no significaba necesariamente romper con Chávez, o sus cantos de sirena ahora llamando a la negociación, la reconciliación y el diálogo. Este es un peligro mortal para la revolución. Si permitimos que esa situación llegue, no tardaremos en descubrir que debajo del traje de seda que ahora intentan ponerse los contrarrevolucionarios aprieta los dientes el mismo monstruo de la contrarrevolución y el fascismo que ya conocemos.

No se puede hacer una revolución a medias

Alan Woods siempre repite una frase: “basarse exclusivamente en la voluntad de hacer sacrificios de las masas es un error. Las masas pueden sacrificar su “hoy” por el “mañana”, pero solo hasta cierto punto. Esto siempre hay que tenerlo en cuenta. Finalmente la cuestión económica es decisiva” (Tesis sobre la revolución y la contrarrevolución en Venezuela). “Puedes pelar una cebolla capa por capa, pero no puedes quitarle la piel a un tigre garra por garra”.

Lenin decía que un partido revolucionario marxista no podía ganar la mayoría por la vía electoral, y si, a causa de una correlación de fuerzas muy favorable (como la que tenemos en Venezuela, especialmente desde las derrotas del imperialismo en 2002) lo logra temporalmente, debe aprovechar esta oportunidad para avanzar rápidamente, pues será muy difícil que pueda conservar ese dominio por un período muy prolongado. El que en Venezuela esta correlación de fuerzas favorable se haya mantenido tanto tiempo es una cierta excepción resultado del carácter de la época que vivimos (crisis y decadencia del capitalismo, ascenso de la lucha de clases en toda Latinoamérica) combinado con las victorias sobre la contrarrevolución durante los últimos años (desde 2002) y el ingreso petrolero, que ha dado algo de margen al Gobierno.

Pero la revolución ha dejado intacto el poder de la burguesía demasiado tiempo y en demasiados terrenos. Los capitalistas venezolanos y los imperialistas tienen bajo su control los medios de comunicación (el propio Chávez y otros dirigentes bolivarianos han denunciado el papel clave desempeñado por Globovisión, tanto durante la campaña de RCTV como en los últimos meses, a la hora de sembrar confusión y mentiras acerca de la reforma). Por cierto, en distintas coyunturas del proceso revolucionario las bases con un certero instinto de clase exigieron expropiar este canal y ponerlo bajo control obrero y popular. Y teníamos la fuerza y legitimidad moral y social más que suficientes para hacerlo.

Además, la burguesía posee el control de las principales empresas de distribución (Polar), bancos, etc. y utiliza dicho poder para sabotear toda iniciativa del presidente o del Gobierno que busque mejorar el nivel de vida de las masas. Esto ha sido denunciado por el propio Chávez y otros dirigentes que incluso han amenazado en varias ocasiones a la banca, el Grupo Polar, SIDOR, los mataderos o los ganaderos con expropiarles, aunque esas amenazas no se han concretado y el sabotaje económico continúa. Pero como decíamos también en el documento que antes citamos, si amenazas pero no actúas al final puedes sembrar dudas entre algunos sectores de los que te apoyan de si estás realmente decidido a llegar hasta el final

Otro aspecto que debemos comprender es que en unas elecciones participan no solo el sector de las masas más adelantadas, los sectores más activos del país, sino también los sectores más pasivos y atrasados. La lucha de clases, la revolución socialista, no se resuelven por la aritmética parlamentaria o electoral, solo si la clase llamada a sustituir a otra es capaz de llevar la lucha hasta el final, edificando un nuevo aparato estatal a su servicio, y es capaz de arrebatarle los medios de producción a la otra y sobre la base de los hechos es capaz de arrastrar a los dubitativos.

Todo ello resulta determinante para poder sacar a la sociedad de la crisis en la que se haya y mostrar una salida, esto es lo decisivo. Si la revolución no es capaz de sacarla de la crisis y desaprovecha las condiciones favorables para completar su tarea el apoyo a la misma puede convertirse en su contrario. La lucha parlamentaria o electoral puede ser un factor que favorezca ese movimiento, pero no al revés. Sería ingenuo creer que la burguesía o el aparato estatal burgués va aceptar sin lucha su disolución, que va a permitir que se apruebe una legislación que en la práctica abre las puertas a su desaparición.

El inicio de la expropiación de la burguesía, y la sustitución del aparato del Estado burgués por un Estado revolucionario, puede llevar a que por la fuerza de los hechos el parlamento o las elecciones sancionen afirmativamente esa acción de un Gobierno o un partido revolucionario. Sin embargo, al mismo tiempo que se aprueba esa legislación revolucionaria, es imprescindible dar golpes decisivos a la clase dominante, en este caso a la burguesía. Y esto es lo que no ha hecho durante este tiempo el Gobierno de Chávez. Ha amenazado con expropiar, pero ha tomado muy pocas medidas prácticas (e incluso en esos casos con muchas contradicciones). Mientras, la burguesía —muy especialmente en la cuestión de la vivienda y el abastecimiento— ha seguido saboteando. Al final, para muchos de los que se han abstenido la pregunta que rondaba sus cabezas es: ¿qué te ha dado Chávez y la revolución después de nueve años?

Librería"
La revolución ha dejado intacto el poder de la burguesía demasiado tiempo y en demasiados terrenos. Los capitalistas controlan los medios de comunicación y las principales empresas de distribución. 


El Estado burgués y la propiedad privada de los medios de producción

Los dos grandes problemas que actúan como piedra de tranca para el desarrollo de la revolución y que, en última instancia, suponen la causa de la derrota en el referéndum son —como hemos explicado insistentemente—el burocratismo, que está saboteando todos los planes del Gobierno (es decir, el hecho de que el aparato del Estado burgués se mantiene y entra en contradicción con el intento de las masas de construir un Estado revolucionario y dirigir el país) y, por otro lado, que el capitalismo y la propiedad privada de los medios de producción actúan como un obstáculo que impide planificar democráticamente la economía y resolver los problemas sociales. En ese sentido, si el Gobierno del presidente hubiera nacionalizado, para empezar, los monopolios alimentarios y eso hubiera llevado a terminar con la escasez y bajar el precio de los insumos básicos, habría sido un argumento a favor de la reforma constitucional mejor que todos los discursos a favor del socialismo.

Del mismo modo, si se hubiera nacionalizado todo la industria relacionada con la construcción se hubiera podido acometer una planificación en la construcción de viviendas y terminar con el déficit habitacional a un ritmo mayor. Medio millón de viviendas construidas en un año por la industria nacionalizada es el mejor argumento sobre la superioridad del socialismo respecto al capitalismo. Lo mismo es válido para la banca. Si en lugar de amenazar, se hubiese nacionalizado la banca bajo control obrero y social sería posible ofrecer créditos en buenas condiciones para la compra de viviendas, cooperativas, microcréditos a los pequeños negocios, etc. en mucho mayor número de lo que se ha hecho. Estas y otras medidas —subida de salarios, incremento aún mayor de la inversión en salud, educación y obras públicas...— demostrarían en la práctica de modo inequívoco para qué sirve el socialismo y supondrían la mejor respuesta a la cínica campaña de la contrarrevolución sobre la propiedad.

La revolución de octubre de 1917 en Rusia está llena de enseñanzas al respecto. Para las masas rusas la construcción del socialismo significaba la mejora de sus condiciones de vida porque así lo plantearon los bolcheviques en sus consignas y programa. “Pan, paz y tierra”, estas fueron las consignas que llevaron a los bolcheviques al poder. La toma del poder se hizo para terminar con la guerra y repartir la tierra entre los campesinos. El socialismo era algo muy concreto, no una abstracción. Una consigna repetida por Lenin era que el socialismo eran los sóviets (Consejos de Trabajadores, Soldados y Campesinos) más la electrificación de todo el país. Esto era perfectamente entendible por las masas que sabían perfectamente qué era el socialismo que pregonaban los marxistas rusos.

Se ha perdido una batalla, pero no la guerra

El primer paso es corregir todos estos errores. Los burócratas reformistas van a plantear que la causa de la derrota ha sido querer ir muy deprisa, que las masas y la situación no están maduras para el socialismo, etc. Este argumento lo hemos visto en todas las revoluciones. Precisamente el problema es el contrario: que la situación ha empezado a madurar ya demasiado. Poco antes de la victoria de la insurrección de octubre de 1917, los que se oponían a la misma decían a Lenin que las masas estaban cansadas y apáticas y que era una locura plantear la lucha por tomar el poder y expropiar a los capitalistas. Lenin les explicó que de lo que estaban cansadas las masas era de oír hablar de revolución, socialismo, etc., y de tener la sensación de que esa perspectiva siempre era para mañana y nunca para hoy. “Demos un paso concreto al frente, actuemos y veréis como las masas nos siguen”, insistía Lenin. Y así fue. Esa fue también la lección de Cuba: Fidel y el Che actuaron rápido, en un año nacionalizaron las palancas económicas fundamentales y eso les permitió planificar la economía y resolver los problemas más acuciantes que padecían las masas.

Por el contrario, Allende en Chile dudó y se mantuvo dentro del marco del capitalismo, y los capitalistas le aplicaron un sabotaje muy similar al que hoy sufrimos. Otro ejemplo negativo a tomar muy en cuenta es el de Nicaragua, allí el sabotaje empujó a un sector de los dirigentes sandinistas a abrir una negociación con el imperialismo y la contrarrevolución, como hoy propone aquí la oposición y algunos reformistas. La renuncia a tomar medidas decisivas contra el capitalismo, los acuerdos con la burguesía, el mantenimiento de la llamada economía mixta, obligó a los sandinistas a aceptar la lógica del mercado y permitió el retroceso de la mayoría de las conquistas revolucionarias. Las masas cayeron en la apatía y algunas incluso votaron a la derecha. A principios de 1990, tras 11 años de revolución victoriosa, la gloriosa revolución sandinista fue derrotada de la forma más triste y dolorosa: electoralmente, con sectores que habían apoyado la revolución durante años, cansados de discursos, apoyando a la contrarrevolución.

A pesar de la derrota en el referéndum, como dijo Chávez, esos tres millones de compatriotas que el 2-D no votaron no se han ido con la contrarrevolución, siguen mirando hacia la revolución pero esperan que los cambios prometidos se concreten. Además, hay un núcleo duro de millones de personas que se mantiene firme y dispuesto a llegar hasta el final, como demostró la marcha de fin de campaña. A la hora de medir fuerzas en la calle, y de ver en qué clases sociales se basa cada uno y qué características tienen, no cabe duda que la correlación de fuerzas sigue siendo favorable a la revolución. Toda esta fuerza tiene que ser movilizada. La conclusión de muchos activistas en estas primeras horas después de este revés va en esta misma línea que estamos planteando. “Revolución con hambre no dura”, “Hay que demostrar a la gente en los hechos qué es el socialismo”, eran algunas de esas conclusiones, que contrastan con la mezcla de pesimismo y alivio (sí, alivio) que parecía advertirse en no pocos dirigentes durante la noche electoral.

¿Cuáles son las tareas ahora?

El primer paso es depurar el movimiento bolivariano y el aparato del Estado de los corruptos y burócratas, muchos de los cuales han saboteado la campaña por el . En el editorial de nuestro periódico El Militante avisábamos de esta quinta columna y lo decimos otra vez: Podemos y Baduel son solo la punta del iceberg.

Librería"
Allende en Chile dudó y se mantuvo dentro del marco del capitalismo, y los capitalistas le aplicaron un sabotaje muy similar al que hoy sufrimos.


El segundo paso es basarnos en la movilización popular para aprovechar todas las oportunidades que la actual constitución nos permite desarrollar, al mismo tiempo que , como planteaba el presidente Chávez, luchamos por demostrar en la práctica, en el día a día, las ventajas de las propuestas políticas y sociales que contenía la reforma constitucional e incluso de otras propuestas que no estaban allí contenidas y que el propio movimiento obrero y popular en el debate en asambleas de trabajadores, campesinos, vecinos, pueden y deben aportar.

Los Consejos Comunales se han desarrollado con esta constitución y en varias fábricas los trabajadores ya hemos creado Consejos de Trabajadores para poder gestionar las empresas y desarrollar el control obrero. Hay que mantener y extender esta experiencia al conjunto de la economía. Los Consejos Obreros son vitales para instaurar el control obrero en las empresas públicas y privadas y luchar así contra algunos de los principales males que padecemos: el burocratismo, la corrupción, el desabastecimiento y el sabotaje.

La ley contra el acaparamiento y el desabastecimiento actualmente existente también permite requisar productos acaparados y crear Juntas de Abastecimiento y Precios. Debemos desarrollar las mismas en todos los barrios populares y extenderlas a los Mercal para comprobar que estos mercados, conquista de la revolución, cumplan su objetivo y no haya corrupción ni sabotaje en su interior.

Debemos vincular la lucha por mejorar los derechos y condiciones de vida de los trabajadores con la construcción de los Consejos Obreros y la instauración del control obrero. La jornada de 6 horas es otra medida que la revolución debe aplicar. Los trabajadores debemos organizarnos en cada centro de trabajo y aprobar en asamblea resoluciones apoyando esa medida, proponiendo al Gobierno su aplicación y luchando por la misma.

Todas estas medidas en beneficio de los trabajadores y demás explotados chocan —como no puede ser de otro modo— con los intereses de los capitalistas, que seguirán saboteándolas y saboteando el avance del proceso revolucionario, cerrando empresas, manteniendo huelga de inversiones, etc. Aunque los lobos contrarrevolucionarios intenten vestirse ahora de ovejas con el objetivo de frenar y descarrilar la revolución, seguirán haciendo las mismas marramucias que llevan haciendo toda la vida. La toma, expropiación y recuperación de las empresas abandonadas por los capitalistas fue llevada a cabo con la actual constitución y sirvió para combatir, al menos parcialmente, estos planes contrarrevolucionarios. Debemos volver a organizar la toma de todas las empresas cerradas, en crisis o que ataquen gravemente los derechos de los trabajadores y sean utilizadas para sabotear, ponerlas a producir bajo control obrero, dirigidas por un Consejo de Trabajadores sometido al control de la Asamblea, y demandar al Gobierno revolucionario su nacionalización bajo control obrero.

La clase obrera debe ponerse al frente de la revolución y presentar al presidente Chávez y a las bases del PSUV y del movimiento bolivariano todas estas propuestas, ofreciendo así el punto de apoyo que necesita la revolución para poder hacerse irreversible. Una de las razones de que durante el último año no se haya avanzado más rápida y claramente hacia el socialismo —tomando todas esas medidas concretas que antes mencionábamos y que habrían sido determinantes para ganar claramente el referéndum— es que, pese a los llamados del presidente Chávez a que la clase obrera desempeñe el papel que le corresponde en esta revolución, ninguno de los dirigentes de las distintas corrientes que integran la UNT agarró esta propuesta con las dos manos y fue capaz de presentar un programa clasista de transición al socialismo que lo hiciera posible. Es imprescindible cambiar esta situación unificando al movimiento obrero revolucionario en torno a un programa de lucha en estas líneas que hemos planteado. Al mismo tiempo debemos construir batallones del PSUV en cada centro de trabajo y, desde ellos, impulsar los Consejos de trabajadores, el desarrollo de una UNT genuinamente socialista y revolucionaria y la organización de la toma de empresas.

La historia de las revoluciones conoce muchos ejemplos de retrocesos temporales que solo fueron el preludio de un salto cualitativo en la lucha. Los revolucionarios no tenemos que perder la cabeza. Como dijo el filósofo Spinoza: “ni reír ni llorar, sino comprender”. Robespierre, el gran revolucionario francés de 1789, señaló algo de suma importancia aplicable a Venezuela: “no se puede hacer una tortilla sin romper los huevos”; no se puede hacer una revolución sin tocar los intereses de los capitalistas y de los burócratas, de los privilegiados. No basta con decirlo, hay que hacerlo. Esa es la gran lección que tenemos que aprender todos. Para llevar a cabo esa tarea los revolucionarios tenemos que estar organizados para luchar por ellas en el seno del PSUV, los sindicatos, las universidades y centros de estudio, en el campo, en las comunidades para construir la Corriente Marxista Revolucionaria en su seno. Es necesario tener un programa claro sobre cómo avanzar al socialismo y formar los cuadros que sean capaces de llevarlo a cabo. Solo el programa del autentico socialismo, del marxismo revolucionario, podrá llevar la revolución bolivariana a su victoria definitiva.

Patria, socialismo o muerte. ¡Venceremos!

Librería"
Este artículo ha sido publicado en la revista Marxismo Hoy número 17. Puedes acceder aquí a todo el contenido de esta revista. 

banner

banneringles

banner

banner

banner

banneringles

banneringles

bannersindicalistas

bannersindicalistas